viernes, 18 de agosto de 2017

Mis charlas con el legendario intendente que sabía anticipar el resultado de las elecciones

La historia que voy a relatar, forma parte de una de mis experiencias a través de cuatro décadas en el periodismo. Tiene que ver con vivencias con personajes que hicieron historia en la política y la dejaron marcada a fuego. Uno de ellos, fue el ocho veces intendente de Lanús, el desaparecido Manuel Quindimil. Tuve el privilegio de conocerlo y mantener muchas charlas a través de los años. A veces, eran confidenciales y tenían que ver con traiciones y los golpes bajos en el ejercicio del poder. Comprendí además, que tenía un olfato único para medir el pulso de las elecciones y en algunos casos, anticipar resultados.



Manolo, de voz ronca y gastada, fue una suerte de enciclopedia del peronismo. Un político de raza de los que hoy escasean. Un maestro de la vida, al que todos respetaban y recurrían para escuchar sus consejos y de paso sumar votos, en la previa de las batallas electorales más importantes que se libraban en la provincia de Buenos Aires. 
Recostado en el sillón de su despacho, Quindimil se jactaba de ser el único peronista que ganó en 1983 durante el triunfo de Alfonsín. "Herminio Iglesias perdió. Perdieron todos, pero Manolo ganó. Por eso, ¡la puta madre que los parió a todos!", disparaba con un dejo de indignación, pero subrayando a la vez, su condición de imbatible.
Con su poder, llegó a convertir a Lanús en la cuna del peronismo. Un día, para su cumpleaños se me ocurrió regalarle un cuadro muy especial. Era una tapa enmarcada de Diario Popular, medio del que fui uno de sus fundadores. La mandé a hacer especialmente y estaba estampada su foto, con una de las poses características, pronunciando un discurso de manera fervorosa. Le coloqué un título que lo sacudió: "Maestro de intendentes". Se emocionó mucho y hasta se le cayeron unas lágrimas, cuando se lo entregué. Lo colgó en su galería de recuerdos y a partir de allí nació un ida y vuelta inolvidable, que se afianzó paulatinamente con el paso del tiempo.
Manolo era un tipo de barrio que se levantaba muy temprano. Iba a su chatarrería y después se instalaba en la comuna hasta la madrugada, aunque religiosamente dormía la siesta. Debo reconocer que atendía a todo el mundo hasta la madrugada y en su despacho tenía un verdadero museo de efectos personales de Perón y Evita. Había hasta una botella de champán con sus nombres. Los había rescatado a través de los años cuando salían a la venta en los remates. 
Nunca viajó al exterior y lo repetía con orgullo, porque toda su apuesta era una entrega personal para su Lanús. Quindimil representaba al clásico caudillo político del peronismo del Gran Buenos Aires. Fue elegido intendente por primera vez en 1973, durante el segundo gobierno del ex presidente Juan Perón, pero tuvo que dejar el cargo con el golpe de Estado militar del 24 de marzo de 1976. Al retornar la democracia, resultó elegido nuevamente por el voto popular y gobernó, en forma ininterrumpida hasta diciembre de 2007.
 
DEL WILSON A SER PROTAGONISTA DEL 17 DE OCTUBRE
 
Nacido en Valentín Alsina el 24 de diciembre de 1923, se inició en la política mientras trabajaba en el frigorífico Wilson, donde fue delegado gremial y luego integrante de la comisión interna. Era viudo y tenía tres hijos. Un hecho que lo golpeó fue el suicidio de Ana María, la menor, que se suicidó en septiembre de 2003. La rápida carrera sindical de Quindimil lo llevó a participar en los acontecimientos que se desarrollaron del 17 de octubre de 1945 y que determinaron el nacimiento del peronismo.
En 1948 ingresó a la municipalidad en calidad de empleado y dos años después tuvo su primera experiencia en la función pública al ser designado delegado municipal de Valentín Alsina, cargo que debió abandonar cuando un golpe militar derrocó a Perón en 1955. Ese episodio, abrió paso a 18 años de proscripción.
En 2007, distanciado del entonces presidente Néstor Kirchner, el histórico referente decidió pelear por la intendencia frente al aspirante auspiciado por el kirchnerismo, Darío Díaz Pérez. Perdió sacando el 28 por ciento de los votos, frente a un 37 por ciento de su oponente.
 
