viernes, 27 de marzo de 2009

“LA MAFIA TIENE NOMBRE”

Madre contra el Paco, a la que le asesinaron al
hijo denuncia la corrupción policial en Lomas

Por Jorge Joury

Se llama Isabel Vásquez. Es la madre de un hijo adicto que logró salir de la pesadilla. Es la madre de ese mismo hijo fusilado por la mafia de Lomas de Zamora, que por una vendetta lo ejecutó fríamente porque estaba ayudando a salir de la droga a otros jóvenes. Es la madre que todos los jueves con un pañuelo negro, da vueltas a la Plaza de Mayo, junto a un grupo de mujeres, buscando una mano del Estado. Es la que no baja la guardia pidiendo justicia por el esclarecimiento del asesinato de su muchacho. Es la misma que a un mes del homicidio de su hijo Emanuel Vázquez, el joven de 27 años que cayó ensangrentado a una cuadra de la fundación Madres contra el Paco, rompe el silencio y pide la “remoción de la cúpula policial de la comisaría de Ingeniero Budge", ya que considera que “no hacen nada para detener a los acusados del crimen”. Infosur en publicaciones anteriores denunció que en la zona de Lomas de Zamora funcionan en la más absoluta impunidad, 300 cocinas del Paco. Una bochornosa realidad que va exterminando por goteo a una generación de pibes que viven en la más absoluta marginación y hasta venden sus cuerpos a los buscadores de sexo, para poder comprar las dosis de la más letal de las resacas. La que en seis meses convierte a los pequeños en verdaderos mutantes, para conformar la más triste de las postales de una temible realidad: chicos sin destino y condenados a muerte.
DOLOR DE MADRE
La fundadora de la agrupación Madres contra el Paco, tiene el rostro surcado por el dolor y los ojos nublados por el llanto. Hay una espina clavada en su corazón que la obliga gritar a los cuatro vientos que “es muy doloroso perder un hijo y ver cuánta impunidad hay en Lomas de Zamora”. No obstante, mantiene la guardia en alto y con indignación señala que no descansará "hasta tener Justicia”.
Isabel toma el último mate, casi lavado y señala que “recuerdo a mi hijo con mucho orgullo porque fue una persona comprometida, solidaria y que quería cambiar la historia de él y de todos los jóvenes porque logró recuperarse y trabajaba para que los chicos salgan de las drogas”, señaló.
La historia y el final de Emanuel Vásquez, están sellados por la amenaza de un tinte mafioso que en el más cruel de los desenlaces. Tenía 27 años, era colaborador de la agrupación y se encargaba de controlar el estacionamiento en la zona de la feria de La Salada.
El 24 de febrero pasado en una noche cerrada donde apretaba el calor, lo asesinaron a sangre fría a una cuadra del comedor, en la intersección de Oran y Bustos, cuando -según trascendidos recogidos por Infosur- lo llamaron por el nombre y sin mediar palabra le dispararon cinco tiros por la espalda, que terminaron con su vida en el acto.
IMPOTENCIA
Hoy de las palabras de Isabel, que traducen todo el dolor y la impotencia, brotan graves denuncias, exigiendo la “remoción de la cúpula policial de la Comisaría de Ingeniero Budge", la cual interviene en el caso.
Es que la madre de la víctima acusó a “Sergio Germán López”, conocido por el mote de “Chechu”, de ser el autor del disparo que terminó con la vida de su hijo. "Ese chico pertenece a la misma banda que tenía conflictos con nosotros por el estacionamiento que manejamos en la feria”, apuntó.
También dice tener pruebas de que “muchos testigos vieron cómo López se pasea por el barrio pero todos tienen miedo de declarar". "Los entiendo porque se trata de gente pesada”, indicó.
OSCURA HISTORIA
La oscura historia que le tocó vivir a Isabel arrancó en abril de 2008, cuando los integrantes de Madres contra el Paco habían hecho referencia, ante Infosur, de presuntas amenazas telefónicas. Isabel hoy denuncia que los comentarios en el barrio aluden a" que se pagaron 30 mil pesos para matar a mi hijo"
No tiene pelos en la lengua para contar cómo asesinaron a su hijo, conocido como "Emo". Asegura que le metieron cinco tiros porque había vencido el Paco y no dejaba que creciera el negocio.
La noche del 24 de febrero pasado, los vecinos del barrio La Madrid del partido de Lomas de Zamora, no podían creer el rumor que corría por el vecindario. La noticia se divulgó enseguida, de casa en casa y de esquina en esquina: Emanuel, “el Emo”, había sido asesinado a tiros.
LA MAFIA
Los cinco impactos de bala que recibió en el cuerpo produjeron un charco de sangre en la vereda donde cayó desplomado, y así se fueron sus 27 años de vida. El crimen, al parecer, estaba organizado. Lo llamaron, se acercó, y sin defensa alguna, recibió la muerte. Fue en su propio barrio, a sólo metros de la casa y del comedor comunitario que mantiene su madre, Isabel Vázquez, una de las fundadoras de Madres contra el Paco y por la Vida.
Las dudas comenzaron a despejarse con el correr de las horas: El crimen habría sido un ajuste de cuentas. Porque Emanuel, ex adicto a las drogas y recuperado, había logrado erradicar varios puntos de venta de paco en la zona.
Isabel está convencida de que “lo mataron porque estaba empezando a molestar. Siempre que pasaba algo en el barrio estaba él. A estos tipos no les empezó a gustar la organización de los pibes. Imaginate que cien chicos no consuman más Paco, equivale a 200 dosis diarias de 5 a 7 pesos por cada pibe. Habíamos armado ‘preventores’, que alertaban a los demás de que no consuman. Ellos se avisaban unos con otros”.
