martes, 14 de julio de 2015

La última brazada de Cristina para empujar el voto bolsillo


Por Jorge Joury
Superada la angustiosa noche polar de su anhelada candidatura y hoy seguro que es la única carta del cristinismo, Daniel Scioli ahora ruega que la primavera haga florecer en la economía la última ráfaga de consumo del ciclo K. Quiere llegar a las elecciones de octubre con la mayor cuota de viento a favor, frente a un escenario complicado donde asoma la posibilidad del balotaje en los suburbios de las encuestadoras. Aunque el hermetismo es total, se sabe que la Presidenta ha dado órdenes de cocinar una batería de medidas económicas para mejorar el humor del electorado.
La idea es provocar una nueva fiebre de demanda generalizada para llegar sin sobresaltos a la recta final de los comicios presidenciales. Como parte de la estrategia electoral de la última brazada de Cristina, en los próximos cinco meses se inyectarán al bolsillo de los consumidores casi $ 100.000 millones, si se suman los aumentos del sector público y el privado, según estimaciones de la consultora Finsoport.
La idea es un fin de ciclo generoso que despierte entusiasmo y de esta manera poder asegurarle a Scioli la continuidad de llegar a puerto seguro navegando por aguas tranquilas.
En los laboratorios K buscan reeditar la fórmula de la disputa presidencial del 2011, lo cual llevó a Cristina a alzarse con el 54% de los votos y a Scioli llegar al 56%. Todo pasa por mantener el atraso cambiario como se pueda y a costa de rematar divisas, provocar una fuerte mejora en el poder adquisitivo de los salarios que generen como aquella vez históricos picos de ventas.
Para las elecciones de medio término, en 2013, el oficialismo mantuvo la estrategia: los primeros congelamientos de precios y la fallida Supercard fueron las armas del por entonces todopoderoso secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, para intentar detener el ascenso de Sergio Massa.
En 2015, con un calendario poblado de vaivenes en escenarios electorales, se apunta al mismo menú. Los anticipos que anunció la Presidenta, van en ese camino:  el aumento de 30% en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y en las asignaciones por embarazo y familiares, los incrementos en las jubilaciones, los nuevos sueldos producto de las paritarias, las modificaciones en Ganancias, la paz cambiaria y los programas de compras en cuotas como Ahora 12 son algunos de los ingredientes para vigorizar el nivel de consumo.
Aunque Scioli sabe que las espaldas del Gobierno central no son hoy tan robustas, ya que el rojo fiscal de acuerdo a datos oficiales acumula $71 mil millones en los primeros cinco meses del año, su optimismo lo lleva a pensar en un  escenario próspero para este mes, que pueda repercutir en las PASO del 9 de agosto. Tiene que ver con que los anhelados sueldos acordados en paritarias se derramen en el consumo, junto con el cobro del aguinaldo y empiecen a impactar en la economía real.
Por lo pronto, en el primer trimestre se cumplió con el objetivo de desacelerar la inflación, aunque Argentina lamentablemente sigue cómoda en el  quinto lugar del top mundial. El objetivo ahora es evitar que los aumentos en los salarios sean trasladados a los precios, mediante seguimientos muy fuertes del Gobierno sobre todo para que no se disparen los alimentos que siempre sacuden a los sectores más vulnerables. En esa dirección, en el tercer trimestre del año serán 506 productos más de Precios Cuidados, de este acuerdo voluntario con las empresas.
Por otro lado, los angeles de Kicillof posarán sus ojos sobre el mercado cambiario, sobre todo el ilegal, donde la exacerbación de la demanda puede despertar la siempre peligrosa fiebre del dólar. Hay economistas que sostienen, como Jorge Todesca, que más dinero en el bolsillo se traduce en consumo o en ahorro. Y en la Argentina el ahorro significa atesoramiento a través del dólar. Para ello, el Gobierno ha encontrado momentáneamente el remedio de las altas tasas de interés que a largo plazo rinden más que el verde. Hoy la tasa mata al dólar, permitiendo acumular en los bancos una montaña de pesos. Para que se tenga una idea, los depósitos de los privados ya superan los $ 360.000 millones.
Otra de las esperanzas del oficialismo para recomponer el círculo virtuoso, apunta al mercado automotríz que fue la vedette del 2011 con el 54% de CFK. Hay signos alentadores que hacen presagiar que lo peor de la tormenta ya quedó atrás . Si bien  aún transita por una zona de ligeras turbulencias, logrará salir adelante y hasta podría  completar el año superando las 700 mil unidades comercializadas. En junio se patentaron 56.315 unidades, un 5,6% más que en el mismo mes de 2014, lo que implicó el primer progreso en un año y medio en ese rubro.
Mientras por estos días en la arena política se revelan las incógnitas electorales, en el escenario económico una pregunta aún resuena entre los funcionarios del Ministerio de Economía: ¿hasta qué punto se puede inflar el consumo?
“Todavía hay margen para estimular la demanda sin enfrentar cuellos de botella, sostienen algunas voces del Palacio de Hacienda. La utilización de la capacidad instalada está en el 70% y todavía hay sectores con necesidades”, se ilusiona otro de los mosqueteros K. También pone énfasis de cara a lo que viene: “Para el resto del año, se va a observar un rol más activo del Estado, esto tiene una lógica económica y también una política”. Por lo que se ve, el consumo aparece como el rayo láser para seducir al electorado, resucitando la vieja teoría que el bolsillo es el que decide a la hora de las urnas. Apelando a lo que marcan las estadísticas desde el advenimiento de la democracia en 1983 hasta ahora, un 58% de quienes tuvieron una percepción positiva del futuro apoyaron al partido de turno en el poder, en tanto que un 42% de los pesimistas votaron en contra. En esa dirección, los argentinos hemos sido más proclives a premiar a los gobernantes cuando su gestión mejoró nuestras condiciones de vida, que a castigarlos cuando empeoraron. De todas maneras, más allá de los números y las especulaciones, Scioli necesitará diferenciarse de alguna manera del cristinismo y abrir nuevas esperanzas en el electorado, para captar votos en nichos que hoy le son adversos.

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