lunes, 9 de julio de 2012

DESDE LA CUBIERTA DEL TITANIC, SCIOLI ANUNCIÓ QUE NO SE RINDE (Un análisis de Jorge Joury)


POR JORGE JOURY
Con el vértigo de los acontecimientos políticos, hoy la información se desvanece en un suspiro. Todo parece viejo con el correr de las horas. Pero a veces lo pasado, ayuda a poder interpretar al presente. Daniel Scioli, volvió a sobrevivir. Para los que lo creían muerto, todavía tiene cuerda y respira. Volvió a salir del fondo del río, como aquel 3 de diciembre de 1989, cuando disputaba los mil kilómetros del Delta del Paraná y se le dio vuelta la lancha. En aquella oportunidad, cuando se desangraba en medio de las aguas color león, apareció su ángel de la guarda que lo salvó. Lo rescató el vicecomodoro Jorge Barbero, un aviador que cayó del cielo, quien le hizo un torniquete y le permitió seguir por la vida con su espíritu positivo. Hoy se podría decir, salvando las distancias, que el gobernador de Buenos Aires tiene otra chance, gracias a su constancia. Pero esto no es casualidad en la política. Primero lo olfateó Menem, para candidato. Luego fue Duhalde y después Kirchner. Los tres tuvieron la misma presunción: Scioli fue un ídolo golpeado por la adversidad y eso le da una chapa ganadora ante la opinión pública. No confronta, aún cuando le patean la puerta de la casa. Su docilidad le sigue rindiendo y más allá de ser "un híbrido", para el bocón Díaz Pérez, su victimización lo hace ser querible para la clase media, que lo reconoce como un hombre de consensos. Así lo posicionan hoy los encuestadores. Sin embargo, sabe pararse en el escenario y decir que no, a su manera. Y así lo hizo durante la conferencia de prensa, cuando incurrió en "pecado mortal", ante lo máximo del poder. Primero, marcó la cancha, al convocar a toda la prensa y prestarse a responder, aún sabiendo que los cuchillos filosos podrían herirlo por todos los costados. Scioli encontró la manera de oponerse, sin ser terminante, ni molesto a los oídos. Y lo que parece tibieza y obediencia, termina siendo una estrategia de acumulación de imagen, que cae bien en tiempos de verborragia y crispaciones. Quienes estamos acostumbrados a leer el trazo fino de la política, entendimos que el gobernador de Buenos Aires, a su manera, dio otro "no" al gobierno nacional. Y a pesar de que no lo dijo de manera terminante, dejó en claro que no está dispuesto a dar un paso al costado. Fue gentil con los hombres de prensa y dejó implícito que su batalla no es con los grandes monopolios mediáticos, sino en la lucha contra la exclusión y la defensa del trabajo de los argentinos. Alguna vez comparé a Scioli, con Nicolino Locche, aquel astuto campeón del mundo del boxeo, que dejaba que el rival gastara todas sus energías arrojando golpes al aire y él los esquivaba. El ex motonauta apuesta al contraataque. Y espera el momento oportuno del rival. Cuando cree que gastó todas sus balas y su energía, allí aparece con su formato de liderazgo, apostando al diálogo y la conciliación. Ni siquiera la frase de "mal administrador", lo descoloca. Tampoco le incomodan los calificativos de "vegetal e híbrido", los toma como de quien vienen.

