Después del caso Capristo, Valentín
Alsina aún sigue azotada por una
ola delictiva incontenible
Por Jorge Joury
Hoy en Valentín Alsina, después del duelo del vecino Daniel Capristo, fusilado de nueve tiros por un menor de 14 años, aún se respira miedo y la indignación cruje por todos los rincones. Es difícil encontrar un vecino al que no le hayan robado. Los hay a cada metro, viviendo con rejas, alarmas, y hasta cercos electrificados, prisioneros del miedo.
Hace poco tiempo le habían advertido al jefe policial de la zona que la granada en cualquier momento le iba a estallar en las manos. Fue antes del asesinato de Capristo, episodio que convirtió a Valentín Alsina en la ciudad de la furia, donde más de cinco mil personas ganaron las calles para manifestar su indignación y decirle basta a la inseguridad. Pero la autoridad no tomó nota y el drama se desató como un huracán incontenible.
SIN FRENO
Hoy, la situación no ha variado. Los pobladores deben dar primero una vuelta a la manzana con sus autos, para ver si advierten sobre alguna presencia sospechosa, antes de entrar a los garajes. Muchos tienen temor de mandar a sus hijos al colegio, porque son despojados hasta de sus mochilas. Hay secuestros exprés, arrebatos a toda hora y la permanente invasión de casas con sujetos armados, en su mayoría menores, a quienes no les tiembla el pulso para matar sino se sienten satisfechos con los botines. Se habla además de zonas liberadas y complicidad policial. En ese marco, tampoco están exentos los comerciantes, algunos de ellos que baten el triste record de haber sufrido diez robos en lo que va del año. La droga, especialmente el Paco, se vende como pan caliente en las calles y lo que ayer era el paraíso del progreso y el trabajo, hoy debe llorar a sus muertos con los puños apretados.
Resulta difícil contabilizar los delitos que se cometen a diario, ya que las autoridades policiales guardan las estadísticas bajo siete llaves. Muchos de ellos tampoco se denuncian, porque la comunidad está cansada de no obtener respuesta y ni siquiera la presencia de patrulleros. La realidad es una sola: la seguridad ha colapsado.
Mientras la discusión política se da en todos los frentes, sobre qué hacer con los menores que delinquen, el tiempo pasa, la sangre corre y siempre se llega tarde.
SITUACION LIMITE
El reclamo popular llegó hasta el propio despacho del intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, quien pese a manifestar su dolor por el asesinato de Daniel Capristo, tuvo la valentía de hacer una autocrítica que marca la temperatura de las horas que se están viviendo en muchas localidades del conurbano. “Siempre se llega tarde para combatir la inseguridad”, aseguró Díaz Pérez.
Pero los lamentos, aunque válidos, resultan tardíos, la vida de otro trabajador ya se fue y el reclamo generalizado resulta incontenible, a tal punto de cometerse la terrible aberración de haber descargado la furia sobre un fiscal que nada tenía que ver con el episodio y que fue a cumplir con su trabajo. No se entiende este intento de justicia por mano propia, con quienes tienen el deber de ejercerla. Más aún, este hecho inédito marca que la gente ha llegado al límite de perder el control de sus actos, hasta de la falta de respuestas.
UN HOMBRE BUENO
Hoy el jefe comunal en la intimidad de su despacho, se encuentra ante la grave encrucijada de revelar descarnadamente la radiografía de su distrito o viajar a la Gobernación y poner las cartas sobre la mesa, demandando la ayuda que la gente requiere, ya que está probado a todas luces que la policía local ha perdido el rumbo. Díaz Pérez recuerda al hombre como “un trabajador defensor de Lanús y la Argentina”. “Fue terrible. Presenciamos una de las cosas mas tristes que podemos ver quienes trabajamos en la política”, admitió ante la prensa.
Ante la demanda de toda una comunidad que le exige firmeza, el intendente aseguró que es necesario que el “menor quede aislado” ya que puede ser peligro para la sociedad si se tiene en cuenta que el chico ya tenía antecedentes penales por robo y portación de armas.
HABRA CAMARAS
El caso Capristo abrió una bisagra en la historia de Alsina. Ahora Lanús rubricará un convenio para comenzar a instalar cámaras de seguridad en puntos clave. “Con este paso se podrá detectar las zonas de mayor delito y se podrá determinar a priori a los delincuentes”, explicó Díaz Pérez. Pero el jefe comunal sabe que eso no basta. Necesita más policías y hasta gendarmes, para controlar la invasión de delincuentes provenientes en su mayoría de las villas de la región, donde viven más de 60 mil personas en las condiciones más paupérrimas. Allí están las cocinas del Paco, donde según se supo a través de fuentes confiables, por lo menos unas 50 están en actividad.