 ANTICIPO UNA DERROTA HISTORICA
 
En una de las veces que al peronismo le fue mal en la provincia de Buenos Aires, tuvo una premonición y antes del cierre del comicio me llamó al diario."Hoy me levanté temprano como siempre y fui con mi chofer a recorrer las escuelas. No me gustó nada el panorama, porque antes de que abrieran las mesas, había colas. Cuando ocurre esto, es porque la gente está ansiosa de un cambio.Tenga en cuenta lo que le digo, porque creo que a los peronistas hoy nos va a ir mal", reflexionó. Y no se equivocó. Aquel episodio ocurrió en octubre de 1997, cuando en la provincia de Buenos Aires ganó Graciela Fernández Meijide. Fue el triunfo más difícil de pronosticar y el que tuvo mayor resonancia política, porque consolidó la victoria nacional de la Alianza UCR-Frepaso y dañó la ambición presidencial de Eduardo Duhalde.
Fernández Meijide ganó su tercera elección consecutiva en dos años -senadora en el 95, estatuyentes porteños en el 96 y diputados nacionales en el 97- y se posicionó para el 99 como la primera mujer en condiciones de llegar a la Presidencia por la fuerza de los votos.El PJ de la provincia tuvo entonces la peor actuación en las urnas desde 1987, cuando Antonio Cafiero fue elegido gobernador. Para Quindimil, que intuyó que se venía la noche, fue un golpe tremendo, además de que el conurbano se había convertido en un verdadero cementerio para el PJ.
 
SU PARTICULAR VISION DE LOS KIRCHNER
 
En mis charlas off de record, que hoy puedo revelar porque el secreto ya prescribió, Manolo, que pertenecía a la ortodoxia peronista, tenía un punto de vista ideológico muy especial sobre los Kirchner. Aunque era verticalista, no le simpatizaban y me comentaba con indignación que "habían prohibido la marchita en los actos". Decía además que ignoraban la figura de Perón y solo reconocían la de Evita.
En aquella vidriera de su despacho, gastada por el tiempo, estaban las imágenes de Evita y Perón teñidas de dorado. Más arriba, aparecían Manolo y Cristina. Pero, paradójicamente, el enterrador de Quindimil provino del PJ local y formó parte de su gobierno. Fue Darío Díaz Pérez, quien estaba alineado con el senador José Pampuro, a quien Quindimil detestaba. De Pampuro, Quindimil sostenía que "fue ministro de Salud y nunca mandó un paquete de algodón a Lanús. Fue ministro de Defensa y nunca fue capaz de mandar un subsidio. Fue diputado nacional, ocupó cargos de alto nivel, y nunca recibimos una ayuda. Lo único que recibimos fue el desastre político de la fractura del peronismo local que se produjo ahora, por culpa de él, que no vive en Lanús, que vive en la Capital Federal, que viene a meterse en Lanús a querer agarrar el poder." Díaz Pérez al erigirse en  ganador sostuvo que “en lo personal, no tengo nada contra Manolo. Pero la gente marcó el fin de una etapa”.
 
GOBERNO DURANTE 24 AÑOS SEGUIDOS
 
Los dos compitieron bajo la boleta de Cristina Kirchner, bajo el sistema de “colectoras” que diseñó el kirchnerismo como sustituto de las antiguas internas del PJ. Hubo pocas excepciones en las que el que jugaba de local no venció; la más resonante es la caída de quien gobernó Lanús durante 24 años consecutivos. 
El mito de su condición de invencible, convalidado en siete períodos, se extinguió y de alguna manera aquel trago amargo precipitó su muerte. Fue por un cáncer de pulmón. al que le ganó mil batallas. En las filas de Manolo todavía se preguntan qué pasó. Algunos intuyen que varios de sus principales referentes negociaron su pase por debajo de la mesa, seguidos por una horda de punteros que antes le respondían sin cuestionar.
Manolo donaba la mitad de su sueldo a los más necesitados y en su momento me confió que después de la muerte de José Ignacio Rucci, el ex secretario general de la CGT, asesinado por Montoneros, "yo auxilié económicamente a la familia porque estaban en la lona".
En una oportunidad me invitó a uno de sus multitudinarios cumpleaños. Los celebraba en el Club Valentín Alsina y asistían los miles de empleados de la comuna con sus familias. Debo decir que en aquella época, hasta el estadio de club Lanús, llevaba su nombre. Se prodigó siempre por los más humildes y en las paredes de los comedores que tienen en los asentamientos, sin embargo, todavía cuelga la imagen de Manolo entre las de Evita y Perón. Como un Cristo. Crucificado.
Si Quindimil viviera, me gustaría preguntarle que percibe hoy, frente a un escenario que a todas luces aparece como falto de entusiasmo popular. De lo que estoy seguro, es que si resucitara y viese al peronismo fracturado en tres, como aparece hoy en el escenario electoral, no lo perdonaría y repetiría lo mismo que en el 83: " la puta madre que los parió a todos!".

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