Por Jorge Joury
Se consideran animales de caza de la delincuencia. Y aunque
no viven en la selva, es como si lo fuera. Son los vecinos de Quilmes, la
otrora bella y pujante ciudad, se ha convertido en los últimos tiempos en uno
de los "paraísos", más prósperos del hampa. La droga, la
marginalidad y la desidia de las autoridades, los ha llevado al punto límite de
levantar su propio muro de seguridad para protegerse. Una pared para separar el
mundo de la marginalidad, resguardando la supervivencia de los quieren vivir en
paz.
Esta realidad se condice con el guión de las películas
"El Padrino I y II " que llevó al escritor Mario Puzzo a
escribir esas obras maestras, que le valieron dos premios Oscar. Pero tal vez,
Puzzo nunca pensó que la realidad lo iba a superar, con una pared que sirviera
de contención frente a la mafia y que hoy se alza como un cachetazo ante la
indiferencia de los funcionarios locales.
Pero lo cierto es que muchos vecinos de Quilmes han decidido
vivir dentro de una fortificación, como en la etapa medieval, para ya no hacer
frente a aquellos ejércitos que empuñaban sus lanzas, sino a la ley del
revólver que impera en el lugar y que mata y se va, con absoluta impunidad.
El propio Hugo Salinas, uno de los impulsores de la medida
de protección, se manifiesta escéptico de las soluciones que pueda aportar el
Estado Municipal. "Hicimos una manifestación con más de 5 mil personas en
la plaza de Quilmes y el intendente Francisco Gutiérrez ni se enteró.
Presentamos un petitorio con miles de firmas hace más de 8 meses y encima
tuvimos que pagar para iniciar el trámite y nadie nos contestó".
Guiados por la consigna "cuidáte a vos mismo porque nadie
más lo va a hacer por vos", 20 frentistas contrataron albañiles, pusieron
cada uno 500 pesos de sus bolsillos y levantaron un muro de 18 metros de largo y 2,5 de alto,
con alambres de púas mirando al cielo y lo hicieron sin permiso municipal a un
costo de 7.200 pesos. Está ubicado junto a las vías del ferrocarril Roca,
frente a la maltería y cervecería Quilmes.
La estructura de ladrillos y cemento no perturba a nadie, ya
que del otro lado del paredón no hay villa de emergencia y están sólo las vías
del tren por donde pasa el ferrocarril.
Entrar en la vida de Hubo Salinas, un próspero comerciante y
hombre de trabajo, casado y padre de 4 hijos, es comenzar a descorrer el telón
de un verdadero vía crucis, similar al de miles de vecinos. Una comunidad de
descorazonados, a la que va costar devolverles el derecho a creer en la
justicia.
Para poner en valor la historia de Salinas, cuenta "por
miles" los robos de los que fue víctima. Por ir a su experiencia más
cercana, sufrió cuatro asaltos en un mes en dos de sus comercios. Y como su
fuera poco, hoy duerme con un ojo abierto, mirando a una escopeta de dos caños
que tiene sobre la mesa de luz, temiendo que entren a su casa a cualquier hora
de la madrugada y terminen hasta abusando de su propia familia.
Salinas compró un terreno para mudarse a Berazategui, pero dice
que no se resigna "a que terminen ganando los delincuentes", porque
Quilmes fue la tierra que sus padres eligieron para construir un futuro de
trabajo y abnegación. Cuenta Salinas que sobre la avenida Hipólito Yrigoyen
todas las propiedades están en venta, pero nadie quiere venir a lo que es hoy
Quilmes: "la tierra del miedo".
Agobiado por no encontrar respuestas en su propio distrito,
Salinas salió a construir un gran movimiento vecinal con habitantes de muchos
lugares de la provincia de Buenos Aires, donde se padece de los efectos de esta
plaga del siglo XXI y hoy cuenta con el apoyo de habitantes de 28 distritos
donde también se vive con miedo. "Esto es un cáncer que nos está matando a
todos. Nos pueden robar, pero nadie se resigna a que nos maten como
perros", sostiene.