EL COMEDOR
Isabel tiene los ojos bien redondos y marrones y mientras habla, en el comedor que lleva adelante con todo el esfuerzo comunitario los chicos corren por todas partes y juegan con lo que tienen.
Una de sus manos sostiene un mate, mientras la otra presiona fuerte un par de fotos que estampan la memoria de su hijo. Recuerda sus peleas “mano a mano”, su ingreso a la cárcel por robo y por qué ella se resistía a visitarlo. Comenta con orgullo cómo ocuparon el predio de La Salada para instalar el estacionamiento, cómo lo limpió y qué significaba la presencia de Emanuel para los pibes de la zona. Isabel habla y dice que no tiene miedo ni odio, pero sí bronca. Mucha bronca que le brota por los poros, por la impotencia de no sentirse ayudada por las autoridades, en la lucha que está dando.
EL ASESINO
En determinado momento a Isabel se le transfigura la cara.“En el barrio todos sabemos quién lo mató. Se dice que le pagaron alrededor de 30 mil pesos. El tipo este antes no tenía nada y ahora anda con un auto. Además le iban a hacer un allanamiento y él estaba avisado. Tiene muchísimas causas, mató y lastimó a chicos. Dicen que siempre dispara tiros a la rodilla de las víctimas. Ahora hay un pibe que está internado recuperándose porque había ido a bailar y se cruzó con él. Le pegó también en la rodilla”, confiesa firme Isabel.
“Hoy La Madrid es tierra de nadie. Una banda de alrededor de 15 chicos comenzó a robar nuevamente. Están guiados por mayores, que “son los que también venden Paco. Acá a la noche se juntan a drogarse y después salen. Ahora tienen zona libre, antes ni hijo iba con la camioneta y controlaba las calles”, dice Vázquez.
UN ROBIN HOOD
Así, como si fuera un héroe de historieta, mezcla de Robin Hood, el nombre de “El Emo” hoy aún resuena en los suburbios de La Salada. Se multiplica en boca de los chicos que lo conocían. “Él me dio trabajo y casa acá”, dice un pibe salteño, mientras cuida autos en el estacionamiento de las Madres, que funciona en una de las entradas traseras de la populosa feria. “Siempre tenemos algo para hacer acá”, comenta otro de nacionalidad peruana, conocido como “Pe”, quien tampoco puede evitar hablar de Emanuel.
A mediados de los ‘90, el ahora comedor Manos Solidarias funcionó como un centro de apoyo escolar. Siempre atendido por sus creadoras, Isabel Vázquez y Alicia Romero. “Queríamos que ellos tengan un espacio para hacer la tarea, porque muchos viven en asentamientos y no tienen lugar. Es el tema de volver, que a veces eso cuesta. Si uno tiene conocimiento para uno y no lo sabe compartir no sirve. Esto nos daba lugar también para hablar de qué derechos teníamos nosotros y los niños”, dice Alicia, mientras se ocupa de mantener el mate a punto.
NACE EL COMEDOR
El nacimiento del comedor surgió una vez superado el golpe de la crisis del 2001. Al principio eran pocas cocineras y juntaban dinero para una olla popular. Con el tiempo lograron recibir donaciones de ONGs, con las que actualmente pueden sustentar la comida que brindan a los más de 600 chicos a diario.
Se trata de una casona en construcción que cedió la madre de Isabel. El portón de rejas de la entrada se abre y se cierra constantemente. Las madres, con algún hijo en brazo y con los otros como ejército de infantes siguiendo sus pasos, se acercan con sus respectivos tuppers y esperan pacientes el menú del día.
“Soy bonita, simpática… y tengo un padre celoso”, lleva como inscripción una chiquita en su remera, y le saca una sonrisa a cualquiera que la vea. Ellas y ellos, juegan con una escoba, saltan de los canteros y no paran de correr. Isabel y Alicia, mientras, hacen de madres y saludan por el nombre a cada uno de los que van llegando.
RED SOLIDARIA
“La mayoría tiene muchos chicos, y lo que hacemos es que uno de ellos, por lo menos una vez a la semana tiene que venir a colaborar. El lugar es pequeño, por eso decidimos hacer viandas. Pero también para hacer un seguimiento a esa familia, porque hay mucho abuso y violencia familiar. Además muchos de ellos están indocumentados, y los ayudamos para que saquen el DNI. “Queremos, dentro de todas nuestras falencias, ser solidarios y tener compromisos, también de concientizar a la gente. La verdad es que la gente está mal educada y tiene falta de conciencia”, cuenta Isabel. Entre lágrimas también confiesa que “no puedo ver a ningún pibe en la calle, me dan ganas de llorar”.
COMO SALIR
El celular de Alicia, con gente que le pide auxilio, no para de sonar. “Era un caso de un chico de 12 años que es adicto, me llamó la madre porque lo quiere internar”. Pero para eso, muchas cosas las tienen que hacer los profesionales médicos, y otras la policía y la Justicia. “Necesitamos que salgan a buscar quién maneja el narcotráfico o quién maneja las armas”, comenta Alicia. Pero Isabel suma su reflexión casi instantáneamente: “Nosotras no somos depositoras de ningún chico. Las madres tienen que hacerse cargo, y tienen que seguir con el tratamiento. No estamos muy a favor de la internación”.
“Creo que esto nos tiene que dar fuerza, el cambio tiene que surgir de nosotros mismos, porque queremos ver una realidad diferente. Muchas veces los funcionarios saben de ésta problemática, y creo que lo primero que tenemos que resolver es esto. No hay decisión oficial aún de conocer estas cosas”, agrega Alicia.

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