miércoles, 28 de junio de 2017

El plan del Gobierno para meter miedo con la economía si perdiera en octubre

Algunos observadores políticos advierten que en los últimos días el Gobierno puso en marcha una riesgosa movida electoral. Algo así como un cascabel, para despertar al órgano más sensible, como lo es el bolsillo popular. La estrategia del macrismo, apuntaría a meter miedo en el electorado, para el caso de una eventual derrota en las elecciones de octubre.


Muchos aseguran que con intencionalidad, el plan se activó ante los inversores de Wall Street. De manera concreta, se les advirtió que un resultado que no mejore la representación de Cambiemos en el Congreso, podría impactar en la política Argentina y por lo tanto en la economía. 
Los lineamientos, forman parte de un informe de 290 páginas dirigido a quienes suscribieron el bono a 100 años, que nuestro país emitió por US$ 2.750 millones.En el paper, se deja en claro que en caso que la agenda de reformas legislativas que se impulsan desde la Casa Rosada no se implementen con éxito, "la confianza podría debilitarse y afectar de manera adversa a la economía argentina y a las condiciones financieras". 
En otro de los párrafos, se alude a la herencia recibida por Macri y las principales medidas que tomó desde su asunción, como el levantamiento del cepo y la reducción de los subsidios, entre otras cosas. La parte más sensible, tiene que ver con "los riesgos e incertidumbres" que enfrenta la economía y la política. Allí es donde se pone en el centro de la escena la inflación, el impacto de las tasas de interés sobre la actividad volátil del tipo de cambio y shocks externos como la recesión o la baja perfomance de socios estratégicos de la Argentina, como Brasil. Luego se hace referencia a otros "factores adversos", como la "incertidumbre política, incluyendo los efectos de las elecciones de mitad de término de octubre".
Conviene detenerse aquí. para señalar que no es solo patrimonio del macrismo someterse a este test electoral. Todos los gobiernos han debido afrontar en los últimos años idéntica encrucijada, en la que se plebiscita la gestión. Para el caso de que éste fuera un factor negativo para la llegada de inversiones, como lo plantea el Gobierno, debería tal vez propiciarse modificar la Constitución y votar solo una vez cada cuatro años. 
De todas maneras, hay otros interrogantes dando vuelta por el andarivel de la gestión. Vale preguntarse entonces si no será que la falta de un plan económico a largo plazo que de previsibilidad, es lo que le está faltando a la economía. Tampoco sería el fin del mundo que Cambiemos pierda una elección. Lo admitió la propia María Eugenia Vidal en su momento. De ser así,  podría ser una gran posibilidad para atar consensos con la oposición, mediante un gran acuerdo de gobernabilidad y avanzar hacia metas de largo plazo.
En el mar de complicaciones que aparecen en el horizonte, hay cuestiones económicas centrales que la Casa Rosada no aborda. Una de ellas es la ausencia de un plan integral para corregir los desequilibrios y la imprevisibilidad que genera tapar solo con deuda los desajustes.
Es evidente que frente a una elección de tercios, el oficialismo abriga temores. Nadie tiene la vaca atada y los resultados serán muy ajustados, si se tiene en cuenta que ninguna de las fuerzas en disputa tiene la suficiente contundencia para sacar significativa distancia del resto del pelotón.
Lo que realmente le preocupa al oficialismo, es el creciente protagonismo de Cristina Fernández de Kirchner de cara a la recta final del proceso electoral. Ante este escenario, lo que se agita desde la Casa Rosada, es el fantasma de una posible vuelta del populismo, palabra que eriza la piel del círculo rojo.
No obstante, el problema para la inversión no es solo el supuesto regreso de Cristina y lo que significa en términos de dificultades para subir la categoría a la Argentina. Aún  ganando las parlamentarias, en el Gobierno subsisten severos escollos macroeconómicos que imposibilitan las inversiones y el repunte de la actividad. Financiar el déficit fiscal que no baja y para muchos analistas sigue creciendo con dólares del mercado financiero, genera atraso cambiario y altas tasas de interés en pesos.
Otro de los factores de peso, es que Argentina es cara para invertir y tiene un régimen impositivo y laboral asfixiante para el que trabaja y produce. Tampoco repunta el consumo, porque la inflación no cede del todo y cada tanto los aumentos de tarifas y transporte para eliminar subsidios barren con el poder adquisitivo. Para peor, los argentinos que tienen capacidad de consumo lo hacen, pero en Chile, Uruguay, Asunción o Miami, donde todo cuesta un tercio o la mitad que en nuestro territorio.
En la semana que pasó, los mercados financieros temblaron. Las acciones argentinas que cotizan en Nueva York, tuvieron caídas de hasta el 8 por ciento y la Bolsa de Buenos Aires retrocedió 4,8 puntos. El duro escenario hizo que el país no fuera incluído en el índice de mercados emergentes del banco internacional Morgan Stanley. Significa, un golpe de desconfianza entre inversores locales y extranjeros. La Argentina pese a todas las señales amigables con los mercados, se mantendrá en la categoría de país fronterizo junto a Kenia, Kuwait y Bangladesh, entre otros. En términos futbolísticos, es comparable a jugar en la "Tercera C".
Al Gobierno agitando miedos para cartonear votos, no le subirá la categoría en el contexto internacional. La megadevaluación del 2015, la eliminación de los controles financieros, el recorte de impuestos a sectores de altos ingresos, la suba de tasas de interés, el blanqueo de capitales y la emisión de deuda a 100 años, no bastan para convencer a los capitales internacionales de que somos un país seguro para depositar sus huevos en la canasta. 
Si verdaderamente lo que se pretende es enderezar el barco, Mauricio Macri debería replantearse tener menos Ceos, dejar de lado la fragilidad de los programas Excel como hoja de ruta e incorporar a su gabinete a jugadores con más calle y cintura política.Por lo menos, se ahorraría el trabajo de barajar y dar de vuelta con tanta frecuencia. Equivocarse con medidas que provocan enorme escozor social, es un enorme desgaste para la figura presidencial. Finalmente, habría que analizar si tal vez no sea el momento de dejar de hablar del pasado y arremangarse para afrontar lo que está por venir.

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