viernes, 13 de julio de 2012
EL CRIMEN DE LA DOCTORA KESZLER, MARCA UN AMANECER OSCURO EN VARELA
Por Jorge Joury
Era una mujer buena. Había dedicado su vida de militancia política a los pobres. Los trabajos comunitarios fueron el principio y el fin del manual de sus convicciones. Por estos preceptos, que marcan y ponen en valor una trayectoria digna, el crimen de la médica pediatra Rosalía Keszler, paralizó el corazón de Florencio Varela. Pero la mano cruel de la violencia y la rapiña sin límites, no sabe de la condición humana y mata despiadadamente, sin mirar a quien. Son las reglas de "la ley de la selva". Nos estamos acostumbrando a vivir, en medio de la inacción e impotencia, de quienes tienen la obligación de cuidarnos y no encuentran otras formas de querer convencernos, desde la retórica barata, señalando que la inseguridad es "una sensación", alentada por los medios. Basta con ver a diario las pantallas calientes de los televisores, como escuchar las radios y recorrer las tapas de todos los diarios, para darse cuenta que la historia nuestra de cada día, no es otra cosa que VIVIR CON MIEDO.
Las denominadas "entraderas mortales", los grupos de menores, calificados como "pirañas", que asesinan por un par de zapatillas o un celular, con tal de obtener un magro botín para comprar drogas, son algunas de las postales más crudas y despiadadas, de una sociedad que está enferma de impunidad. No es una exageración, apuntar en este marco, que mientras nos acompañe este escenario, con jueces que miran hacia otro lado y hacen funcionar la calesita de entrar por una puerta y salir por otra, para los delincuentes, aparecen además, fuerzas de seguridad ineficientes. Así, probablemente terminemos todos armados y haciendo justicia por nuestras propias manos.
En este marco, de un millón y medio de armas registradas y otro tanto, que se venden y alquilan en el mercado negro, además de las "tumberas", que se construyen de la manera más precaria, surge la cara más oscura de un país que marcha inexorablemente hacia la "Colombialización". Ni siquiera asoma por el momento, la vocación de construir políticas de Estado que nos devuelvan el marco legal que todos queremos, para rescatar aquella vieja sociedad solidaria y de convivencias.
Ni las rejas, como tampoco las alarmas, las casillas con vigiladores que pueden pagar los pudientes en los barrios coquetos, como otros elementos sofisticados que nacen todos los días a la luz del negocio de la inseguridad, como vivir en los countries, son siquiera paliativos para detener a la plaga del Siglo XXI. El crimen de la doctora Rosalía Keszler, sin lugar a dudas, que marcará un antes y un después, en la geografía delictiva de un distrito como Florencio Varela. Lo que hasta hace poco tiempo, sólo replicaba en los umbrales, porque ocurría en partidos vecinos, hoy parece que llegó para quedarse.
Pero las luces rojas, fueron avisando. Primero, el brutal ataque y saqueo a la vivienda de la titular de la Anses, la doctora Marisa Giannini. La pequeña que fue secuestrada frente a los ojos de todos, en el Carrefour local y que luego sufrió un intento de abuso. El saqueo a la casa del director de Medicina Preventiva de la comuna, el doctor Gabriel Nauda. El abordaje de delincuentes ávidos de drogas, a la salita de primeros auxilios del kilómetro 26, donde también intentaron manosear a una médica. Funcionarios y gente común, todos en la misma bolsa. Para la violencia no hay distingos. Estos son algunos de los episodios, de mayor repercusión, después, de menor valía, los hay a destajo. Significan, ni más ni menos, que avisos de que lo peor, estaba por venir. Y lamentablemente, así fue. Pero, hay que decirlo a tambor batiente: de lo que hemos dado cuenta, NO HAY UN SOLO DETENIDO.
TODO SE HACE CON PARCHES
Todo pasa fugazmente y un episodio supera a otro .Y hasta hace perder la memoria periodística del seguimiento de los casos. Sin querer achacar culpas solamente a los responsables de la seguridad local, hay que decir que ésta es la matriz de un plan absolutamente ineficaz e hilvanado con parches, desde los propios despachos del gobierno bonaerense. El enojo, es tal, no sólo de la comunidad, sino desde el propio gobierno comunal, que después de todos estos acontecimientos de ribetes dramáticos, ha dispuesto poner en marcha una patrulla municipal, con la compra de diez vehículos y el apoyo de la Gendarmería, con la intención de ponerle freno a la pesadilla.
LA SANGRE LLEGO AL RIO
Esto no es más ni menos, que dejar al desnudo la impotencia policial, nunca tan cuestionada, frente a esta bochornosa fotografía de la realidad. ¿Vale la pena la vida de una mujer buena, como era la doctora Keszler, para pagar tanta desidia?
Mientras la sociedad sigue entregando las almas de los honestos, la vulnerabilidad le sigue sirviendo la mesa a los violentos, para el festín más sangriento que se recuerde. Hablar de inclusión, ya no basta. De educación, tampoco parecería que alcanza. Aunque útiles, ambas son herramientas hoy insuficientes. Sobre todo, cuando los máximos especialistas de seguridad que hay en el país, están marcando claramente que entre el 70 y 80% de los hechos, la droga pone la etiqueta más temeraria en la cresta de la ola delictiva. ¿Hacen falta más argumentos para marcar el diagnóstico de la enfermedad? Si alguien los tiene, que los diga. Lo cierto es que con el asesinato de la doctora Keszler, en Florencio Varela, la sangre ha llegado al río. Sálvese, quien pueda...
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