viernes, 18 de mayo de 2018

El Gobierno no puede ocultar un escenario de crisis que avanza

Cuando los zócalos de la televisión y los tapas de los diarios se ponen en llamas con la escalada del dólar, es porque la Argentina está en problemas. El comportamiento de la moneda norteamericana y los US$ 5.000 millones que el Banco Central debió poner en juego para frenar el desafío de los mercados, le ganaron por goleada a cualquier otra preocupación.




Macri sabe que está siendo sometido a un nuevo examen por el mercado. Por eso se fue a reflexionar junto al mar en Chapadmalal, para ver la manera de encontrar una salida. Es la peor semana que ha soportado el Gobierno. En estos momentos debe responder si es capaz de aguantar con las reservas monetarias para que el riesgo de devaluación no empuje hacia arriba la inflación de abril. 
Afortunadamente, el fin de semana largo sirve para aplacar los ánimos. Pero ya no se puede ocultar, que en pocos días, la Argentina se precipitó en una crisis de alto voltaje. Insatisfacción social, descenso de la popularidad del Gobierno, la escalada de la moneda norteamericana. Una pulseada abrazo partido entre el Banco Central y el mercado financiero. Son crispaciones que reavivaron la incertidumbre. El no saber qué va a pasar que hemos vivido los mayores de manera repetida, hoy empieza a calar hondo en los jóvenes, embarcados en proyectos a mediano plazo de un gobierno que se pone el cartel de innovador, pero que está encerrado en una fórmula que se marchita día a día.
 
LA BICICLETA FINANCIERA EN PUNTA
 
Como reviviendo una postal del pasado, durante la semana pasada muchos ciudadanos corrieron, una vez más, a convertir sus pesos en dólares, mientras los jóvenes que obtuvieron créditos hipotecarios seguían con angustia la evolución de la divisa, porque el crecimiento de apenas unos centavos en su precio implica un incremento de miles de pesos en la deuda que contrajeron con los bancos. En la otra vereda, los actores fuertes del mundo financiero desarrollaban sus estrategias defensivas: fondos llevándose el dinero, inversores postergando decisiones, cambios de cartera, empresas deslizándose en el pánico porque las tasas llegaron al 30%. Y especuladores frotándose las manos por la misma razón.
Mientras tanto, los últimas encuestas confirman un escenario oscuro para el oficialismo, que no hace otra cosa que estimular a la oposición, que empieza a entrever cada vez vez más cerca la meta de poder volver al poder en 2019. Los datos de la encuestadora Poliarquía exhiben una caída significativa de las expectativas sociales y económicas: menos del 20% considera positiva la marcha del país y la economía, el 52% cree que la situación empeoró el último año, aunque el 40% se aferra a la esperanza de que mejore en los próximos meses. La aprobación presidencial cae al 45%, uno de los puntos más bajos de la serie histórica, junto con la confianza en la capacidad de la administración para resolver problemas. En síntesis, comenzaron a germinar evidencias que tornan angustiosa la reelección.
 
LA CREDIBILIDAD EN MACRI DEVALUADA
 
Aunque no lo reconocerán en público, la administración Cambiemos es consciente de su impotencia para resolver la cuestión económica. Fracasa de manera permanente para encontrar la luz al final del túnel. Esto tal vez explique porque hoy nadie le cree a Macri dice que lo peor ya pasó, ya que después de su profecía las tarifas, los combustibles y el dólar terminan picando en punta. El Presidente terminan naufragando en su discurso, porque tiene demasiados voceros para diagnosticar la economía. Pero nadie lo hace de una manera convincente. Ni siquiera los empresarios compran esas acciones amarillas que terminan  cotizando en baja.
Por estas horas, en Balcarce 50 se convencieron acerca de la necesidad de que el Banco Central muestre señales de fortaleza. Creen finalmente que Federico Sturzenegger debe liderar la resistencia y  aseguran que por un tiempo debe ceder la pulseada permanente que le plantea Mario Quintana desde la Jefatura de Gabinete. Como lo expliqué en un comentario anterior, a Mauricio le quedó claro que aquella foto del titular del Banco Central entre Marcos Peña y Quintana terminó siendo perjudicial y ahora se ven los resultados. Ha llegado el momento entonces de dejar en segundo plano las cuentas pendientes de la interna oficialista y poner proa a tranquilizar el mercado.
Desde el gobierno entienden el torniquete que armó el peronismo en Diputados por las tarifas y el de los mercados en torno al valor del dólar. Estas cuestiones han puesto a Macri en una encrucijada novedosa y muy complicada. Cualquier decisión que tome le va a significar un costo ante los sectores del poder o ante la opinión pública.
Los asesores del Presidente creen que el Círculo Rojo le pide a Macri que no abandone el compromiso fiscal, la batalla contra la inflación y que, de ser necesario, vete el proyecto opositor para atar la suba futura de los servicios públicos a los aumentos salariales.
 
