viernes, 29 de junio de 2012

Con Scioli en el centro de la escena, las sorpresas vienen en cuotas



Daniel Scioli está frente a la más grave de las encrucijadas. Se encuentra cercado por sus propios números. Las cuentas no le cierran para cumplir con sus obligaciones. Y esto tiene que ver con el órgano más sensible de los estatales bonaerenses: el bolsillo. El gobernador ha pedido en las últimas horas, "buena voluntad y comprensión" a su propio ejército. Pero los gremios ya están con pintura de guerra. Prestos a usar de sus herramientas, sobre todo al enterarse oficialmente que el aguinaldo viene en cuatro cuotas, la primera a partir del 15 de julio, a terminar de pagar en octubre. Es más, los docentes alineados en FEB y SUTEBA, ya preparan su grilla de protestas.

Aunque Scioli estirara el rojo del Banco Provincia, los números no le dan. Es evidente, que frente a este panorama, no es difícil presagiar que éstas serán las peores vacaciones de invierno para el mesurado jefe del Ejecutivo provincial. De lo que estamos hablando ahora, es de plata. Cuando el idioma es constante y sonante, todos preguntan ahora de qué se disfrazará el escurridizo gobernador para encontrar un discurso adecuado a las circunstancias.

En la última semana, Scioli ha visualizado un frente de nubes negras sobre su administración y su futuro político. Y mucho tiene que ver con esto, su osadía de instalarse tempranamente en el lejano horizonte del 2015. De allí en más, todo cambió en su escenario. Hoy, el ex motonauta, que tan bien se manejara como pez en el agua, ahora tiene en su hoja de ruta el más crispado de los mares. En la Casa Rosada, los espadachines de Cristina desenfundaron sus sables. Han emprendido contra él una andanada de críticas, a las que Scioli pareciera no escuchar, o por lo menos no responde, como es su mejor estilo. Es que el gobernador se ha subido en el colectivo, en el momento equivocado, sobre todo cuando en Balcarce 54 no ha cesado la búsqueda de mecanismos constitucionales para prolongar el viaje de Cristina Fernández, más allá de su última parada.

Ni que hablar de la ira que se desató cuando Scioli se sacó la foto con el dirigente camionero Hugo Moyano, el enemigo más temido, hoy instalado como líder de la oposición. Esto no hizo otra cosa, que agregar más nafta al fuego. Hasta el propio dos de la Provincia, el vice Gabriel Mariotto, tuvo que salirle con los tapones de punta a marcarle la "traición". Scioli y Mariotto nunca se llevaron bien y esto viene de larga data, aún cuando en campaña, ambos caminaban juntos tras de un mismo objetivo. Siempre se dijo en los corrillos del poder, que Mariotto fue impuesto por el cristinismo, para seguir de cerca la cadena de lealtades del gobernador.

A pesar de haber demostrado siempre su obediencia a la presidenta, Scioli tiene en claro que la lupa del guardián del palacio legislativo lo sigue a sol y a sombra. En la cuadrícula del gobernador, siempre ha habido llamados de atención. Hasta el propio Néstor Kirchner en su momento le cortó la relación y lo puso en penitencia por largo tiempo, aún siendo su vice. Pero siempre Scioli ha sabido resucitar. Esto lo aprendió desde la adversidad, cuando estuvo al borde de la muerte durante una de sus competencias como motonauta. Se ha caracterizado por ser un hombre de consensos. Es predicador del "optimismo" y de "un futuro con progreso y trabajo". No abandona nunca las muletillas que en su momento le acercaron sus asesores de imagen. Por eso aún mantiene el 56% de intención de voto. Es el hombre del paladar justo de la clase media, a la que se le eriza la piel verse sometida a las peleas de palacio, más aún, cuando hay otras cuestiones prioritarias por atender, como lo es la inflación.

