miércoles, 15 de mayo de 2013

Violencia, vandalismo, drogas y una alta tasa de homicidios, encienden una luz roja en Varela



Por Jorge Joury

La intemperancia social, como disparador de situaciones violentas, el vandalismo, las drogas, el alcohol, un peligroso crecimiento en la tasa de homicidios y el permanente secuestro de armas, que demuestran que se las puede conseguir con facilidad en el mercado negro, son el factor de preocupación prioritario para las autoridades que velan por la seguridad de los habitantes de Florencio Varela.

En las últimas horas entrevisté en mi programa radial, al jefe de la distrital, comisario inspector Walter García, a quien le requerí de las últimas estadísticas sobre índices delictivos a nivel local. García aportó un dato que mete miedo."En el 2012 tuvimos 19 homicidios y ya en Mayo del 2013, llevamos 17, con lo cual no es difícil suponer que vamos a llegar a una tasa preocupante que va en ascenso en referencia a años anteriores".

Para el alto jefe policial, "las adicciones, tanto la droga como el alcohol, las constantes peleas vecinales en los barrios marginales y en sectores donde se pretenden levantar nuevos asentamientos, son las que terminan en cruentas peleas, ya sea por la posesión de la tierra o, simplemente porque a alguien lo miraron mal".

García puso como ejemplo lo ocurrido días atrás con un hombre al cual durante una pelea en las calles 531 y 536, zona en que se levanta un nuevo asentamiento, le clavaron un cuchillo en la nariz, "lo cual demuestra una ferocidad sin límites, donde ya hay gente que ha perdido todos los controles y encuentra en la violencia la manera de exteriorizar sus broncas. Es doloroso decirlo, pero se esta dando una inexplicable guerra de vecinos en las zonas más marginales del distrito y que habría que buscarle una explicación social".

Dentro de las estadísticas que maneja el jefe de la distrital y que siempre cuesta arrancarle porque es un hombre reservado, aunque dispuesto al diálogo permanente con la prensa, figura el secuestro de 300 armas durante el 2012, muchas de ellas de las denominadas "pesadas" en el mercado negro. Aunque también hay que reconocer que las hay de las "tumberas", de fabricación casera y que en la mayoría de las veces tienen consecuencias más potentes y trágicas.

Los hechos de vandalísmo también han irrumpido abruptamente en el escenario delictivo local. Primero fue el ataque en las últimas horas al Monumento al Tango, ubicado en la plazoleta de Leandro N. Alem, entre coronel Pringles y Diagonal Constitución, donde en la madrugada del sábado un grupo de inadaptados se robaron una estatuilla de 50 centímetros de largo, que simboliza el característico paso de baile de una pareja. La arrancaron de cuajo, por el hecho de provocar un daño, porque no tiene un valor material, sino más bien simbólico y está desarrollado en hierro forjado y elaborado por una conocida artista de Varela, Cristina Vázquez.

El conocido periodista Tito Rodríguez, un hombre que lleva 45 años difundiendo la música popular, fue el que bregó ante las autoridades locales para que el tango tuviera su espacio de tributo en el distrito y lo logró, después de trajinar por muchos despachos, donde finalmente obtuvo el visto bueno del Concejo Deliberante.

A Tito también lo entrevisté por la radio y me dijo con profundo dolor y hasta con letra de tango, "estos me hicieron piantar un lagrimón, pero de indignación. Uno no concibe semejante falta de respeto con los monumentos públicos. La gente está loca, pero de remate. Seguramente el alcohol, la droga y la noche, que nunca es buena consejera, hicieron que el tango perdiera en Varela su pequeña expresión con esta estatuilla, que aunque diminuta, para mí era lo más grande y donde imaginé que era la forma de perdurar en el tiempo con la expresión de nuestra música ciudadana. Tampoco descarto que sea una maldad por envidia, porque días antes del atentado se encontró en la plazoleta un muñeco de un pequeño payador. No quiero culpar a nadie, pero me suena como raro. Por ahí los que se llevaron la estatuilla se arrepienten y la devuelven. Que la dejen en cualquier lado. Que piensen que se llevaron un pedazo de la cultura nacional, que más que un valor material, tiene la riqueza de lo espiritual reflejado en esa pequeña pareja, que sintetiza la expresión del corte y la quebrada".

