Moyano
se tiznó el rostro. Ya tiene el cuchillo entre los dientes. Está a horas
de jugar una de las cartas más bravas de su vida sindical, nada más ni nada
menos que contra el poder K. Sabe que si de algo no se vuelve, es del ridículo.
Y juega todas sus fichas a la movilización hacia La Plaza de Mayo, teniendo en
cuenta a su ejército de afiliados, estimados en más de 200 mil, y a los gremios
que puedan aliarse. De allí puede salir robustecido para seguir al frente de la
CGT, lograr piernas para llegar al 2013 o más aún, extender su aventura
electoralista hacia el 2015.
Pero
también sabe que si la jugada le sale mal, puede significar su muerte política.
Desde el riñón de sus seguidores, comparan a Hugo, con los históricos líderes
sindicales José Ignacio Rucci y Sául Ubaldini. Lo ven como el jefe
reivindicativo de la defensa de los trabajadores y el paladín de la lucha
contra el ajuste. Pero el perfil de Moyano, dista mucho del marco de austeridad
en que vivían sus antecesores. Sus detractores lo comparan con el Lobo Vandor.
Dicen
que es dueño de una fortuna incalculable, tanto o más de la que supieron amasar
en su momento sus eternos enemigos,"Los Gordos". Los que le soplan en
la nuca creen que Hugo la construyó a la luz del gremio más poderoso de la
Argentina. Es más, aunque el gobierno siga castigándolo con la no devolución de
los 15 mil millones de pesos que adeuda a las obras sociales, tendría espaldas
para aguantar por largo tiempo, sin tener que contar las monedas para cubrir
sus obligaciones con los afiliados.
Moyano
hoy está en la mira de todos. Hasta del juez Norberto Oyarbide, quien ha
desempolvado los pedidos de informe del gobierno Suizo que sospecha al
camionero por una cuenta de supuesto lavado de dinero por 1.870.000 dólares,
suma que estaría a nombre de un director de la empresa Covelia y de su esposa,
firma que maneja la recolección de residuos en 12 municipios del conurbano
bonaerense y en el Mercado Central.
Los
que conocen la intimidad del líder camionero, sostienen que con el crecimiento
de las arcas del gremio, mucho tiene que ver su "dama de hierro".
Es la mujer que hoy maneja todo lo relacionado con las empresas que viven del
sindicato y la obra social. Es la tercera esposa y madre del hijo más pequeño
de Moyano. Se trata de Liliana Zulet, nacida el 13 de abril de 1959 en Lomas de
Zamora. Es tan influyente en la vida de Moyano que se ha convertido también en
una suerte de asesora política. Es más, quienes asistieron a la conferencia de
prensa donde Hugo llamó al paro, detectaron un gesto que no pasó desapercibido
a los presentes. Cuando Moyano culminó su oratoria, miró hacia la derecha donde
estaba ella, levantó el pulgar y recibió como respuesta una sonrisa y un gesto
de asentimiento. Los más allegados al camionero, remarcan que Liliana Zulet
tiene una frase de cabecera que no escatima en los pasillos de la sede
sindical: "el hombre tiene que ser presidente".
Liliana
o "la señora", como se la llama en intramuros, hoy es la mujer más
poderosa del gremio. Administra la empresa Larai S.A, la gerenciadora de los
sanatorios y geriátricos de la obra social y hasta hizo instalar cámaras de
video en los quirófanos, para supervisar a médicos y enfermeras. Zulet, además
maneja la constructora del gremio, la empresa de seguridad privada y el taller
de ropa de trabajo."Ella está en todos lados y Hugo ve por sus ojos",
comentan en los pasillos.
Liliana
está calificada como la "gran cajera", recaudando más de 6 millones
de dólares al año, merced a un gerenciamiento que no conoce de pausas. A tal
punto esta mujer es determinante en el tablero estratégico de Hugo, que lo
sigue a sol y a sombra a todas partes y él la consulta sobre sus decisiones.
Quienes estuvieron en el corazón del canal de noticias TN, la noche en que
el camionero se pintó la cara en el programa "A dos voces", dicen que
Zulet jugó un papel preponderante. Fue la que le hizo llegar a Moyano los
mensajes de respaldo que recibía, mientras era entrevistado. El propio Moyano
en determinado momento blanqueó la circunstancia, al admitir que los papers le
eran acercados por su secretaria. Y lo dijo con ironía y mirada cómplice.
Esta
rubia, al que algunos le ven un parecido físico a Cecilia Boloco, la ex de
Menem, oficializó su unión con Moyano en el 2004, aunque algunos dicen que la
relación venía de antes. Mientras Zulet, prepara sus uñas y cuida los números,
Moyano teje su estrategia política. El camionero apuesta a una alianza política
con el escurridizo Daniel Scioli. Sueña con una ruptura de éste con CFK. Pero a
la vez observa a algunos peronistas no alienados con la Presidenta. En su
grilla está el intendente de Tigre, Sergio Maza. Incluso pretende meter en la
misma bolsa a Mauricio Macri. Todos los actores le son útiles en su futura
ingeniería política, más los que en su momento recibieron los retos desde el
poder. En horas sabremos que tan bien o mal le va con su primera aventura
electoralista, que le costará al país 210 millones de pesos, una cifra muy alta
como para alquilar por unas horas La Plaza de Mayo.
Paradójicamente,
un 27 de junio de 1975 el sindicalismo peronista llenaba la Plaza de Mayo
contra las políticas de Isabel y López Rega. ¿Será una coincidencia con el día
que eligió Moyano?
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