Lo cierto es que Scioli arrancó este año con turbulencias buscadas. Más allá de las rispideces que generó por los hechos apuntados anteriormente, también hizo rodar su primera pelota al jugar al fútbol y fotografiarse con el hombre más detestado por el kirchnerismo: Mauricio Macri. Nada es casualidad en la vida de Scioli. Quienes están en su entorno elogian sus cualidades de "buen constructor de la política". Elogian además, sus condiciones de albañil. Sabe escuchar con humildad y sumar en su favor. Ahora ante este nuevo escenario, precipitado también desde el moyanismo, Scioli se ha visto obligado a decir que en su vida nunca traicionó a nadie y que menos lo hará ahora. Y aunque la música puede sonar agradable a los oídos de Balcarce 54, nadie le cree. Más cuando recalcó que no está dispuesto a pelearse como Hugo Moyano.

Hoy la orden que baja desde La Rosada y entra en La Plata por las históricas diagonales, es que "Daniel tiene que jugarse de una vez por todas y decir de qué lado está", en la incipiente lucha por el poder. Caso contrario, el goteo de recursos que se derrame en concepto de coparticipación, será escaso para hacer frente a su propio endeudamiento. El tirón de orejas que esta vez recibió Scioli, vino de su propia jefa, que no es poco. Aunque sin nombrarlo, Cristina le marcó la cancha y lo llamó a hacer mejor las cuentas, como lo hace ella todos los días. Y después se sumó el cuestionado Boudou, que hoy no es tan Amado. Y luego llegó el telegrama del propio ministro de Economía, Hernán Lorenzino, quien le remitió apenas parte de la torta: mil millones de pesos de los dos mil ochocientos que necesita Scioli, para pagar sueldos y el medio aguinaldo.

Hace pocas horas, el gobernador acusó el telegrama de recibo y agradeció la ayuda durante su visita a Tandil. Allí prometió "no ser quejoso y cuidar mejor los recursos". El astuto guardián de la provincia de Buenos Aires, tiene en claro que la canilla se cierra. En la Plata se habla de un Plan "B". Si fuera necesario, reflotarían los viejos "Patacones" para hacer frente a la contingencia, hecho que generaría una mala señal en la economía nacional. De todas maneras, si Scioli decidiera jugar con esta carta, debería requerir autorización del Parlamento bonaerense, aún con el riesgo de transitar por la vía más riesgosa, donde Mariotto coloca los durmientes.

Por estas horas, el tiempo político corre tan rápido como la necesidad del gobernador de juntar hasta las últimas monedas para cumplir, aunque sea en tiempo prolongado, con los 550 mil estatales que observan la película, pidiendo que les devuelvan la entrada. De las opciones que se juegan en este tablero político, el final está abierto. Habrá que ver, cual de las sorpresas cruza primero el disco. De todas maneras, todo será en cuotas...

miércoles, 27 de junio de 2012

Moyano logró la foto, pero deberá cuidar que no se le ponga amarilla



POR JORGE JOURY*
En su presentación estelar en sociedad, el camionero Hugo Moyano logró la foto que quería. Una plaza de Mayo colmada. Como primer paso, obtuvo más convocatoria que en otras ocasiones, pero menos euforia. Necesitará caminar mucho más para ir cautivando a las masas si es que quiere convertirse en el nuevo Perón. Le falta un abismo, para llegar a esa jerarquía dialéctica, pese a que no se cansó de nombrar al líder histórico en su discurso.

Lo cierto es, que se confirmó lo que veníamos adelantando. Hugo o " El Hombre", como lo llaman sus acólitos, ya se colocó el traje que se venía probando durante la última semana. Hoy, temporariamente es el líder de la oposición. Habrá que ver cuánto le dura. Porque ahora deberá revalidar su título el 12 de julio. Ese día el Comité Central Confederal tendrá que santificarlo, pero primero, deberá obtener los votos necesarios para volver a subir al púlpito de la poderosa CGT. La aspiración la tiene y mostró sus cartas en la histórica Plaza. Fue en el momento en que se preguntó ante la multitud: “¿Otro round entre Moyano y Cristina? ¿De qué están hablando?” Y enseguida disparó: “si Cristina no se va a ir del gobierno hasta que termine el mandato. Y yo, como voy a renovar el mandato el 12 de julio, voy a seguir”. Claro como el agua.

Para disipar dudas sobre su intención de perpetuarse, el camionero estacionó impecablemente de culata y aclaró que “lo hago para que no queden dirigentes como Caló (el metalúrgico afín al gobierno) que van a pasar a ser ministros del Ejecutivo para recibir órdenes”. Ni lerdo ni perezoso, Moyano además le marcó la cancha al oficialismo al pasar en limpio que “hoy no paró la CGT, sino camioneros”. Y con esta señal hacia el “cristinismo”, el líder obrero se guardó en el bolsillo la bala de plata para la próxima confrontación. Dando a entender que esto es sólo el preludio de lo que puede venir.

No hace falta demasiada gimnasia mental para leer las intenciones de Moyano. Pero vayamos un poco atrás en el calendario para entender por qué se llegó a un divorcio tan trascendente. El 15 de octubre del 2010, Moyano comenzó a mostrar las uñas. Fue ante una multitud en el estadio de River. Allí dejó en claro que su deseo era algún día tener un trabajador en el sillón de Rivadavia. A su lado, tenía entonces al propio Néstor Kirchner y a Cristina. Rápida de reflejos, la presidenta le contestó: “yo trabajo desde los 18 años”. Las primeras grietas entre socios, comenzaban a asomar en el escenario político. Nadie por entonces iba a imaginar que 12 días después iba a producirse el fallecimiento inesperado de Néstor Kirchner. El único que podía contener los embates del líder camionero. El ex presidente fue quien catapultó a Moyano a la presidencia del PJ bonaerense, tal vez con la intención de poder conformarlo con una futura gobernación. Una movida de Kirchner que fue a regañadientes de los intendentes bonaerenses. Es que los barones del conurbano, de buen olfato, sabían por ese entonces que el camionero apretaba en varios distritos con la recolección de basura e imaginaban que con mayor poder las consecuencias podían ser impredecibles.

También hay que decir que el líder cegetista nunca fue afín al paladar a Cristina. La presidenta le sospechaba a todo el entorno pejotista. Es más, cuando alguien le llevaba un problema partidario, Cristina respondía: “del partido se ocupa Néstor”. Luego, con la muerte de Kirchner, Moyano dejó de lado la obediencia al amo y decidió cortarse solo. El deceso del ex mandatario, desató en la juventud un fuerte sentimiento. Allí estaba el antídoto. La jefa de Estado hizo una lectura fina y entendió que los chicos iban a ser más leales. Se recostó en La Cámpora y articular su brazo armado y contener así el ímpetu del camionero.

Esto desencadenó la ira del temperamental sindicalista, quien puso en marcha un proceso de descalificación hacia esa vertiente nueva, a la que tildó de “jóvenes oportunistas, dispuestos a llenarse los bolsillos y ajenos al peronismo puro”. Pese a todo, la situación nunca llegó a un punto tan extremo como en el de los últimos días, en donde la ruptura se agudizó y puso al país en vilo, cuando Moyano cerró los grifos del abastecimiento de nafta y se mostró dispuesto a jugar con fuego, como es su metodología predilecta. Ahora las cartas están echadas. No hay vuelta atrás, pero sí aparecen cuatro fotografías en el horizonte del análisis: Moyano, Scioli, la crisis económica y la elección del 2015.