Como el gobernador Scioli, Díaz Pérez entiende que la droga es la madre de las batallas y que un menor, como el que asesinó a Capristo y cuya madre reveló que ya no sabía que hacer con él, no puede medir la capacidad de sus actos, porque tiene las neuronas quemadas. Ese chico no tiene retorno a la sociedad y su vida está signada por un destino trágico, ya que ni siquiera los establecimientos para su recuperación, son aptos y terminaran alentando aún más sus resentimientos por los códigos de convivencia que allí se viven.
PIDEN JUSTICIA
Hoy la familia Capristo, después de sentirse acompañada por el sentimiento de todo un pueblo indignado que se movilizó por justicia, siente el vacío de un padre ausente.” Un chico de 14 años mató a mi papá pero mañana puede ser el padre de cualquiera", resumió el hijo de la víctima.
El reclamo que se escribió en cada uno de los carteles en lo alto, también se proyectó en los aplausos para despedir a un hombre bueno.
Con las heridas que aún no cicatrizan, Facundo Capristo, hijo de la víctima, remarcó la necesidad de que “las autoridades tomen de manera urgente cartas en el asunto".
“Es importante que las autoridades actúen, de una vez por todas. Un chico de 14 años mató a mi papá, pero mañana puede ser el padre de cualquiera de ustedes”, manifiesta hoy con angustia.
TODO EL DOLOR
Por otro lado, su familia reabrió el debate para que se “baje la edad de imputabilidad de los menores”.
“Cuántas muertes más tendremos que llorar para que bajen la edad de imputabilidad de los menores. Un pibe de 14 años mató de 9 balazos a mi papá y seguramente saldrá en libertad en las próximas horas, eso no es justo. Ese chico sabía que lo que estaba haciendo era incorrecto, pero lo hizo igual”, remarcó Capristo.
A ese pedido se sumó Juan Carlos Blumberg, quien resaltó que “no podemos seguir sosteniendo la edad de imputabilidad actual, es algo inconcebible. De todos modos, espero que la familia de Capristo se recupere, tenga mucha fuerza y jamás acalle su pedido de Justicia”.
El pueblo de Valentín Alsina encendió sus velas en representación de luto, la bandera argentina y la entonación de las estrofas del Himno Nacional con potencia, como si quisieran impulsar la “seguridad” tan anhelada. Lo hizo con madurez y sin violencia, pero por estas horas el grito sigue siento: “basta de inseguridad, de robos y de muertes absurdas. Los delincuentes nos matan y obligan a que vivamos detrás de las rejas, no podemos seguir de esa manera. Tenemos miedo y nos juntamos en la plaza para terminar con esta situación”, resaltaron los vecinos consultados.
Por Jorge Joury
Hoy en Valentín Alsina, después del duelo del vecino Daniel Capristo, fusilado de nueve tiros por un menor de 14 años, aún se respira miedo y la indignación cruje por todos los rincones. Es difícil encontrar un vecino al que no le hayan robado. Los hay a cada metro, viviendo con rejas, alarmas, y hasta cercos electrificados, prisioneros del miedo.
Hace poco tiempo le habían advertido al jefe policial de la zona que la granada en cualquier momento le iba a estallar en las manos. Fue antes del asesinato de Capristo, episodio que convirtió a Valentín Alsina en la ciudad de la furia, donde más de cinco mil personas ganaron las calles para manifestar su indignación y decirle basta a la inseguridad. Pero la autoridad no tomó nota y el drama se desató como un huracán incontenible.
SIN FRENO
Hoy, la situación no ha variado. Los pobladores deben dar primero una vuelta a la manzana con sus autos, para ver si advierten sobre alguna presencia sospechosa, antes de entrar a los garajes. Muchos tienen temor de mandar a sus hijos al colegio, porque son despojados hasta de sus mochilas. Hay secuestros exprés, arrebatos a toda hora y la permanente invasión de casas con sujetos armados, en su mayoría menores, a quienes no les tiembla el pulso para matar sino se sienten satisfechos con los botines. Se habla además de zonas liberadas y complicidad policial. En ese marco, tampoco están exentos los comerciantes, algunos de ellos que baten el triste record de haber sufrido diez robos en lo que va del año. La droga, especialmente el Paco, se vende como pan caliente en las calles y lo que ayer era el paraíso del progreso y el trabajo, hoy debe llorar a sus muertos con los puños apretados.
Resulta difícil contabilizar los delitos que se cometen a diario, ya que las autoridades policiales guardan las estadísticas bajo siete llaves. Muchos de ellos tampoco se denuncian, porque la comunidad está cansada de no obtener respuesta y ni siquiera la presencia de patrulleros. La realidad es una sola: la seguridad ha colapsado.
Mientras la discusión política se da en todos los frentes, sobre qué hacer con los menores que delinquen, el tiempo pasa, la sangre corre y siempre se llega tarde.
SITUACION LIMITE
El reclamo popular llegó hasta el propio despacho del intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, quien pese a manifestar su dolor por el asesinato de Daniel Capristo, tuvo la valentía de hacer una autocrítica que marca la temperatura de las horas que se están viviendo en muchas localidades del conurbano. “Siempre se llega tarde para combatir la inseguridad”, aseguró Díaz Pérez.
