jueves, 19 de marzo de 2009

LA OTRA CARA DEL PACO

Alrededor de 54 mil chicos padecen
tuberculósis y a lo sumo duran 2 años

Por Jorge Joury

“Sobre 180 mil chicos adictos al Paco, el 30%, alrededor de 54 mil, padecen tuberculosis”, denunció el presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina, Claudio Izaguirre. Aunque no pudo precisar la cifra de los casos atinentes a la zona Sur, Izaguirre reveló que “hay que contarlos por miles”. No obstante, las cifras extraoficiales que se manejan hablan de 20 mil, la mitad de los que hay en la capital federal.
Izaguirre al ser consultado por Infosur indicó que “estos pibes, cuyas edades van de los 8 a los 14 años, el 68% terminan delinquiendo o vendiendo sus cuerpos en las puertas de las villas, es decir manteniendo sexo, para poder comprar la letal mercancía”.
Izaguirre además indicó “que gastan a diario entre 100 y 120 pesos, para obtener las dosis, que los narcotraficantes venden a 5 pesos cada una”.
Lo más dramático, según Izaguirre es que “estos chicos tienen un promedio de vida de 2 años y en menos de seis meses terminan descerebrados, es decir que se convierten en verdaderos mutantes, que no pueden hilvanar palabra, así como pierden la capacidad de comprensión, ya que sus mentes están aniquilada por la droga”.
Izaguirre ejemplificó que “matar o morir, es el destino de muchos, ya que la mayoría debe delinquir para obtener dinero para comprar la temible mercancía”
Según Izaguirre, “cuando estos chicos son llevados a los hospitales con cuadros de tuberculósis, los reciben sólo una vez y después quedan librados a su propia suerte, ya que tampoco hay lugares adecuados para reencausarlos. Es decir que virtualmente están sentenciados a recibir la peor de las muertes. Con el paso del tiempo sus voces se hacen roncas y terminan jadeando, pronunciando sonidos guturales, como si fueran animales ya que tienen las neuronas destrozadas”.
EN LAS VILLAS
Las villas de la región, donde se calcula que funcionan alrededor de 600 cocinas del Paco, son los escenarios de las más oscuras historias. A cualquier hora, a metros de algún destacamento policial, hay pibes de 8 a 14 años fumando Paco y ofreciendo hasta la práctica de sexo oral y cualquier tipo de penetración, para poder comprar la droga.
Estas son ni más ni menos, que las imágenes cotidianas de un naufragio silencioso, un drama que está aniquilando a los chicos, mientras la ayuda oficial es escasa o nula.Se trata ni más ni menos que la postal más dramática de la exclusión.
Es común observar en las periferias de las villas o en los barrios más marginales a grupos de chicos aspirando humo de sus pipas. Sus cuerpos están carcomidos por la droga y muchos no llegan a pesar 30 kilos, como bien lo demuestran sus ropas holgadas y sucias.
En cada grupo hay cuatro o cinco chicos de entre 8 y 14 años, que son observados por los patrulleros, pero nadie interviene, como si fueran seres invisibles.
LOS CONSUMIDORES
Hoy se calcula que ya hay casi 180 mil personas que lo consumen en todo el país. No obstante la temible amenaza, a pesar de eso no hay ningún plan intensivo y coordinado para combatirlo. En la ciudad de Buenos Aires (donde viven 40 mil de los consumidores), ni siquiera está reglamentada la Ley de Adicciones . En los hogares de rehabilitación tampoco hay lugar para atenderlos. Están saturados.
Tampoco está definido qué debe hacer la Policía frente a estos casos. Ni la atención en los hospitales públicos, donde no están preparados para recibirlos. Mientras tanto, las madres desesperadas, no saben cómo sacarlos de las profundidades y ahora están marchando todos los jueves en la Plaza de Mayo, esperando recibir una respuesta salvadora de las autoridades.
LAS DOSIS
Los especialistas consultados por Infosur señalaron que los efectos del Paco, es tramposo, ya que ni siquiera provoca placer, apenas la saciedad, la satisfacción de tenerlo, lo cual dura apenas unos minutos y entonces hay que comprar más, hasta 100 o 150 dosis por día. Pero esto termina en un callejón sin salida, ya que como no hay plata que alcance, entonces se sale a robar y se muere o se mata o todo a la vez. Un estudio de la Secretaría de Adicciones de la provincia de Buenos Aires sostiene que el 68 por ciento de los consumidores de Paco acaba robando. Los que están en el tema creen que el porcentaje de riesgo es todavía mayor. "El 98% termina mal", dice Sebastián Cinquerri, diputado del ARI.
POR LA CRISIS
El Paco hizo su irrupción en los barrios pobres en el 2002. Fue de la mano de la crisis por la que en ese momento atravesaba el país.
Un estudio de la Sedronar (Secretaría contra el Narcotráfico), al que tuvo acceso Infosur, sostiene que los consumidores ya ocupan el 28 por ciento de las camas disponibles para tratar a los adictos de cualquier droga. La cantidad de camas es, como fuera, insuficiente. Hay 2.500 lugares para todo el país. "Poquísimo", reconoce el titular de la Sedronar, José Granero.
EL PERFIL
Los chicos del Paco por lo general son varones en el 82 por ciento de los casos. Y sólo el 18 por ciento ha tenido trabajo o alguna ocupación. Según la Sedronar, la edad de inicio es a trece años, lo que se contrapone con los especialistas en la materia, que señalan que arrancan a los 8.
Una de las madres entrevistadas por este medio, en las proximidades de una villa de Quilmes, indicó que "nos están matando a los pibes y nadie hace nada”. La mujer acaba de internar a uno de sus hijos en un centro de rehabilitación. Ya había pasado por esta pesadilla con otro de los suyos. Esta vez tardó dos semanas en conseguir una cama y eso que ya es una figura conocida para las autoridades. Por eso no duda: "El Estado no hace nada por nosotros. Nadie camina las villas y los pibes no tienen futuro”.
La entrevistada indicó que los vendedores de Paco pululan por los pasillos de las villas y es frecuente escuchar disparos y gritos en la noche.
DRAMATICO
Mientras tanto, una madre consultada por Infosur en la zona de Ingeniero Budge, en Lomas de Zamora denunció que “días atrás encontraron a un chico de 14 ahorcado con un alambre. Era un chico del Paco. Pero los muertos de la villa no le importan a nadie", manifestó. Cabe señalar que en la óptica de los especialistas como Claudio Izaguirre, “ el ahorcamiento es un final habitual en los adictos más avanzados. La abstinencia es demasiado pesada”, aclaró.
Por otro lado, en materia presupuestaria La Sedronar tiene apenas 32 millones de pesos para todo el año y todo el país, 4 millones menos que en 2008. Con esos fondos deberían pagar internaciones, armar programas de prevención y de rehabilitación. ¿Y qué pasa en los hospitales? Nada. Los hospitales no quieren a los chicos del paco. Lo reconoce uno de los directores: "No estamos preparados para recibir a esos chicos. Además son violentos y atacan al personal y a los otros pacientes".

