jueves, 26 de febrero de 2009

La historia secreta de cien tiros en
el oscuro submundo de La Matera

La estadística es más que preocupante y enciende una luz roja para las autoridades bonaerenses. Tres policías fueron asesinados en apenas ocho días. Tres viudas y cinco hijos que quedaron sin padres, es la espina de una violencia sin límites, que nos toca de cerca de todos.
El primero de la trágica lista fue el teniente Aldo Garrido, de 61 años, acribillado por la espalda el martes de la semana pasada, en San Isidro. Cuarenta y ocho horas después, cayó el sargento Leonardo Javier Melizza, de 29, en San Martín. Y el jueves durante un operativo antidrogas en el barrio La Matera de San Francisco Solano, perdió la vida el subteniente Claudio Sebastián Santillán, de 47.
El número de uniformados asesinados en lo que va del año, golpeó con fuerza en los despachos del Ministerio de Seguridad. Y no es para menos, en apenas dos meses, ya la delincuencia se cobró tres vidas, mientras que el año pasado, fueron ultimados ocho policías, según fuentes del organismo oficial.
Vale preguntarse entonces si los uniformados están debidamente pertrechados, puntualmente para hacer frente a la grave amenaza del narcotráfico. También quedan dudas en torno al adiestramiento y el comportamiento de los fiscales. Y las dudas siguen, si se tiene en cuenta que hoy la delincuencia cuenta con armamento muy potente y sofisticado, a la que no le tiembla el pulso cuando se trata de matar a sangre fría.
UN BUEN POLICIA
Santillán estaba considerado en su actividad como un buen policía. Valiente y aguerrido. Vivía en una modesta vivienda de Berazategui, estaba casado y tenía cuatro hijos, de entre 12 y 22 años. Hacía 21 que era policía. Hasta el jueves, trabajaba en la división de Quilmes de Tráfico de Drogas Ilícitas, junto con los otros tres compañeros heridos: el teniente Raúl Fernández, que recibió un tiro en el pecho; el sargento Nahuel Arévalo, con un balazo en una pierna, y el oficial de policía Juan Fernández, con una lesión muy grave en el cuello y otras dos en una pierna y el tórax.
Desde las páginas de Infosur se ha venido alertando de manera constante, la presencia de cocinas del narcotráfico en la zona y a pesar de los procedimientos que se hicieron para desbaratarlas, aún subsisten. Van mutando de lugar y compran voluntades, ya sea para la comercialización, donde reclutan a jóvenes sin trabajo y marginados del sistema, así como es el comentario generalizado que cuentan con la complicidad de malos policías que aún subsisten en la institución.
EN LA BOCA DEL LOBO
En el hecho ocurrido en la esquina de las calles 815 y 821, en el peligroso barrio La Matera, funcionaba una de esas cocinas, donde se producía y fraccionaba pasta base de cocaína o paco.
Por lo que pudo saber Infosur en fuentes confiables, cuatro policías estaban haciendo la revisión previa al allanamiento vestidos de civil y lo que se comenta es que dos de ellos, fueron a golpear en la vivienda, con el objetivo de hacerse pasar como posibles compradores de la mercancía. Es que durante este tipo de procedimientos, antes de llevarse a cabo el allanamiento, los investigadores intentan cerciorarse además que estén presentes los delincuentes y las drogas para secuestrar.
Todo indica que los policías no consiguieron pasar inadvertidos y se metieron en la boca del lobo, ya que fueron identificados por los narcotraficantes, quienes abrieron una salva impresionante de disparos. Durante el fuego cruzado, hubo más de cien balazos, que alteraron la tranquilidad de la tarde en el barrio de casas humildes, calles de tierra y en donde la seguridad, brilla por su ausencia. Según los testimonios recogidos por Infosur, los vecinos contaron que al jefe de la banda lo apodaban "El Chino". Este sujeto se dedicaba a la venta de paco a todos los chicos del barrio a los que también utilizaba como correos.
El delincuente mantenía un trato cordial con los vecinos, quienes hoy, a la luz de lo que pasó, señalan que “bien muerto está”.
LA LEY DEL MIEDO
Pero en La Matera, también están los que apañan a los delincuentes porque les tienen temor o porque cuidan el barrio. No obstante, no dejan de reconocer que el paco está realizando estragos en los jóvenes y niños. El corazón de este barrio está desgarrado por la impunidad. Es común observar pequeños con los ojos rojos, casi inyectados en sangre. Están drogados y ya no entienden nada, porque tienen las neuronas destruidas.
“El Chino” y su banda, según pudo saber Infosur, hace más de un año que estaban vendiendo drogas y perjudicando la vida de los chicos. ¿La policía, no lo sabía?
Lo mismo ocurre en la periferia de Florencio Varela y en otras villas de la zona sur.
Hoy muchos se preguntan en el marco de dudas que presenta el procedimiento policial, si se pueden mandar a allanar a los mismos policías que están investigando como infiltrados. Es más que obvio en el análisis de lo ocurrido, que cuando la gente del lugar ve que entran con un fiscal, ya se dan cuenta de que son policías. Algunos especialistas en seguridad consultados por este medio, sostienen que en estos casos tendrían que mandar al lugar a otros efectivos.
EL PAPEL DE LOS FISCALES
La metodología aplicada por algunos fiscales, por estas horas también está bajo cuestionamiento. Muchos uniformados sostienen en voz baja, que” a veces los fiscales no nos dejan irrumpir vestidos de civil y nos piden que entremos con un auto y no a caballo. De esa manera la gente del lugar no sospecharía que somos policías y no les soplarían a los delincuentes que estamos entrando."
En La Matera se oyeron más de cien disparos y era tal el poder de fuego de los delincuentes, que a uno de los uniformados le tiraron con una Itaka.
Uno de los policías que participó del procedimiento y que pidió mantener su nombre en reserva, admitió que” lamentablemente estamos acostumbrados a estos hechos de violencia. Estamos muy mal. Queremos que haya patrulleros cuidando, pero con las calles de tierra en mal estado no se puede. Todavía estamos esperando la comisaría que nos prometieron, que supuestamente iba a estar situada justo frente a la casa de estos delincuentes”. Lo cierto es, que la droga sigue estando en las narices de todos. Se sabe de la firme voluntad del gobernador Daniel Scioli, de “patear todos los hormigueros del narcotráfico”, pero no será hora de profundizar el plan de seguridad y coordinar con la justicia nuevas pautas, tan siquiera para proteger a los buenos policías que están cayendo como moscas…

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