viernes, 18 de agosto de 2017

La historia del periodista chamuyero que dejó la UCR, para ser el "Marciano" favorito de CFK

Lo conocí en la redacción de Diario Popular. Fuimos compañeros durante pocos años. Los suficientes, como para etiquetarlo entre los grandes chamuyeros con los que me topé. Lo llamábamos "El Marciano". Es porque le faltaban las antenas y siempre tiró a pelado, con muy poco cabello en los costados. Aunque no paraba de hablar, hay que reconocerle que siempre discutía con fundamento.



Y hacía gala de un exquisito vocabulario, típico de tribunero radical. La introduccción, es una escueta presentación personal de Leopoldo Moreau, el ex boina blanca, que con 70 años y más de 40 de trayectoria en la política grande, acaba de reciclarse y convertirse en la útima semana caliente de las primarias, en la nueva estrella del universo kirchnerista. 
Camino a regresar a la Cámara de Diputados tras 12 años, el dirigente desafía ahora al ocaso en las elecciones de octubre. Aunque muchos de sus correligionarios hoy intenten taparlo con diarios, es un hombre que hace un culto de la rosca. Conoce como pocos la entretela política y las relaciones con la prensa, son su plato favorito. Escurridizo cuando las papas queman y convincente a la hora de abonar el terreno, Moreau sabe además, poner los huevos en diferentes canastas. A tal punto,  que su hija Cecilia incursiona en el massismo y su yerno milita en La Cámpora. 
Para presentarlo en sociedad, hay que decir que se unió a la Unión Cívica Radical en 1960. En 1968 fue uno de los fundadores de la Junta Coordinadora Nacional, que soñó con el Tercer Movimiento Histórico. Por aquellos años también se convirtió en uno de los fundadores de la corriente universitaria del radicalismo, Franja Morada. Con la vuelta de la democracia en 1983 fue electo diputado nacional. Llegó a ser hombre de confianza del presidente Raúl Alfonsín, siendo parte de la línea interna radical conocida como La Coordinadora y a finales de la década de 1980 logró encabezar el Comité de la provincia de Buenos Aires. En 1989 ocupó el cargo de presidente de la Cámara de Diputados de la Nación Argentina por un corto tiempo. En las elecciones de 2003 fue el candidato a presidente de la Unión Cívica Radical y recibió un duro cachetazo. Obtuvo apenas el 2,34 % de los votos, realizando una elección históricamente mala en gran parte, producto de la postal oscura que dejó la caída del gobierno del radical Fernando de la Rúa en 2001. Durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner realizó un acercamiento a las políticas llevadas a cabo por su gobierno. Debido a eso fue expulsado de la Unión Cívica Radical.
 
BAJO EL SOL DE LA DEMOCRACIA
 
La  historia que compartimos con Moreau, fue en tiempos que eramos embajadores de la Olivetti, remando todo el día. Fue antes de la década del 80. En 1983 nos estábamos preparando en la redacción de Diario Popular para el advenimiento de la democracia, después de la larga noche oscura de la dictadura militar. Para ese entonces, Leopoldo ya era un nexo clave para arrimar información proveniente del radicalísmo. Le habíamos encomendado esa tarea periodística y lo hacía en tándem con el desaparecido colega y escritor, Ramiro de Casasbellas. Ambos se conocieron cuando trabajaron en el diario La Opinión de Jacobo Timmerman. También formaba parte de ese equipo, Jorge Lozano, otra pluma brillante que cuando pegaba, provocaba más dolor que un látigo de tientos.
 Aún recuerdo que Moreau nos quería convencer a todos que votáramos a Raúl Alfonsín y repartía fichas de afiliación en el diario con gran entusiasmo. Leopoldo vivía en San Isidro, llegaba en tren y colectivo a Avellaneda y tenía una gran facilidad para la oratoria. Era tan chamuyero, que cuando hablaba en voz alta en la redacción, su tono potente llamaba la atención de todos.
Pero de aquella década del 80 hasta aquí, mucha agua pasó bajo el puente y la historia nos separó. Después de haber desembarcado en el kirchnerismo durante la transversalidad, etapa que le sumó un vicepresidente radical del "voto no positivo", como Julio Cobos, ahora la entronización de Moreau como vocero de Cristina muestra tanto el precario intento de “renovación”, como la escasa disponibilidad de figuras para ese menester. 
 
EL ULTIMO VUELO DE LEOPOLDO
 
Tras la salida de Ricardo López Murphy del ministerio de Economía, en la noche del 19 de marzo del 2001 durante el gobierno de Fernando de la Rúa para ser reemplazado por Domingo Cavallo, Moreau tuvo su último papel protagónico. Fue junto con varios dirigentes, quienes resistieron a los gritos  al nuevo ministro y  hasta hubo trompadas.
Lo cierto es que hoy "El Marciano", es la cara visible de Cristina. Le es muy útil, para arrinconar al Gobierno con las denuncias por irregularidade en el escrutinio provisorio. En el comando de operaciones de Unidad Ciudadana reconocen que el dirigente ha tenido un destacado papel, pero niegan de manera terminante, que se haya convertido en el vocero de la campaña. 
Las razones que llevaron a  Moreau a recuperar su protagonismo, son varias. El manejo con el periodismo, algo de lo que adolece el kirchnerismo, es una. Y bancarse cualquier discusión sin enojarse y su capacidad de oratoria para  los temas institucionales, son otras de las que más pesaron en la balanza durante la larga noche de Arsenal.
No obstante, "El Marciano" había vivido tiempos mejores. De extrema confianza de Raúl Alfonsín, es para destacar que fue uno de los voceros del gobierno radical durante la crisis de Semana Santa. En 1995 al denunciar el caso IBM-Banco Nación, volvió a ganar protagonismo. En esa instancia, conoció a Cristina Kirchner en el Congreso. Desde entonces la tutea y luego adhirió a su gobierno, por lo que sus correligionarios lo tildaron de "traidor y oportunista". No fue funcionario ni candidato, sino un exponente poco influyente del radicalismo K. Moreau se defiende de las críticas, señalando que está formando parte de un "nuevo sujeto político". Hay que reconocer, que siempre se recicla. No obstante, la  bendición para desempeñar el actual papel, corrió por cuenta de Antonio Gutiérrez Rubi, el consultor catalán que diagramó la campaña de Cristina y la puesta en escena en el búnker de Arsenal. Fue quien puso en valor sus virtudes. En su último vuelo en la política, "El Marciano" volvió a despegar y se convirtió en el dirigente que mejor articuló el discurso K. Dio como 20 entrevistas y se bancó la discusión con el periodista Eduardo Feinmann, lo cual no es poco. Habrá que ver cual es su próxima escala. La vereda del verso, por lo menos ya lo tiene entre sus caminantes más notorios.

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