viernes, 13 de julio de 2018

Aterriza la bronca contra el Gobierno y los timbreos terminaron en ring-raje

 La gente vive en estado de crispación. Observa un futuro incierto. El malhumor social se respira en las calles. A tal punto que Cambiemos tuvo que suspender los timbreos semanales por temor a escraches. Esto ocurre porque hay mucha gente lastimada por la inflación, los tarifazos y la falta de trabajo




La gente vive en estado de crispación. Observa un futuro incierto. El malhumor social se respira en las calles. A tal punto que Cambiemos tuvo que suspender los timbreos semanales por temor a escraches. Esto ocurre porque hay mucha gente lastimada por la inflación, los tarifazos y la falta de trabajo. Sobre todo en el conurbano bonaerense.Y porque el Gobierno no ofrece garantías de poder enderezar el barco. Está claro que se acabó el Macri de las buenas ondas que edulcoraba con tanto esmero su gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba. Ahora hay que dejar en el museo de las promesas "lo peor ya pasó" y comunicar sin anestesia, sobre los alcances del verdadero invierno que nos sacudirá en poco tiempo. La ausencia de una luz al final del túnel y la indomable crisis financiera, hacen que la opinión pública descrea de recetas mágicas. A la gran mayoría les cuesta llegar a fin de mes. Y los más pobres desbordan a diario comedores populares y merenderos. Además, ocho de cada diez habitantes muestran decepción con el oficialismo y no esperan que el panorama mejore. Todo esto, no es antojadizo. Lo marcan la mayoría de las encuestas que debería empezar a leer con detenimiento la Casa Rosada. Hace pocos días llegaron a Balcarce 50 cifras de consultoras amigas que sobresaltaron al equipo amarillo. Macri bajó entre 12 y 13 puntos. Pero atención, que tampoco se salva de las críticas el resto de la clase política. Por estas horas, uno de cada tres argentinos observa impotencia de la oposición para acercar soluciones. Y se disparan señales peligrosas, similares a aquel "que se vayan todos" del 2001-2002.
La onda expansiva alcanza además a buena parte de empresarios, sindicalistas y dirigentes deportivos que generan una imagen negativa. Les toca a los de AFA, que nos representaron en este Mundial negro para la Selección nacional. 
Existe también una pésima imagen de los empresarios que por salvar la ropa se convierten en los reyes de la remarcación. Se los supone con comportamientos tan opacos como los de los políticos, con vidas de ricos y empresas pobres. Paradójicamente, la mayoría de las grandes fortunas del país se hicieron asociadas al Estado, así como gran parte de las sociedades de origen nacional fueron vendidas en los años noventa. 
Pero lo que por estas horas más llamó la atención del arco del oficialista, fueron datos analizados por la compañía especializada en Big Data Social Now. Allí se reveló que sobre 35.556 conversaciones analizadas, las palabras más utilizadas para referirse al Presidente fueron “mierda”, “chorros” y “pelotudo”. Según un informe cuali y cuantitativo en base al análisis de redes sociales realizado por esta empresa, la “ira” es la emoción predominante sobre el Gobierno nacional, con el 41,9 por ciento de las menciones.
Le siguen las sensaciones de “Aversión”, “Confianza” y “Anticipación”. En contraposición a la “ira”, la “alegría” es el sentimiento que menos caracteriza a la gestión de Cambiemos siendo, paradójicamente, uno de los términos que más se utilizan desde la alianza gobernante.  
Dentro del universo representado por la Aversión. Las palabras "asco", "odio" y "repudio" (en ese orden) son las que más se expresan en el estudio.
 
LA ARGENTINIDAD AL PALO
 
Todos las encuestas  marcan un cambio de comportamiento social para tener en cuenta. Aunque no es un año electoral y no hay campañas proselitistas a la vista, los estudios dan cuenta que la política sigue siendo uno de los principales motores de enfrentamientos en la sociedad argentina. Según las consultoras de opinión Taquion y Trespuntozero, siete de cada diez encuestados dicen haber discutido con amigos o familiares por política en los últimos doce meses. Y dos de cada diez declararon que dejaron de verse con gente por temas de política y uno de cada diez aceptó que llegó a la agresión física por este motivo. 
El relevamiento se realizó entre más de mil casos en la zona metropolitana y ciudades del interior, con encuestas telefónicas y análisis de "focus group". Más allá de los números, que son contundentes, este estudio muestra que la tensión política trasciende los contextos de campaña electoral y tiene matices ideológicos mucho más profundos, consideran los especialistas. 
Uno de los puntos que muestra la diferenciación entre dos modelos de país en pugna, es el referido al "rol de la democracia". Al cruzar las respuestas, surge que la opción de "garantizar la igualdad de oportunidades" fue elegida en primer término por la mayoría de los votantes Kirchneristas; mientras que "luchar contra la corrupción" fue priorizada por los votantes de Cambiemos. 
En tanto, al ser consultados sobre quiénes fueron los presidentes "más y menos democráticos" de los últimos 34 años, Néstor Kirchner y Raúl Alfonsín son las figuras mejor conceptuadas, mientras que Carlos Menem y Fernando De la Rúa las menos.
El sondeo también indagó sobre la confianza en distintas instituciones. Y el resultado fue que el 50% de los entrevistados siente que no puede recurrir a ningún gobierno nacional, provincial ni municipal para resolver sus problemas. Esto muestra un problema de representación política y de las instituciones, coinciden los politólogos.  Señalan que "la mayoría de las personas siente un desencanto hacia los gobernantes, pero tampoco encuentran figuras de la oposición que sean convocantes".
 
