viernes, 18 de mayo de 2018

Chau gradualismo, ahora ajuste sin vaselina

Durante el jueves negro y en pocas horas, pareció que la Argentina se sumergía en el peor de los mundos. Desde el exterior, los fogoneros de Wall Street aseguraban que la economía se desplomaba como un castillo de naipes. Hasta la influyente revista norteamericana Forbes le aconsejaba a los inversores extranjeros abandonar el país. También trazaban la posibilidad cierta de un escenario parecido al 2001. La nota finalizaba con una lapidaria textual: "La situación es más preocupante de lo que la gente piensa.




Y como si fuera poco, en algo que resulta histórico en materia de sincericidios desde una fuerza de seguridad, el jefe de la Policía Bonaerense, Fabián Perroni admitió que "nunca se había visto que la gente tenga que robar para comer". Fue como un rayo paralizante que cayó en medio de la tormenta financiera impactando en el corazón del poder. Todo forma parte de la postal de una semana plagada de fantasmas. Donde además apareció Domingo Cavallo, convertido en una suerte de Freddy Krueger, queriendo acercarle al Gobierno sus recetas y pidiendo trabajo de ministro de Economía. Menos mal que nadie del oficialismo mordió el anzuelo. Hubiera sido como ponerle una bandera de remate al país, ya que Cavallo de hoy es el mismo personaje energizado, que cuando fue presidente del Banco Central, fue uno de los responsables, no el único, de la estatización de la deuda externa privada en la última dictadura militar. Como ministro de Economía de Carlos Menem impuso el régimen de convertibilidad que, al durar diez años y medio, concluyó en un descalabro socio económico mayúsculo. Y cuando reincidió como titular del Palacio Hacienda durante la gestión de Fernando de la Rúa, culminó su obra económica con el corralito. Como si nada de esas pesadillas hubieran ocurrido, ahora pretende dedicarse a predicar acerca de lo que hay que hacer, cuando sus recetas "milagrosas" ya descansan en el silencio de los cementerios. 
 
SE BUSCA UN MINISTRO DE ECONOMIA FUERTE
 
Más allá de la historia que lo condena, Cavallo incluyó entre sus consejos a Macri, el de sumar a su gabinete a un ministro de Economía fuerte. Le faltó decir :“Uno como yo”. Pero "Mingo" no es el único que hizo flamear esa bandera. Hace dos semanas Martín Redrado esbozó su teoría de por qué no hay un ministro fuerte en la actualidad.
“Si uno mira la trayectoria del Presidente está claro por su estilo de conducción que, en su historia personal, siendo presidente de Boca lo sufrió a Bianchi, lo sufrió a Riquelme, lo sufrió a Maradona: no hay espacio para un cerebro único. Hay una mesa de coordinación que está en la vicejefatura de Gabinete donde están todos los ministros del área económica. Lo que uno ve es que buscan coordinar, pero el problema es que después cada uno vuelve a su metro cuadrado", explicó.
Esos demonios perturbadores son los que intentará despejar de aquí en más el gobierno de Mauricio Macri, que saltó alocado a bajar la fiebre verde mediante una suba de tasas de interés del 40%. Es la teoría de la frazada corta. Pero no hay otro remedio. Ya que el 15 de este mes hay un vencimiento de Lebac por 600 mil millones de pesos. El Gobierno debe llegar bien parado a esa fecha, para que no se le desate otra tormenta financiera. Para intentar domar a la moneda norteamericana, el Banco Central tuvo que poner en los últimos días cien mil millones de pesos. Es una suma equivalente a lo que se ahorró con la polémica reforma jubilatoria que le pasó factura a Macri con una abrupta caída de su imagen positiva.
Por lo que se vio en el cierre de semana con el tandem  Nicolás Dujovne y Toto Caputo poniendo la cara ante la prensa, Macri optó por bancar al área económica, sumando a Federico Sturzenegger. Mientras tanto, aún hay analistas que buscan responsables del desmadre.
Algunos señalan al titular del Banco Central. Otros, al ministro de Hacienda Nicolás Dujovne. Y tampoco escapa de las miradas el controvertido gerenciamiento que ejerce el jefe de Gabinete, Marcos Peña, a través de sus viceministros coordinadores, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Ambos tienen amplia experiencia en ponerle el pecho a las balas en crisis al frente de empresas importantes. Pero carecen de rodaje del lado del mostrador estatal, cuando cada centavo de suba golpea en la credibilidad del Presidente.
 
LOS MERCADOS LE MARCARON EL PASO A MACRI
 
La película que vimos la semana pasada, es la derrota del denominado gradualismo. Los mercados le dijeron a Macri que tiene que hacer de una vez por todas el ajuste y sin vaselina. Dujovne fue claro al plantear las nuevas metas de achicamiento del gasto público, que seguramente terminarán en despídos en el Estado. Y los 30 mil millones de pesos destinados a obras, que ahora quedarán congelados a la espera de un mejor momento financiero.También se mandó una señal inequívoca hacia la oposición por las tarifas.El Gobierno tildó de acciones cargadas de "populismos" a la movida en el Congreso y dijo que no está dispuesto a perder 250 mil millones de pesos. Por lo que se desprende, si esa medida sale, habrá veto presidencial sin vuelta atrás. En este nuevo escenario, el proceso de seguir sumando deuda externa en el 2019 también llega a su fin.
Aunque hicieron todo lo posible para evitarlo, ahora Macri, Marcos Peña y Duran Barba deben desembarcar forzosamente en el territorio de las antipatías de la gente. algo que siempre quisieron evitar. Nada de lo que vendrá será agradable. La Casa Rosada debrá poner enormes dosis de política y de consensos, además de cierta generosidad con la oposición. El macrismo ha sufrido el peor de los sustos. Ahora hará falta un acuerdo serio con el peronismo racional. Caso contrario, el tránsito del ajuste anunciado por Dujovne se vuelve vidrioso. Al comienzo del Gobierno se pudo alcanzar ese clima desde una posición de poder. Pero hoy se llega al mismo lugar desde la debilidad y habiendo acumulado desplantes y agravios innecesarios.El dilema que Macri tiene por delante es el más difícil en sus 30 meses de gestión.
El peronismo le está tendiendo una encerrona con la cuestión sensible de las tarifas. La sociedad está esperando que la inflación baje y vuelva a estar al menos por debajo del 20% anual. Y los mercados han puesto a prueba como nunca la variable que atormenta a todos los presidentes del país que sueña en dólares. En un par de semanas el Banco Central vendió cerca de US$ 8.000 millones y subió 600 puntos la tasa de las Lebac, pero el jueves negro la divisa nortemaricana quebró la barrera inquietante de los 23 pesos.
Si Macri hoy quiere volver a vendernos que "lo peor ya pasó", nadie le va a creer. El manual le aconseja que deje de lado las promesas y se ponga el país al hombro.

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