NO MUESTRA DOLOR Y CONTRAATACA
Recibe virulencia y aún cuando lo muerden, no muestra dolor. Es difícil entrar en el torrente sanguíneo de Scioli. Su metodología se parece a la de aquella serpiente que vive en el fondo del mar y a la que todos lo atacan, pero no se mueve. Espera el momento justo y cuando sus agresores se cansan, elabora una contraofensiva letal. Tiene auto control absoluto. A tal extremo, que en la conferencia de prensa, con astucia puso la pelota en el campo rival. Y lo hizo con sus armas más contundentes: el positivismo y la no confrontación. Aceptó las preguntas de la prensa, pero siempre manejando la escena desde estas vertientes. Hablando siempre desde lo que él cree que hay que apuntar, dejando que lo interroguen, pero sin permitir que le saquen un título hiriente. Hay que reconocer que para los periodistas, Scioli es un hombre inexpugnable. El acepta que lo lleven por todos los caminos, pero nunca se va a colocar al borde del abismo. Scioli entiende que hoy la sociedad está esperando un discurso reconciliador. Y por ese sendero va, para calmar los ánimos y ponerse en las antípodas de la disgregación. El gobernador de Buenos Aires, se ha convertido en un atacado que reacciona con serenidad. Sus caballitos de batalla, siempre lo acompañan en la misma dirección y en esto, es coherente. Apuesta al esfuerzo del trabajo, aunque los números no le den, pero da la sensación de que podrá. La lucha contra el narcotráfico y la delincuencia, son sus banderas, sobre todo frente a una sociedad afiebrada por estas cuestiones. Para él no existe Clarín, ni Magnetto, como tampoco los medios opositores, como toda forma de lucha. Para Scioli, los problemas están en otro lugar y hasta cuando habló de sus enemigos, dijo que "la presidenta los tiene junados a todos".


BLINDO SU RELACION CON CRISTINA
A tal punto este hombre encuentra los equilibrios, que cuando le preguntaron sobre los dichos del intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, esquivó el golpe, con una cintura memorable. Expresó que la Presidenta "jamás pudo haber planteado mi destitución" y tras cartón, aclaró que había tenido una conversación telefónica con ella, donde le transmitió su predisposición para seguir trabajando juntos. El gobernador lo que hizo fue blindar su buena comunicación con Cristina y de paso devaluar a todas las voces altisonantes que le jugaron en contra en los últimos días. "Daniel es tan buen jugador", comentaba uno de sus espadachines, que mandó al senador Jorge Goicoechea a decir en uno de los programas de televisión, que "seguramente Díaz Pérez acomodó ese supuesto discurso de Cristina, al marco de una interna partidaria que tiene en Lanús, para sacar chapa de que está cerca de ella". Para el informante, "Daniel salvó la investidura de la Presidenta, e hizo quedar como un cachivache al jefe comunal". Cuando todos esperaban que el gobernador blanqueara ya sus intenciones de cortarse solo con miras al 2015, hizo todo lo contrario. Necesita ganar tiempo y recuperarse de la pesadilla de su presupuesto. Pero necesita ayuda. Tiene en claro que se le viene un "octubre rojo", cuando comiencen a vencer los certificados de obras públicas, ejecutados a lo largo del año. Luego en diciembre requiere de dos mil trescientos millones de pesos para cumplir con los sueldos y el medio aguinaldo. En ambos frentes, estamos hablando de unos cinco mil quinientos millones más. También entre este mes y diciembre, debe hacer frente a los vencimientos de deuda en el exterior por tres mil trescientos cincuenta millones. Mucha plata, para una provincia lejos de obtener la coparticipación que le corresponde. En "La Ñata", la casa de descanso en el Tigre, admiten que al gobernador le ha cambiado el ánimo, frente a la andana de problemas. A tal punto que su mujer, Karina Rabollini, le ha pedido a todos los hermanos y hasta a su hija, que "estén cerca de Daniel, porque los necesita más que nunca".Todos dieron presentismo en la conferencia de prensa, al igual que sus ministros, menos el vice Mariotto, al que Scioli también resguardó, señalando que "ayer estuvo trabajando con nosotros". La realidad es otra. Mariotto es para Scioli, una piedra en el zapato, pero lo necesita para que se apruebe la Ley de Emergencia Económica en la Legislatura. Esta es la llave maestra, que tiene el gobernador para afrontar la crisis. Mientras tanto, un juez le ha dado cinco días para pagar el medio aguinaldo completo. La calle está llena de estatales y de maestros protestando. Sus acreedores lo tienen contra las cuerdas. Sus rivales políticos, cuentan sus horas y preparan un funeral con salida institucional, como ya pasara con otros gobernadores en la historia bonaerense. Pero por el momento, Scioli sigue peleando, y lo hace a la manera de un sobreviviente del Titanic.

No hay comentarios: