miércoles, 20 de mayo de 2009

LA LOMA DEL DIABLO

En un barrio de Lomas, pibes chorros cobran
peaje y libran sangrientas batallas por el Paco


Por Jorge Joury

Muertes violentas, de las peores que uno de pueda imaginar. Pueden ser a tiros o directamente a puñaladas. La escenografía está conformada por un enjambre de pibes chorrros, donde se impone la ley del más fuerte. Este tenebroso escenario, que parece extraído de una película de terror, tiene su epicentro a solo 30 cuadras del centro de Lomas de Zamora.
Allí los habitantes del barrio La Loma, El Progreso, separados por un puente que cruza el arroyo del Rey y los de Santa Marta, dirimen a tiros la propiedad del territorio y viven del cobro de peajes a vecinos, automovilistas y proveedores con la sola finalidad de obtener dinero para comprar Paco, la más destructiva de las drogas.
No tienen siquiera piedad con los ancianos, a los que someten a brutales palizas con tal de despojarlos de algún objeto de valor y si es necesario, los matan como perros.
La inseguridad se vive a flor de piel, en todos los rincones.
LA VIDA ES NADA
Los protagonistas de esta pesadilla son chicos de entre 11 y l8 años. Para ellos, la vida no vale nada. Saben que nacieron con la peor de las condenas sobre sus espaldas y la muerte los espera en cualquier momento, a la vuelta de cada esquina.
El escalofriante escenario de este verdadero submundo, está conformado por una geografía de casas bajas y sumamente precarias. La pobreza que brota de las ropas andrajosas de estos habitantes se respira en el aire. Las calles principales son de asfalto, pero las que abundan son las de tierra.
La mayoría se los robos se cometen a plena luz del día. Arrancan al mediodía y culminan al atardecer. Luego de obtenido el botín, estos chicos sin destino, acuden a las “cuevas” donde esperan ansiosos los mercaderes del Paco, para hacerse la diaria.
Luego vienen las fumatas colectivas, en los lugares más oscuros. Allí terminan dados vuelta, ya que algunos de ellos llegan a consumir hasta 150 dosis por día.
Lo más dramático, es que las autoridades de la zona reconocen que “son irrecuperables”, es decir no tienen futuro, ya que la mayoría son como mutantes, con el cerebro quemado por el veneno residual de la pasta base.
Allí entramos, a lo que podríamos denominar “La Loma del Diablo”, un mundo marginal que no es solo patrimonio de Lomas de Zamora, sino que se patentiza en otros municipios del conurbano, como en Ciudad Evita, en La Matanza, Lanús y hasta en San Isidro.
TESTIMONIOS
En La Loma no hay semáforos ni autos, mucho menos cruces peatonales. Tampoco barreras, pero sí los peajes del delito, a los que aludimos anteriormente.
Eva Rodríguez, una de las habitantes del barrio vive en una humilde viviendas a la que se llega por un camino alternativo, uno de los pocos pasajes que quedan por el que aún no hay que abonar. Ella vive junto a su marido Gabriel Sequeira y sus hijas, Magali y Gala, duermen en la habitación de al lado. La vivienda es tan chica como humilde: techo de chapa, piso de cemento y paredes descascaradas.
La pareja nació allí y conocen la dramática realidad de la zona. Saben lo que ocurre pormenorizadamente en cada esquina. Han logrado sobrevivir al terror y con dignidad luchan como pueden contra las injusticias, brindando charlas de asistencia social para los demás vecinos. De sus relatos entrecortados por el miedo afirman que tanto de día como de noche, los tiros son moneda corriente. Están resignados a convivir con el miedo y sostienen que con el tiempo se “acostumbraron” a vivir alertas y con la guardia alta. Revelan que la zona, es tierra de nadie, donde abundan la venta de paco, muertes violentas y delincuencia al extremo.
NICHOS Y PEAJES
La Loma limita con el barrio El Progreso y, a través de un puente que cruza el arroyo El Rey, con Santa Marta. La zona podría calificarse de alto riesgo. Por poner un ejemplo, pasar por el colegio Cervantes, es un verdadero vía crucis. “Ustedes no podrían ir, porque correrían hasta peligro de muerte”, advierte Eva Rodríguez con la voz temblorosa.
Lo que cuenta Eva, pone los pelos de punta. Habla de los "nichos" de la muerte, que son el recuerdo que une a los familiares, amigos y parientes a los "pibes chorros" caídos en el lugar.
Los delincuentes de la zona tienen sus códigos. Los que se llevan a cabo con metodologías delictivas más que prácticas. Los de la “tumba”: “Si no pagás, te roban”. Sencillo y directo. “Para pasar de un barrio a otro tenés que darle monedas a los pibes, sino te aprietan. Te piden dos pesos, y si no les das se ponen violentos, es fija”, agrega la mujer.
Uno de los grupos está conformado por entre 5 y 12 chicos. En su mayoría son menores que se dedican a cobrar “peajes” clandestinos a los transeúntes y automovilistas que transitan por las calles suburbanas. Uno de los escenarios predilectos es en la intersección de Florencio Sánchez y Lisandro de la Torre cerca de la escuela Media 23.
Por los testimonios recogidos en el lugar, las víctimas son elegidas al azar, sin distinción de edad ni clase social. “Es para todos por igual, acá no hay ni ricos ni pobres. Si venís con traje y corbata no es condición, es lo mismo”, explica Antonio, uno de los vecinos.
