miércoles, 13 de febrero de 2013

Como en los 90, los famosos vuelven a la arena política, pero la opinión pública ya no come vidrio


Por Jorge Joury

Si en algún momento alguien que vaya caminando por la peatonal Monteguado de Varela se topa con la vedette Rocío Marengo, no debe asombrarse. La mujer después de varios coqueteos con diferentes partidos políticos, tenía pensado caminar por el centro del distrito y luego viajar a un acto en La Plata, pero debió postergar la movida ya que se vio obligada a viajar a Chile para participar de un reality durante un par de meses. El que la viene fogoneando con paciencia, para llevarla a integrar las huestes del PJ disidente, es el abogado y diputado provincial Mauricio D/ Alessandro. El legislador dijo que no le van a dar ni estructura, ni plata y que ella se quiere volcar a la ayuda social. Por lo pronto le acercaron para que lea "Las 20 verdades peronistas", ya que el padre de Marengo militó en el PJ y fue candidato a senador en los años 90.

La aparición de famosos en la política, después del ex Midachi Miguel del Sel, dueño del desafortunado exabrupto contra la presidenta de la Nación, ha entusiasmado últimamente además al ex futbolista de Boca Carlos Mc Allister,a quien desde el Pro lo vienen empujando para que pelee una banca para diputado por La Pampa. Desde el mismo espacio han sumado recientemente al periodista quilmeño Walter Queijeiro.

Pero vale la pena preguntarse si la farandulización de la política puede dar hoy el mismo fenómeno que en los años 90.Recordamos todos que aquella vez Carlos Menem sacó de la galera y lanzó a los primeros planos a Lole Reutemann, Daniel Scioli y Palito Ortega. Claro que en aquel momento se daba una situación de crisis en el PJ y estas figuras aparecieron con buen efecto, como cartas salvadoras.

Hoy, las circunstancias son diferentes. Ahora es la oposición al gobierno la que está buscando alternativas para seducir a la opinión pública, ante la carencia de propuestas superadoras de las que ofrece el gobierno. El problema radica en que no hay partidos, ni tampoco dirigentes que la gente esté mirando con entusiasmo.

Los politólogos y encuestadores son muy prudentes frente a estas maniobras. Por ejemplo Carlos Fara señala que "el contexto es distinto. A la sociedad no le quedan buenos recuerdos de incorporación de famosos a la política de los años 90 y lo asocia a la frivolidad". Fara cree que "hoy podría funcionar en algún caso particular, pero en general hay rechazo".

Gabriel Deyfrus, el publicista que trabajó en la campaña de Raúl Alfonsín en 1983, además de lograr la famosa frase de la manteca Dánica (era para untar), ve el panorama "igual al de los años 90 y eso no quiere decir que todos los famosos que entran a la política no sirvan para nada. Por ejemplo Scioli ahí está. Reutemann también estuvo, pero perdió el tren, pero lo demás fue horrible".

A todo esto, Sergio Berensztein, de la consultora Poliarquía sostiene que " es un fenómeno global que tiene que ver con la importancia de los medios de comunicación en la política y con la pérdida de representación de sindicatos y partidos".

Para el consultor "ahora es importante ser conocido. Es un factor que se da en momentos en los que hay crisis de representación, fragmentación de los partidos y desgaste de la política tradicional que facilita la llegada de otros dirigentes".

En los últimos tiempos ha sido el PRO el que ha trabajado más asiduamente en esta franja. Con el cómico Del Sel casi dan el batacazo en Santa Fe. Pero difícilmente después del dislate contra Cristina, a Del Sel le queden energías como para superar el rechazo que recibió departe de la gente por no respertar la figura de una jefa de Estado.

El politólogo Hugo Haime se anima a sostener que en el PRO se da la búsqueda de cholulismo, porque " no logran constituirse como fuerza partidaria en todo el país". Y en este plano también coincide Fara:" no tienen cuadros y están obligados a armar rápidamente, tomando a alguien ya instalado".

En el caso específico de Del Sel, tras su exabrupto verbal hacia Cristina, Haime opina que "lo que le pasó fue la confusión en su rol como cómico y como dirigente político, es decir, no se sabía quien hablaba. Fue un fenómeno en el 2011, pero habrá que ver si lo puede mantener".

Por su parte Berensztein asegura que "el PRO quiere mostrar caras nuevas. Pero en la Ciudad de Buenos Aires donde tiene trayectoria, no busca figuras mediáticas. La búsqueda se da donde la construcción no es sólida".

En lo que tiene que ver con el caso de Rocío Marengo, a la que algunos analistas califican de "mujer hueca", a la que además poco le favorece su "voz de pito", Haime planteó que "cada tanto aparecen estos casos.En su momento Moria Casán y Zulma Faiad, fueron candidatas y no pasó nada.Lo mismo ocurrió con Nacha Guevara a la que Scioli convenció y se terminó yendo porque no tenía formación política".

Y si se ponen bajo la lupa los límites que presupone sumar famosos, Berensztein aporta que " coyunturalmente es el debilitamiento de la política. Tiene riesgos porque hay inexperiencia. Palito Ortega entró a la política y en poco tiempo llegó a gobernador, candidato a vicepresidente, pero la picadora de carne lo devolvió luego a su nicho de cantante".

Todos los especialistas coinciden en que la llegada de famosos a la política son fenómenos a corto plazo, que no se dan en países serios. El caso de Daniel Scioli es muy especial. El ex motonauta tuvo la oportunidad de gestionar. Fue legislador, secretario de Turismo en un momento especial de la Argentina que le ayudó a colocarse en la vidriera. Luego vice de Kirchner y finalmente gobernador de Buenos Aires, ya en segundo y último período. Hoy por hoy, Scioli es el único presidenciable que llegó de la vertiente de la fama. Mucho le ayudó ser el sobreviviente de un tremendo accidente donde perdió un brazo. El actual gobernador está considerado en el paladar público, como un hombre que venció la adversidad. Además de que su bajo perfil en materia de confrontación le ha permitido ganar el terreno de los moderados. Hoy por hoy Scioli es uno de los pocos políticos que mantiene la intención de voto, aunque algunos analistas sostienen que se tiene que animar a salir de la vereda K y ya proyectarse como una alternativa cierta. Pero esto es un dilema. Scioli es uno de los pocos políticos al que no se le puede arrancar una letra que encienda los cañones. El "positivo" lo acompaña en todo momento, aún cuando por estas horas está pasando por el peor momento de sus finanzas públicas. Sabe que no podrá pagar los sueldos en el corto plazo, sino llega una ayuda desde el gobierno nacional.

Veamos su diagnóstico. Sin tomar en cuenta lo que insumirá el aumento que le reclaman los docentes y los empleados públicos, Scioli ya tiene este año un costo en remuneraciones de 63.200 millones de pesos. Y si accede al 25% de mejora salarial que empujan los gremios, eso le significará un gasto extra de entre 11.000 y 16.000 millones.

El gobernador está solicitando una ayuda de más de 10 mil millones de pesos. En los pasillos de la Casa Rosada sostienen que es demasiado para una provincia. Por eso es que en las últimas semanas los espadachines de Cristina han redoblado las críticas. No obstante, Scioli es viejo zorro en materia de victimizaciones. Desde diciembre pasado reinstaló el reclamo de la coparticipación para descongelar los envejecidos 650 millones del Fondo del Conurbano, con los que la Provincia convive desde hace 16 años.

No hay que olvidar que cuando estalló la crisis bonaerense donde no pudo pagar el aguinaldo, el efecto cascada le pegó a la propia Cristina, que sufrió un descenso en su imagen positiva, ya que la opinión pública le atribuyó parte de responsabilidades. ¿Que pasará ahora en un año electoral? ¿Dejará el gobierno nacional caer a Scioli o terminará enviándole un salvavidas?

Sciolistas y K por ahora están en un mismo barco. A diferencia de los famosos que quieren entrar a la política, ellos ya están instalados y por ahora navegando en las aguas enbravecidas del poder. Con sus vaivenes, pero con la tranquilidad al menos, de que no hay en el horizonte mediato una oposición que genere un candidato alternativo.

Vedetongas, ex futbolistas, periodistas y otras yerbas que van naciendo en el estrellato del escenario político, por el momento son solo globos de ensayo, que se irán pinchando desde sus propios comportamientos. Por ahora son solo estuches. Y lo más grave es que sino se les caen ideas superadoras, la gente los rechazará porque ya no hay lugar para las teatralizaciones...

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