Más allá del dolor y la impotencia de Tito Rodríguez, este hombre que anda por la vida en silla de ruedas, pero con la fuerza y la dignidad de los grandes, otro hecho doloroso sacudió en las últimas horas al barrio La Esmeralda. El vandalismo volvió a hacerse presente contra la cultura. Desconocidos penetraron de madrugada en la escuela primaria número 20 y destrozaron todo a su paso. Rompieron muebles, vidrios, destruyeron documentación y forzaron candados en busca de elementos de valor. Y aquí quien escribe se pregunta qué puede haber de valor en una escuela que justifique semejante daño. Quienes cometieron este acto salvaje, tal vez sean los mismos a los que el comisario Walter García calificó de "intemperantes y gente violenta, que está fuera de sistema y que en su locura, no escatima esfuerzos por dañar al prójimo".

Difícil camino, el de los tiempos oscuros que estamos atravesando, donde en muchos casos la prepotencia está superando al diálogo. Así me lo hacía sentir Nélida Ruiz, una trabajadora social incansable, directora del Programa Más Vida en Varela, a quien escuché durante una entrevista que le hizo mi colega, el periodista Víctor Bravo y le pedí su teléfono para entrevistarla. ¿Y saben por porqué?. Sencillo, desde la simpleza, con sus palabras justas y concisas, esa mujer que todos los días se mete en el barro para trabajar por la causa más noble y asistir a los más necesitados, nos estaba trasmitiendo la mejor imagen de la realidad. Nos estaba acercando la figura de la madre de todos los males: la droga y de qué manera se está llevando puesta una generación de jóvenes.

A Nélida Ruíz la entrevisté en mi programa radial y durante 20 minutos me transmitió la esperanza con una lección de vida. Le dijo a los padres que tienen que escuchar más a los hijos, saber con quien andan y a qué hora vuelven. Recomendó vigilar cualquier cambio de conducta que pueda dar una pista de que algo extraño los está perturbando. Evitar que dejen la escuela, que es la única herramienta para darles armas en el e futuro. Pero dentro de todo ese trajinar de mujer comprometida con la realidad, Nélida dijo algo que me conmovió.

"Hoy ya no existe más la mesa del domingo, donde la tertulia después del último plato, ayudaba a encontrar buenas historias de vida de nuestros mayores y verdaderos ejemplos de conducta y solidaridad que los jóvenes teníamos la obligación de escuchar. Esas lecciones, de alguna manera servirían a futuro para marcar nuestras vidas por los buenos caminos a tomar. ¿Sabe por qué esto ya no se da?, porque a esa hora, los chicos están durmiendo. Porque llegaron de día y algunos padres, ni siquiera saben si están en la casa. Así estamos viviendo, porque hay familias que no quieren reconocer las adicciones de sus hijos, tanto hacia el alcohol con esas previas a los boliches, como con las drogas. Miran hacia otro lado y después se los llevan muertos, o porque delinquen para comprar más droga y caen en tiroteos o mueren de un coma alcohólico en las guardias de los hospitales. Hace poco me tocó vivir el caso de una chica de 15 años de una familia pobre, que quiso suicidarse porque me confesó que no tenía más ganas de vivir. Estaba invadida por la desesperanza. Hoy el Estado no puede ser el único garante y responsable de todo. Los trabajadores sociales somos una herramienta, pero no la solución de los males.Al futuro lo tenemos que construir entre todos y con el compromiso de todos, sobre todo hay que empezar por casa", finalizó Nélida.

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