Moyano además entiende que la piedra en el zapato la tiene con la clase media. La que sigue viendo al líder camionero como un “mono con navaja”. En el diccionario de ese electorado, Moyano está muy lejos de sus preferencias. Lo tienen como muy peligroso y que no conoce límites, más cuando no hay nadie que se los ponga. A pesar de que Moyano trató de ganarse con su mensaje en la Plaza a ese espacio, mostrando su intención dialoguista, cuando recordó con nostalgia aquel encuentro entre Perón y Balbín en la vieja casona de Gaspar Campos, nadie le cree. Y por más que cuente hoy perentoriamente con las increíbles simpatías de Mauricio Macri y Francisco de Narváez, eso tampoco le alcanza para poder erigirse en una alternativa para el 2015. Moyano no es Lula. El camionero todavía no despegó del nido gremial donde abreva. Aunque su bandera hoy sea la de acabar con el impuesto a las ganancias, su fragancia no alcanza para seducir al electorado más pensante, que más allá de los bombos y las plazas, espera propuestas y reniega de que la escopeta la pueda tener el león.

Ni siquiera la cuota de moderación y poder que pueda acercarle Daniel Scioli, le dan las herramientas para recomponer su imagen, también lejana a la austeridad y convicciones que tenían los caciques cegetistas del pasado, como José Ignacio Rucci y Saúl Ubaldini. Y una foto que me quedó pendiente. En el escenario de la histórica plaza, detrás de Moyano, estaba el "momo" Venegas, el dirigente de los peones rurales, una de las primeras espadas de Eduardo Duhalde. Mucha mezcla para el primer guiso. Habrá que ver si Moyano logra el gusto justo. Eso dependerá de Cristina...

Moyano juega con dos damas en su ajedrez político





Moyano se tiznó el rostro. Ya tiene el cuchillo entre los dientes. Está a horas de jugar una de las cartas más bravas de su vida sindical, nada más ni nada menos que contra el poder K. Sabe que si de algo no se vuelve, es del ridículo. Y juega todas sus fichas a la movilización hacia La Plaza de Mayo, teniendo en cuenta a su ejército de afiliados, estimados en más de 200 mil, y a los gremios que puedan aliarse. De allí puede salir robustecido para seguir al frente de la CGT, lograr piernas para llegar al 2013 o más aún, extender su aventura electoralista hacia el 2015.

Pero también sabe que si la jugada le sale mal, puede significar su muerte política. Desde el riñón de sus seguidores, comparan a Hugo, con los históricos líderes sindicales José Ignacio Rucci y Sául Ubaldini. Lo ven como el jefe reivindicativo de la defensa de los trabajadores y el paladín de la lucha contra el ajuste. Pero el perfil de Moyano, dista mucho del marco de austeridad en que vivían sus antecesores. Sus detractores lo comparan con el Lobo Vandor.

Dicen que es dueño de una fortuna incalculable, tanto o más de la que supieron amasar en su momento sus eternos enemigos,"Los Gordos". Los que le soplan en la nuca creen que Hugo la construyó a la luz del gremio más poderoso de la Argentina. Es más, aunque el gobierno siga castigándolo con la no devolución de los 15 mil millones de pesos que adeuda a las obras sociales, tendría espaldas para aguantar por largo tiempo, sin tener que contar las monedas para cubrir sus obligaciones con los afiliados.

Moyano hoy está en la mira de todos. Hasta del juez Norberto Oyarbide, quien ha desempolvado los pedidos de informe del gobierno Suizo que sospecha al camionero por una cuenta de supuesto lavado de dinero por 1.870.000 dólares, suma que estaría a nombre de un director de la empresa Covelia y de su esposa, firma que maneja la recolección de residuos en 12 municipios del conurbano bonaerense y en el Mercado Central.
Los que conocen la intimidad del líder camionero, sostienen que con el crecimiento de las arcas del gremio, mucho tiene que ver su "dama de hierro". Es la mujer que hoy maneja todo lo relacionado con las empresas que viven del sindicato y la obra social. Es la tercera esposa y madre del hijo más pequeño de Moyano. Se trata de Liliana Zulet, nacida el 13 de abril de 1959 en Lomas de Zamora. Es tan influyente en la vida de Moyano que se ha convertido también en una suerte de asesora política. Es más, quienes asistieron a la conferencia de prensa donde Hugo llamó al paro, detectaron un gesto que no pasó desapercibido a los presentes. Cuando Moyano culminó su oratoria, miró hacia la derecha donde estaba ella, levantó el pulgar y recibió como respuesta una sonrisa y un gesto de asentimiento. Los más allegados al camionero, remarcan que Liliana Zulet tiene una frase de cabecera que no escatima en los pasillos de la sede sindical: "el hombre tiene que ser presidente".

