viernes, 9 de agosto de 2019

¡Al carajo!, es demasiada sarasa

Le pregunté a un taxista a quién iba a votar en estas PASO. Hizo un profundo silencio y respiró hondo. Fueron los segundos más largos de un viaje al centro de la ciudad. "Todos mienten, nadie dice la verdad", fue la respuesta de ese hombre sencillo con 12 horas al volante para parar la olla. Tal vez sirva para resumir que la mayoría de la gente está decepcionada, al no haber nada nuevo bajo el puente. No parece bueno gritar: ¡Carajo!, mientras se profundiza la crisis y se observa fatiga ciudadana por la carencia de propuestas.



A través de los spots, vacíos de contenidos solo hay voluntarismo y no se vislumbra la salida al final del túnel con recetas sensatas. Solo queda en evidencia, el intento de algunos viejos conocidos que pugnan por rapiñar un espacio de poder para continuar colgándose de la inmensa teta del Estado. En general, hay poco condimento en los menúes. 
Mientras el bolsillo enflaquece, otras cuestiones como  la educación, salud, pobreza, moneda, gasto público, exportaciones, productividad y respeto a la ley, permanecen en la ganchera. Son las asignaturas pendientes de la democracia. Es lamentable, pero ningún gobierno pudo resolver estos temas en las últimas décadas. 
Es la hora de tomar conciencia que no hay dos países: "el bueno", que es el de los míos  y "el malo", que es el de los otros. Más allá del "Sí se puede" o el "Vamos a volver", existe uno solo, con déficits históricos y estructurales dramáticos que deben resolverse en el corto plazo. 
No hay otro camino, que hacerlo a través de políticas de Estado debidamente consensuadas con todos los espacios. No obstante, los  políticos hoy se muestran  lejos de esa sintonía. Nadie ha exhibido en sus vidrieras cargadas de ilusiones, ofertas serias para resolver estas temáticas en el largo plazo. Es más, el escenario se parece a una suerte de Boca-River, donde los rivales quieren triunfar, por sobre el cadáver del otro. En el fragor de la batalla, no elaboran que para resolver el futuro de una economía que tatuó el estigma del endeudamiento impagable, el próximo gobierno tendrá que sudar la gota gorda y lograr grandes acuerdos si se quiere salir del pozo. 
Solo  se podrá construír a través del diálogo. Gane quien gane, habrá que comenzar a hilvanar políticas de Estado. La dirigencia debe tomar conciencia que hay que actuar con la verdad, cueste lo que cueste, porque el futuro será muy sacrificado para todos. Hay que decirlo y hacer de tripas coraje. Mandar de una vez por todas al tacho de basura, aquella frase mítica de Carlos Menem: " si yo decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie". Es preferible mandar al muerto al cementerio, aunque duela y no seguir velándolo de a ratos.
Desde el Gobierno ya comenzó la preocupación por la economía pos-PASO, especialmente la real. La Casa Rosada teme,  que ya se haya contabilizado todo lo que podría aportar a la estabilidad cambiaria y fiscal lograda desde fines de abril (luego de la apertura desde el FMI del uso de los dólares del stand by). Creen que para los próximos poco más de dos meses preelectorales habrá que echar mano a nuevas estrategias para conseguir mejores números que los del primer semestre.
Hay que poner en claro, que el país no da para más. La  media docena de propuestas que han disparado los candidatos para ponerle plata en el bolsillo a la gente, no alcanzan para llenar el vaso. La mayoría son creíbles y carecen de rigor profesional. Son por lo pronto, una rara combinación de bajar impuestos a las pymes, aunque no sabemos cuáles, a las Ganancias de los trabajadores y devolución de impuestos a los que compren con tarjeta de crédito o débito. Pero al mismo tiempo que se promete bajar impuestos, también se propone aumentar el gasto público. Por ejemplo, regular el aumento de los que tomaron créditos ajustables por UVA y aumentar las jubilaciones.
En lo que tiene que ver con los los incrementos de salarios, los economistas serios sostienen que se trata de puro voluntarismo. Es de manual, que el sueldo real depende de la productividad de la economía, la que a su vez está enganchada de la tasa de inversión, algo que no se visualiza desde las propuestas mágicas de los encantadores de serpientes.
Es indispensable bajar el gasto público, porque habrá más brecha fiscal que se deberá financiar inexorablemente con emisión monetaria generando inflación. Significa tomar más deuda interna, desplazando aún más al sector privado del mercado crediticio. También habrá que contraer más deuda externa, contradiciendo el discurso anti endeudamiento. O terminar cobrando más impuestos a otros sectores, con lo cual solo habría una transferencia de ingresos para que consuman o inviertan menos los que pagarán más impuestos y consuman más los que reciben ese aumento de carga tributaria.
En definitiva, las dos frentes políticos con mayores chances parecen no haber aprendido nada de sus gestiones y están dispuestos a seguir cometiendo los mismos errores. De la vereda del kirchnerismo, prometen volver a la fiesta de consumo de sus 12 años de gobierno, sabiendo que esa postal es irrepetible porque las condiciones actuales no son las mismas que imperaron entre 2003 y 2015, y Alberto Fernández diciendo que va a volver a encender la economía, pero sin explicar de dónde va a sacar la energía.
Desde la vereda de Cambiemos, siguen soñando con los brotes verdes que ni siquiera aterrizaron en la maceta del balcón. Creen que solo hay que esperar a que pase la recesión y de nuevo van a llover las inversiones porque Mauricio Macri renueva su mandato. Lo real, es que no hay un plan económico y hasta que no lo haya, nadie aterrizará en el país para abrir generosamente su billetera.
Y entre los terceros en discordia, aparece Roberto Lavagna proponiendo hacer magia, poniendo plata en el bolsillo de la gente. Es prometer sacar un conejo de la galera que no existe. La clase política debería tomar un baño de seriedad. Comprender que la Argentina está agotada y los argentinos estamos desilusionados de tanta lluvia de sarasa. Terminamos Julio a toda máquina con los mercados muchos más optimistas que muchas encuestas, pero cuidado, Agosto arrancó con un baño de realidad. Los políticos ya deberían empezar a pensar lo que será la vida después de diciembre. Me olvidaba de un dato fundamental: Si San Cayetano se presenta  este domingo, gana por afano.

No se elige nada, pero se juega todo

El próximo domingo, los argentinos habremos dejado atrás una campaña mediocre e insustancial. Las PASO no definirán candidaturas, pero servirán para configurar un escenario. Mostrarán un estado de situación certero, pero no definitivo. Entre el 12 de agosto y el 27 de octubre pasarán 75 días. Tiempo más que suficiente para revertir o consolidar la foto que surja de las primarias.




Una de las curiosidades, es que en la recta final el Gobierno salió a pedir con desesperación el voto. Los números de las encuestas que solicitó Durán Barba no le cierran. La Casa Rosada necesita sumar de manera imperiosa todo lo que se pueda para octubre. Para ello, Macri insiste con la bandera de "apostar al futuro y dejar atrás el pasado". Y en un acto partidario en las últimas horas, hasta señaló aludiendo a sus primeros años de gobierno en la ciudad de Buenos Aires: "no se inunda más carajo". Pero el Presidente no puede ocultar que la economía hace agua desde hace tiempo y siembra malhumor social. Desde la orilla de la oposición, replican con los números crudos de la realidad, esperando con ansias el voto bolsillo. En medio de este panorama, existe un signo de interrogación con más de dos millones de indecisos. Son los que pueden definir la elección. Pero tampoco se puede ignorar los otros dos grupos clave. Son los más de 4 millones de argentinos que pueden votar pero no están obligados. Los jóvenes entre 16 y 18 años (aproximadamente 1,2 millón de electores), y los mayores de 70 (más de 3 millones). El primer grupo es más afín a la oposición y el otro, más cercano al macrismo. Lo cierto es, que el que llega al 45% gana. Todas las encuestadoras hablan de un 80% de polarización entre las dos fuerzas antagónicas. Será una suerte de Boca-River, que por la paridad que auguran las encuestas, hasta se puede definir a los penales.
FENOMENO QUE NO SE VE HACE 20 AÑOS
Los politólogos especulan con que podría repetirse un fenómeno adormecido hace 20 años: que entre los dos principales candidatos presidenciales sumen más de 80 puntos. Desde que Fernando de la Rúa venció a Eduardo Duhalde en 1999 esto no ocurre.
La provincia de Buenos Aires volverá a ser factor determinante. Como sucedió en 2015 cuando el sorpresivo éxito de María Eugenia Vidal catapultó al Presidente. Quien gane la gobernación del principal distrito electoral inclinará la balanza en favor de Macri o de Alberto. Nadie visualiza con los datos en la mano, la posibilidad de una alquimia: que Buenos Aires pueda llegar a tener un signo político distinto al que termine imperando en el plano nacional.
Vidal es la pieza clave que puede sumarle votantes a Macri. La única que puede alterar el escenario a favor del oficialismo en el distrito y en los sectores donde el kirchnerismo es más fuerte. Por eso, el macrismo le enciende velas y la eleva como su carta de salvación. De allí, que el kirchnerismo le pega para debilitarla o para atenuar los atributos que el electorado bonaerense ve en ella. Desde el equipo amarillo reconocen que hay mayor dramatismo para la gobernadora, porque su proceso electoral no prevé balotaje. Si ella queda anclada a la peor imagen de Macri en el distrito y pierde por un voto en primera vuelta con Axel Kicillof, deberá cederle el sillón de Dardo Rocha.
Alberto y Cristina son amplios favoritos en la Provincia, y la pelea Vidal-Kicillof se plantea más pareja. Es decir, el empuje de la gobernadora debería ser contundente para ser reelecta. Pero más allá de cómo termine su puja provincial, los votos que ella pueda sumarle a Macri, sumados a los de  Rodríguez Larreta en el escenario porteño, serán fundamentales para la batalla presidencial. La duda es cuánto representarán.
NO HAY DOS PAISES, PERO...
Mientras tanto, la gente está poco expectante por la falta de propuestas. Educación, salud, pobreza, moneda, gasto público, exportaciones, productividad, respeto a la ley, son asignaturas pendientes de la democracia argentina que ningún gobierno pudo resolver en las últimas décadas. Quizá solucionar estos problemas de fondo sea el punto de inflexión al que debemos aspirar, en lugar de inculcar temor al pasado populista como hacen los intelectuales del Gobierno o superar la restauración conservadora, como claman los científicos kirchneristas. Es preciso entender que no hay dos países, "el bueno", que es el de los míos y "el malo", que es el de los otros. Existe uno solo, con déficits históricos y estructurales dramáticos que deben resolverse a través de políticas de Estado consensuadas, según sostiene el politólogo Eduardo Fidanza.
No obstante, nadie exhibe en la vidriera ofertas para resolver estas cuestiones en el largo plazo. Los bandos en pugna quieren triunfar, por sobre el cadáver del otro. En el fragor de la batalla no piensan que para resolver el futuro negro de la economía por el endeudamiento, habrá que buscar grandes acuerdos a futuro, gane quien gane. Es la única manera para salir del pozo. 
Mientras tanto, en la Casa Rosada se muestran entonados por el suave pero sostenido reposicionamiento de Mauricio Macri. En los laboratorios amarillos las energías están puestas en que todos vayan a votar y ruegan que el servicio meteorológico el domingo no los traicione con lluvias torrenciales. A mayor participación, aumentan las chances para el oficialismo. Muy especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde el kirchnerismo mueve con inusitada fuerza a la militancia. No pueden permitirse el lujo de esperar que la participación suba al 80% en octubre como ocurrió en 2015. El propio Presidente disparó que: "No es una elección más. Es ahora o nunca".
La fuerte apuesta de Juntos por el Cambio es romper el récord histórico de participación ciudadana en las internas abiertas para acercarse lo máximo posible al kirchnerismo y posicionarse así para los comicios generales de octubre.
A PESAR DE TODO, MACRI ES COMPETITIVO
El escenario es de ultrapolarización. Se supone que el 80% ya ha decidido, y con una diferencia que parece estrecharse. Frente a esta postal, las PASO devienen en una virtual y dramática primera vuelta.
Por estas horas, todas las encuestas, las del gobierno y de la oposición, muestran el enorme descontento de los ciudadanos con el desempeño de la economía. Para la Casa Rosada no pueden ser peores los números en esta materia: caída de la actividad económica y del consumo, aumento del desempleo, cierre de miles de pymes y comercios, incremento de la pobreza, endeudamiento externo y sobre todo índices de inflación que no se registraban desde hace muchos años. Sin embargo, el proyecto electoral de Mauricio Macri todavía es muy competitivo y hasta puede ganar las elecciones en el mes de octubre, sostienen algunos encuestadores. Ponen como ejemplo lo que ocurrió con la reelección de Carlos Menem.
DE LA VEREDA DE LOS FERNANDEZ
Hasta aquí, la campaña ha mostrado muchas particularidades. La del Frente de todos, es errática y bipolar. Definitivamente confusa. Cristina lidia consigo misma tratando de mantener a raya su natural impulso confrontativo. Sin demasiado suceso, despliega un pretendido modo de moderación, aunque de tanto en tanto se va a al pasto.
Alberto Fernández, en cambio, pasó de la ingrata tarea de intentar neutralizar las desbocadas declaraciones de los fundamentalistas K, un activo tóxico que no logra aplacar con buenas maneras, a perder la apostura tratando de esquivar respuestas acerca de cómo pasó de la furiosa oposición al kirchnerismo a ser candidato de CFK. El asunto lo terminó enredando en horribles refriegas con los periodistas. Fatigado por estos traspiés, pega el volantazo discursivo echando mano a la economía y se mete en otro berenjenal.
En la arremetida hace promesas de cumplimiento que muchos suponen imposibles y vuelve a toparse con preguntas fastidiosas. Consultado acerca de cómo financiará el aumento del 20% a los jubilados, dice que dejará de pagar los intereses de las Leliq. En el oficialismo se da por descontado que Fernández apostó a generar inestabilidad económica en los días previos a las PASO. Otro bocadillo que Alberto le sirvió en bandeja a la oposición, fue el caso de Sandra Pitta, la científica que dijo sentirse amenazada por sus palabras en un acto,   
LA COMPLICADA RUTA DE KICILLOF
Mientras tanto, con los números a favor, y una muy fuerte diferencia en la populosa tercera sección electoral, Axel Kicillof, un candidato súper competitivo que retiene todos los votos del Cristinismo, tampoco la tiene fácil.
 Al ex ministro de economía K le toca lidiar con los que se van de lengua naturalizando las peores escenas de la violenta política bonaerense. El caso de Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría, quien, en tren de banalizar las amenazas denunciadas por María Eugenia Vidal, aseguró que a él lo amenazan y lo tirotean de tanto en tanto y no anda haciendo aspavientos por los canales como Vidal, que vive en una base aérea porque le dejaron "un cosito así", en alusión a un cartucho de escopeta que le dejaron en su casa de Castelar. Horrible.
En el oficialismo se celebran estos dislates. A Axel "le desarman todo el tiempo la campaña", comentan.
En las últimas horas, un municipio PRO de la provincia de Buenos Aires recibió datos de una encuesta que marcan la volatilidad del escenario y la cantidad de variables abiertas que pueden definir el comicio. Ante la pregunta de a qué candidato presidencial votarán el próximo domingo -sin consultar por la categoría intendente ni gobernador-, los encuestados respondieron que 40% votará a Fernández y 34% a Macri. Cuando se consultó sólo por la categoría a gobernador, Kicillof sumó 43% y Vidal 42,7%. Pero lo más llamativo fue el resultado ante la consulta de qué boleta completa votarían, donde también se registró un virtual empate. Los intendentes del PJ manejan números similares que exhiben una neta superioridad de Alberto Fernández en provincia de Buenos Aires, pero casi un empate en la elección a gobernador.  
A todo esto,  las primeras espadas de Vidal hablan de un escenario mucho más favorable que unas pocas semanas atrás. No compran el optimismo de las consultoras que la ubican solo dos puntos abajo, sino que piensan que aún con cuatro tienen todo dado para llegar bien a octubre. No es resignación sino realismo. Tampoco creen poder aspirar a un corte de boletas por encima de los 6 puntos como ocurrió en octubre de 2015, pero no descartan en entre el 2% y el 3% de los votantes bonaerenses peguen un tijeretazo en la papeleta electoral.
El corte de boleta fomentado por intendentes o candidatos locales en busca de asegurarse una victoria es un clásico en cada elección. No obstante, esta vez en territorio bonaerense, el reparto de boletas cortadas de un candidato municipal combinado con distintas opciones provinciales y nacionales, por ahora, no aparece como tema de preocupación en el macrismo y el peronismo, que le asignan una baja incidencia en las PASO. En ambos bandos entienden que esa práctica pesará más en las generales de octubre.
Las picardías electorales también son otra de las postales de esta campaña. El delivery de papeletas incluye una novedad: las boletas plegadas. Una suerte de creativo origami, que de acuerdo a cómo se aplique el doblez termina ocultando la imagen de Mauricio Macri, una figurita que en el caso del conurbano lejos está de ayudar.
LOS TERCEROS EN DISCORDIA
De lado de las terceras fuerzas en disputa, lo que propone Roberto Lavagna es esperanzador, pero no suma como para entreverarse en la pelea. Afectado por otro teorema, el de Baglini, que cuanto más lejos se está del poder, más livianamente se hacen promesas políticas, el candidato de Consenso Federal baja consignas irresistibles. La idea es "poner plata en el bolsillo de la gente". Propone consumo e inversión. Todo muy tentador .
Jose Luis Espert, mucho más pragmático y consecuente con su ideario, habla de "desembolso en especies para los que no quieran trabajar". Nada de planes sociales ni cosa que se le parezca. Así es poco probable que sume caudal electoral. Asfixiados por la creciente polarización, terceras y cuartas fuerzas, suman empeño en los últimos días hacia las primarias. Saben que después del 11 de agosto vendrán por ellos a desguazar lo mucho o poco que hayan podido acumular.
El próximo domingo sucederá algo extraño en la Argentina. En apariencia, se realizarán elecciones. Pero no se elegirá nada. Esas elecciones, en teoría, sirven para resolver las candidaturas de cada partido, pero eso ya está resuelto porque hay un postulante por cada uno de ellos. Se podrían haber suspendido y no pasaría nada.
Sin embargo, de las urnas saldrá un resultado. Y de ese resultado se podrá deducir si Alberto Fernández logra una distancia indescontable –siete puntos, por ejemplo– o si todo terminará en una segunda vuelta de resultado sumamente incierto. Esa diferencia es la que resulta muy complicado de pronosticar porque no se puede saber la potencia del efecto Vidal o, en menor medida, Rodriguez Larreta.  
La principal incógnita para los politólogos, es si la luz que irradia Vidal, sigue tan potente o fue debilitada por la pertenencia de la gobernadora a un proyecto cuya gestión económica es rechazada, con justicia, por una enorme mayoría. Esa duda es la que altera los nervios de los principales encuestadores.   

La madre de todas las polarizaciones

Aunque nadie lo dice, hay que reconocerle al entonces presidente de Irak, Sadam Husein, la célebre frase: "la madre de todas las batallas". La impuso, cuando le consultaron por la importancia de la Guerra del Golfo en 1991. Pero en este 2019 será, una vez más, la enorme, compleja, diversa e impredecible provincia de Buenos Aires el escenario donde se juega no solo el futuro político de María Eugenia Vidal, sino probablemente también el de Mauricio Macri, el de Alberto Fernández y, tal vez, el del propio kirchnerismo.



El equipo de fiscalización de Vidal ya se puso en marcha. Calculan que deberán contar el domingo 11 con unos 46 mil fiscales, entre los de mesa y los generales, para cuidar las boletas de Macri, de la mandataria y de los candidatos municipales. Será la puesta a punto de cara a las generales de octubre, en las que la gobernadora puede ser reelecta o quedarse sin nada por solo un voto.Lamentablemente, hay que decir también que el “voto anti” esta vez será el verdadero protagonista. Más de la mitad de los que vayan a las urnas elegirán a su candidato para que no gane el otro.
Es una prueba palpable que la desazón ha ganado la calle ante la falta de propuestas.Hoy se impone más la emocionalidad sobre la capacidad de diálogo. Los candidatos despliegan un abanico de instrumentos técnicos y gestualidades pautadas buscando sumar adhesiones y desprestigiar al rival. Pero la población percibe con un sabor amargo que dejan por fuera el debate cómo resolver los temas pendientes para salir de ocho años de estancamiento económico y más de siete décadas de sistemática decadencia. 
CON EL OJO EN LA RELIGIOSIDAD
Por ejemplo, ningún político ha dicho qué hacer con el 30% de jóvenes del estrato bajo que no estudian ni trabajan. Tampoco existe un plan que ponga en claro cómo salir de la pobreza estructural que lleva décadas sin ser reducida a menos del 20/25%. Y además, no existe un rumbo de cómo combatir la corrupción, el avance del narcotráfico en el sistema político, el consumo de drogas, mejorar la educación o la salud pública. Todo es muy difuso, pero es lo que hay.
Otro dato al que los candidatos le han  puesto el ojo, es el voto de las comunidades religiosas. Sólo en La Matanza hay 2.000 iglesias evangélicas, y otras 1.500 entre Hurlingham, Ituzaingó  y Malvinas Argentinas. El de los Pentecostales es el culto mayoritario y más activo, conviviendo con los bautistas y otras vertientes. La lista de iglesias es interminable, como Camino de Vida, a la que pertenece Gabriel Ciulla, flamante subsecretario de Culto del distrito conducido por Verónica Magario (candidata a vicegobernadora), la Iglesia Cristo la Única Esperanza y otras tantas de menor representatividad.
Hay que decir que muchos de sus fieles confiaron su voto a Cambiemos en 2015, una situación que amenaza con revertirse este año, luego de que Mauricio Macri habilitase el debate sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Dónde irán esos votos es un misterio, aunque los que conocen la interna evangélica sostienen que una parte pequeña irá al peronismo, y mayoritariamente a candidatos de la derecha como José Luis Espert o Juan José Gómez Centurión, de NOS.
LAS DOS SECCIONES CLAVE
En este marco, los especialistas señalan que la porción territorial que va a definir la suerte de uno o de otro candidato en la Provincia en materia de votos, son la primera y la tercera sección electoral. Las estadísticas marcan que entre las dos suman casi 9 millones de votantes. Se trata de un 28% del padrón total. Es decir que en esa laguna se puede salir a pescar uno de cada tres votos.
Para dimensionar el peso de esos distritos habría que poner de relieve que el 28% de los votantes equivale aproximadamente a la suma de los electores de Córdoba (8,68%); Santa Fe (8,36%); Ciudad de Buenos Aires (7,95%) y Mendoza (4,25%). Esas dos secciones electorales también tienen un significativo peso político a futuro, ya que aportan una buena cantidad de legisladores para ocupar bancas en la legislatura provincial que en esta oportunidad renueva la mitad de ambas cámaras, es decir 46 diputados y 23 senadores. Un aporte fundamental para la futura etapa de gobernabilidad.
EL PESO DE LOS DESOCUPADOS
Otro factor que puede ser fundamental a la hora del voto, es que de los 1.750.000 desocupados que hay en la Argentina, el 53% vive en el conurbano. Se trata de unas 900 mil personas. Si se le agregan los subocupados, aquellos que trabajan menos de 35 horas semanales, se estaría hablando de 1.500.000 personas con problemas laborales serios. A ello habría que agregar las consecuencias en el grupo familiar, todo lo cual conforma una situación socialmente complicada y donde el Gobierno ha sumado un alto grado de rechazo. Además, hay que dar cuenta que el porcentaje de desempleo mayor se registra entre los jóvenes de 20 a 29 años que, a su vez, representan el grupo etario más importante entre los electores con casi el 23%. En La Plata por ejemplo, 22.646 jóvenes de entre 16 y 18 años votarán por primera vez, cifra que representa el 4,1% del padrón municipal compuesto por 546.510 personas.
La primera sección electoral tiene 4.280.184 electores y la tercera cuenta con 4.271.491. A la vez, dentro de la tercera sección, está La Matanza, llamada la gran Provincia, que aporta un caudal de 1.089.000  electores nada menos.
El camino de la gobernadora es uno de los más dificultosos que se le presentan al oficialismo. Las cuentas son sencillas. El conurbano bonaerense representa el 70% del electorado, si María Eugenia Vidal pierde en esa geografía, la diferencia no la puede descontar en el interior de la provincia. Es decir, si en el Conurbano perdiera por 10 puntos. En 9 millones de electores serían 900 mil votos abajo. Necesitaría entonces un 25% de los 3.800.000 votos restantes del interior a su favor para compensarlo. Para el kirchnerismo, “el interior lo tienen empatado”, porque según analistas, una cosa es Vidal y otra muy distinta es que la gente va a votar Macri-Vidal y el intendente, y en esta elección pesan las puntas de la boleta, la presidencia y la intendencia, no la gobernación.
SEGMENTACION DE VOTANTES  
Sobre la vasta geografía bonaerense hay diversos segmentos de votantes. Se puede ver claramente si se hace una división de los 24 municipios en cuatro categorías: los que tienen alto nivel de progreso social, los que tienen niveles medio altos, los que tienen niveles medio bajos y los que tienen niveles bajos. De los siete municipios que limitan con la ciudad de Buenos Aires, seis Vicente López, San Martín, Tres de Febrero, Lomas de Zamora, Lanús y Avellaneda) tienen niveles altos o medio altos. La excepción es La Matanza, que tiene niveles medio bajos.
En contraste, cuanto más lejos un partido está de la capital federal, más probabilidades de que los índices sean peores. San Isidro, San Fernando, Morón, Quilmes y Berazategui son los únicos con buenos números que forman parte del segundo y el tercer cordón, donde priman los municipios con niveles de desarrollo medio bajos o bajos (Ezeiza, Tigre, Moreno, La Matanza, Hurlingham, Ituzaingó, San Miguel, Florencio Varela, Almirante Brown, Esteban Echeverría, Merlo, Malvinas Argentinas y José C. Paz).
En este contexto de crisis económica, el conurbano bonaerense es uno de los sectores del país que más sufre. Entre otros indicadores, dos de los que confirman la compleja situación que atraviesan algunos sectores del Gran Buenos Aires son la pobreza y el desempleo.
LOS PUNTOS DE MASSA PUEDEN SER DECISIVOS
En tren de sumar datos, la fusión de Massa con el kirchnerismo en términos de volumen electoral es otro factor a tener en cuenta. “Massa les pone un 4 adelante a los 36, 37 o 38 puntos que conserva Cristina en la provincia de Buenos Aires”, admitió en voz baja un hombre cercano a Vidal. El ex intendente de Tigre lleva al Frente de Todos a un piso de al menos 40% de los votos que agrava el escenario para la gobernadora teniendo en cuenta que Mauricio Macri la tira para abajo en la intención de voto entre los bonaerenses.
No sólo Axel Kicillof, polariza con Vidal. También Massa, Cristina y hasta Alberto Fernández advirtieron que la principal fortaleza electoral de Macri es Vidal. La gobernadora es la llave de Juntos por el Cambio para que el Presidente logre la reelección. Demasiado peso sobre los hombros de esta mujer, para intentar reflotar 4 años de desaciertos económicos y endeudamiento récord por parte del gobierno nacional.

Campaña bonaerense: gato escondido

Hasta la propia tropa amarilla, no quiere llevar la pesada cruz del mandatario y ruegan que no los visite en sus distritos antes de las PASO. Quieren evitar el efecto piantavotos. Los denominados "sin tierra", aquellos que aspiran a las intendencias, se pegan solo a la figura de María Eugenia Vidal.



Mientras el Gobierno trata de afinar la puntería en la cacería de votos, el conurbano se está tornando un territorio altamente adverso para Mauricio Macri. Por los efectos demoledores de la crisis, el malhumor social es muy grande. Por poner un ejemplo, hay 5.500 pymes que desaparecieron en los últimos cuatro años, aumentando significativamente los índices de desempleo y la falta de changas. Hasta la propia tropa amarilla, no quiere llevar la pesada cruz del mandatario y ruegan que no los visite en sus distritos antes de las PASO. Quieren evitar el efecto piantavotos. Los denominados "sin tierra", aquellos que aspiran a las intendencias, se pegan solo a la figura de María Eugenia Vidal. 
Las elecciones Primarias serán la encuesta más certera con la que contarán los ciudadanos en general y, en particular, la dirigencia política, los empresarios y los inversores externos, entre otros, para saber si la súper polarización que hoy se observa se ratifica en las urnas.
Si bien es cierto que la mayoría de los candidatos coincide en que hubo un repunte en la imagen presidencial, también admiten que ese efecto se detuvo y que a ninguno le sumaría ahora una aparición del jefe de Estado en sus territorios. Tienen como asumido, que el primer tramo de la campaña para ellos "es todo Vidal. Después de las primarias veremos", reveló un vocero confiable del oficialismo. 
El propio Sergio Massa fue hasta el hueso al describir esta situación: "Esconden a Macri porque sienten vergüenza. Si los propios candidatos de Juntos por el Cambio sienten vergüenza de Macri, ¿qué le pasa al resto del pueblo argentino?", apuntó el precandidato a diputado nacional en referencia a los carteles de los postulados a las intendencias que en el Conurbano no llevan ya la imagen del Presidente, sino la de la gobernadora María Eugenia Vidal. (VER FOTO)
A Macri le va relativamente mal y Vidal, que es una figura muy novedosa y exitosa de la política bonaerense, termina siendo víctima de lo mal que le va a Macri por razones económicas.
La gobernadora comienza a aceptar que podría perder las primarias contra Axel Kicillof. Hay quienes murmuran que se trata de una confesión que además es estratégica y busca movilizar a los simpatizantes de Cambiemos para que vayan a votar, aunque haya mal tiempo. Lo cierto es que en la Provincia también saben que necesitan perforar el techo de Vidal y reconocen que Macri resta en lugar de sumar.
Desde los laboratorios amarillos que trabajan a destajo en la residencia de la calle 6 en La Plata,  tratan de minimizar los rezongos de los candidatos "sin tierra". De hecho, el cierre de campaña antes de las PASO será en la tierra amiga del primo Jorge, en Vicente López. Pero intentarán mantener alejado a Macri de la tercera sección, donde el peronismo tiene un alto poder de fuego. Después, Rosario y Córdoba capital, serán las últimas cabeceras urbanas que pise el Presidente antes de las PASO. 
Los más experimentados en batallas políticas territoriales señalan que "sería un milagro que Vidal gane en agosto”. Las cuentas son muy sencillas. El conurbano bonaerense representa el 70% del electorado, si María Eugenia Vidal pierde en esa geografía, la diferencia no la puede descontar en el interior de la provincia. Es decir, si en el Conurbano perdiera por 10 puntos. En 9 millones de electores serían 900 mil votos abajo. Necesitaría entonces un 25% de los 3.800.000 votos restantes del interior a su favor para compensarlo. Para el kirchnerismo, “el interior lo tienen empatado”, porque según analistas, una cosa es Vidal y otra muy distinta es que la gente va a votar Macri-Vidal y el intendente, y en esta elección pesan las puntas de la boleta, la presidencia y la intendencia, no la gobernación. 
En el tramo final de la campaña, Cambiemos ahora decidió cambiar el eje de las críticas y le apunta a Verónica Magario porque el ataque a Kicillof no prende.Admiten que no sumó votos acusarlo de "marxista". 
En el gobierno bonaerense algunos admiten cierto fastidio porque Kicillof se muestra como un candidato medido en sus declaraciones, que no entra en provocaciones e intenta despegarse de polémicas como la de Aníbal Fernández. Además, logró minimizar las asperezas con los intendentes y pasea en tándem con Sergio Massa. "Vidal tiene que terminar con la campaña sucia y dejar de buscar mugre porque no la hay, no la va a encontrar", repiten los armadores del ex ministro. 
Frente a este escenario, las dos fuerzas mayoritarias que están polarizando en un 80%, buscan sacar distancia seduciendo a los electores que aún no decidieron su voto. Este segmento cruza todos los sectores sociales, pero se concentran en los estratos medios y medios-bajos y son mayoría de mujeres. Son electores que están descontentos con la marcha de la economía, el ajuste y los tarifazos. Ese universo puede convertirse en el actor decisivo que incline la balanza de las PASO del 11 de agosto próximo. Pero también hay que decir que ese nicho resiste la figura de Cristina Kirchner, más aún cuando aparece en escena Aníbal Fernández, disparando que le confiaría sus hijos al odontólogo femicida Ricardo Barreda, antes que a María Eugenia Vidal. Hasta el propio Kicillof y un amplio abanico de dirigentes, tomaron distancia del polémico ex jefe de Gabinete, señalando que le resultaban penosas sus declaraciones.
En las usinas del oficialismo festejan estas actitudes disparatadas y creen que les pueden acercar votos. Sostienen que esa franja de indecisos es alta y se ubica en un porcentaje superior al 20%. Contrariamente, el opositor Frente de Todos calcula que el núcleo duro se aproxima al 10%. La mayoría de las encuestas dibuja un espacio que trepa hasta el 15% y señala un recorte etario entre los 40 y 55 años.
Las diferencias estadísticas encuentran, sin embargo, un punto común. Tiene que ver con que esa complicada comunidad en la que conviven apolíticos, aspiracionales sin bandera partidaria y decepcionados, recién sacará sus cartas en las últimas dos semanas previas a la elección. También los especialistas dicen que esa franja  medita la conveniencia o no de participar de unos comicios que sólo definen un primer diagrama de candidatos. El antecedente inmediato lo confirma el dato que en la primera vuelta de las presidenciales de 2015 votaron 2 millones de personas que no habían participado de las PASO.
Asociados a esos sectores,  también hay que contabilizar a quienes son permeables a cambiar su voto entre cada instancia electoral, es decir, las PASO, generales y balotaje.
El Frente de Todos identifica a los indecisos como ciudadanos críticos de la etapa kirchnerista en tres ejes –política de planes sociales, corrupción e inseguridad– que ahora también rechazan la oferta de Juntos por el Cambio por la marcha negativa de la economía y los efectos del ajuste en su vida cotidiana. 
En la Casa Rosada apuntan a los desencantados, aquellos que votaron a Mauricio Macri en 2015, pero hoy se dirimen en volver a hacerlo por la ausencia de un horizonte económico próspero. La historia del macrismo se alimentó de su apoyo sobre la hora en los últimos dos turnos electorales.
Ambos espacios definieron candidaturas a presidente y vice con el objetivo de salir a pescar a esos sectores. La figura de Alberto Fernández es para perforar los límites del rechazo a la figura de CFK y Miguel Ángel Pichetto para intentar ampliar la oferta del macrismo. 
Aunque los indecisos circulan en todos los estratos sociales, el Frente de Todos aumenta sus posibilidades de sumar adhesiones entre los más jóvenes, principalmente por la falta de salidas laborales. Un ejemplo de ello, fue la cola de un kilómetro para aspirar a 50 puestos de personal carcelario bonaerense. Mientras tanto, el oficialismo se hace fuerte con los mayores y le pone una ficha a la tercera edad.
Lo cierto es, que faltan menos de dos semanas para que las urnas pinten de cuerpo entero la radiografía electoral de la Argentina. Demasiado tiempo, en un país de economía frágil y con una realidad pendular capaz de inclinar la balanza para uno u otro lado, en tan solo 24 horas.
Para ganar en octubre el gobierno confía sobre todo en los efectos de su campaña electoral, mientras que el kirchnerismo apuesta a que la situación económica resulte suficiente para definir su triunfo.

Los números que preocupan, entusiasman y definen estrategias

Por estas horas, el Gobierno busca instalarse en el imaginario como una máquina infalible para sumar votos. Para ello hace trascender en los medios su autoadjudicado monopolio de insumos tecnológicos que permiten mapear la apetencia de los indecisos. Pero la realidad está mostrando que, pese a la estabilidad del dólar, el malhumor social es muy grande frente al fracaso de las políticas económicas.



Las cifras que acercan las encuestas en la provincia de Buenos Aires, son preocupantes para los laboratorios amarillos. No es para menos. En el mayor distrito electoral del país, que reparte casi 4 de cada 10 votos reconocen que están entre 4 y 6 puntos abajo de Kicillof. Pero la diferencia de Alberto Fernández con Macri es superior a los 10 puntos. No obstante, los asesores de María Eugenia Vidal creen que se puede revertir la situación. Si algo hay que reconocerle al oficialismo, es que ha adquirido experiencia en ganar elecciones con mecanismos altamente efectivos. De hecho, Mauricio Macri suele jactarse de no conocer la derrota en las urnas desde que se convirtió en Jefe de Gobierno porteño en el año 2011. Por estas horas, el Gobierno busca instalarse en el imaginario como una máquina infalible para sumar votos. Para ello hace trascender en los medios su autoadjudicado monopolio de insumos tecnológicos que permiten mapear la apetencia de los indecisos. Pero la realidad está mostrando que, pese a la estabilidad del dólar, el malhumor social es muy grande frente al fracaso de las políticas económicas. 
En los mercados se instaló la cifra mágica de los 5 puntos de diferencia ideal con los Fernández para creer que el Gobierno puede descontarla en primera o segunda vuelta. Si esa cifra es equivocada o no, ya no importa. Lo cierto es que si la distancia es más grande se agita el fantasma de que “tronará el escarmiento” el día después. En el plan de meter miedo, hasta se menciona la posibilidad de un corralito. Por eso, el Gobierno está tratando de ponerle dramatismo a “la gran encuesta” para incrementar la participación electoral. Siguiendo los comportamientos de 2015 y 2017, cuando va más gente a las urnas, se favorece Macri.
EL PERONISMO ARAÑANDO LA PRESIDENCIA
Los datos para la tercera semana de julio no sólo son terribles para Macri porque muestran al Frente de Todos a 2 puntos del límite de los 45% que garantizan una victoria en primera vuelta, sino también porque estos siguen siendo los números de las encuestadoras para las PASO. Es decir que los sondeos colocan a Alberto Fernández arañando la Presidencia aun sin tener en cuenta el natural flujo y reordenamiento del apoyo electoral que sucede tras las primarias.
Frente a este escenario, Vidal se encuentra en una verdadera encrucijada. Debe remar fuerte para salir de la meseta en que se sumergió la campaña para que Juntos por el Cambio sume más puntos y se acerque al kirchnerismo. Necesita convencer al electorado de sectores bajos que aún no le depositó su plena confianza y con todo ello garantizarle a Mauricio Macri un resultado digno en las PASO. Pero esos nichos, castigados por los tarifazos, la inflación y la falta de empleo miran con mayor simpatía al peronismo con el que dicen que estaban mejor.
Hace unos días, la gobernadora reconoció ante empresarios que podría perder las primarias de agosto contra Axel Kicillof y los encomendó a que la ayuden para las generales de octubre donde se definirá su suerte.
Lo hizo en un encuentro en la gobernación junto al intendente de La Plata, Julio Garro. Se comenta, que Vidal llamó a seguir apoyando a pesar del resultado que ya da como derrota en el primer round contra el ex ministro de Economía de Cristina Kirchner.
Hay quienes sostienen que el mensaje realista de Vidal no es inocente: su equipo tiene medido que la mayoría de aquellos que no muestran interés por participar en las PASO son votantes de Cambiemos. Prender luces rojas es una manera de intentar movilizarlos. El peregrinaje constante por los medios de comunicación que realiza la mandataria, es una muestra de la preocupación imperante en el equipo amarillo. También la foto con el casco puesto en las obras, es un llamado de apuesta al futuro que está dispuesta a seguir hasta el cansancio.
Es mucho lo que está en riesgo. En octubre, Vidal pondrá en juego 34 bancas . Son 21 en Diputados y 13 en el Senado que corresponden a los legisladores que ingresaron de la mano de su triunfo en 2015. Necesita al menos mantener ese número para hacer frente al peronismo y el massismo en caso de ganar, o para resistir como oposición si pierde. 
EL IMPACTO ELECTORAL DE LA TERCERA
En la residencia de la calle 6 saben que la derrota más abultada puede venir en la tercera sección electoral. Ese territorio incluye municipios importantes que gobierna el kirchnerismo como La Matanza, Lomas de Zamora, Almirante Brown,  Esteban Echeverría, Berazategui, Quilmes, Florencio Varela y Avellaneda, entre otros. Hoy en esa franja, según reconocieron cerca de la mandataria, están 20 puntos abajo.
Pero no bajarán los brazos. Esos votos, piensan contrarrestarlos con los del interior de la provincia, donde aseguran que la diferencia es inversamente proporcional.
La elección bonaerense, según la mirada de aquellos que rodean a Vidal, se definirá en la heterogénea primera sección electoral, que incluye municipios donde Juntos por el Cambio goza de buena salud como Vicente López, San Isidro y San Miguel, con otros donde no hizo pie como José C. Paz, Malvinas Argentinas y Moreno. En esos 24 partidos, por ahora, manda la paridadm según los sondeos. 
LAS COMUNAS AMARILLAS EN RIESGO 
Al laboratorio de campaña amarillo le preocupan algunos municipios que podrían perder a manos del peronismo, como Berisso, Quilmes, gobernado por el ex chef Martiniano Molina, San Vicente o Pilar, donde el intendente es Nicolás Ducoté. También está dudoso Tres de Febrero. El ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, estuvo en el sur intentando apuntalar a los candidatos a concejales de Quilmes. Muchos temen que nada alcance en ese distrito.
También comenzaron a recorrer la provincia de Buenos Aires la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich y la de Desarrollo Social, Carolina Stanley. "Todas ayudan", aseguran cerca de Vidal, que continuará con su raid mediático consciente de que en un año pasó de tener la reelección segura, a ser el plan de recambio de un Macri que se caía y ahora a tener que pelear estando abajo en las encuestas para lograr la reelección. Tampoco está escrito que no lo pueda conseguir.  
En La Plata repiten que para ganar, "Vidal necesita sacar más votos de los que sacó Esteban Bullrich en 2017", cuando fue electo senador nacional por la provincia.  Esto es así por el alto piso de votos que tiene hoy el Frente de Todos. En ese momento, el ex ministro de Educación nacional sacó 41,3% de votos, más aún que Vidal cuando fue electa en 2015, con el 39,4% de los sufragios.
EQUILIBRAR LA BALANZA CON EL INTERIOR
La apuesta del equipo de La Plata es subir la intención de voto en el interior bonaerense, donde Juntos por el Cambio hizo una buena elección, tanto en 2015 como en 2017, que le permitió descontar los votos que el peronismo obtuvo en la poderosa tercera sección del Conurbano. El objetivo está puesto en las grandes ciudades como Mar del Plata, La Plata y Bahía Blanca, entre otras, que son las más importantes en número de electores.  
En paralelo a la actividad proselitista, Vidal también jugó una carta importante en materia de gestión y de campaña: decidió actualizar los salarios de los estatales bonaerenses para que no pierdan contra la inflación y les otorgó una suba del 12,5% que cobrarán días antes de las PASO. La revisión, que estaba prevista en el acuerdo paritario firmado el año pasado, debía concretarse en septiembre, pero la mandataria adelantó los tiempos, tal como le venían pidiendo los gremios más cercanos al oficialismo, UPCN y FEGEPPBA. De esta manera, la suba para los trabajadores de la Ley 10.430 en lo que va del año llega al 24,5 por ciento.
Además, después de meses en conflicto, paro en hospitales y hasta una carpa sanitaria frente al Congreso Nacional, Vidal acercó posiciones con los médicos de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia (CICOP) y les propuso una suba del 34% que incluye una recomposición de bonificaciones, cláusula gatillo y hasta una suba en la categoría a partir de la cual se calcula el básico. La propuesta fue aceptada "en disconformidad" por el Congreso de ese gremio.
En tanto, al otro sector en conflicto, el de los trabajadores judiciales, Vidal les otorgó una suba de 13% a cuenta de un futuro acuerdo. La Asociación Judicial Bonaerense (AJB) reclama discutir los 15 puntos de poder adquisitivo perdidos por la inflación en 2018 y cláusula gatillo para 2019.   
EL OBJETIVO DE LOS ASESORES DE LA GOBERNADORA
A diferencia de la elección nacional, en la provincia no hay segunda vuelta. Quien triunfe en octubre ganará el poder.Por eso, para Vidal la PASO no es una elección más. "Agosto es la primera vuelta, tenemos que lograr que el electorado tome conciencia", describió uno de los principales candidatos que trabajan en el armado electoral.
Todos los esfuerzos en marcha tienen un objetivo, quedar a no más de cinco puntos de la fórmula que encabezan Axel Kicillof y Verónica Magario. "Una diferencia mayor sería más difícil de revertir, pero con menos de 4% de distancia descorcho un champán", describió un vocero calificado de la gobernadora.
En ese escenario, a diferencia de lo que ocurre con la estrategia que persiguen aquellos que impulsan al binomio de Macri y Pichetto, en la provincia la polarización extrema complica a Vidal. Es que, de esa manera, el kirchnerismo logró perforar el techo que mantuvo durante tres años.
"Ellos crecieron", admiten allegados a la cúpula de poder bonaerense, donde todavía se lamentan de no haber desdoblado la elección provincial. 
LA RELIGION TAMBIEN SALE A LA CANCHA 
Para contrarrestar el mal tiempo, en Balcarce 50 se maneja la información con reserva que Mauricio Macri sumará todos los votos de la comunidad judía. También intentará que los evangélicos apoyen con esmero a la fórmula oficialista y apelará a un dogma de fe para lograr que la oposición católica no kirchnerista respalde a la coalición Juntos por el Cambio después de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).
En medio de tanto clima nervioso, el peronismo levanta sospechas sobre el escrutinio general. 
El titular del Partido Justicialista nacional, José Luis Gioja, y el apoderado de ese espacio, Jorge Landau, salieron a cuestionar al Gobierno ante lo que consideran un intento de fraude electoral mediante el cambio en la forma de recuento de los votos, lo que se pondrá en marcha durante las elecciones Primarias Abiertas que tendrán lugar el 11 de agosto próximo.
Las versiones también dan cuenta que Jaime Durán Barba habría dicho por estos días: "Es difícil que nosotros podamos crecer en intención de voto, en cambio podemos hacerle daño a las otras alternativas políticas". En pocas palabras: campaña sucia. Y en ese punto se podría decir que el pasado lo condena. El asesor tiene denuncias por haber utilizado herramientas non sanctas. Algunas de esas artimañas se pueden leer en sus libros, que sin duda son de muy buena calidad intelectual.
En unas pocas días se tendrá una idea más acabada de lo que ocurrirá cuando concluyan las primarias de agosto, donde Juntos por el Cambio y el peronismo kirchnerismo tendrán una mejor idea sobre cuál es su caudal electoral de cara a la primera vuelta de octubre. 
LA MIRADA PUESTA EN EL 2015
Para repetir el escenario de 2015, el macrismo deberá hacer obtener buenos registros en los 6 distritos más poblados del país, donde hace 4 años fue del 33% al 53%, según el caso: Buenos Aires (33%), Santa Fe (35%), Capital Federal (50%), Córdoba (53%), Entre Ríos (38%) y Mendoza (40%). 
En la segunda vuelta, y para ganar por sólo 2 puntos en el recuento nacional, Macri mejoró notablemente sus guarismos esos distritos: en Buenos Aires, del 33% al 49%; en Santa Fe, del 35% al 55%; en Capital Federal, del 50% a 65%; en Córdoba, del 53% al 71%; en Entre Ríos, del 38% al 54%; en Mendoza, del 40 al 57%. ¿Es posible un rendimiento así luego de 4 años de ajuste económico?.
Vale la pena observar qué pasó en las elecciones provinciales, donde Cambiemos participó, aunque no siempre como alianza. En Santa Fe, el candidato del radicalismo, con respaldo de figuras macristas, obtuvo el 20%, con 348 mil votos. Macri sacó 712 mil en la primera vuelta de 2015 y un millón 140 mil en el balotaje. En Entre Ríos, Cambiemos alcanzó el 35%, tres puntos menos que el actual presidente hace 4 años. Esa diferencia, puede compensarse con lo que ocurrió en Mendoza, donde el oficialismo sacó en las primarias proviciales 5 puntos más que Macri en 2015. 
El interrogante, sin dudas, es Córdoba, donde macristas y peronistas apuntan todos sus baterías. En 2015, la ola amarilla arrasó con un millón 155 mil votos en las PASO y un millón y medio en el balotaje. Las recientes elecciones provinciales no son un buen antecedente para Macri, donde radicales y el PRO sumados (fueron divididos) llegaron sólo al 29%. Es evidente que Macri necesita defender números muy altos para repetir el escenario de hace 4 años. 
En la Provincia observan un repunte del consumo todavía muy moderado y una economía que aún da poco para los desgastados bolsillos.
Puesto así, el cuadro potencia la gran apuesta que el Gobierno ha hecho a la paz cambiaria. A mantener el dólar a raya y conseguir, por carácter transitivo que la inflación empiece a declinar. Cuestión de tiempos, pero eso no se notará del modo en que debiera antes de las PASO. La pregunta inevitable es : ¿El tiempo político podrá estirarse hasta octubre?  

El frío lastima en hospitales bonaerenses

El frío no solo penetra hasta los huesos en los que viven en situación de calle. También deja huellas profundas en los pacientes de los hospitales del conurbano bonaerense. Al menos 31 de los 60 centros de salud que hay en esa amplia franja territorial y La Plata y que dependen de la Provincia, tienen problemas de calefacción, según denuncian las asociaciones de profesionales.



Frente a este crítico cuadro de situación, algunos derivaron pacientes a dormir en los comedores. La escasa inversión se concentra en las guardias porque es lo que más se ve. Estos episodios, representan la postal de políticas sociales ausentes. No hay que olvidar, que en menos de un año se sumaron 1,5 millones de argentinos a la pobreza. De allí que el sistema hospitalario bonaerense está colapsado y no de abasto para contener a la masa de desocupados sin obras sociales que a diario acuden en busca de asistencia. 
Uno de esos ejemplos, es el Hospital de Niños de La Plata, jaqueado por los intermitentes cortes de luz y las bajas temperaturas. Los profesionales vienen denunciando desde hace tiempo que “la grave crisis sanitaria persiste, con una situación muy problemática en el funcionamiento de hospitales y centros de salud”.
En una asamblea llevada a cabo por la Asociación de Profesionales de la Salud, denunciaron el colapso del Hospital de Niños y la falta de un plan estratégico por parte del Ministerio de Salud de la Provincia, a cargo de  Andrés Scarsi.
Luego de la ola polar y los intermitentes cortes de luz, desde el gremio, denunciaron la falta de camas para derivar pacientes y la saturación de las unidades de internación.
Según informaron, el nosocomio atiende unas 400 personas por día, a lo que se le sumó el ingreso de personas con problemas respiratorios debido a las bajas temperaturas que se registraron en el último tiempo.
“Debido a la mayor demanda y a la presentación de patologías respiratorias graves resulta difícil poder ingresar pacientes a terapia intensiva, se ha transformado en una tarea muy complicada, por lo cual han tenido que improvisar un sector de terapia intensiva”, describieron desde el sector.
Ante esta situación, en la asamblea se decidió la creación de un Comité de Contingencia, pedir más recursos humanos y materiales al gobierno de la provincia, y se decidió realizar un abrazo al hospital en defensa de la salud pública.
Esta situación de crisis se replica en 31 de los 60 hospitales bonaerenses, que padecen algún problema de calefacción, lo que genera casos extremos, como derivar pacientes a que duerman en comedores. Mientras la gestión de María Eugenia Vidal enfoca toda la inversión en las guardias que es el lugar más visible para el público, el resto de la infraestructura de los edificios sufre los avatares del frío y la desidia.
Tres cuartas partes de los 77 hospitale están en el conurbano y La Plata. Los profesionales denuncian que no son prioritarios para la gobernadora. Mientras Salud ocupaba el 10% del presupuesto hace 15 años, en 2019 representa un 5,5%, y se le destina un 28% más de fondos nominales que en 2018, por debajo de la inflación interanual.
"La situación de infraestructura de los hospitales provinciales sigue siendo muy problemática, más allá de que por decisión unilateral del gobierno avanzaron en la refacción de guardias. Son muchos años de falta de mantenimiento y en todos los inviernos esa dificultad se agrava, con la incidencia de las enfermedades respiratorias y problemas concretos que aparecen cuando no hay atención adecuada", afirma Fernando Corsiglia, presidente de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia (CICOP).
Tres meses atrás, el gobierno bonaerense se comprometió en una audiencia judicial a destinar 23 millones de pesos para la externación de 40 de las más de 400 personas internadas en el hospital psiquiátrico Dr. Alejandro Korn, en Melchor Romero. Aún sin novedades sobre el avance de ese plan, los lugares de alojamiento se reducen día a día. 
De acuerdo a lo denunciado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), en plena ola de frío las salas de internación crónica Lasegue y Solanet, del Korn, carecen de calefacción y frazadas suficientes. Además, hay ventanas y puertas que no se pueden cerrar: "Pedimos al Juzgado en lo Contencioso y Administrativo N° 3 que ordene la implementación de un plan de contingencia y la reparación de la calefacción". 
Hace poco tiempo, durante el último fin de semana largo, debieron trasladar a varios usuarios a los comedores de los pabellones para dormir: "Son pacientes crónicos. Por ejemplo, hay una sala de 37 hombres. Como no entraban las 37 camas en el comedor, colocaron camas en la ropería", relata Loana Ramírez, trabajadora del hospital.
También se puso de manifiesto que El Oñativia, de Rafael Calzada, sufrió un incendio el 17 de diciembre. No obstante, continúa con guardia de contingencia, y permanece inoperativo en cirugías, partos, terapia intensiva, neonatología, internación de maternidad y de adultos. "Entre otros problemas que tuvimos el año pasado, quedaron inutilizados los radiadores y ya no hubo calefacción", precisa María Rosa Álvarez, trabajadora del centro de salud.
El Belgrano, de San Martín, tampoco tiene calefacción central. El sector de neonatología es uno de los más críticos. "No tiene arreglo. Se quemó la plaqueta y tienen que cambiar el equipo –se lamenta Orlando Restivo, trabajador de la salud–. Dicen que van a poner unas resistencias en la ventilación para mandar aire caliente. Por ahora estamos con estufa eléctrica. Los bebés en incubadora zafan. A los de cuna, se los 'emponcha' bien. Los que más sufrimos somos los 30 neonatólogos y enfermeras".
De acuerdo a un informe de la Dirección de Arquitectura bonaerense, la Provincia tiene 900 mil metros cuadrados de superficie de hospitales, de los cuales un 70% necesita algún tipo de refacción. "Desde la gobernación se priorizó sólo lo que es emergencias, con un gran énfasis en las guardias y el SAME, que es lo que más se ve, como el Metrobús, y en lo que es internación y consultorios externos no hubo inversión. En su mayoría son edificios grandes, viejos, con problemas estructurales", enfatiza Jorge Yabkowski, presidente de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de Argentina (Fesprosa), y sostiene que "más de la mitad de los hospitales provinciales del Gran Buenos Aires tienen problemas de calefacción".
Yabkowski agrega la falta de profesionales y la escasez de centros de salud para atender la demanda pública que crece a medida que se agudiza la crisis social. "Hoy el salario de un profesional de 32 años, con once de formación, que quiere entrar a trabajar en terapia o neo o neurocirugía, 36 horas semanales, gana 28 mil pesos. Se van al sector privado".
El Paroissien, de La Matanza, también sufre problemas de calefacción. En el partido hay mil camas públicas para internación para 1,8 millones de habitantes. Sin embargo, la gestión de Vidal volvió a rechazar la inauguración de dos centros de alta complejidad (el Presidente Néstor Kirchner, de Laferrere, y el René Favaloro, de Rafael Castillo), casi terminados desde 2015.  
La sobrina de Stella Soledad está internada hace días en el Larcade, de San Miguel, "donde las estufas no andan y no hay modo de cubrir a los niños del frío", según denunció en sus redes sociales, junto a un video que refleja la cruda cotidianeidad en el servicio.
El martes 2 de julio, el consultorio para niños y el vacunatorio del Hospital Evita, de Lanús, trabajaron sin luz. La térmica resiste sólo 20 amperes. "Tenés todo un sector de consultorios externos sin gas y los de pediatría con problemas continuos. Hay dos aires frío-calor que no dan abasto, y son 18 consultorios. Terminás atendiendo chiquitos a los que hay que desvestir, después de estar en una sala de espera helada, la mayoría sin desayunar, con las manitos frías, llenos de mocos, con problemas respiratorios", describe la trabajadora Sandra Álvarez.
El edificio del hospital Meléndez, de Adrogué, cumplió cien años en 2002. "Sólo se hizo a nuevo la guardia. Todo lo demás está con serios problemas, desde las cañerías hasta los cables", apunta Mónica Méndez. "La sala de clínica médica y la guardia de obstetricia explotan de gente y hace mucho frío, con embarazadas esperando en el pasillo".
En noviembre del año pasado, el Ministerio de Salud de la Provincia determinó que el edificio del Hospital Erill, el único público para los 220 mil habitantes de Escobar, y que realiza 3000 partos al año, está tan dañado que hay riesgo eléctrico, de incendio y derrumbe, y que había que solucionarlo "inmediatamente". Hoy nada cambió. Tanto en el primer piso como en el sector de consultorios externos sufren problemas de calefacción y agua caliente. "Como no anda la calefacción central, enchufan los calentadores eléctricos en cualquier lado, todo se sobrecarga y saltan las térmicas, explica Alejandro Márquez, bioquímico integrante de la CICOP de Escobar. "En consultorios externos, pacientes y médicos están congelados", finalizó.   

A oscuras: ¿Camporización o Macrisis?

Ninguna campaña es igual a la otra. Y en esta, el corte de boleta aparece como una de las llaves. Tanto Mauricio Macri como Axel Kicillof, son los más expuestos a esta amenaza. Pero otra de las estrategias que se visibilizan, es que todo vale para desacreditar al rival. Hasta meterse en la vida privada. Se agita más el miedo al otro, que las propuestas constructivas.



Pasamos de la revolución de la alegría, al temor por el autoritarismo populista, del "sí se puede!!!" .A la doctrina Chocobar, de los globos de colores y la buena onda. Al miedo de perder la democracia. Esa es la gran apuesta de Jaime Durán Barba, que el miedo se imponga por sobre la decepción. Tal vez sea la única chance para ganar una elección que se avecina como la más polarizada desde la vuelta de la democracia.
Mientras tanto, la gente observa con decepción el escenario carente propuestas. Desde una de las orillas, Vidal jura y perjura que si gana Kicillof "gobernará La Cámpora". Del otro lado, retrucan que "Vidal es Macri" y advierten que si triunfa profundizará la crisis y el endeudamiento. En el medio, hay dirigentes como José Luis Espert que también siembran hongos venenosos. El calvo economista asegura que viene a "dinamitar el sistema" y que ambos modelos ya probados no sirven. Frente a este escenario, lo único en que coinciden los Consultores independientes y estrategas macristas y kirchneristas, es en que oficialismo y peronismo concentrarán más del 80% de los votos. Cuanto más elevado sea ese porcentaje, más cercanas estarán la posibilidades de tener un presidente electo en primera vuelta. En esa instancia, solo se debe superar por un voto el umbral de los 45 puntos porcentuales. El rechazo de más de la mitad de la población a los dos espacios cobra así menos relevancia que si se llegara a un ballotage, en el que hay que superar el 50% de los votos para llegar al sillón de Rivadavia. Esas particularidades del sistema electoral están sobre los diagramas de las dos fuerzas antagónicas. Pero ambos saben que el piso de la fórmula de Alberto y Cristina está hoy más cerca de aquella meta que el de Mauricio y Miguel Ángel Pichetto. 
LA LAGUNA DONDE MAS PESCA EL PERONISMO
No se puede ignorar que la Provincia reúne casi 12,3 millones de electores, que representan el 37% del padrón nacional completo. Semejante peso sobre los resultados finales queda registrado en un dato de la misma especie: equivale a los sufragios que aportan, juntas, Córdoba, Santa Fe, la Ciudad Autónoma, Mendoza, Tucumán y Entre Ríos.
Pero la verdadera clave anida en el Conurbano y no tanto en los 9,7 millones de electores que totaliza sino en los 8,9 millones concentrados casi por partes iguales en dos secciones para el caso cruciales. La tercera, donde figuran entre otros los partidos de La Matanza, Almirante Brown, Avellaneda, Florencio Varela, Berazategui, Esteban Echeverría, Lanús y Quilmes. Y la primera, que va desde Malvinas Argentinas, Merlo y Moreno, hasta Morón, San Fernando y Vicente López.
La suma de ambas dice 28% del universo total o, si se prefiere, dice que en la nacional casi un voto de cada tres están allí.  
En esa laguna quiere pescar el peronismo y hacer la diferencia para desplazar a Vidal del sillón de Dardo Rocha.
Creen que le arrebatarán al oficialismo Berisso, Luján, San Vicente, Pilar y General Rodríguez. También, jugarán fuerte en Quilmes con Mayra Mendoza. Además de esos cinco distritos que mencionan en la lista de los "ganables", algunos suman a Brandsen y marcan un crecimiento en Tres de Febrero, Morón y San Miguel.
Sobre este GBA populoso, denso y desarticulado, aunque de un volumen político incomparable, es donde más duele la pesada la crisis económica. Allí, según datos del INDEC, la pobreza anotó un 35,9% durante el segundo semestre del año pasado, casi cuatro puntos porcentuales por encima de la media nacional. En números crudos, significa 4,4 millones de pobres, el 49% de todo el país y 900 mil más que en el segundo semestre de 2017. En este contexto, hay que dar cuenta que la tasa de indigencia del GBA sólo es superada por las de Corrientes y el Gran Resistencia: dos centros urbanos de los 31 que analiza el INDEC.
De los 1.338.000 desocupados que hay en la Argentina, el 53% vive en el Conurbano. Si se agregan los subocupados, esto es, gente que trabaja menos de 35 horas semanales y quiere o necesita trabajar más, ya estamos hablando de cerca de un millón y medio de habitantes con problemas laborales serios. 
RUIDO DE TIJERAS EN EL ESCENARIO 
Sin embargo, el panorama a esta altura es complicado como para aventurar un resultado. Entre las posibilidades que se barajan es que puede haber un corte de boleta que defina la contienda. Tanto Mauricio Macri como Axel Kicillof,  son los principales apuntados por esa amenaza electoral. Ambos traccionan hacia abajo el potencial electoral de sus agrupaciones y son los más expuestos a la boleta ensamblada para que el resto de los candidatos conserve sus territorios y cargos en las próximas elecciones.
Juntos por el Cambio, ya maniobró y lanzó una campaña de “boleta completa” ilustrada por una foto de la fórmula presidencial Macri-Miguel Pichetto con la escolta de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Un mensaje interno inequívoco a la gobernadora y al jefe de gobierno porteño para blindar todos los tramos de la boleta y evitar que provincia de Buenos Aires y Ciudad Autónoma de Buenos Aires se desacoplen de la campaña presidencial.
"La boleta completa" que pide el Presidente y compañía para sus candidaturas aguardará que no se replique entre los potenciales electores del peronismo. Es más, operadores oficialistas de la Provincia con casi el 40% del padrón nacional) encienden velas para que se profundicen posibles contradicciones entre el candidato a gobernador del Frente de Todos, Axel Kicillok e intendentes del PJ, y que eso desemboque en un supuesto "corte de boleta" que beneficie a Vidal. 
Respecto a la búsqueda de electores para las PASO, desde la Casa Rosada se apunta a los mayores de 65. El "voto abuelo". Es un segmento clave para el Gobierno, el más fiel al oficialismo. Pero por su edad avanzada, se especula con una mayor probabilidad de ausencia. A partir de los 70, directamente no están obligados a concurrir.
De allí que se los incentivará para que vayan a votar.
UN VACIO QUE SE HACE EVIDENTE 
En esa dirección, en algunos distritos se observan situaciones extrañas. Por ejemplo, en el caso del peronismo, el corte de boleta con Kicillof se patentizó a través de carteles en La Matanza. En ellos se observa que Verónica Magario y Fernando Espinoza posan junto a Cristina de Kirchner, pero sin la imagen del ex ministro de Economía. El fenómeno no es sólo gráfico. En las recorridas por el conurbano, varios intendentes del PJ que quedaron con la sangre en el ojo por el espacio que ganaron los candidatos de La Cámpora en las listas, armaron actos con Magario y Alberto Fernández, pero sin la presencia de Kicillof. 
Frente a estos comportamientos partidarios, la fiscalización, con escasa diferencia entre candidatos será como nunca antes la clave. Máximo Kirchner desconfía de los intendentes y alista a militantes de La Cámpora para poner la lupa en las PASO en algunos distritos clave.
Otro dato a tener en cuenta se registró el jueves pasado en Hurlingham. El jefe comunal Juan Zabaleta esperó más de una hora y media la llegada del candidato a presidente del Frente de Todos. Alberto F. había anunciado que llegaría a las 16.30, pero se demoró hasta después de las 18. Los anfitriones no previeron el pronóstico del tiempo y le armaron un acto al aire libre en un día de lluvia torrencial.
En Almirante Brown, Mariano Cascallares también recibió a Magario sin Kicillof. Lo mismo ocurrió en Esteban Echeverría, en Pilar con el candidato Federico Achaval y en el municipio massista de San Fernando. Sin línea directa con los intendentes a partir de su reciente desembarco en la provincia, el candidato a gobernador, tildado de “marxista” por Pichetto, enfoca su campaña en el interior bonaerense. Tampoco logra empatizar con Sergio Massa, a quien en el Instituto Patria le reclaman no haber aportado demasiado volumen electoral a la coalición peronista.
EL TEMOR DE LOS INTENDENTES 
Los alcaldes del conurbano se sienten más contenidos por el candidato presidencial que por el postulante a gobernador. Ven en el ex jefe de Gabinete un peronista más ortodoxo, abierto a la negociación política, a diferencia del temor que les infunde Kicillof como germen de una eventual “camporización” del conurbano con candidatos propios que los deje sin poder. No obstante, los especialistas sostienen que el fantasma del corte de boleta no es, sin embargo, tan sencillo de materializar. En Buenos Aires, los candidatos a presidente tendrán debajo la categoría de candidatos a diputados nacionales, seguida del tramo a gobernador/a y luego a intendentes. Es decir, para sacar de carrera a Kicillof, los intendentes deberían materializar  un corte tipo sandwich. 
Esa tarea será promovida sin embargo desde los cuarteles electorales de Juntos por Cambio. En 2015, el entonces candidato a gobernador Aníbal Fernández sufrió apenas dos puntos porcentuales de corte de boleta. Los otros 5 puntos de corte que permitieron el triunfo de Vidal vinieron de la boleta Massa Presidente-Felipe Solá Gobernador. En este elección, el jefe de gabinete bonaerense, Federico Salvai, deberá militar el corte a partir de las candidaturas de José Luis Espert, Roberto Lavagna y Juan José Gómez Centurión, todos con dificultades para fiscalizar las mesas. 
VENTANILLAS PARA POTENCIAR A VIDAL
A diferencia del comicio del 2015, cuando Massa monopolizaba la “tercera vía”, Juntos por el Cambio tendrá en este turno hiperpolarizado tres ventanillas para potenciar a Vidal con el corte de boleta.
La recuperación de Macri, y Vidal, en la intención de voto activó en el peronismo el olfato y la campaña de la transparencia electoral. Temen eventuales irregularidades en el nuevo sistema de transmisión de datos desde los centros de votación hacia el Correo Argentino.
En el peronismo hay mucho nervio porque la mayoría de las encuestas muestran un sostenido repunte oficialista en los últimos 15 días contra un estancamiento del kirchnerismo. Esto no significa una paridad, y mucho menos una ventaja para Macri, como sostuvo el solitario sondeo de Management & Fit. Sin embargo, la reversión de la tendencia negativa para el oficialismo da lugar a una evidencia: el clima de opinión cambió. De eso nadie tiene duda.  
La calma verde cambiaria le imprime carácter al humor social. Los primeros tramos de la campaña han reforzado esas impresiones. El equipo amarillo se caracteriza por el buen pulso en elecciones.   
Por el contrario, el tanque de guerra peronista aún no ha logrado salir a la ruta sin sobresaltos. Tiene un conductor que anda a los volantazos tratando de acomodar la contradictoria carga del pasado. El suyo suyo y el de sus aliados, sin poder evitar frecuentes idas a la banquina, por sus encontronazos con la prensa. Además, las
espasmódicas apariciones de Cristina, concentrada en sus shows de sinceramiento editorial frente a un público que la cubre de elogios y le da fortaleza, no ayudan a seducir votantes más allá de su frontera, imprescindible para expandirse por encima de su casi seguro 38%. 
UN ALBERTO ENOJADO LE SUMA AL MACRISMO
En la Casa Rosada no sólo niegan que el asesor en comunicación Jaime Durán Barba esté detrás de una campaña sucia contra el kirchenrismo, sino que además sostienen que no necesitan que "aparezca Cristina en escena porque ella siempre está" y que "con sólo difundir fragmentos de su libro se deja al descubierto que no cambió, que es la misma de siempre". Y agregan: "Con un Alberto enojado con periodistas, como pasó esta semana, alcanza para sumar votos". "Es un pésimo candidato", repiten en el oficialismo, en alusión al ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner.“Nos alcanza con un Alberto enojado con periodistas, como pasó la última semana”.
El kirchnerismo enfrenta un dilema que, necesariamente, deberá resolver Alberto Fernández. Tiene que ver con cuanto parecerse a sí mismo. En las últimas tres elecciones, CFK probó suerte con un candidato moderado en 2013 y perdió, con otro similar en 2015 y volvió a perder. En 2017 se radicalizó: rompió con el peronismo en casi todo el país y se postuló ella misma. Volvió a ser derrotada. Ahora intentó un mix: nominó a un moderado como cabeza de fórmula pero se ubicó ella en un segundo lugar y lo rodeó de gente propia. Esa fórmula, en principio, no parece estar dando los resultados esperados.
Faltan meses para la pelea final en octubre, en los que seguramente habrá estabilidad cambiaria, Ahora 12, aumento fuerte de la asignación por hijo, cientos de miles de microcréditos. También se realiza “populismo” y se compensará a los deudores de créditos hipotecarios en UVA que entre octubre 2018 y diciembre 2019 hayan tenido aumentos en sus cuotas por encima de un 10% de lo que hubiera resultado actualizarla por el índice de salarios (CVS) por el plazo de 15 meses. El presidente Mauricio Macri y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, además montaron una humareda política con el decreto que crea el servicio cívico voluntario. Casi todo viento a favor en plena campaña. 
LOS APOSTOLES DEL MIEDO
Lo que no se puede hacer desde la Casa Rosada, es anestesiar a una economía frágil con la intención de llegar a las urnas con oxígeno, porque tendrá un costo.Hasta ahora el Gobierno ha logrado tranquilizar el tipo de cambio a fuerza de una gigantesca tasa de interés real y créditos del FMI para calmar el mercado de cambios, la actividad económica parece estar tocando un piso y la inflación está con tendencia a la baja.
De todas maneras, Mauricio Macri fue electo presidente sin ser peronista, ni radical ni militar y terminará su mandato. Es un gran avance de madurez política. Y además, puede reelegir. Y eso también sería histórico. Ni la democracia ni las instituciones corren peligro. Hay consenso que el camino es con la democracia, votando y aceptando el resultado.
Pero no se puede ignorar que el estancamiento económico ya se tragó las tres décadas y media de restauración constitucional. Para graficar el fracaso económico, existe un dato escalofriante: más de la mitad de los menores de 14 años son niños y niñas viviendo en la pobreza.
No obstante, los sectores políticos, económicos y financieros afines al Gobierno salieron a agitar el fantasma de una hiperdevaluación y una economía fuera de control en caso de que Mauricio Macri pierda las presidenciales y se imponga la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández. “Va a haber una renegociación con el FMI aunque gane el oficialismo. Y de ganar la oposición, Dios sabe lo que puede pasar”, lanzó el economista Miguel Ángel Broda. Con horas de diferencia, Balanz Capital planteó que “si se mantiene Macri en la Casa Rosada, el tipo de cambió será de $46. Pero que en caso de que gane Alberto Fernández, se dispararía a $70. 
Con lo expuesto, queda en claro que los mercados y los economistas votan todos los días. Pero, con más empeño, cada cuatro años cuando ven el peligro que se escurran sus negocios.