MUNICION GRUESA PARA LA DIRIGENCIA
 
El estudio también profundizó sobre la valoración de la democracia entre los argentinos y su resultado, que "podría leerse como una deuda con los sectores menos favorecidos".
Si bien el 65% afirmó que "es la mejor forma de gobierno", entre los  más jóvenes y de menor nivel educativo se reflejó descontento sobre cómo es el funcionamiento de las instituciones democráticas en el país.
También surgió otro factor preocupante en la escena. Y tiene que ver con que en lineas generales, toda la dirigencia está siendo cuestionada por la gente que la hace cargo en gran parte de sus frustraciones. Los sondeos ya están percibiendo que está creciendo un descrédito generalizado. Aunque la coyuntura política y social está lejos de convertirse en el recordado “que se vayan todos” de 2001-2002, los estudios coinciden en que cada apoyo que pierde Cambiemos no tiene  aún un destino claro. Por ahora, nadie capitaliza esa pérdida ante la ausencia de un líder que encandile a la mayoría.
Por ejemplo, Poliarquía detectó que de junio que uno de cada tres argentinos (33%) no puede nombrar a ningún político que sea de su agrado. Esa cifra, en los últimos dos años, en promedio oscilaba en el 20%. Un informe de Analogías muestra que la intención de voto de Macri perdió 12 puntos desde octubre hasta hoy (está en 30%). Esa merma, aseguran, fue a parar a los indecisos, que hoy son entre 25% y 27% de los entrevistados. 
“Con una buena campaña, gran parte puede volver al macrismo”, analiza Pablo Mandía, director de la encuestadora. “Es un voto enojado, que hay que ver a dónde va. El indeciso es anti, pero todavía más anti K que anti Macri”, añade el especialista.
 
SE ACENTUA UNA CRISIS DE CONFIANZA
 
Con otro enfoque, la consultora Taquión realiza un “Monitor de credibilidad” que deja en evidencia que tanto el oficialismo como la oposición tienen falencias para transmitir confianza en la sociedad. Ante la pregunta “cuando el Gobierno dice que trabaja para mejorar el futuro de todos los argentinos, ¿usted le cree?”, un 58% respondió que no. Solo el 33,5% de los consultados le cree. No obstante, peor les va a los opositores. “Cuando la oposición dice que solo le preocupa el futuro de todos los argentinos, ¿le cree?”, pregunta la encuesta: el 66% dice que no y solamente el 21% responde por la positiva.  
Otro número que patentiza la creciente apatía de la sociedad con los políticos lo disparó la empresa Ipsos. Según el estudio realizado en junio, solamente el 27% de los argentinos cree que los políticos contribuyen “mucho” o “algo” al país. De esta manera, los políticos quedaron últimos entre once grupos sociales. Hasta 2016, estaban en el puesto 9, con un 39% que consideraba que aportaban algo al país. Ese listado hoy lo encabezan los intelectuales y científicos (80%), ganaderos y agricultores (78%) y comerciantes (78%). Más abajo quedan industriales (68%), periodistas (55%), militares (48%), banqueros y financistas (45%), jueces (36%), sindicalistas (31%) y obispos y sacerdotes (28%). Todos más arriba que los políticos. 
Por último, la consultora Polldata detectó que “la clase política” figura segunda en la lista de principales problemas que tiene el país, con el 18% de las menciones sobre un listado guiado. Solo es superado por el “aumento de precios y tarifas”, que es elegido por el 37% de los entrevistados. Al sumar “la corrupción” (11%) con “la clase política” deja en claro que las cuestiones políticas alcanzan casi el 30% de las respuestas. Las cuestiones económicas, en cambio, ascienden al 56,5% y se agregan “bajos salarios” y “desocupación”. Precisamente, es la economía la que está en el centro de la escena y terminará marcando el rumbo de estos números.
Es evidente que el Gobierno y la oposición están necesitando un nuevo formato para relatar sus gestiones. Una señal que vuelva a generar confianza y que le encuentre una razón a lo que está pasando. 
Respecto al panorama para las elecciones 2019, el macrismo insiste en que aparecerá de golpe un mundo feliz. En el bosquejo del presupuesto 2019, el ministro Nicolás Dujovne proyectó un combo de buenas noticias: crecimiento de la economía del 2 por ciento, con una inflación de 17 por ciento anual y un aumento de las exportaciones de un 15 por ciento, pero sin precisiones sobre el tipo de cambio. Un optimismo que parece reñido con las metas de ajuste fiscal atadas al acuerdo con el Fondo Monetario: reducir el déficit a 2,7 para este año y 1,3 para el año próximo.
Macri y su mano derecha, Marcos Peña, están encerrados en una burbuja impenetrable. No quieren negociar con el peronismo porque temen perder caudal electoral. No obstante, la prioridad será terminar de definir bien hacia dónde quieren llevar la economía en el último año y medio de gestión. De eso dependerá su futuro y el de todos. Si Macri no se deja ayudar y no llama a una gran mesa de concertación, difícilmente encuentre el rumbo. Con el "Plan Propinas" de Elisa  Carrió no alcanza ni para empezar.

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