Liliana o "la señora", como se la llama en intramuros, hoy es la mujer más poderosa del gremio. Administra la empresa Larai S.A, la gerenciadora de los sanatorios y geriátricos de la obra social y hasta hizo instalar cámaras de video en los quirófanos, para supervisar a médicos y enfermeras. Zulet, además maneja la constructora del gremio, la empresa de seguridad privada y el taller de ropa de trabajo."Ella está en todos lados y Hugo ve por sus ojos", comentan en los pasillos.

Liliana está calificada como la "gran cajera", recaudando más de 6 millones de dólares al año, merced a un gerenciamiento que no conoce de pausas. A tal punto esta mujer es determinante en el tablero estratégico de Hugo, que lo sigue a sol y a sombra a todas partes y él la consulta sobre sus decisiones. Quienes estuvieron en el corazón del canal de noticias TN, la noche en que el camionero se pintó la cara en el programa "A dos voces", dicen que Zulet jugó un papel preponderante. Fue la que le hizo llegar a Moyano los mensajes de respaldo que recibía, mientras era entrevistado. El propio Moyano en determinado momento blanqueó la circunstancia, al admitir que los papers le eran acercados por su secretaria. Y lo dijo con ironía y mirada cómplice.

Esta rubia, al que algunos le ven un parecido físico a Cecilia Boloco, la ex de Menem, oficializó su unión con Moyano en el 2004, aunque algunos dicen que la relación venía de antes. Mientras Zulet, prepara sus uñas y cuida los números, Moyano teje su estrategia política. El camionero apuesta a una alianza política con el escurridizo Daniel Scioli. Sueña con una ruptura de éste con CFK. Pero a la vez observa a algunos peronistas no alienados con la Presidenta. En su grilla está el intendente de Tigre, Sergio Maza. Incluso pretende meter en la misma bolsa a Mauricio Macri. Todos los actores le son útiles en su futura ingeniería política, más los que en su momento recibieron los retos desde el poder. En horas sabremos que tan bien o mal le va con su primera aventura electoralista, que le costará al país 210 millones de pesos, una cifra muy alta como para alquilar por unas horas La Plaza de Mayo.

Paradójicamente, un 27 de junio de 1975 el sindicalismo peronista llenaba la Plaza de Mayo contra las políticas de Isabel y López Rega. ¿Será una coincidencia con el día que eligió Moyano?

lunes, 25 de junio de 2012


El nuevo Moyano: de ogro, a rubio de ojos celestes y más alto que Lula




POR JORGE JOURY*


Por estas horas, Hugo Moyano hace sus cuentas. Apuesta a 80 mil personas en Plaza de Mayo. Hay que decir que, a la luz de 200 mil afiliados, los números le dan.
No obstante ello, el camionero dejó una puerta abierta al dialogo. A través de su vocero Juan Carlos Schmidt, le hizo saber al gobierno que si hay respuestas con sus pedidos, podría cancelar la protesta para este miércoles.

