El vuelo del mosquito
Por Jorge Joury
Se hizo anunciar hace cuatro años. Fue un vuelo lento, pero al final llegó a destino y hoy está entre nosotros. Pero como los argentinos preferimos tapar el sol con las manos, no lo vimos o lo quisimos ignorar. Pero hoy nos encontramos frente a la dramática realidad de que debemos correr detrás de la muerte, para detenerla como sea. Pero no será fácil, el dengue es una realidad que entró por la cerradura de la puerta y está en nuestras casas, a la vuelta de cada esquina, como una presencia temeraria.
¿Qué fallo para que esto ocurra?. No hubo políticas sanitarias de prevención, tal vez sea así. Faltó información y aquí los medios, también debemos hacer nuestro mea culpa, es probable. Pero lo cierto es que ahora debemos correr detrás de un problema, que pudo haberse evitado. La zona de la ribera del río de La Plata se pudo haber fumigado antes. En el preciso momento en que mosquitos gigantes aparecieron con las altas temperaturas por todos los rincones de la región, en los jardines de las casas y en las plazas, mientras abundaba el agua estancada en cuanto cacharro dejábamos afuera. Ni hablemos de las villas, donde el peligro se agiganta. Pero picaban y no hacían nada, como en otros tantos veranos, el problema era el de siempre.
Hoy la realidad es otra. El enemigo de nombre impronunciable llegó y pica a cada minuto .Siembra el temor generalizado . Los casos fronteras adentro de la Argentina se multiplican sin freno y la cuenta mete miedo. Ya hay 2.532 enfermos y la cantidad de infectados supera los cuatro mil. Y lo peor es que ya hay muertos, por lo menos dos en Charata, Chaco.
PUEDE SER PEOR
En la provincia de Buenos Aires hay hasta el momento 17 casos confirmados y 36 sospechosos, diseminados por todo el conurbano. Pero la cifra podría incrementarse una vez que los científicos del Instituto Maiztegui, ubicado en Junín –a donde se envían todas las muestras de sangre de personas potencialmente enfermas, devuelvan los resultados de los miles de estudios en curso. La amenaza ya está instalada en el corazón del conurbano. Se confirmaron casos San Fernando, Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Lomas de Zamora, Merlo, La Plata, Berisso y La Matanza. Los 36 cuadros sospechosos están repartidos entre Pergamino, San Isidro, Vicente López, Exaltación de la Cruz, Tigre, San Fernando, Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Quilmes, Lomas de Zamora, General Rodríguez, Merlo, Moreno, Azul, La Plata y La Matanza.
EL GRITO DE CHARATA
Bastó el grito de Charata, para que el país se despertara de su larga siesta. Por cierto, lamentable. En medio de ese contexto, el ministro de Salud bonaerense, Claudio Zin, puso en marcha un plan de “vigilancia epidemiológica” y solicitó a la población que extreme las medidas de prevención. Además lanzó una línea gratuita para ofrecer información certera sobre la enfermedad (0800-333-8876). “Hasta el momento, dijo el funcionario, los casos confirmados corresponden a personas que viajaron a las zonas de epidemia, es decir, al norte argentino y países limítrofes.” Hoy se habla de tropicalización ambiental, es decir, condiciones climáticas de calor adversas, porque el mosquito no se reproduce con menos de 10 grados, pero con temperaturas templadas como las que se prevén y agua de lluvia, la realidad marca que vamos a tener mayor riesgo de dengue.A boca de jarro hay que decir que no se vertebró un plan general de prevención. Ahora las estrategias de fumigación en territorio bonaerense correrán por cuenta de cada municipio, los que deberán acelerar motores para contener la intranquilidad ciudadana.
CUANDO SE IMPONE LA REALIDAD
Pero en el interior, sobre todo en Chaco, donde se concentra el mayor número de contagios, el escenario es todavía más dramático. Las cifras se pueden dibujar, pero la realidad, tarde o temprano, se termina imponiendo. Y eso es lo que está ocurriendo ahora. Los protocolos de la Organización Mundial de la Salud sostienen sobre esta enfermedad que cada un caso de dengue declarado, hay en promedio cinco invisibles. Ajenas a toda estadística, personas que dicen padecer síntomas de dengue se presentan a toda hora para pedir que les realicen estudios en los precarios hospitales del norte argentino, hoy saturados como nunca. Lo cierto es que todavía no se habla de epidemia, pero sí de brote epidemiológico y lo que se advierte con claridad es que la gente en general está alterando sus conductas cotidianas. Pobladores que en pleno otoño salen presurosos a comprar repelente y se embadurnan de protector antes de salir a la calle.Toda la geografía ha cambiado. Hay fumigadores que operan en los barrios del conurbano frente vecinos curiosos, invadidos por el temor . En síntesis, un cuadro urbano prácticamente inédito. A eso hay que sumar las críticas de los especialistas que sugieren que la expansión de este mal, como ocurre con muchas tragedias autóctonas, se podría haber evitado.
EL DIA QUE TOCO TIMBRE
El dengue tocó timbre en nuestras puertas durante el 2000, donde hubo casos terribles en Bolivia y Paraguay, casi 150.000 afectados, pero como hacíamos bien la política de sanidad de frontera pudimos afrontarlo. Todos los camiones que cruzaban la frontera eran fumigados en la cabina, los motores y los guardabarros. Pero en 2004, inexplicablemente se dejó de fumigar.Y aquí estamos. Hoy la situación es como una guerra. Ahora, el Aedes aegypti está en toda la Argentina y para evitarla, se tendría que haber contado con un programa adecuado de saneamiento ambiental, la vigilancia permanente y otorgar información a la comunidad. Todos podemos hacer algo para luchar contra el dengue, pero existe una regla básica : al pueblo se lo tiene que educar para que sea activo en las tareas de prevención. Caso contrario, es lo que tenemos…
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