El tratamiento de rehabilitación cuesta unos 2.500 pesos por mes

Cuando Infosur tomó contacto telefónico con Claudio Izaguirre, presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina, fue un jueves, a mediodía. El entrevistado estaba en Plaza de Mayo, junto a cerca de cien personas, mujeres con pañuelos negros sobre la cabeza, los hombres con pancartas y folletos para repartir a turistas y vecinos. Caminan alrededor de la pirámide, como las Abuelas y Madres, sólo que reclaman por su drama de hoy, el maldito paco. Izaguirre reprodujo ante este medio, algunos de los pormenores del panorama que lo rodeaba.
"Nadie nace asesino", comentó que gritó la mujer morena que conducía la marcha desde un parlante. Se trata de Isabel Vázquez, la madre de un joven rehabilitado y que por luchar contra el Paco en Lomas de Zamora, lo fusilaron de cinco tiros. "Basta de indiferencia", "Nadie quiere rehabilitar a nuestros chicos", "El paco se vende como caramelo", grita Isabel a los cuatro vientos, a quien quiera escucharla.
Según una investigación realizada por Infosur, estas personas que tienen a sus hijos bajo el manto del temible flagelo, están desesperados. La internación en una clínica privada de rehabilitación cuesta 2.500 pesos por mes, un imposible en el estado de pobreza en el que viven.
El vía crucis que padecen está signado por un largo camino de angustias. "Estoy intentando internar a mi chico desde enero pero el juez da vueltas y vueltas", cuenta Alejandra Escobar, girando sobre la pirámide de Mayo.
“ Hay que pagar el colectivo, ir al centro, pelearse con los funcionarios, reclamar a los jueces, esperar días y días hasta que alguien le consiga un lugar de internación. "Tardan tanto que los chicos se arrepienten y se van. O se escapan después, porque no saben cómo contenerlos", señala con visible indignación.

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