Lo ocurrido en Paraguay, ha hecho reflexionar a los hombres de la CGT, y a gremios en primera instancia afines a la protesta, para evitar verse expuestos a suspicacias que apunten hacia otros caminos, ajenos al reclamo gremial. Pero para ir un poco más allá de la lectura corta, en el portal del gremio de camioneros, hay una foto de Moyano que titila, junto a la de Ignacio Lula Da Silva. Tal vez, sea una señal de hacia dónde apunta verdaderamente el líder camionero, hoy aliado a la corporación mediática que él mismo en su momento repudió.

De aquella frase que Moyano usó en su momento, “Clarín miente”, hoy aparece la antítesis, en su nuevo romance. De ser el ogro de la película, Moyano es la nueva vedette de “El gran diario argentino”. A tal punto, que ambos se comportan como dos viejos amigos, desde que el camionero usó el sillón de “Todo Noticias”, para desafiar al gobierno.

La política tiene estas cosas de ir por más, con cualquier taxi que le pueda ser funcional a sus objetivos. A la luz de ese apoyo mediático, Moyano entendió que en el bolsillo popular estaba su mejor caja de resonancia. Sabe que poco más de 4 millones de trabajadores, pierden ingresos por el impuesto a las ganancias y el salario familiar. Con este dato en mano – que no es menor- Moyano se prepara para la primera de las batallas.

Y hasta torea al gobierno, señalando que si sacan el impuesto, él está dispuesto a resignar su reelección al frente de la CGT. Moyano, de esta forma le moja la oreja al poder, sabiendo que una decisión como esa, dejaría al Estado con 5.300 millones de pesos menos al año. Lo que se dice, un incordio para la economía, ya que obligaría a buscar esos recursos en otro nicho.

El líder camionero, siempre ha sido astuto en adaptar sus discursos a las épocas. En el 2000, cuando era jefe de la central alternativa MTA, se subió al acoplado da un camión estacionado entre el Cabildo y La Plaza de Mayo y llamó a la rebelión fiscal contra el gobierno de Fernando de la Rúa. Aquella historia, como todos sabemos, tuvo un final lamentable para la democracia y obligaría al menos abrir bien los ojos frente a este presente cargado de incógnitas. Moyano está muy curtido en las luchas sindicales, desde los años 70, cuando como activista de la CNU marplatense, mostró su cuño antimontonero. Y hoy lo hace frente a “La Campora”, la corriente juvenil del paladar de la presidenta.

Es que Moyano, desde la muerte de Néstor Kirchner, ha observado el constante crecimiento de la nueva matriz de los “muchachos que viven del Estado, con sueldos fastuosos de hasta 30 y 40 mil pesos”, como él se prodiga en señalar. Frente a esta embestida de sangre nueva y despachos que se cerraron para prestarle oídos, Moyano ha buscado la llave de su supervivencia, en el reclamo social más sensible a la gente.

Por eso se anima a ir a la Plaza de Mayo, porque entiende que son millones los involucrados en el Pac-Man fiscal. El sueño del camionero, le costará al país 210 millones de pesos, esa es la cuenta fría de un paro nacional.

Hasta hace unos meses, Moyano tenía un 80% de imagen negativa, pero hoy muchos lo ven rubio y de ojos celestes. Su enfrentamiento con la Casa Rosada, le acercó los aliados más impensados. Logró el respaldo de egresados de Harvard, de los radicales del Club del Progreso, la Pastoral Universitaria y de ex cavallistas como Guillermo Alchourón y de legisladores de la UCR, poco memoriosos, que le garantizaron también su presencia en La Plaza.

Hugo o “El Hombre”, como lo llaman en el gremio, intentará seducir a la clase media. Este líder sindical, que a veces se jacta diciendo que con una llamada telefónica puede parar el país, ya cuenta los últimos porotos para salir al ruedo.

