Por Jorge Joury
Ya se está en la cuenta
regresiva para recorrer el camino de la verdad en el caso Candela. En pocos
días comenzaremos a visualizar las primeras luces en el laberinto de misterios.
Por lo pronto, narcotráfico, crimen organizado y las complicidades al más alto
nivel de la cúpula policial bonaerense, son las primeras conclusiones. Las
huellas que ha detectado la Comisión Investigadora del Senado bonaerense, que
prolijamente revisó la causa, de acuerdo a fuentes confiables. Ya están en
borrador con nombres y apellidos, amén de detalles groseros de una causa que
amenaza con desatar políticamente la madre de las batallas, con efectos
devastadores en el seno del poder.
No sería descabellado
afirmar, según los informantes, que el asesinato de la pequeña Candela podría
marcar un antes y un después en el aparato de seguridad de la provincia de
Buenos Aires. Estamos hablando de una estructura muy cuestionada, que pasa por
estas horas por su peor momento, cuando en la propia Cámara Alta algunos
intendentes ya han planteado la necesidad de crear una Policía Municipal, para
poder contener la ola de inseguridad e impunidad que se ha apoderado de la población.
Las definiciones del
homicidio que más impactó en las últimas décadas, se sabrán antes de fin de mes
y serán lapidarias en todos los aspectos, incluido el plano judicial, cómplice
también en su momento, de desviar la pesquisa hacia otras zonas que nada tienen
que ver con la búsqueda de la verdad.
Para ubicarnos en tiempo y
forma, vayamos al comienzo de la historia. Aquel 22 de agosto del 2011, cuando
el clamor desgarrador de una madre, paralizó a toda la opinión pública. En esa
jornada y a plena luz del día, había desaparecido la pequeña Candela Sol
Rodríguez de 11 años. Las imágenes de aquella niña inundaron todos los medios
de comunicación, encolumnándose detrás de su búsqueda todos los sectores de la
sociedad.
A tal punto el hecho caló
hondo, que el 25 de aquel mes la propia presidenta de la Nación, recibió en su
despacho a su madre, Carola Labrador. El mismo día, desde el Ministerio de
Seguridad bonaerense se negaba que fuera un secuestro extorsivo y se ofrecía
una recompensa para localizarla. Fueron 9 días de agonía con el país en vilo.
Pero el 31 de agosto, después de un despliegue cinematográfico de fuerzas
policiales, una cartonera se topó con el macabro hallazgo. A media tarde y en
un descampado, a la vera de una transitada autopista y cerca del domicilio
donde había desparecido, se encontró una bolsa de nylon negra. En su interior
estaba el cuerpo de la pequeña Candela. En posición fetal y aún con una mueca
de horror en su rostro. La víctima fue prolijamente cuidada en su cautiverio,
pero sus raptores, que pese a contar con protección policial, se sintieron
acorralados y con el temor cierto de poder ser identificados por la pequeña,
que al menos conocía a uno de ellos, el que la contuvo, terminaron matándola
despiadadamente.
Para reconocer el cuerpo, se
montó un gran escenario. No faltó nadie frente a las cámaras de televisión. Su
madre, el gobernador Scioli, su ministro de Seguridad, Ricardo Casal y un
sinfín de policías, peritos y camarógrafos, todos pisoteando las evidencias. Lo
que es de manual en los países serios, aquí se convirtió en un despropósito, en
lo que tiene que ver con la destrucción de rastros.
Pero luego la confusión
creció cuando se concretaron las primeras detenciones de personas, que por sus
características (hasta un pobre carpintero de barrio) no encajaban. A tal
punto, que los perfiles no parecían idóneos para haber montado, concretado y
ejecutado tal acto típico de mafia y crimen organizado. Allí comenzó a flotar
en el ambiente el tufillo de la construcción de un relato oficial, que no
cerraba por ningún lado y que evidentemente estaba articulado para dar
respuesta urgente a la opinión pública, en vísperas de una elección en donde se
jugaba el destino del propio gobernador de Buenos Aires.
Pero la desnudez de tanta
impericia, encontró en uno de los abogados de los detenidos, el doctor Macelo
Mazzeo, el cancerbero más obstinado en desentrañar la oscura madeja. Mazzeo
llegó con sus denuncias y en soledad, hasta el Senado bonaerense, que el 9 de
marzo pasado dispuso la creación de una Comisión Investigadora. Cuando los
legisladores penetraron en las entrañas del voluminoso expediente, los efluvios
de una causa armada a todas luces, comenzaron a aparecer por todos los
rincones.