Pero los lamentos, aunque válidos, resultan tardíos, la vida de otro trabajador ya se fue y el reclamo generalizado resulta incontenible, a tal punto de cometerse la terrible aberración de haber descargado la furia sobre un fiscal que nada tenía que ver con el episodio y que fue a cumplir con su trabajo. No se entiende este intento de justicia por mano propia, con quienes tienen el deber de ejercerla. Más aún, este hecho inédito marca que la gente ha llegado al límite de perder el control de sus actos, hasta de la falta de respuestas.
UN HOMBRE BUENO
Hoy el jefe comunal en la intimidad de su despacho, se encuentra ante la grave encrucijada de revelar descarnadamente la radiografía de su distrito o viajar a la Gobernación y poner las cartas sobre la mesa, demandando la ayuda que la gente requiere, ya que está probado a todas luces que la policía local ha perdido el rumbo. Díaz Pérez recuerda al hombre como “un trabajador defensor de Lanús y la Argentina”. “Fue terrible. Presenciamos una de las cosas mas tristes que podemos ver quienes trabajamos en la política”, admitió ante la prensa.
Ante la demanda de toda una comunidad que le exige firmeza, el intendente aseguró que es necesario que el “menor quede aislado” ya que puede ser peligro para la sociedad si se tiene en cuenta que el chico ya tenía antecedentes penales por robo y portación de armas.
HABRA CAMARAS
El caso Capristo abrió una bisagra en la historia de Alsina. Ahora Lanús rubricará un convenio para comenzar a instalar cámaras de seguridad en puntos clave. “Con este paso se podrá detectar las zonas de mayor delito y se podrá determinar a priori a los delincuentes”, explicó Díaz Pérez. Pero el jefe comunal sabe que eso no basta. Necesita más policías y hasta gendarmes, para controlar la invasión de delincuentes provenientes en su mayoría de las villas de la región, donde viven más de 60 mil personas en las condiciones más paupérrimas. Allí están las cocinas del Paco, donde según se supo a través de fuentes confiables, por lo menos unas 50 están en actividad.
Como el gobernador Scioli, Díaz Pérez entiende que la droga es la madre de las batallas y que un menor, como el que asesinó a Capristo y cuya madre reveló que ya no sabía que hacer con él, no puede medir la capacidad de sus actos, porque tiene las neuronas quemadas. Ese chico no tiene retorno a la sociedad y su vida está signada por un destino trágico, ya que ni siquiera los establecimientos para su recuperación, son aptos y terminaran alentando aún más sus resentimientos por los códigos de convivencia que allí se viven.
PIDEN JUSTICIA
Hoy la familia Capristo, después de sentirse acompañada por el sentimiento de todo un pueblo indignado que se movilizó por justicia, siente el vacío de un padre ausente.” Un chico de 14 años mató a mi papá pero mañana puede ser el padre de cualquiera", resumió el hijo de la víctima.
El reclamo que se escribió en cada uno de los carteles en lo alto, también se proyectó en los aplausos para despedir a un hombre bueno.
Con las heridas que aún no cicatrizan, Facundo Capristo, hijo de la víctima, remarcó la necesidad de que “las autoridades tomen de manera urgente cartas en el asunto".
“Es importante que las autoridades actúen, de una vez por todas. Un chico de 14 años mató a mi papá, pero mañana puede ser el padre de cualquiera de ustedes”, manifiesta hoy con angustia.
TODO EL DOLOR
Por otro lado, su familia reabrió el debate para que se “baje la edad de imputabilidad de los menores”.
“Cuántas muertes más tendremos que llorar para que bajen la edad de imputabilidad de los menores. Un pibe de 14 años mató de 9 balazos a mi papá y seguramente saldrá en libertad en las próximas horas, eso no es justo. Ese chico sabía que lo que estaba haciendo era incorrecto, pero lo hizo igual”, remarcó Capristo.
A ese pedido se sumó Juan Carlos Blumberg, quien resaltó que “no podemos seguir sosteniendo la edad de imputabilidad actual, es algo inconcebible. De todos modos, espero que la familia de Capristo se recupere, tenga mucha fuerza y jamás acalle su pedido de Justicia”.
El pueblo de Valentín Alsina encendió sus velas en representación de luto, la bandera argentina y la entonación de las estrofas del Himno Nacional con potencia, como si quisieran impulsar la “seguridad” tan anhelada. Lo hizo con madurez y sin violencia, pero por estas horas el grito sigue siento: “basta de inseguridad, de robos y de muertes absurdas. Los delincuentes nos matan y obligan a que vivamos detrás de las rejas, no podemos seguir de esa manera. Tenemos miedo y nos juntamos en la plaza para terminar con esta situación”, resaltaron los vecinos consultados.
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