jueves, 30 de agosto de 2012

A los que manchan el fútbol, se les empezó a pinchar la pelota

  
Por Jorge Joury

La AFIP acaba de desenmascarar uno de los negocios más oscuros del fútbol argentino. Estamos hablando de la "triangulación" en los pases de jugadores, como mecanismo para evadir impuestos. Un negocio multimillonario en dólares, con dineros que terminan veraneando en los paraísos fiscales y en arcas de poderosos bancos que no preguntan procedencia.

Esto ha posibilitado que con el paso del tiempo hoy tengamos en nuestro país la "industria" de representantes truchos, algunos dirigentes "chorros" y clubes pobres, rehenes de estas metodologías, como única herramienta de subsistencia. Estas asociaciones ilícitas se construyen a través de una ingeniería corrupta, donde muchos clubes hoy convertidos en S.A, se prestan a estas maniobras para embolsar sumas siderales. Para explicarlo de manera sencilla, la trama mafiosa teje primero su telaraña, en la trastienda de las agendas de conocidos dirigentes proclives a engrosar sus billeteras. La historia termina cuando el representante de jugadores logra cobrar fuera del país y el dirigente de esta manera encubre el monto real de la operación. Esto le facilita quedarse con una tajada de la que nadie se enterará, ni sus propios compañeros de comisión directiva.

Hoy existen representantes que tienen helicóptero propio para movilizarse y hasta aviones. Provenientes muchos de ellos de sectores humildes, viven en barrios cerrados, amasando fortunas merced a sus contactos con sociedades fantasmas, armadas para delinquir con el lavado de dinero. De lo expuesto, es fácil observar que menos la AFIP y el club, todos se llevan una tajada o "la mía", como se le llama en la jerga mafiosa.
Hoy se ha pedido a la AFA la inhabilitación de 35 futbolistas y más allá de los casos de Piatti y Botinelli, clubes como Boca, Independiente, Racing, San Lorenzo, Estudiantes, Newell´s y Colón, están bajo la lupa de los sabuesos de la AFIP. Y hay que decirlo a tambor batiente, que este paso adelante en la transparencia se ha podido lograr, gracias a que la AFA y el Estado ahora son socios en las transmisiones televisivas. Caso contrario,  difícilmente se hubiera podido llegar al hueso del escándalo.

En lo que ayer era un terreno impenetrable, plagado de complicidades, hoy la sospecha es mayúscula, ya que no sólo estamos hablando de evasión tributaria y lavado de dinero, sino también de fuga de divisas. Ahora, a través de la Declaración Jurada Anticipada de Servicios que implementó la AFIP, se ha comenzado a destapar la olla y se trabaron las transferencias de muchos jugadores, hasta que la situación se aclare. Por estas horas, muchos contadores de clubes importantes estarán viendo de qué se disfrazan para justificar lo injustificable y no quedar "pegados" con los colores de la vergüenza.

Para poner en valor el entramado de este procedimiento, se podría poner como ejemplo el caso Botinelli, el más escandaloso. Veamos, jugaba en San Lorenzo cuando quedó libre. Pero antes de llegar a River lo que figura en los papeles, es un paso fugaz por un equipo uruguayo y otro chileno. La institución de Núñez acordó pagar la suma de un millón setecientos mil dólares y la transferencia debía materializarse en un banco de Miami. Pero lo asombroso es que el club chileno por el que pasó Botinelli y en el que nunca jugó, es Unión San Felipe, un clásico en el negocio de las "triangulaciones".

Lo más grave, es que los clubes bajo la mira de la AFIP son diez y están individualizados: Sudamérica, Fénix, Progreso, Bella Vista, Cerro, Boston River de Montevideo y Rampla Juniors, todos uruguayos y la gran mayoría de segunda línea, de manera tal de no despertar sospechas en el frente de ataque de los guardianes impositivos. A estos hay que sumarles, Unión San Felipe y Rangers de Chile y el Locarno de Suiza.

Se dan cuenta, es como si Flandria de Argentina, con el mayor de los respetos, tuviera los derechos de un pase multimillonario, lo cual sería grosero e inexplicable. Las instituciones extranjeras de las que hemos dado cuenta, llamativamente gerenciaron el fútbol descansando en sociedades anónimas, en su mayoría construidas con dineros oscuros y que vienen operando con la tenencia de derechos federativos de futbolistas que nunca vistieron los colores de esas instituciones. Es más, esto ocurre porque en esos países los impuestos son un tercio menores a los de la Argentina, lo cual facilita el negocio de la evasión.

Lo cierto es que hoy hay 146 "hombres de negocios" de la Argentina, con el bloqueo del CUIT y lo mismo se hará con los bancos que avalaron esta metodología. Pero el tema de la "triangulación", no es nuevo. Llegó al fútbol después de la pelota de trapo y salvando aquella generación gloriosa que jugaba por el plato de ravioles y los colores, en la actualidad muchos se besan la camiseta para rendir tributo a las billeteras. No me digan que los jugadores no saben de quienes son sus pases ¿O es que venden sus almas al diablo a cambio de nada?

Para echar una mirada al pasado sobre estas cuestiones, basta recordar la transferencia del arquero Gustavo Campagnuolo al Valencia de España, en agosto de 1997, al quedar libre del Deportivo Español y anotar un aterrizaje, sólo en los papeles, en el club uruguayo Wanderers, donde nunca jugó. O el de Rubén "el mago" Capria, de Racing al Cruz Azul de México, previa escala en la misma institución de la vecina orilla.
Paradójicamente, en medio de este entramado oscuro, hoy el que tiene un dolor de cabeza es Racing con el pase de Fernando Ortiz. El defensor, tras dejar Vélez llegó a la institución de Avellaneda a través de una "triangulación", también a la uruguaya. Y lo paradigmático es que quien preside Rácing es un funcionario de la AFIP, Gastón Cogorno, quien por estas horas se las debe ver en figurillas para deshacer el contrato y no contradecir a sus jefes.

Y los nombres siguen. En el negocio hay figuras prominentes, algunos de ellos fueron funcionarios de gobiernos anteriores, como el caso de un ex titular de la Secretaría de Medios, durante la presidencia de Carlos Menem. Mucha gente que ganó plata fácil y la invirtió en ese prolífico negocio. Lo más preocupante es que esta historia peina canas. Cantidades industriales de dólares provienen del narcotráfico y se blanquean a través de la compra-venta de futbolistas. Se trata de dinero ensangrentado que vuelve al mercado legal para construir nuevas fuentes de corrupción, mediante complicidades al más alto nivel, coimas y hasta crímenes organizados como ha ocurrido en Colombia.

A propósito de este último país, recuerdo una vieja anécdota de un DT argentino, campeón de campeones. En su paso por el país cafetero, el hombre de nariz prominente y buen olfato, relató que en su momento lo llevaron a conocer al dueño del club que lo había contratado. Lo trasladaron en una limousine, custodiada por motociclistas con ametralladoras. Llegó a un edificio blindado por custodios y cuando recaló en el último piso, le presentaron a un jefe de narco. Era el dueño del club.

De todo esto además deberían tomar nota los padres de chicos que apuntan como cracks, para evitar que sus hijos terminen siendo rehenes de esta metodología. La historia recién comienza. Lo que resta saber es si será un capítulo más de una trama siempre oscura o el comienzo de la recuperación de la dignidad y el Estado de Derecho.


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