LA ESTRATEGIA DE NO CEDER CON LAS TARIFAS
 
El plan de "ni un paso atrás", es el que se llevó en carpeta Macri a Chapadmalal. La ecuación matemática de alta inflación, tarifas más caras y este dólar convidado de piedra parecen tomar distancia del peligroso cisne negro que acecha a los gobiernos.Pero cuidado, porque las encuestas le juegan en contra al Gobierno en la previa de un año electoral. Los hombres del Presidente no deberían confiarse mucho tiempo más y corregir las falencias, sobre todo las que pegan por debajo de la linea de flotación de la clase media, que fue la que les dio el voto para estar gobernando. La realidad marca un frente de tormenta en el horizonte. Y es grave, porque tiene efectos colaterales e irrumpe con facilidad a la luz del ánimo fatalista y pendular de los argentinos.
Frente a este escenario de tarifas explosivas, Macri le ha pedido a los gobernadores como gesto de grandeza que limpien de impuestos las facturas sobrecargadas de imposiciones especiales y cargas tributarias. Pero la gran mayoría se niega y le piden que baje el IVA primero. La Casa Rosada responde que se olviden. Dicen que el IVA es coparticipable. Por lo tanto, las provincias dejarían de percibir unos 20 mil millones de pesos. Y la nación otro tanto.
Macri está aferrado a la teoría Aranguren. No quiere aflojar porque está convencido que la estrategia de la oposición apunta su dardo al centro del corazón del aparato fiscal. Si el Presidente cede, a la incertidumbre económica se le agregará la vulnerabilidad política, una medicina letal para el período electoral que está por venir. En caso de que la situación de las tarifas toque fondo, en la Casa Rosada sostienen que se apelará al veto como única salida. Mientras tanto, la inflación y la inseguridad están en la cresta de la ola y alientan el malhumor social de manera riesgosa. La gente observa con estupor que el efecto paralizante de cada vez que sube el dólar hace que los salarios se derritan y se desplome el poder adquisitivo.
 
EL PERONISMO CALIENTA MOTORES
 
Aunque el peronismo aún no ha recuperado su capacidad de fuego frente a esta postal que le es favorable, hay algunos signos de fortaleza. Por lo pronto, Sergio Massa y Florencio Randazzo parecen liderar la franja que pica en punta, por fuera del motor populista y envejecido del kirchnerismo. Han olfateado que el Gobierno muestra signos de debilidad y entienden que hay que dar un paso adelante. Una prueba de ello, es el alejamiento de la coalición gobernante con tantos meses de anticipación que ha planteado Emilio Monzó, el jugador clave de Macri en la Cámara de Diputados.Este hombre proveniente del riñón del PJ y que en su momento significó una pieza clave en el armado del PRO, está emigrando de a poco porque ha experimentado en carne viva que la conducción política del partido gobernante está en muy pocas manos. En los dos últimos dos años Monzó fue ninguneado de manera permanente por Marcos Peña, el hombre más influyente de Macri. También María Eugenia Vidal le fue poniendo alambre de púas a su intento de peronizar el PRO en la provincia de Buenos Aires. Hoy Monzó está debilitado. Ya no tiene ni voz, ni voto en la mesa chica de Macri. Por eso avisó su disinterés de jugar a futuro para defender los colores del equipo amarillo. “Me siento liberado”,admitió el legislador hace unas horas. “Estuve casi un año sin hacer nada, sin un rol político”, les confió a sus interlocutores.
 
MONZO, UNA PIEZA CLAVE QUE SE ALEJA
 
Aunque había regresado con su esposa desde el año pasado a la quinta familiar Los Abrojos, donde el presidente Mauricio Macri lo recibe con Juliana Awada, nunca volvió a ser el armador político de brillo hasta 2015. Su distanciamiento de la mesa chica y la mediatización de sus críticas hacia el esquema concentrado de decisiones lo terminaron de alejar. Cree que el gurú Jaime Durán Barba y Marcos Peña son en parte los responsables de que Macri esté encerrado en una telaraña de la que no puede salir. Afirma que por su propia supervivencia el Gobierno debería ampliar su base operativa sumando gobernadores e intendentes peronistas para poder ponerle el pecho a las balas en las crisis. Además descree que la política económica esté dando sus frutos, como recitan en el primer piso de la Casa Rosada.
Monzó no es un cuatro de copas. Fue el motor de todas las leyes que necesitó el Presidente y pieza fundamental para acercar a Elisa Carrió y, luego, a la UCR, y conformar Cambiemos en 2015. Fue jefe de la campaña presidencial además de ministro de Gobierno porteño. Pero todo cambió el 10 de diciembre de 2015. “Dedicate al Congreso”, le aconsejó el jefe de Estado. Luego, con el impulso cotidiano del jefe de Gabinete, Marcos Peña, lo fueron apartando delicadamente de la mesa chica. Siguió yendo a las reuniones de “coordinación”, donde admite que se aburre.
Cuando anunció su retiro de Diputados, de Macri para abajo, todos le palmearon la espalda. Pero nadie le dijo que es necesario que se quede para defender las banderas en el 2019. Tal vez cuando llegue ese momento, el peronismo lo invite a jugar en la otra cancha, donde se siente más cómodo.

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