EN PLENO DIA
A diferencia de lo que uno puede imaginarse, los robos o extorsión a peatones, no ocurren por la noche sino en pleno día. Arrancan sobre el filo del mediodía y continúan por la tarde. Esto no es una coincidencia y está debidamente planificado, ya que son las horas en que se produce más circulación de personas.
“Por ejemplo, de 14 a 16 es horario de chorrerío para las mujeres. Porque es la hora en que vienen de trabajar de las casas de familia”, afirmó otro de los habitantes.
De lo que ocurre en La Loma no es un misterio para las autoridades. Por ejemplo el presidente del bloque PJ del Concejo Deliberante, Jorge Ferreira, sostiene que “son un pequeño grupo de personas”, y que delinquen “sea como sea”. Porque “pagan los repartidores o la gente caminando que viene de trabajar. Saben que tienen que pagar porque sino les pasa como a otras personas que terminan golpeadas o muertas”, afirmó. Asimismo, reconoció que el cobro ilegal de “peajes” en las calles urbanas “ocurre en muchos otros lados”.
EN TODOS LADOS
Con Ferreira coincidió el referente de la Comisión de Asentamientos del Barrio 17 de Noviembre, Daniel Chamorro, quien puntualizó que “esto no es extraño, porque está sucediendo en casi toda la Provincia. A un conocido mío que manejaba un colectivo lo mataron en Moreno cuando se resistió a pagar”.
Según consultas efectuadas en medios policiales, el fenómeno también se da en otros municipios del Conurbano. Los ejemplos más claros están en Ciudad Evita, partido de La Matanza, en Lanús o en San Isidro, en donde se ejecuta la misma práctica y donde coexisten víctimas del mismo flagelo.
PACO LIBRE
Las drogas son la columna vertebral de todo este andamiaje delictivo. Todos sostienen en La Loma que “el problema es que los chicos tienen que generar plata para el Paco. La mayoría de la gente no quiere hacer nada, porque casi todos tienen a un hijo adicto que les ha vendido hasta la cama para comprar dosis”, reconoce otro de los entrevistados. La mayoría no quiere dar nombres por temor a represalias.
La coincidencia general es que “la droga es un escapismo, porque las realidades de acá son muy crudas. El paco los está matando a todos. Si no sos delincuente, sos paquero. Muchos son las dos cosas, que es peor”, se sostiene.
Eva Rodríguez, esta verdadera madre luchadora que no se resigna a bajar los brazos manifiesta que “el consumo de estupefacientes no parecería ser el único problema. En muchos casos, la “mala junta” y las familias condicionan a los jóvenes de por vida. “Los delincuentes traen al mundo hijos delincuentes”. Por su parte, su marido añade que los “pibes chorros” copian el ejemplo que reciben desde el seno de su hogar. “Se cuelgan de las ‘chapas ajenas’, como la de los hermanos presos, o de los padres que son ladrones reconocidos”.
LA CONTENCION
El dirigente peronista de Lomas Jorge Ferreyra profundizó aún más sobre el tema y aseguró que “la contención es la única vía posible. Porque los jóvenes están en una esquina, empiezan a tomar, después viene el porro y el paco. En los distintos barrios hay chicos de 10 u 11 años que cuando le pegan a un abuelo para robarle es porque no tienen cariño por esa figura familiar, tal vez porque nunca tuvieron un abuelo”.
En La Loma la realidad te cachetea permanentemente. Los punteros y “transas”, como en la mayoría de los barrios, ya se convirtieron en mitos. Hoy lo que manda es la guerra entre bandas. Un ejemplo son las verdaderas batallas campales que mantienen los pibes de El Progreso y La Loma, quienes no pueden caminar de un lado a otro porque cada uno cuida “su territorio” para proteger a los cabecillas de cada zona.
DESCUARTIZADOS
Tal es el nivel de ferocidad, que hay antecedentes escalofriantes. Uno de ellos es la pelea de dos bandas que desencadenó en una masacre, en donde cayeron los “más fuertes”. Según uno de los vecinos, el suceso ocurrió hace unos años. “Los ataron en un canchita de manos y pies y los descuartizaron a itacazos. Les volaron las manos, los brazos, las piernas”.
También en el barrio se recuerda el caso del remisero muerto a balazos por un grupo de chicos que robaron su auto, en la esquina de Eva y Gabriel. “Le abrieron la billetera y vieron que era ex policía. Lo pusieron de rodillas y lo fusilaron ahí nomás”.
Los códigos de la calle son los más tenebrosos para abonar el terreno para el crimen y la desidia: "es una zona olvidada".
Los “nichitos” confirman esta realidad: son pequeñas casillas colocadas en las veredas por los mismos amigos y familiares de los delincuentes caídos en tiroteos y peleas, para mantener su honor presente, y para tener un lugar en donde llorarlos. "En donde se mueren, ya sea en la calle, en la vereda o en un terreno baldío, les arman uno", resalta la familia.
La síntesis es esta historia escalofriante ocurre a pocos kilómetros del Obelisco, en Lomas de Zamora, donde las muertes, el Paco y los pibes chorros imponen la ley de la selva. Así se viven los habitantes de este barrio, empapados de miedo y a la buena de Dios. La conclusión de los habitantes es que “hay que sobrevivir con la idea fija de no ser el más fuerte, ser el más inteligente para zafar”, dicen.

