viernes, 22 de junio de 2012

Moyano puso primera como único líder de la oposición





Por Jorge Joury

Finalmente, a Hugo Moyano lo convencieron sus propios asesores políticos de que el paro de camioneros había desatado el malhumor social a un punto límite, que le podría jugar en contra. Entonces, el líder camionero, ni lerdo, ni perezoso, salió a acordar con las cámaras un aumento del 25.5% en tres cuotas, dejándose expresamente afuera el reclamo por ganancias y asignaciones familiares.  

Con esta señal a la opinión pública, Hugo Moyano logró calmar la fiebre temporariamente y decimos esto, porque a las pocas horas dobló la apuesta en su pulseada con el gobierno y lanzó un paro nacional para el miércoles próximo, con una movilización hacia Plaza de Mayo.

Precisamente el reclamo por ganancias y asignaciones familiares que le quedó pendiente, ahora el líder camionero usará de estas herramientas para demostrarle al gobierno su poder de movilización con el apoyo de la CGT. Moyano sabe que estas dos cuestiones, sensibles al bolsillo de la mayoría de los trabajadores, no harán otra cosa que facilitarle el apoyo de muchos gremios, lo cual le garantiza la cuota de gente en la calle para mostrarle a la presidenta en sus propias narices, la foto que necesita él para erigirse en el único líder de una oposición que hoy está desteñida por la falta de propuestas. Será el primer paro general desde 2002 y el primero que sufrirá el kirchnerismo.

Pero en esta previa de la disputa por el poder, Moyano le pasó otra cuenta muy dura al gobierno. “No se puede hacer huelga”, dijo con ironía y comparó al kirchnerismo “con la dictadura militar”.
Moyano asestó su estocada en el lugar en que más le duele al gobierno y fue por más, al señalar que “cuando nosotros luchábamos contra la dictadura, estos tipos estaban debajo de la cama y ahora se creen dueños de la verdad”.

Mientras Moyano hablaba desafiante, en el Gran Buenos Aires, Capital Federal y en el resto del país, los surtidores estaban secos y el malhumor social era imparable. La gente nuevamente terminó siendo el botín de guerra de una pelea de neto corte político, algo que los argentinos ya hemos paladeado en otras épocas, con el sabor amargo que dejar el saber que la casa no está del todo en orden.

Teniendo en cuenta el perfil del líder camionero, siempre dispuesto a jugar fuerte, es de esperar que vaya por más, sobre todo si es como dice, que tiene sus ojos puesto en el 2015. Moyano se hizo cargo de toda la protesta, aún sacando del escenario a su propio hijo Pablo y le pidió a la presidenta que deje de lado su soberbia al señalarle “que porque sacó el 54% de los votos, no puede hacer lo que quiera”.

La próxima foto de esta historia, tendrá que ver con la Plaza de Mayo, un lugar sensible al peronismo en su larga lucha por las reivindicaciones sociales. Habrá que ver que es lo que lee la gente de lo que allí vaya a pasar y cuan válidos y genuinos son los reclamos que esgrime Moyano. Porque si los objetivos son netamente políticos, es probable que Moyano también termine enredándose en la misma soberbia que él le atribuye al poder.

Que habrá más páginas para recorrer en esta historia, es innegable. Que la relación sindical con la Casa Rosada está hecha trizas, también. Que el peronismo siempre tiene una puerta para recomponer, es viable históricamente. Lo cierto es, que este nuevo paro general que se avecina, dejará muchos heridos políticos en el camino. Habrá que ver por cuál de los escenarios pasarán las ambulancias a recogerlos. Hoy en esta película, hay un gran actor ausente. El que quizá hubiera evitado este descelance: Néstor Kirchner.


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