viernes, 18 de septiembre de 2015

Tucumán, el peor escenario ante la inminencia de Chaco


Por Jorge Joury

Para el gobierno, la anulación de las elecciones tucumanas significa lisa y llanamente un “golpe de Estado judicial”. Lo cierto es que se trata de un hecho inédito en la nueva democracia argentina. Nunca, desde 1983, la Justicia anuló ninguna elección, aun cuando hubo denuncias de fraude. Ahora sobrevuela la amenaza de la intervención federal. El fiscal General ante la Cámara federal , Gustavo López, advirtió que esa provincia deberá ser intervenida el 28 de octubre si antes la Justicia no resuelve la situación de fondo de los comicios.
Daniel Scioli está preocupado. Teme que se metabolice la intranquilidad y la oposición planee instalar nuevamente la sospecha del fraude este domingo en el Chaco, la última estación antes de la gran final del 25 de octubre. Frente a este panorama, la piel ciudadana aún esta sensible. Será un test decisivo. Scioli, pide al cielo una primavera tranquila. Beneficiado en las encuestas por el “Niembro gate”, que lo dan ganador en primera vuelta por una diferencia de más de 10 puntos sobre Cambiemos, no quiere que se levanten olas.
Sabe que  al oficialismo le espera un triunfo seguro en las tierras chaqueñas y quiere la foto del lunes limpia de toda duda. Se ve levantandoles las manos a Domingo Peppo y Capitanich, sin objeciones. Desea además que Chaco se convierta en el empujón final para inclinar a su cántaro el voto de los indecisos. Su objetivo es disipar como sea el miedo a que se “tucumanice” la elección nacional y que la oposición desconozca también el resultado que surja del 25 de octubre.
Por estas horas cobra vigencia el alerta que disparò en las últimas horas  el jefe de los intendentes y alcalde de Florencio Varela, Julio Pereyra, al señalar que “hay que ganar en octubre con amplitud para que la oposiciòn no cope las calles”. El jefe comunal que conoce como pocos el paño electoral, añadio que “se están preparando diciendo que va a haber fraude . Ellos están trabajando para hacer lo mismo que hicieron en Tucumán a nivel nacional. Si no ganamos por una diferencia importante estos señores van a tomar la calle”.
En medio de la pirotecnia verbal, en los laboratorios naranja no descansan. Están cocinando acciones para asegurar que Chaco no se convierta en un espejo de Tucumán. Scioli mismo hablò con todo el arco partidario para que se trabaje a fondo, de manera de asegurar una victoria contundente y garantizar toda la transparencia del acto comicial. Pero el pronòstico no es bueno. El partido Vamos Chaco, que cuenta con el apoyo de Mauricio Macri, Sergio Massa y Margarita Stolbizer, denunció que existen  irregularidades en los padrones “con centenares de personas con más de 100 años y muchos muertos que figuran como activos”. Además dispararon que “están pagando 350 pesos por voto”.
No obstante, el oficialismo chaqueño se puso en guardia y alertó que la  oposición “planea generar hechos de violencia” con militantes de otras provincias” durante el desarrollo de las elecciones. El diputado provincial por el peronismo, Juan José Bergia,  detalló que el presunto plan de desestabilización consiste en “tres mil personas de la región que pernoctarán en casas de militantes de Vamos Chaco con el objetivo de generar episodios de violencia en cada escuela donde se vote”.
Intuyendo que esto pueda derivar en episodios escandalosos, Scioli no quiere ser pasto de las fieras en los títulares de los diarios del lunes. Intentará en Chaco cortar de cuajo todo intento que le contamine además el escenario de la gran final del 25 de octubre y que el día después se termine conviertiendo en una batalla dialéctica donde se cuestione la legitimidad del vencedor, lo cual sería el preludio de un gobierno débil por donde se lo mire. Más aún con las cuentas que sacan sus alfiles donde se podría evitar un balotaje por un margen muy justo. El escenario que se maneja es una diferencia de más de 10 puntos sobre Macri, aunque la victoria podria ser por centésimas.
Mientras tanto, en   el macrismo se muestran muy preocupados por el bajón de su lìder a raíz del caso Niembro. Les inquieta el crecimiento de Sergio Massa, que está impidiendo que el jefe de Gobierno porteño puede superar la barrera del 30%. Otro de los problemas es que no logra retener todos los votos de Carrió y Sanz que se estarían yendo a Margarita Stolbizer. Frente a este panorama, en el oficialismo se entusiasman con la posibilidad de que, aun cuando no llegue al 45%, Scioli pueda evitar el ballottage obteniendo el 25 de octubre al menos el 40% y más de diez puntos de ventaja sobre Macri. Para los observadores, difícilmente Massa pueda desplazar a Macri del segundo puesto, pero sí recortar algo su caudal electoral y permitir que el ex motonauta pueda soñar con imponerse por 42 a 31 o 41 a 30. Un resultado tan exiguo que, tras las denuncias que fogoneó la oposición en Tucumán, despertaría toda clase de sospechas.
En este mar encrespado, los votos que pueda perder el lider del PRO ante la sospecha del negocio turbio bajo su carpa,  probablemente emigren hacia otros candidatos opositores, que terminarían siendo funcionales a incrementar la distancia entre Scioli y Macri. Si hay algo que el peronismo guarda en su manual de estilo, es que una elección puede ganarse tanto a partir del crecimiento propio como de la división de los adversarios.

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