De lo que diga en La Plaza, se verá hacia dónde va. Por el momento, todo apunta a lograr un nicho de poder en el PJ y poner una pata firme en el 2015, que le permita erigirse como el postkirchnerismo.
Dependerá de lo que sume el miércoles, para ver si puede llegar a ser “más alto que Lula Da Silva”, como él dice, cuando algunos lo comparan con el brasileño, surgido de raíces sindicales y de una matriz social emparentada con el hambre…

viernes, 22 de junio de 2012

Moyano puso primera como único líder de la oposición





Por Jorge Joury

Finalmente, a Hugo Moyano lo convencieron sus propios asesores políticos de que el paro de camioneros había desatado el malhumor social a un punto límite, que le podría jugar en contra. Entonces, el líder camionero, ni lerdo, ni perezoso, salió a acordar con las cámaras un aumento del 25.5% en tres cuotas, dejándose expresamente afuera el reclamo por ganancias y asignaciones familiares.  

Con esta señal a la opinión pública, Hugo Moyano logró calmar la fiebre temporariamente y decimos esto, porque a las pocas horas dobló la apuesta en su pulseada con el gobierno y lanzó un paro nacional para el miércoles próximo, con una movilización hacia Plaza de Mayo.

Precisamente el reclamo por ganancias y asignaciones familiares que le quedó pendiente, ahora el líder camionero usará de estas herramientas para demostrarle al gobierno su poder de movilización con el apoyo de la CGT. Moyano sabe que estas dos cuestiones, sensibles al bolsillo de la mayoría de los trabajadores, no harán otra cosa que facilitarle el apoyo de muchos gremios, lo cual le garantiza la cuota de gente en la calle para mostrarle a la presidenta en sus propias narices, la foto que necesita él para erigirse en el único líder de una oposición que hoy está desteñida por la falta de propuestas. Será el primer paro general desde 2002 y el primero que sufrirá el kirchnerismo.

Pero en esta previa de la disputa por el poder, Moyano le pasó otra cuenta muy dura al gobierno. “No se puede hacer huelga”, dijo con ironía y comparó al kirchnerismo “con la dictadura militar”.
Moyano asestó su estocada en el lugar en que más le duele al gobierno y fue por más, al señalar que “cuando nosotros luchábamos contra la dictadura, estos tipos estaban debajo de la cama y ahora se creen dueños de la verdad”.

Mientras Moyano hablaba desafiante, en el Gran Buenos Aires, Capital Federal y en el resto del país, los surtidores estaban secos y el malhumor social era imparable. La gente nuevamente terminó siendo el botín de guerra de una pelea de neto corte político, algo que los argentinos ya hemos paladeado en otras épocas, con el sabor amargo que dejar el saber que la casa no está del todo en orden.

Teniendo en cuenta el perfil del líder camionero, siempre dispuesto a jugar fuerte, es de esperar que vaya por más, sobre todo si es como dice, que tiene sus ojos puesto en el 2015. Moyano se hizo cargo de toda la protesta, aún sacando del escenario a su propio hijo Pablo y le pidió a la presidenta que deje de lado su soberbia al señalarle “que porque sacó el 54% de los votos, no puede hacer lo que quiera”.

La próxima foto de esta historia, tendrá que ver con la Plaza de Mayo, un lugar sensible al peronismo en su larga lucha por las reivindicaciones sociales. Habrá que ver que es lo que lee la gente de lo que allí vaya a pasar y cuan válidos y genuinos son los reclamos que esgrime Moyano. Porque si los objetivos son netamente políticos, es probable que Moyano también termine enredándose en la misma soberbia que él le atribuye al poder.

Que habrá más páginas para recorrer en esta historia, es innegable. Que la relación sindical con la Casa Rosada está hecha trizas, también. Que el peronismo siempre tiene una puerta para recomponer, es viable históricamente. Lo cierto es, que este nuevo paro general que se avecina, dejará muchos heridos políticos en el camino. Habrá que ver por cuál de los escenarios pasarán las ambulancias a recogerlos. Hoy en esta película, hay un gran actor ausente. El que quizá hubiera evitado este descelance: Néstor Kirchner.