La droga mata 10 pibes por semana


Las estadísticas meten miedo. El Paco mata diez pibes por semana en el conurbano. Así lo sostienen las Madres contra el Paco, una organización conformada por mujeres que diariamente recorren hospitales, comisarías y centros barriales donde toman contacto directo con chicos y jóvenes que sufren el drama de la adicción.“Te come la cabeza, te anula, te mata. El paco hace estragos, principalmente entre los chicos que ingresan al consumo buscando una salida a sus problemas y encuentran la muerte, casi siempre violenta, horrible y sórdida. “Es la droga del aniquilamiento”, afirman desde la asociación Madres contra el Paco. Alicia Romero, una de las madres que trabaja de forma incansable para rescatar a los chicos adictos al paco, explicó: “Los relevamientos que nos llegan de forma oficial registran unas 10 muertes semanales de pibes con esta adicción, pero pueden ser muchas más, porque hay un número informal al que por diferentes razones no tenemos a mano. Romero asegura que en algunos barrios uno de cada dos chicos consume paco.Las cifras que manejan en la asociación, cuyo centro de operaciones está ubicado en Lomas de Zamora, revelan una situación explosiva. Sólo en la zona sur, hay 400 chicos internados, casi muertos porque la adicción los consumió. Unos 5 pibes requieren de atención médica urgente todos los días, por sobredosis o estados terminales (en la Ciudad de Buenos Aires, según el Observatorio de Drogas, el panorama es similar). Y, como ya se dijo, se mueren unos 40 por mes. Las estimaciones oficiales sostienen que por día se consumen 400.000 dosis de paco en todo el país.

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