martes, 28 de julio de 2015

La vuelta del PJ y Sciolismo puro en la nueva estrategia


Por Jorge Joury
Como hacía años no ocurría, fundamentalmente con Cristina como jefa de Estado, el Partido Justicialista recuperó el protagonismo en Parque Norte. Terminó siendo una expresión de peronismo explícito. Una escenificación rotunda de la transición que viene hacia el sciolismo. La piedra basal quedó patentizada con una frase del gobernador salteño Juan Manuel Urtubey que retumbó en todos los oídos: “Por ahora le estamos viendo cosas parecidas… pero cuando gane Scioli será la reencarnación de Perón”, disparó en medio de la euforia de los acordes de la marcha partidaria.
El acto, por sus matices, se convirtió en una fuerte muestra de unidad  en vísperas de las Paso. Sirvió para encolumnar a todo el ejército pejotista detrás de su candidato. La postal, no es un dato menor,  frente a una elección crucial como la que viene. El Partido Justicialista recuperó el protagonismo, pero hay que resaltar que no hubo ningún tipo de toma de distancia respecto del gobierno nacional ni de la figura de Cristina Fernández de Kirchner. Por el contrario, todos los oradores se encargaron de destacar su conducción. No obstante, resultó llamativa la ausencia de dirigentes de La Cámpora, aunque tanto los organizadores del encuentro como desde la agrupación conducida por Máximo Kirchner le restaron importancia al dato, que consideraron “circunstancial”.
Como sucede desde hace unas semanas, Scioli continuó con su estrategia de hablarle al votante independiente. Se refirió a lo que se hizo, pero sobre todo de lo que viene y cómo lo va a hacer.” Buscamos el voto independiente, de centro y clase media”, destacaron fuentes cercanas al gobernador. El mandatario bonaerense mandó sus señales utilizando palabras del Papa: “El futuro es una país desendeudado con crédito, con acueductos, con ferrocarriles, con puentes. Llevemos adelante este proyecto político, para que cada argentino tenga tierra, techo y trabajo”. Para ello el mandatario puso en su lista de prioridades si accede al sillón presidencial, la creación del  Ministerio de Economía social o Popular, como se elija definitivamente llamarlo.
Scioli en esta suerte de ráfaga entusiasta en el espacio, encontró la imagen que buscaba, un peronismo refortalecido para llevarlo hacia la victoria. Pero para lograr la diferencia que le falta y alejar el fantasma del balotaje, necesita colgar en su ganchera el voto de la clase media. El bonaerense ya tiene la gracia de los sectores populares que habitualmente acompañan al PJ. El objetivo ahora es estirar la diferencia contra su principal contrincante, Mauricio Macri, y esforzarse para ganar en primera vuelta.
Apuntará entonces al 40% de la población que todavía no se definió y recién en estos días es cuando comienza a prestar atención a los mensajes, según los cálculos que hacen en los equipos de campaña de los precandidatos. El gobernador bonaerense  decidió recorrer una nueva etapa discursiva en la que la arenga partidaria y política será dejada de lado para mostrar propuestas que seduzcan a una clase media que fue en crecimiento. Además, de esa manera se diferenciará de Macri, que aún shockeado por el golpe de Lousteau, no ha reaccionado en disparar medidas seductoras.
En su retórica en Parque Norte Scioli prometió instalar unidades hospitalarias en todos los distritos del país, una escuela de oficio en cada parque industrial y la ampliación del plan de viviendas. “Procrear no solamente se tiene que sostener en la banca pública, sino también en la banca privada para llegar a las 120 mil viviendas por año”, dijo. Por lo que se comenta en los pasillos de la gobernación, Scioli hablará a la brevedad de “reemplazar los planes sociales por empleo genuino” y la creación de las policías locales en todos los municipios. En el entorno del gobernador afirman que después del 9 de agosto, el candidato comenzará a exhibir sus cartas. Por ejemplo la decisión de manejar directamente en un futuro gobierno áreas sensibles como Economía y Relaciones Exteriores. En los pasillos de la residencia de la calle 6 se murmura que “Daniel va a armar un equipo amplio, con un sentido integrador. Y hay dos áreas que se va a reservar para manejarlas de manera personal y con máxima dedicación: Economía y Relaciones Exteriores”. No es un dato menor para leer lo que puede venir, ya que  esos ministerios llevan implìcita la decisión de echar mano a  temas vitales, como medidas económicas iniciales, manejo de la deuda y búsqueda de inversiones y financiamiento externo.
En la recta final de la campaña, Daniel Scioli hará lo que más sabe: sciolismo puro. En el búnker porteño del Bapro, donde se amasa el marketing electoral, pronostican un discurso naranja que mire al futuro, evitando la palabra “cambio” que tantos problemas le acarreó a su contrincante Mauricio Macri. Lo reemplazarán por “mejorar lo hecho”. La clave es mantener la coherencia, para cotinuar dejando en orsay al líder de PRO, pero con una agenda “más de centro”. Scioli va a retocar su oratoria pero lo más imperceptiblemente posible. Además, para no levantar olas en la caldeada interna del FpV bonaerense seguirá  en el equilibrio de fotografiarse con ambas fórmulas.
Los nuevos testimonios de los spots apuntan a otro público, con la gestión provincial como garantía de lo que piensa hacer después del 10 de diciembre. El menú será un empresario pyme que agradecerá los créditos del Bapro, un joven músico de clase media que sueña con la fama del concurso de bandas RockeaBA y una egresada contando qué son las Policías Locales, entre otros.
Con la elección de 2007 como machete, en la que Cristina Fernández de Kirchner resultó electa con el 43%, el sciolismo puso papel carbónico sobre el mapa electoral para diagramar sus últimas visitas . “Vamos a potenciar los lugares en los que somos fuertes, con foco en el conglomerado de grandes ciudades”, sostienen las primeras espadas naranja . El plan es que un huracán de votos compense la predecible baja perfomance en distritos más reacios al oficialismo.

Boletas por metro en un escrutinio bonaerense que vendrá demorado


Por Jorge Joury
Este año entrar al cuarto oscuro será una larga travesía. En la Provincia harán su irrupción boletas kilomètricas, de casi un metro de largo por las siete categorías que habrá que votar en las Paso del domingo 9 de agosto. Por esta razón, los sufragios bonarenses tardarán más en ser escrutados. Además, habrá que hacerse de paciencia y agudizar la vista ante semejante candidad de cargos, lo que provocará que los guarismos del territorio estarán entre los que más tarden en ser cargados esa noche. Frente a tan variada oferta de candidatos y para evitar confusiones, los caciques bonaerenses que son maestros en practicar esta gimnasia proselitista, jugarán en la previa a la boleta bajo puerta para simplificarle la tarea al elector y de paso remar todos los votos que se pueda para sus alforjas.
Por lo que pudo saberse, en el caso del Frente Para la victoria ya se mandó a imprimir tres padrones bonaerenses por cada candidato a gobernador. Es una forma de garantizarles a todos los postulantes a intendente que tendrán las papeletas antes de las elecciones. El “Operativo conurbano” donde se encuentra el tesoro más codiciado de los votos, costó más de 43 millones de pesos, que hubo que ponerlos contantes y sonantes, porque sino las rotativas de imprentas no arrancan.  No es para menos, se  trata de 72 millones de boletas kilométricas con un costo de 60 centavos cada una para repartir casa por casa. El padrón bonaerense es de casi 12 millones de votantes, es decir que se imprimirán 6 juegos por cada elector. El equipo de campaña de Daniel Scioli,  se ocupó de diseñar los modelos y enviarlos a imprimir. En una elección en la que predominará la cacería tenaz del voto, además de los pilones de boletas que garantizan desde el comando sciolista, los candidatos a intendentes también mandaron a hacer sus propias impresiones.
Los alcalde consideran que esta vez será fundamental la repartija domiciliaria, teniendo en cuenta que el electorado del conurbano no es proclive al corte de boleta.”Hay que simplificarle todo a la gente para no marearla con semejante oferta de candidatos, sobre todo en la interna bonaerense donde habrá dos fórmulas en disputa. Después en la general todo se simplifica”, aclaró un importante jefe territorial. “En la semana previa a la elección arranca la ansiedad por las boletas de parte de los candidatos y, cuando están listas, se agolpan en las imprentas para tenerlas”, agregó el vocero.
La experiencia marca que las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias suelen ser dificultosas por la gran cantidad de precandidatos y listas internas que suelen presentarse. Pero este año hay que sumarle una dificultad adicional. Tiene que ver con las dos categorías extra que deben votarse en todo el país para elegir los representantes nacionales y provinciales para el Parlasur.
La empresa que se hará cargo del escrutinio es la española Indra, quien deberá subir al sistema por orden de llegada, nada más ni nada menos que 94.979 telegramas con los resultados de cada distrito. El dato a tener en cuenta es que debido a la gran cantidad de categorías que existen en la provincia de Buenos Aires, es factible que las autoridades de mesa se demoren más en contar esos votos y, por lo tanto, en enviar la información.
Los sufragios de Buenos Aires, con boletas que presentan siete categorías y las de Catamarca que tienen diez, serán los que probablemente tarden más en ser cargados. De ser así, la tendencia definitiva de los resultados nacionales demorará en conocerse: aún cuando haya sido subido un porcentaje importante de votos, no serán representativos de todos los distritos. Sobre todo de la provincia de Buenos Aires, que concentra al 37,01% de las 32.037.323 personas habilitadas para sufragar.
Indra aclaró que la decisión de a qué hora se darán a conocer los primeros resultados no depende de ellos, sino de la Dirección Nacional Electoral a cargo del Poder Ejecutivo. En este sentido hay que señalar que por ley, los datos oficiales no pueden ser difundidos antes de las 21.
Para intentar minimizar los errores de en la carga de datos, la empresa española utilizará este año un sistema similar al implementado en 2013: los telegramas elaborados por las autoridades de mesa serán escaneados y enviados a una oficina, donde un primer grupo de operarios transcribirá los resultados a las computadoras. Luego, un segundo equipo volverá a ingresar los guarismos. Sólo en el caso de que los números ingresados por ambos grupos coincidan completamente el conteo será dado como valido y subido a la web. Si se encuentra alguna diferencia, un encargado revisará el telegrama y la carga de datos realizada para advertir dónde estuvo el error.
Ganadora de las licitaciones para organizar el recuento de los comicios argentinos desde 1997, Indra aseguró que desde ese año siempre tuvo una diferencia de menos del 1% con respecto al escrutinio definitivo que luego realiza la Justicia. El juego todavía está abierto y la cuenta regresiva ya marca la temperatura de lo que será una de las elecciones más reñidas de las últimas décadas, donde la cacería del voto en el conurbano profundo será crucial para los que sueñan con el premio mayor.

jueves, 23 de julio de 2015

Macri se disfraza con discurso K cercado por el voto sciolista


Por Jorge Joury
Después del balotaje del domingo, el escenario es casi apocalítico en el planeta amarillo. Mauricio Macri con su nuevo traje casi oficialista, ha desorientado tanto a sus seguidores, como al denominado círculo rojo, que ya no visualiza tanto cambio como el que se prometía ante su eventual gobierno. Es que el golpe que le propinó Martín Lousteau a Rodríguez Larreta, obliga al lider del PRO a barajar y dar de vuelta, tomando por el atajo del modelo K para tratar de enderezar el rumbo.
Sus asesores reconocieron que la  idea de construir de cero desde tierra arrasada ya está fuera de manual. Lo que se impone de aquí en más, es modelar desde las cenizas, construir algo nuevo y mejor a partir de lo existente. Ésta es la explicación formal que ensayaron las primeras espadas del PRO en el momento de justificar cierto giro discursivo de su jefe.
Macri teme que el resultado del balotaje se convierta en un calzado a la medida de Daniel Scioli, para que el electorado lo vea caminando seguro para ganar en primera vueta. Los temores son fundados. Scioli cuenta con un aparato nacional más poderoso y desarrollado que del PRO. También se beneficia de la estrategia del gobierno actual, que mantiene con esfuerzo las variables macroeconómicas en un estado de estabilidad para ganar el apoyo de los votantes.
El discurso que Macri se ve obligado a pronunciar luego del ajustado triunfo de su candidato, demostró los límites de una campaña que  se proponía el cambio como eslogan, aunque sin precisión acerca de cómo se haría en caso de llegar a la Casa Rosada. En definitiva los resultados marcan que la movida resultó ser una estrategia de corto aliento para sostener una larga campaña presidencial.
En los laboratorios del jefe de Gobierno porteño explican que el motivo hay que buscarlo en las encuestas y en el trabajo a través de focus groups. A partir de esos sondeos detectaron que todavía hay un alto porcentaje de electores que está indeciso respecto de las elecciones presidenciales y que son mayormente personas que no quieren un cambio drástico en las políticas oficiales, sino correcciones moderadas. Según el esquema del asesor Jaime Durán Barba, conquistar ese electorado significaría asegurarse pasar al ballottage contra Daniel Scioli y hacia allí se zambulló de cabeza el candidato del PRO.
Todavía no hay una única explicación que  pueda aliviar las heridas que dejó ECO en la piel macrista. Probablemnte nunca la haya, pero la conclusión a la que se arribó tras las sucesivas reuniones fue unánime: de aquí en más, aunque el amarrillo se torne naranja, el precandidato presidencial va a profundizar el modelo. Lo hará así tenga que desafíar del denominado “circulo rojo”, red integrada, según el jefe porteño, por encumbrados periodistas, analistas y empresarios. Ya lo hizo una vez, cuando alegando el “purismo” de sus dirigentes hace dos meses desechó una alianza con Sergio Massa, que le hubieran permitido ganar bastiones clave como Santa Fe.
Desde el sciolismo observan y se frotan las manos frente a los rostros compungidos del equipo amarillo, que no pueden disimular tanto desconcierto. Es que el resultado del viraje de Macri es tan incierto, como el futuro polìtico del PRO. Hay quienes comentan que  Rodríguez Larreta ya avisó que recién va a esperar hasta fin de año para terminar de diseñar su gabinete porteño, atado a la suerte del actual líder comunal. Lo peor que le podría pasar a esa altura al líder del PRO sería que el larretismo se imponga con mucho más énfasis que el macrismo, con lo cual hasta perdería su liderazgo.
Golpeadado por el huracán Lousteau, Macri logró entre otras cosas milagros impensados. Como que Cristina se parara para aplaudir en un acto oficial a Daniel Scioli cuando disparó la frase : “ni un paso atrás”..Y hasta el propio Ernesto Sanz recuperó la fe para ganarle en las PASO, además de envalentonar a Massa y De la Sota. El líder del PRO,  como un pájaron mojado en medio de la tormenta, ensaya ahora un arriesgado golpe de timón para enderezar sus alas. Apunta a captar al grueso electorado que todavía no se decidió por “continuidad” o “cambio”. O en todo caso, un mix de ambas cosas. Para ello, deberá ser muy explícito que el “cambio” que pregona no es el que ofrecen los arbolitos de la calle San Martín.
En el entorno macrista aseguran que en los pròximos días el candidato va a explotar su perfil más oficialista. Una sorprendente metamorfosis del discurso K, con profundización del modelo. Habrá propuestas más elaboradas, entre ellas una mejor administración de las principales conquistas de la década ganada, como Aerolineas Argentinas. ¿Qué dirán sus socios radicales frente a tanta copia oficialista ?. Ni que hablar de la explosiva Lilita Carrio. La alianza empezó a crujir, ahora habrá que esperar si provocan grietas.

Por tres puntos no naufragó el proyecto presidencial de Macri


Por Jorge Joury
De pronto el amarillo se puso al rojo vivo y lo dulce en el paladar, dejó un sabor amargo. Los globos se pincharon y  encendieron todas las alarmas de lo que hasta el momento había sido triunfalismo puro en el  rutilante escenario del PRO en Costa Salguero. La victoria agónica de Horacio Rodríguez Larreta, con menos del tres puntos de diferencia frente a Martín Lousteau en la elecciòn porteña, le impone a Mauricio Macri de aquí en más, poner imaginación frente a un camino a todas luces lleno de espinas. Le baja el exitismo y lo obliga a colocar los pies sobre la tierra. Ahora no puede polarizar como soñaba un voto antikirchnerista. Los números marcan una disminución de aproximadamente 230 mil votos con respecto al apoyo que había obtenido Macri en la elección del 2011 y compromete su futuro polìtico de cara a las elecciones presidenciales.
Quedó claro que el  PRO no pudo eludir el balotaje en ninguna de las elecciones a jefe de Gobierno porteño en las que participó desde sus inicios. Sin embargo, los números comparativos muestran que esta vez no solo no pudo evitarlo, sino que la diferencia con la cual lograba imponerse en años anteriores ya no es tal. Dejó en claro un desgaste evidente en la gestión. En síntesis, fue un domingo negro para el PRO. Fue la peor elecciòn de su historia, la cual dejó mucha tela para cortar. Si  hubiera ganado Martín Lousteau, se habría convertido en el nuevo jefe de Gobierno de la Ciudad, con lo cual habría puesto fin a la carrera del ex presidente de Boca  y le hubiera permitido a Daniel Scili empezar a dar la vuelta olímpica. Solamente tres puntos y básicamente el voto de Recoleta salvaron del naufragio al aspirante presidencial. En el plano polìtico hay que reconocer que el radical Ernesto Sanz y Eisa Carrió de la Coalición Cívica salieron bien parados de la experiencia de ECO, pero fabricaron un dilema:  dejaron debilitado a Macri para jugar fuerte en las Paso.
Está claro que El PRO no existe sin Mauricio Macri y Macri no existe sin el PRO. Si esos tres puntos inclinaban la balanza para el otro lado, el espacio se derrumbaba y bajo sus ruinas hubiera sido aplastada la apuesta presidencial orquestada por el gurú ecuatoriano Durán Barba y salvada casi milagrosamente por los votos de Recoleta.
Esos tres puntos tendrán un precio demasiado alto para Rodríguez Larreta que ganó por un pelo y deberá crecer para no ser devorado por la gestión en la ciudad. No podrá depender para siempre de los votos de Recoleta. Tendrá que generar su propia presencia. Los tres puntos además le pusieron un cepo a Macri. Cada comicio desde que empezó la agenda electoral nacional significó cargar más lastre para su campaña.
Los números son crueles y desnudan las realidades. En el 2007, la fórmula Macri-Michetti, la misma que este año se presenta para pelear por la presidencia, había obtenido 45,75% sin poder ganar en primera vuelta, por lo cual debió enfrentarse a la fórmula Filmus-Heller del Frente para la Victoria en un balotaje. En aquel entonces, la segunda vuelta vio ganadores a los candidatos del PRO con un contundente 57,2% por sobre el 36,7% obtenido por el FpV.
Tras cuatro años de gestión, en 2011 Macri buscó repetir la elección anterior para obtener nuevamente la jefatura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pero en este caso junto a María Eugenia Vidal. El porcentaje obtenido fue mayor para el macrismo en relación a 2007, logrando un 47,07% con respecto al 27,87% de la fórmula Filmus-Tomada, pero tampoco pudo evitar la segunda vuelta. Sin embargo, en el balotaje el PRO logró aumentar la preferencia de votantes con respecto al de cuatro años antes obteniendo el 60,87%, ampliamente superior al 33,83% del FpV.
El balotaje de este domingo demostró una caída sustancial con una disminución de casi 10 puntos porcentuales con respecto a la mejor elección del macrismo de 2011, habiendo perdido aproximadamente 230 mil votos. Si bien Horacio Rodríguez Larreta, la cara referencial del PRO, logró consagrarse como jefe de Gobierno porteño, lo hizo con un margen agónico ya que no supo sostener la diferencia lograda por Mauricio Macri tras ocho años de gobierno, concretando la peor elección del partido.
ECO ganó en nueve de las quince comunas de la ciudad de Buenos Aires, marcandole la cancha a la hegemonía del PRO,  que solo pudo conquistar seis. Macri  otra vez desnudó sus falencias, ya que su partido no supo hacer pie en Santa Fe, Córdoba y ahora en el balotaje porteño no supo mostrar la ventaja de otros tiempos. El ingeniero tenía pensado relanzar su campaña en el escenario de la mano de una victoria cotundente de Rodríguez Larreta, pero el agónico del triunfo  lo obligó a modificar el plan sobre la marcha. La noche de Costa Saguero tendrá que ser leída por Macri como un electrocardiograma. Obliga al lìder del PRO a relanzar su candidatura, afectada por la presunción de que el peronismo, con Daniel Scioli a la cabeza, tiene el trofeo casi asegurado. Tendrá que ajustar su relación con la UCR. El ballottage fue un episodio crucial en la historia de ese vínculo. Lousteau tuvo una performance sorprendente: superó por casi 13 puntos el 35,73% que obtuvo Daniel Filmus en 2011 y puso contra las cuerdas a un oficialismo poderoso y opulento como el de la ciudad de Buenos Aires. La UCR ahora saca pecho y buscará capitalizar ese resultado en su sociedad con el PRO. Seguramente Ernesto Sanz, endurecerá sus planteos. Si Macri aspira a contener detrás de sí a una mayoría no peronista, deberá dar una respuesta a la expectativa que los cómputos porteños crearon entre sus aliados radicales. Ellos aspiran  a que les reconozca mayor peso dentro del frente. El juego está abierto, pero cada vez queda menos tiempo frente a las PASO. Macri llega debilitado por haber alentado con su soberbia, “un purísmo” de dirigentes que el PRO no puede garantizarle como carta de victoria.

La desesperada guerra del voto frente al fantasma del balotaje


Por Jorge Joury

Daniel Scioli pisa los 40 puntos de intención de voto, con una distancia de casi 8 sobre Mauricio Macri, pero hay una preocupación que lo sobresalta : debería superar los 45 para evitar el balotaje. Las últimas encuestas encendieron las alarmas de la gobernación, ya que señalan que si el bonaerense no gana en primera vuelta, en el repechaje podría caer derrotado frente a Mauricio Macri, en el hipotético caso de que la oposición sume fuerzas para evitar la prolongación del kirchnerismo en el gobierno.
Aunque Scioli está encorcetado con el discurso K de la continuidad, en su album íntimo sabe que tiene que salir a captar el voto independiente. Para ello necesita trazar algunas coordenadas innovadoras, ya sea a través de lo que puedan decir sus economistas Miguel Bein o Mario Blejer para entusiasmar a futuro con un país más prospero. Además sacó de su última tanda de avisos publicitarios a Zannini. Y con desenfado disparó frases de agradecimiento a Menem en pleno acto kirchnerista. por haberlo convocado a participar en polìtica. A Scioli le viene bien su traje de moderado para tratar de cooptar a un sector de la población que está reclamando mayor diálogo, propuestas y consensos de parte de la dirigencia polìtica. También lo beneficia que Mauricio Macri, su principal rival, no se esfuerza demasiado en explicar lo que es “el cambio” y como lo hará.
Scioli necesita de todos para ganar. De los independientes, de sectores sindicales y de los gobernadores. Es el candidato que más ha recorrido el país. Pero tiene que abrevar en el territorio más rico, al que le dedicó dos gestiones, para buscar el voto de casi 12 millones de bonaerenses y hacer la diferencia, en una geografía politica que tiene sus particularidades. Aquí también se encuentra con la dificultad de que buena parte del electorado no se siente demasiado entusiasmado con las fórmulas en pugna en la interna provincial, ya sea de parte del oficialismo como de la oposición.
A un suspiro de las Paso, son 13 los candidatos que se encuentran en la grilla para dar la pelea por la gobernación de Buenos Aires. Representan a 10 frentes o partidos, donde sólo tres tienen internas y la pulseada es tan desigual, como el territorio por conquistar.
El escenario plantea algunos costados a tener en cuenta. Por ejemplo los analistas y los números coinciden en que los bonaerenses eligen en el cuarto oscuro mirando los extremos de la boleta: el candidato presidencial y el intendente. Y que es en el tramo municipal donde se produce el mayor corte de boleta. No así con el provincial, donde se registra uno de los cortes de boleta más bajos del país, es decir un 3%. Además, la suerte del candidato presidencial suele empujar al futuro gobernador bonaerense, ya que le tracciona muchos votos.
Este año se agrega otro factor que contribuirá a “invisibilizar” a los candidatos a gobernador: de los siete tramos que tendrá la boleta completa, que medirá 84 centímetros, recién el quinto corresponde al provincial. Antes vienen presidente, legisladores nacionales al Parlasur, diputados nacionales y el representante provincial para el Parlasur.
El combo tiene un extra: en la elección provincial no hay un ballottage que ponga la lupa sobre los competidores con chances. Para ganar alcanza con que ese candidato ubicado en el quinto tramo de la boleta supere a sus rivales por un voto.
Por esta razón se volvió tan picante la interna del Frente para la Victoria. No es para menos, con la candidatura presidencial de Daniel Scioli al frente de los sondeos, las duplas que conforman Aníbal Fernández y Martín Sabbatella, por un lado, y Julián Domínguez y Fernando Espinoza, por el otro, sienten que tienen todos los planetas alineados para llegar a La Plata y que sólo tienen que derrotar a su rival interno.
Por el lado de las encuestas, Aníbal Fernández se golpea el pecho asegurando que duplica a Domínguez, ya que su figura está más instalada. Desde el entorno del hombre de Chacabuco responden que la imágen negativa del jefe de Gabinete es altísima y que perjudica al propio Scioli. Por esta circunstacia y el rechazo que genera Martín Sabbatella en la mayoría de los intendentes, se sienten bendecidos por la escuadra naranja.
En la caliente interna hacia el sillón de Dardo Rocha, la única diferencia entre las dos boletas será su rostro y su nombre. No obstante, los candidatos adoptaron estrategias que ponen el acento fuera de la fórmula: lejos de discutir propuestas o ideas, se dedicaron a multiplicar las apariciones y carteles que los muestren junto a Scioli.
Domínguez-Espinoza llevan las de ganar en este rubro. No sólo por el respaldo que el intendente de La Matanza le dio a Scioli en tiempos peores, sino por el duro enfrentamiento que el titular de la Afsca planteó a Scioli durante casi una década, más visible que las críticas que también le dirigía el presidente de la Cámara de Diputados.
Fernández y Sabbatella buscaron en los últimos días dejar en claro que su fórmula refleja mejor la “genética” kirchnerista y, en particular, la de la fórmula presidencial: el peronista Fernández y el cristinista Sabbatella serían gemelos del peronista Scioli y su vice, el cristinista Carlos Zannini.
Por el lado de lo más fuerte de la oposición, pegarse al candidato presidencial es también la estrategia de los dos mejor posicionados: María Eugenia Vidal (Pro), que en este mes aumentará las presencias junto al jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri y Felipe Solá (UNA), que hará lo propio con Massa. Sus respectivas encuestas los ubican segundos, detrás de Aníbal Fernández, y ambos se ilusionan con ser el candidato individualmente más votado en las PASO.
La esperanza de Vidal es la polarización entre Scioli y Macri. Ha sumado un tiempo largo de campaña y una rutina de recorridas que la llevó a timbrear por cada pueblo de la provincia. Por el lado de Solá, busca hacer valer su gestión como gobernador (2002-2007) y compararla con la de Scioli, aunque no fue tan mediático ni constante como el ex motonauta, que resistió todo para coronar su sueño. Además a Solá le toco en su primera etapa, la más negra de las crisis en el 2002, las cuasimonedas, el trueque y la postal dramática de la pobreza con las ollas populares desparramadas por todo el conurbano. No obstante, también aprovechará el armado territorial de lo que le quedó a Massa y el de algunos peronistas dejados de lado por la Casa Rosada. Los cazadores ya están preparados y los tiempos urgen, mientras los votos deambulan por el bosque.

martes, 14 de julio de 2015

Scioli habla con fotos, en medio de una interna bonaerense en llamas


Por Jorge Joury
Primero Daniel Scioli debió hacer equilibrio para sostener su candidatura frente a los embates de sectores del kirchnerísmo que lo resistían. Y hoy le toca un escenario parecido en la interna caliente del FPV bonaerense, convertida a menos de un mes de las PASO, en una guerra sin cuartel y hasta con las llagas indisimulables que dejan las denuncias de campaña sucia.
Aníbal Fernández abrió los grifos de la polémica porque le pasararon el dato que cerca de 20 intendentes le podrían esconder sus boletas. El jefe de Gabinete mide bien en las encuestas, aunque es atacable. Desde el Frente Renovador lo tomaron como blanco en la campaña contra las drogas y no paran de pegarle. Domínguez, aunque con imagen aún en construcción, ya que no es tán mediático como Aníbal,  en cambio asegura corrección en las formas. Lo cierto es que a la manera de Montescos y Capuletos, fernandistas y dominguistas se muestran  los dientes, incomodando a los barones del conurbano, que soñaban con la candidatura única de Randazzo para asegurar la madre de las batallas y hoy no encuentran la manera de balancear el peso de las dos candidaturas.
Ambos jugadores están en las antípodas y las diferencias se ven a cielo abierto. Uno es conservador y el otro, claramente audaz. Uno se apega a la estructura del Partido Justicialista. El otro integra a sectores comprometidos con el frente electoral creado por Néstor y Cristina K y representa más al interior bonaerense.
Julián cuenta en su fórmula con el valor agregado de un peso pesado como Fernando Espinoza, lord mayor de La Matanza,  la capital del voto. Le garantiza una lluvia de sufragios en el territorio más próspero en materia electoral. Aníbal, en cambio, debe lidiar con el contrapeso de Martín Sabbatella, reprobado por la mayoría de los alcaldes por haberles dinamitado en su momento sus territorios con las denominadas colectoras.
Scioli vigila que la batalla no se desmadre. No obstante, habla con las fotos y algunos aseguran que ya tiene el foco puesto en lo que mejor le viene a su paladar. Si se contabiliza la cantidad de veces que el candidato presidencial se ha mostrado en público con las fórmulas, Domínguez-Espinoza, estos llevan las de ganar. La última fue este sábado durante una caravana en La Matanza. Aníbal, en cambio minimiza la apuesta y dispara que “se cuelan en los actos de Scioli para la foto”.
En la esgrima electoral, Espinoza es el que se encarga de torear a Fernández y lo obliga a sacar de su verborrágico album frases irónicas para redoblar la apuesta, como aconsejarle al alcalde que vaya al psicólogo por ningunear las encuestas que lo favorecen. Domínguez, en cambio, observa y se calza el traje de moderado. Es el ropaje que mejor le sienta, frente a una opinión pública que hoy demanda consensos, propuestas y mayor diàlogo.
Aunque Scioli no lo diga, los pergaminos de Domínguez y su relación con el Papa Francisco, son los que mejor le vienen para construír el triunfo bonaerense, donde aguardan 12 millones de votantes. Además el presidente de la Cámara de Diputados cuenta con el apoyo de más de 60 intendentes y poderosos gremios, como la CGT de Antonio Caló y la regional José Ignacio Rucci de La Plata, Berisso y Ensenada, que timonea Julo Castro, secretario general del SOSBA, hoy convertido en uno de sus importantes armadores territoriales.
Perón solía decir que “cuando los muchachos se pelean para adentro, es porque se están reproduciendo”. Es una vieja práctica del folcklore justicialista, pero el tono de los discursos han encendido las alarmas en lo más alto del poder. Hoy la paz kirchnerista alcanzada a nivel nacional con el “baño de humildad” de Florencio Randazzo, este escenario de fuego cruzado, está haciendo crujir los cimientos bonaerenses y podría causar daños a la hora de salir a la caza del voto independiente que necesita Scioli para ganar en primera vuelta. “Está claro que no suma, pero por ahora tampoco resta. Que compitan y el que salga elegido será el mejor”, dijo, pragmático, un colaborador cercano de Scioli.
El tema que preocupa en la residencia de la calles 6, es que, los cruces se  han intensificado  en los últimos días. El principal foco de conflicto es la presencia de Sabbatella en el binomio con Fernández. El líder de Nuevo Encuentro es rechazado por la mayoría de los jefes comunales peronistas de la Primera y la Tercera, que lo consideran como una maldición bíblica en el espectro partidario.
Por el lado del presidente de la Cámara de Diputados  se golpean el pecho señalando que “Domínguez no resta. En cambio, con Aníbal en la boleta Scioli pierde entre cuatro y seis puntos. La mayoría de los intendentes, el sindicalismo y los movimientos sociales nos acompañan”, aseveran.
Mientras intenta instalar su postulación, principal preocupación de su equipo de campaña, Domínguez  que estuvo este domingo en la mesa de Mirtha Legrand, cosechó la adhesión de un ex socio de Sabbatella: Carlos Heller, que se alejó del titular de la Afsca tras las primarias en la ciudad.
Desde Nuevo Encuentro minimizaron el cambio de Heller -“tiene una mirada gorila”, manifestaron y descartaron que Fernández intente invisibilizarlos para evitar mayores fugas de peronistas y aliados.
“La foto de Sabbatella no está en la boleta por decisión nuestra. Tenemos la tranquilidad que nos dan los números, que son excelentes. La única preocupación es que no haya trampas en las elecciones”, resumieron desde Nuevo Encuentro.
Algunos sostienen que Cristina le puso a Aníbal el peor compañero de fórmula posible para ir a una interna y lo tiró a los leones.
Todo había sido diferente al principio, porque cuando Aníbal anunció que se lanzaba a la Provincia una larga cola de intendentes lo recibió con brazos abiertos. No es para menos, maneja al dedillo el paño político y se pelea con el que haga falta. Y además tiene pasta de jefe y conoce las necesidades de los patrones municipales, ya que el mismo lo fue en Quilmes, aunque en una etapa de sobresaltos que prefiere olvidar. Para ello tiene como cancerbero al Barba Gutiérrez que hoy maneja esa porción del Sur y  que constantemente se lo recuerda.
Otro dato que preocupa a Aníbal Fernández es que algunas de las primera espadas de Scioli hicieron correr el rumor que como candidato a gobernador le puede causar al candidato presidencial un perjuicio directo en la Provincia, haciéndolo bajar de 4 a 6 puntos en intención de voto. Sería como echarle flit, porque Scioli puede quedar nocaut en la competencia con Mauricio Macri, que le ganaría en todos los demás grandes distritos: Capital, Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
De este rumor hecho circular por el sciolismo puede deducirse que el ex motonauta estaría más cómodo con Julián como gobernador. Las señales en esa dirección son cada vez un poco más fuertes, graduales como le gusta decir a Scioli.  Algunos hoy se preguntan si hay entonces una maniobra de pinzas para perjudicar a Aníbal, coordinada entre Cristina que le encaja a Sabbatella de vice y Scioli que le elogia al rival.
Es lícito especular con cualquier cosa, pero quienes conocen este juego aseguran que si hay un eje que actúa para estropearle la candidatura a Aníbal es el que se estableció entre el Vaticano y La Ñata. Son terminales de imposible equivalencia.
De Julián, se dice ya abiertamente, es el preferido por el Papa en esta pulseada bonaerense. Algo de este tenor se escuchó hace pocas semanas en una reunión privada entre sectores de poder, de boca de las más altas autoridades de la Iglesia en el país. Por como se muestra de picante por estas horas el escenario del peronismo bonaerense, se supo en las últimas horas que desde la Casa Rosada se pidió un alto el fuego, para  evitar que las cloacas del pasado y del presente sigan removiéndose y complicando el paisaje en las próximas semanas. Aníbal tiene como refugio su popularidad. “La gente común lo ve todos los días en la tele y para ellos es un personaje más que un político”, explica un candidato que lo llevó hace poco en su municipio. No obstante, el jefe de Gabinete habría admitido ante amigos que Julián ya le recortó la mitad de la notoria ventaja que él llevaba al comenzar la carrera. A menos de cuatro semanas para las PASO, Aníbal sabe que le van a tirar con todo. Por eso propuso que una de sus primeras medidas en caso de lograr la gobernación, será la creación de una agencia especializada en la lucha contra el narcotráfico. Para Domínguez la seguridad es una de sus prioridades y marca la diferencia con énfasis: “A los narcos a veces me dan ganas de matarlos”, opinó en las últimas horas. El tiempo de las PASO se achica y los candidatos saben que es hora de parar la mano con las ofensas y marcar la diferencia con propuestas.

La última brazada de Cristina para empujar el voto bolsillo


Por Jorge Joury
Superada la angustiosa noche polar de su anhelada candidatura y hoy seguro que es la única carta del cristinismo, Daniel Scioli ahora ruega que la primavera haga florecer en la economía la última ráfaga de consumo del ciclo K. Quiere llegar a las elecciones de octubre con la mayor cuota de viento a favor, frente a un escenario complicado donde asoma la posibilidad del balotaje en los suburbios de las encuestadoras. Aunque el hermetismo es total, se sabe que la Presidenta ha dado órdenes de cocinar una batería de medidas económicas para mejorar el humor del electorado.
La idea es provocar una nueva fiebre de demanda generalizada para llegar sin sobresaltos a la recta final de los comicios presidenciales. Como parte de la estrategia electoral de la última brazada de Cristina, en los próximos cinco meses se inyectarán al bolsillo de los consumidores casi $ 100.000 millones, si se suman los aumentos del sector público y el privado, según estimaciones de la consultora Finsoport.
La idea es un fin de ciclo generoso que despierte entusiasmo y de esta manera poder asegurarle a Scioli la continuidad de llegar a puerto seguro navegando por aguas tranquilas.
En los laboratorios K buscan reeditar la fórmula de la disputa presidencial del 2011, lo cual llevó a Cristina a alzarse con el 54% de los votos y a Scioli llegar al 56%. Todo pasa por mantener el atraso cambiario como se pueda y a costa de rematar divisas, provocar una fuerte mejora en el poder adquisitivo de los salarios que generen como aquella vez históricos picos de ventas.
Para las elecciones de medio término, en 2013, el oficialismo mantuvo la estrategia: los primeros congelamientos de precios y la fallida Supercard fueron las armas del por entonces todopoderoso secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, para intentar detener el ascenso de Sergio Massa.
En 2015, con un calendario poblado de vaivenes en escenarios electorales, se apunta al mismo menú. Los anticipos que anunció la Presidenta, van en ese camino:  el aumento de 30% en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y en las asignaciones por embarazo y familiares, los incrementos en las jubilaciones, los nuevos sueldos producto de las paritarias, las modificaciones en Ganancias, la paz cambiaria y los programas de compras en cuotas como Ahora 12 son algunos de los ingredientes para vigorizar el nivel de consumo.
Aunque Scioli sabe que las espaldas del Gobierno central no son hoy tan robustas, ya que el rojo fiscal de acuerdo a datos oficiales acumula $71 mil millones en los primeros cinco meses del año, su optimismo lo lleva a pensar en un  escenario próspero para este mes, que pueda repercutir en las PASO del 9 de agosto. Tiene que ver con que los anhelados sueldos acordados en paritarias se derramen en el consumo, junto con el cobro del aguinaldo y empiecen a impactar en la economía real.
Por lo pronto, en el primer trimestre se cumplió con el objetivo de desacelerar la inflación, aunque Argentina lamentablemente sigue cómoda en el  quinto lugar del top mundial. El objetivo ahora es evitar que los aumentos en los salarios sean trasladados a los precios, mediante seguimientos muy fuertes del Gobierno sobre todo para que no se disparen los alimentos que siempre sacuden a los sectores más vulnerables. En esa dirección, en el tercer trimestre del año serán 506 productos más de Precios Cuidados, de este acuerdo voluntario con las empresas.
Por otro lado, los angeles de Kicillof posarán sus ojos sobre el mercado cambiario, sobre todo el ilegal, donde la exacerbación de la demanda puede despertar la siempre peligrosa fiebre del dólar. Hay economistas que sostienen, como Jorge Todesca, que más dinero en el bolsillo se traduce en consumo o en ahorro. Y en la Argentina el ahorro significa atesoramiento a través del dólar. Para ello, el Gobierno ha encontrado momentáneamente el remedio de las altas tasas de interés que a largo plazo rinden más que el verde. Hoy la tasa mata al dólar, permitiendo acumular en los bancos una montaña de pesos. Para que se tenga una idea, los depósitos de los privados ya superan los $ 360.000 millones.
Otra de las esperanzas del oficialismo para recomponer el círculo virtuoso, apunta al mercado automotríz que fue la vedette del 2011 con el 54% de CFK. Hay signos alentadores que hacen presagiar que lo peor de la tormenta ya quedó atrás . Si bien  aún transita por una zona de ligeras turbulencias, logrará salir adelante y hasta podría  completar el año superando las 700 mil unidades comercializadas. En junio se patentaron 56.315 unidades, un 5,6% más que en el mismo mes de 2014, lo que implicó el primer progreso en un año y medio en ese rubro.
Mientras por estos días en la arena política se revelan las incógnitas electorales, en el escenario económico una pregunta aún resuena entre los funcionarios del Ministerio de Economía: ¿hasta qué punto se puede inflar el consumo?
“Todavía hay margen para estimular la demanda sin enfrentar cuellos de botella, sostienen algunas voces del Palacio de Hacienda. La utilización de la capacidad instalada está en el 70% y todavía hay sectores con necesidades”, se ilusiona otro de los mosqueteros K. También pone énfasis de cara a lo que viene: “Para el resto del año, se va a observar un rol más activo del Estado, esto tiene una lógica económica y también una política”. Por lo que se ve, el consumo aparece como el rayo láser para seducir al electorado, resucitando la vieja teoría que el bolsillo es el que decide a la hora de las urnas. Apelando a lo que marcan las estadísticas desde el advenimiento de la democracia en 1983 hasta ahora, un 58% de quienes tuvieron una percepción positiva del futuro apoyaron al partido de turno en el poder, en tanto que un 42% de los pesimistas votaron en contra. En esa dirección, los argentinos hemos sido más proclives a premiar a los gobernantes cuando su gestión mejoró nuestras condiciones de vida, que a castigarlos cuando empeoraron. De todas maneras, más allá de los números y las especulaciones, Scioli necesitará diferenciarse de alguna manera del cristinismo y abrir nuevas esperanzas en el electorado, para captar votos en nichos que hoy le son adversos.

martes, 7 de julio de 2015

La polarización se hace más fuerte y Buenos Aires se golpea el pecho


Por Jorge Joury
A Daniel Scioli no le nubló la sonrisa la victoria del PRO en la capital federal. “Yo gobierno un distrito mil quinientas veces más grande”, disparó el candidato presidencial en las últimas horas, como desafiando a ver quien pone más  fichas en el distrito más grande del país. En ese lote de provincias vírgenes de preguntas electorales en 2015, sobresale la provincia de Buenos Aires, que concentra el 37% de los votantes y dónde se dará la madre de las batallas. Allí, las encuestas indican que el candidato mejor posicionado es Scioli, sobre todo en el conurbano, donde el kirchnerismo tiene raíces muy profundas que le permitieron ganar elecciones durante buena parte de los doce años que lleva en el poder.
En Buenos Aires, y en las provincias del norte que también mostraron simpatías con el kirchnerismo en reiteradas ocasiones, está la apuesta mayor del gobernador y el lugar donde deberán mejorar su desempeño Macri y Sergio Massa para culminar con un ciclo político que ellos mismos dieron –verbalmente, al menos– varias veces por terminado. De lo ocurrido hasta ahora, queda como conclusión que la elección de octubre sigue abierta y la moneda está en el aire. El escenario de balotaje aparece como una realidad insoslayable, a la luz de las últimas encuestas que muestran a un Scioli arañando casi el 35%, seguido por Macri con el 26% y Massa con apenas un 13%, cerrando el lote.
Para ganar en primera vuelta Scioli debería sacar más de 40 puntos y 10 de distancia con el segundo, o superar el 45% aunque sea por un voto. Hoy pareciera que el mazo del ex motonauta está completo, ya que en la fórmula con Zannini llegó a los 35 puntos. Ahora tiene que salir a sumar por afuera, tratando de captar el voto independiente. Debe recetear su discurso de manera cuidadosa y aunque no pueda decir que hará cambios en la política económica para no herir las susceptibilidades K, tendrá que buscar mayor resonancia, llevando un mensaje tranquilizador a la clase media y convencerla de que es capaz de mejorar lo que se hizo. El discurso lo favorece, pero los indecisos esperan de él, un poco más de arrojo.
Mientras tanto, Macri por el momento no aparece como el fantasma de fin de ciclo. Quedó muy golpeado por la derrota en Santa Fé. Allí se quemó parte de su relato y de que se venía la ola amarilla. Además,  aún está pagando fallas tácticas de armado, que no le permiten despegar del segundo puesto. La decisión de excluír a Massa y jugarse a los “puros”, dejando a los radicales casi ninguneados en la estructura, lo colocan en una situación de riesgo. Más aùn en el conurbano, donde su guardia imperial con María Eugenia Vidal a la cabeza no puede poner un pie en tierra firme. Los temores más grandes apuntan a lograr un ejército de fiscales para controlar el más grande de los territorios, La Matanza, que aparece como una provincia dentro de otra, donde la oferta del PRO, aparece como indigesta para tanto ADN peronista.
Además el líder del PRO tendrá que asumir la sangría de las primarias en inferioridad, frente al kirchnerismo que unificó fórmula presidencial y es probable que sobre la hora haga lo propio en la Provincia. Al no contar con el radical Sanz para que lo acompañe como vice, ahora Macri deberá enfrentar el impacto mediático que le saca Scioli y los puntos que se le escurrirán frente a las candidaturas del presidente de la UCR y la propia Carrió. Es un hecho de que por lo menos perdió el título de los diarios del lunes. Ya no será el candidato más votado, lugar que seguramente ocupará Scioli. Esto le puede trasladar más caudal al hombre de La Ñata para las generales de octubre, sobre todo de parte del electorado indeciso que suele terminar  por el voto a ganador.
Tampoco hay que olvidar, que de las once elecciones provinciales que se concretaron en lo que va del año, en nueve triunfaron los oficialismos. Todo un mensaje que lleva a reflexionar sobre cuánto cambio realmente está queriendo el electorado, si bien estos resultados previos no son automáticamente trasladables a la elección presidencial.
En  lo que tiene que ver con el oficialismo, quedó claro que su principal fortaleza no está en los cuatro grandes distritos donde ya se votó, los cuales se han manifestado reacios al kirchnerismo. No obstante, lo que sucedió aún no es parámetro de clima de cambio. El triunfo del PRO en territorio porteño era totalmente esperable, pero Santa Fe y Córdoba donde soñaba plantar bandera, las apiraciones quedaron para el manual de las frustraciones. El que logró salir momentáneamente de terapia intensiva, aunque los númeos no lo habilitan a tirar manteca al techo, fue Sergio Massa. El líder del FR arañó de costado votos en Córdoba con su socio Oscar Aguad, en La Rioja con el candidato a vicegobernador y en Corrientes con el cabeza de lista legislativa provincial, pero no le alcanza. Está tercero, lejos. La polarización entre Scioli y Macri, por estas horas parece la postal definitiva, aunque a ninguno de los dos candidatos les sobra nada. Por el momento, la única que se golpea el pecho para volver a sacar chapa de ganadora, es la provincia de Buenos Aires. De lo que pase bajo su techo, depende la gran chance para los candidatos de hacer realidad el sueño presidencial.

El nuevo Scioli con música de Montaner y coplas riojanas


Por Jorge Joury
¿Quién iba a pensar que desde el oficialismo  terminaría partiendo una señal de cariño hacia Carlos Menem?. Parece una utopía, pero de a poco y con la paciencia que lo caracteriza, Daniel Scioli le va cambiando el cordón al corcet kirchnerista. Una prueba de ello es lo ocurrido en La Rioja, donde el candidato presidencial elogió en público al denostado Menem y le agradeció haberle dado la oportunidad de incursionar en polìtica. No es poco lo del gobernador, que también logró que el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, reconociera  su cariño por el riojano. No olvidemos que Néstor Kirchner cuando le tomó juramento como senador,  antes tocó madera como una manera de despejar la mufa que se dice irradia el ex mandatario.
Las de Scioli son fuertes señales de reconciliación, poniendo a todo el peronismo en la misma bolsa con el firme objetivo de triufar en las urnas.
El mismo día de su elogio a Menem,  que desató la iras de los intelectuales de Carta Abierta, Scioli también recuperó el color naranja con otra sorpresa. Eligió como intérprete  para su  “Himno para la Victoria”, al cantante Ricardo Montaner, un acérrimo enemigo del régimen chavista venezolano. Con estos gestos, algunos señalan que de a poco y para no levantar olas, Scioli va imponiendo su impronta personal para el futuro.
A Scioli le molesta el intento de algunos dirigentes de la oposición por instalar que Cristina Kirchner le podría armar un eventual gabinete. Cerca suyo sostienen que en caso de triunfar, sumará a muchos hombres de su equipo de colaboradores que le ayudaron a equiibrar las finanzas, entre ellos la ministra de Economía, Silvina Batakis.
En el plano económico y frente a las declaraciones del ministro  Axel Kiccilloff, que si gana Scioli será una continuidad del mismo modelo, muchos lo ponen en duda . Arguyen que si  el hombre de La Ñata llega al gobierno se verá obligado a hacer algunas correcciones. Cuando habla de “gradualismo”,  Scioli no está haciendo otra cosa que decir entre líneas que tiene un plan para concretar lo que falta por hacer. Pero siempre se mueve con el  firme objetivo de diferenciarse de los que proponen el ajuste con que sueña el denominado “círculo rojo”. Scioli quiere conservar la matríz kirchnerísta, pero sabe que hay que dar una vuelta de tuerca porque en economía nada es definitivo y son las etapas las que marcan las correcciones.
Las últimas mediciones muestran también que la polarización  con Macri se ha acentuado. Además se observa que buena parte de los votantes de Massa se han fugado hacia el FPV. Entre los consultores hay coincidencia en señalar que si Massa sigue cuesta abajo, hoy está entre un 9% medido por Rouvier y  un 15%  de Federico González,  un gran porcentaje de esos votantes van a Scioli y otros a Macri, lo que le permite al candidato del oficialismo acercarse al 45%.
No obstante, envalentonado por las mediciones y sabiendo que es la única carta ganadora con que cuenta el gobierno, el mandatario bonaerense hace la plancha por aguas mansas. Por un lado satisface con su arenga continuista al electorado ultra K,  para garantizar el piso de votos que vendrán del cristinismo. Y por otro, apunta hacia los independientes, usando un tono dialoguista y conciliador. Con singular astucia, su guardia pretoriana ya ha instalado la sensación de que Scioli ya ganó y la mayoría de las encuestas señalan que más del 50% votaría por él, sobre el temor instalado de que por la vereda macrista podría venir el ajuste tan temido.
A todo esto, en el mundo político, empresario y periodístico la pregunta que más resuena es si Scioli podrá tener autonomía frente al rol protagónico que aspira mantener CFK en el futuro. La designación de Carlos Zannini como vicepresidente y el copamiento del cristinismo de paladar negro en todas las listas de legisladores nacionales, Parlasur y provinciales del Frente para la Victoria, son una expresión incuestionable del blindaje presidencial. No obstante, en los pasillos de la gobernaciòn se escucha que “a Daniel no hay que subestimarlo. El mismo va a poner a sus ministos y a la luz de sus acciones, terminará construyendo poder”.
Scioli de aquí en más seguirá sobreactuando su fe oficialista para asegurarse la bendición de Cristina, que entre otras cosas le ha permitido estabilizar la economìa, para que el candidato llegue a octubre con viento a favor en los bolsillos de la gente.
En este tramo de la campaña y después de mostrarse con Máximo Kirchner en Río Gallegos, a lo que apuntan las espadas naranja es fidelizar el 100% de la base electoral K y sobre todo atraer a los que pensaban votar por Randazzo.
Desde el entorno sciolista comentan que se han archivado por ahora la mayoría de los papers que le han acercado los economistas Miguel Beín y Mario Blejer. El gobernador en materia económica ha decidido sólo consultar a su contador de confianza, Rafael Perelmiter.  Además, sigue activo el nexo con el ministro de Economía, Axel Kicillof, y con su archirrival Ricardo Etchegaray, quien ya fue confirmado al frente de la AFIP si el FPV gana los comicios.
Scioli también se ha recostado en los gobernadores peronistas, sobre todo en Juan Manuel Urtubey. Hay quienes sostienen que un eventual gobierno del bonaerense tendrá como coraza una liga de mandatarios y la dirigencia sindical de mayor peso.Sería una manera de balancear el poder de fuego ultra K. Por el momento, los escenarios son hipotéticos y primero Scioli tendrá que ganar, para luego con el bastón en mano, demostrar que no es el chirolita de nadie. Algunos pasos ya está dando.

Guerra de fotos, Tinelli en la mira y Ley del Talión para Sabbatella


Por Jorge Joury

Las fotos siempre hablan por sí mismas y no necesitan epígrafe en la mayoría de los casos. Será por ello que gran parte de los intendentes bonaerenses han tomado la suya con el tándem Dominguez-Espinoza. Son tiros por elevación para Aníbal Fernández. Por lo que se observa, se ha formado una suerte de equipo ante la presencia imperturbable de Martín Sabatella en la fórmula, a quien los alcaldes le reservan como correctivo, todo el peso de la Ley del Talión, más conocida por : “ojo por ojo, diente por diente”. La interna bonaerense del FPV se ha convertido en menos de dos semanas, en una ensalada de tensión política con ingredientes extremadamente picantes. Es una realidad que Julián Domínguez, lleva ventajas en adhesiones. Además de tener su fortaleza en el interior de la provincia, ha sumado a la mayoría de los denominados barones del Conurbano, tabicándole gran parte del territorio al mediático jefe de Gabinete. La presencia de Sabbatella, le viene como anillo al dedo, ya que los jefes comunales hacen cola para cobrarle viejas facturas por ventanilla.
El dato polìtico de las últimas horas fue la foto de Martín Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora y su par de Ezeiza, en uso de licencia, el ministro de Seguridad Alejandro Granados, sellando el apoyo a Domínguez-Espinoza . Otra señal clara de alineamiento contundente, ya que Granados es la mano derecha de Daniel Scioli, además de su gran armador en el Conurbano. Los ideólogos de campaña de Domínguez recibieron la postal con algarabía: “Si tenemos La Matanza y Lomas, no hay nada más que discutir”. No es para menos, entre ambos distritos suman algo más de un millón y medio de electores.
Luego del desayuno en La Matanza, Insaurralde y Granados se dirigieron a San Martín, a participar de un acto junto a Daniel Scioli y el intendente Gabriel Katopodis. Alli se acomplaron también para la instantánea Julián Dominguez y Fernando Espinoza. En ese territorio también Katopodis sumó su respaldo al dominguismo . Otro que está en la ganchera es el recientemente llegado al FPV, el diputado Darío Giustozzi, de Almirante Brown. Hoy la guardia pretoriana del presidente de la Cámara de Diputados tiene casi 50 jefes territoriales, legisladores y sindicalistas de peso.
Aníbal Fernández ya percibió el operativo cerrojo y casi en espejo replicó en las últimas horas con una foto con el intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez y el candidato a sucederlo, el subsecretario de Justicia de la Nación, Julián Alvarez. Fernández trata de dinamitar como puede, el acuerdo de sus competidores con los intendentes. Para ello denunció que Domínguez y Espinoza presionan a los jefes comunales para que “escondan” su boleta. Y sugirió que sus rivales tejen esa maniobra porque están abajo en los sondeos, señalando que la ventaja que les lleva es de 20 a 4 en números. Con ello logró la prescindencia del intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi. En el entorno de Sabbatella, por su parte, si bien admiten diferencias con algunos intendentes, relativizan esta supuesta parcialidad, y analizan que todos terminarán siendo ecuánimes, por órdenes de Cristina.
Si bien es cierto que la mayoría de los intendentes le reconocen a Fernández su astucia polìtica para dirimir duelos urticantes, otros como Francisco Barba Gutiérrez, alcalde de Quilmes le recuerda desafiante que para ser gobernador, “Aníbal primero tendrá que ganar aquí”. Es que el jefe de Gabinete terminó a los tumbos, cuando le tocó gestionar en su propia tierra.
Mientras tanto, Domínguez aprovecha y despacha más telegramas. El fue intendente en Chacabuco y conoce el ADN de los jefes territoriales. “El intendente está cerca de la gente, conoce más que nadie lo que pasa en su pueblo y tiene que rendir cuentas cuando le van a tocar timbre. Por lo tanto, el trabajo es permanente. Con Fernando soñamos un gobierno integrado y conducido por intendentes que conozcan la realidad de sus pares. El desafío con Espinoza es que las diferentes regiones de nuestra provincia sean parte de la conducción de nuestro gobierno, si Dios y el pueblo nos dá la posibilidad de conducir Buenos Aires”, señala en cada entrevista, para que su mensaje tenga el firme destino de penetrar por las ventanas de las comunas.
Mientras tanto el intendente de La Matanza, que es vicepresidente del fútbol juvenil de San Lorenzo y que tiene buena llegada a Marcelo Tinelli estaría haciendo gestiones para llevar a Domínguez a Showmatch, el planeta fama de la televisión argentina. Con el firme objetivo determinar de posicionarlo ante la opinión pública, Domínguez ocuparía así el vacío dejado por Martín Insaurralde, quien tenía exposición mediática en el estudio de Ideas del Sur cada vez que bailaba su esposa, Jésica Cirio. El plan es que Domínguez aparezca esporádicamente junto a Tinelli, para crecer en las encuestas, previo aval de la Casa Rosada y de Scioli, que habría dado el visto bueno a la movida, según admitieron sus voceros.
No obstante, la pulseada entre Domínguez y Fernández, ya empezó a ser observada de reojo desde la Casa Rosada. Temen que la situación se desmadre. El útimo fin de semana los observadores polìticos percibieron algunos movimientos que podrían terminar modificando el escenario de la interna. La negativa de Randazzo a competir por la gobernación puso a Cristina frente a un dilema, ya que terminan siendo dos las fórmulas que tiene para dar la madre de las batallas. Hoy ambos ejércitos están lejos de asegurarle la victoria, más aún en medio de esta tempestad. Hay quienes sostienen que en riesgo de ir a las Paso con dos candidatos que miden poco y que podrían mejorar las chances de la macrista María Eugenia Vidal y el massista Felipe Solá, ya habría presiones intestinas para que Aníbal Fernández renuncie a su candidatura y sume sus votos a los de Domínguez. Por estas horas la manera de dirimir la pulseada, es lo que más desvela a Cristina. No quiere una rebelión de intendentes contra Sabbatella, ya que Buenos Aires es crucial para obtener un triunfo en primera vuelta y no poner en riesgo la continuidad del modelo. La Provincia espera más de once millones de votantes y es el distrito con mayor cantidad de electores, al reunir casi el 40% del padròn nacional. Todo un número, que a la luz de las encuestas que favorecen al oficialismo, Cristina quiere honrar, sin hacer olas en la comarca que históricamente ha reportado favorablemente al peronismo.