Los dudosos rastros de ADN de
la niña en un vaso, pistas no profundizadas, testigos de identidad reservada
truchos y las conductas sospechosas de un fiscal y un juez, con el aditamento
de la complicidad policial, son algunas de las desprolijidades más groseras que
surgen del informe. Las evidencias de un contexto nada alentador para la
búsqueda de la verdad, en donde La Bonaerense terminó siendo apartada de la
investigación.
Ahora, ya en la recta final y
en el camino a destaparse la gran olla que puede salpicar lo más alto del
poder, se ha podido saber que el informe de los legisladores es tan lapidario,
que no dejará títere con cabeza. Hay nombres de policías del más alto rango.
Algunos que fueron apartados de la fuerza y otros que aún están vigentes,
recaudando con sus nichos de corrupción. Empresarios y políticos, también se
suman en el camino de las sospechas. Trascendió que caerán testigos de
identidad reservada, aquellos que pueden terminar complicando a quienes les
ordenaron fabular para cerrar el caso.
Según reveló el doctor
Marcelo Mazzeo, "uno de ellos declaró que el propio Ministro de Seguridad,
Ricardo Casal se hizo pasar por defensor oficial para "apretarlo" y
que luego lo reconoció al verlo por televisión". Mazzeo cree que uno de
los liberados pudo haber sido partícipe, pero el resto no. El abogado centra su
foco de atención en la madre de Candela. Está convencido que ella sabe quiénes
son los asesinos y no lo dice por miedo, ya que para el pertinaz letrado,
"aquí estamos en presencia de una deuda impaga en el submundo del delito,
que terminó pasando la cuenta más trágica".
Mazzeo sostiene que Carola
terminará hablando y que aún no lo hace, "porque ha recibido beneficios
para callar, desde la propia entraña del poder político bonaerense".
Cuando la mamá de la víctima sostiene que el actual fiscal no la convoca y que
se encuentra desorientada, Mazzeo tiene la certeza de que el funcionario no lo
hace "porque sabe que va a mentir. Prefiere seguir trabajando para
acumular pruebas, para en su momento acorralarla y poder saber los nombres de
los verdaderos responsables".
El abogado sostiene que tarde
o temprano la mujer puede terminar procesada por encubrimiento, "ya que en
el propio entorno familiar y delincuencial, están todas las respuestas". Mazzeo
asevera que "Carola no resiste un archivo. En el expediente hay mails
donde ella ofrecía fotos de su hija a pedófilos. Por eso veíamos por las redes
sociales imágenes de una niña producida y presentada como una mujer
adulta".
Para el doctor Marcelo
Mazzeo, del informe de la Comisión Investigadora del Senado, "va a surgir
claramente la pata del narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción de
jefes policiales, algunos de los cuales cobra hasta cien mil pesos por liberar
zonas a los piratas del asfalto. No es casualidad que por este delito también está
preso y cumpliendo una condena, el padre de la niña".
Mazzeo cree que
"este hombre sabe quienes son los asesinos de su hija y lo quiso decir en
su momento, pero no lo dejaron". Sostiene además que "si la Gendarmería
es como se cree la fuerza elegida para retomar la investigación, los sectores
más poderosos que manejan la droga en el partido de San Martín, van a huir en
bandada y se terminará el reinado del tristemente célebre, "Mameluco"
Villalba".
A manera de conclusión de lo
que se avecina para el nuevo escenario informativo, hay que decir que el
escandaloso fracaso que evidenció la investigación de este repudiable crimen,
no debe permitir excepción alguna a los estándares de justicia y legalidad
dentro del Estado de Derecho. Todos los que fallaron, tienen una deuda, no sólo
respecto de la familia de la menor, sino con la sociedad. Mientras no surja, la
seguridad no debe dejar de ser el principal reclamo y el clamor legítimo de
toda la ciudadanía. No estamos hablando de "una sensación", como
alguna vez impúdicamente se sostuvo. Se trata de un fenómeno que a diario
mutila familias, arrebatando vidas. Sólo así, el dolor de otra muerte absurda
obtendrá una reparación seria que permita encontrar cierta paz, para poder
mirar hacia el futuro, sin tener que renegar resentidamente del pasado. Los
legisladores, tienen la palabra...
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