Salinas quiere llegar al gobernador de Buenos Aires y hasta
la propia presidenta de la Nación."Ellos tienen que escucharnos y darnos
la solución. Si cuentan con intendentes inútiles, que los saquen y pongan
funcionarios que nos representen dignamente. No hacemos política, somos gente
de trabajo", agrega.
Para este comerciante, que se ha puesto al hombro el reclamo
de la comunidad, "la complicidad policial es evidente en lo que pasa en
Quilmes. Cuando robaron en mis locales les llevamos los videos de las cámaras
de seguridad donde se puede identificar perfectamente a los ladrones y nunca
los detuvieron. Ellos saben quienes son y donde se ocultan, pero hay
connivencia y corrupción, al igual que con la droga y para terminar con esto
hacen falta políticas de Estado y la firme intención de erradicar el
delito".
Salinas también relata que por su derrotero por el
territorio bonaerense encuentra las historias más preocupantes."Nuestro
drama se replica en todos los rincones". Y pone como ejemplo el caso de su
visita a la zona de la costa, hace apenas dos semanas."Cuando llegamos
allí los vecinos venían hacia nosotros como hormigas a contarnos sus
historias". Y explicó que "hay decenas de casas tomadas por la
delincuencia y otro tanto desvalijadas. Gente que va un fin de semana con su
familia para disfrutar de dos días de esparcimiento y se encuentra que le han
llevado todo. Los delincuentes actúan hasta con camiones de mudanza. Y la policía,
dónde está", se pregunta con indignación.
Hoy las estadísticas marcan la temperatura de un conurbano
en llamas. Si tenemos en cuenta que los piratas del asfalto roban 30 camiones
de mercadería por semana, un negocio que al año reporta 300 millones de pesos a
las arcas del delito, los allanamientos "para la tribuna", ya no
alcanzan. En este caso estamos frente a organizaciones mafiosas que cuentan con
contadores y hasta vínculos con comerciantes que compran esos cargamentos a
precio vil, además de la complicidad policial que cobra jugosas comisiones por
liberar zonas y recibe informaciones de buchones para facilitar los golpes. Estos
datos no son antojadizos, surgen de las propias organizaciones que desde el
marco legal luchan contra el flagelo.
A propósito de este oscuro negocio, recuerdo una anécdota de
un jefe policial que me contaba los detalles de una charla telefónica entre un
pirata del asfalto y un comerciante de origen chino, lograda merced a una
pinchadura de línea y que a continuación transcribiré.
Comerciante de supermercado chino: "Que tiene para mí"...
Pirata: "un cargamento de CEPITA"...
Comerciante chino: "A cuánto"...
Pirata: "50 mil pesos"...
Comerciante chino: "Yo no escuchal"...
Pirata: "40 mil pesos"...
Comerciante chino:" yo no escuchal"...
Pirata: "30 mil pesos"...
Comerciante chino:" yo complal"...
Aunque parezca risueño, esto forma parte de la realidad. Así
como hay delincuentes hay un mercado que compra. Y esto hace que los caminos
del delito vayan mutando. Entraderas sangrientas, robos de autos, desarmaderos,
trata de personas, tráfico de armas, piratería del asfalto, arrebatos, cuentos
del tío en sus variantes más perversas, hasta con los propios jubilados y la
droga. La maldita droga que siempre está presente y empuja para que se mate sin
piedad con tal de robar y poder adquirirla.
Lo del muro de Quilmes, tal vez sea otro motivo para tratar
de despertarnos de esta larga pesadilla. Pero no sea cosa que esto lo
terminemos aceptando como algo normal y un día vengan por todos nosotros...
Escuchá el audio de la charla que tuvo Jorge Joury a través
de la 97.7 en su programa "Te lo digo en serio", con el vecino Hugo
Salinas, contando la dramática situación en Quilmes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario