jueves, 23 de julio de 2015

Macri se disfraza con discurso K cercado por el voto sciolista


Por Jorge Joury
Después del balotaje del domingo, el escenario es casi apocalítico en el planeta amarillo. Mauricio Macri con su nuevo traje casi oficialista, ha desorientado tanto a sus seguidores, como al denominado círculo rojo, que ya no visualiza tanto cambio como el que se prometía ante su eventual gobierno. Es que el golpe que le propinó Martín Lousteau a Rodríguez Larreta, obliga al lider del PRO a barajar y dar de vuelta, tomando por el atajo del modelo K para tratar de enderezar el rumbo.
Sus asesores reconocieron que la  idea de construir de cero desde tierra arrasada ya está fuera de manual. Lo que se impone de aquí en más, es modelar desde las cenizas, construir algo nuevo y mejor a partir de lo existente. Ésta es la explicación formal que ensayaron las primeras espadas del PRO en el momento de justificar cierto giro discursivo de su jefe.
Macri teme que el resultado del balotaje se convierta en un calzado a la medida de Daniel Scioli, para que el electorado lo vea caminando seguro para ganar en primera vueta. Los temores son fundados. Scioli cuenta con un aparato nacional más poderoso y desarrollado que del PRO. También se beneficia de la estrategia del gobierno actual, que mantiene con esfuerzo las variables macroeconómicas en un estado de estabilidad para ganar el apoyo de los votantes.
El discurso que Macri se ve obligado a pronunciar luego del ajustado triunfo de su candidato, demostró los límites de una campaña que  se proponía el cambio como eslogan, aunque sin precisión acerca de cómo se haría en caso de llegar a la Casa Rosada. En definitiva los resultados marcan que la movida resultó ser una estrategia de corto aliento para sostener una larga campaña presidencial.
En los laboratorios del jefe de Gobierno porteño explican que el motivo hay que buscarlo en las encuestas y en el trabajo a través de focus groups. A partir de esos sondeos detectaron que todavía hay un alto porcentaje de electores que está indeciso respecto de las elecciones presidenciales y que son mayormente personas que no quieren un cambio drástico en las políticas oficiales, sino correcciones moderadas. Según el esquema del asesor Jaime Durán Barba, conquistar ese electorado significaría asegurarse pasar al ballottage contra Daniel Scioli y hacia allí se zambulló de cabeza el candidato del PRO.
Todavía no hay una única explicación que  pueda aliviar las heridas que dejó ECO en la piel macrista. Probablemnte nunca la haya, pero la conclusión a la que se arribó tras las sucesivas reuniones fue unánime: de aquí en más, aunque el amarrillo se torne naranja, el precandidato presidencial va a profundizar el modelo. Lo hará así tenga que desafíar del denominado “circulo rojo”, red integrada, según el jefe porteño, por encumbrados periodistas, analistas y empresarios. Ya lo hizo una vez, cuando alegando el “purismo” de sus dirigentes hace dos meses desechó una alianza con Sergio Massa, que le hubieran permitido ganar bastiones clave como Santa Fe.
Desde el sciolismo observan y se frotan las manos frente a los rostros compungidos del equipo amarillo, que no pueden disimular tanto desconcierto. Es que el resultado del viraje de Macri es tan incierto, como el futuro polìtico del PRO. Hay quienes comentan que  Rodríguez Larreta ya avisó que recién va a esperar hasta fin de año para terminar de diseñar su gabinete porteño, atado a la suerte del actual líder comunal. Lo peor que le podría pasar a esa altura al líder del PRO sería que el larretismo se imponga con mucho más énfasis que el macrismo, con lo cual hasta perdería su liderazgo.
Golpeadado por el huracán Lousteau, Macri logró entre otras cosas milagros impensados. Como que Cristina se parara para aplaudir en un acto oficial a Daniel Scioli cuando disparó la frase : “ni un paso atrás”..Y hasta el propio Ernesto Sanz recuperó la fe para ganarle en las PASO, además de envalentonar a Massa y De la Sota. El líder del PRO,  como un pájaron mojado en medio de la tormenta, ensaya ahora un arriesgado golpe de timón para enderezar sus alas. Apunta a captar al grueso electorado que todavía no se decidió por “continuidad” o “cambio”. O en todo caso, un mix de ambas cosas. Para ello, deberá ser muy explícito que el “cambio” que pregona no es el que ofrecen los arbolitos de la calle San Martín.
En el entorno macrista aseguran que en los pròximos días el candidato va a explotar su perfil más oficialista. Una sorprendente metamorfosis del discurso K, con profundización del modelo. Habrá propuestas más elaboradas, entre ellas una mejor administración de las principales conquistas de la década ganada, como Aerolineas Argentinas. ¿Qué dirán sus socios radicales frente a tanta copia oficialista ?. Ni que hablar de la explosiva Lilita Carrio. La alianza empezó a crujir, ahora habrá que esperar si provocan grietas.

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