martes, 8 de septiembre de 2015

La estrategia de los dos demonios y jugar a fondo de aquí a octubre



Por Jorge Joury

Después de que en Tucumán tropezara la democracia en medio de un escenario oscuro, tanto desde el sciolismo como de la oposición, han germinado nuevas ideas punzantes de cara a octubre. Por el lado del equipo naranja se supo que el plan consistirá en “demonizar” a Macri a los ojos de electorado peronista, radical y socialista, para juntar los votos que faltan y ganar en primera vuelta. De la otra vereda, no se quedan atrás y están pergeñando presentar a Scioli de la misma manera. Lo pintarán como el jefe de “una banda de señores feudales” aliados con La Cámpora, para perpetuarse en el poder. Al estilo de Montescos y Capuletos, se trabaja a full en los laboratorios partidarios para poner en marcha las nuevas técnicas de persuación, que prometen una previa de fuego cruzado pocas veces vista en el campeonato de las urnas.
Por el lado del sciolismo, quien lleva la voz cantante del denominado “operativo susto”, es el jefe de Gabinete Alberto Pérez, quien ya empezó a marcar la cancha, dando a entender que Macri  tiene un discurso apocalíptico sobre el futuro de la Argentina, va a gobernar para las elites, con un dólar de cincuenta pesos y no es materia confiable para los trabajadores y la industria nacional. Además se pondrá énfasis en señalar que se está dando de a poco el retorno de la vieja Alianza que catapultò a Fernando De la Rúa. Lo harán con la excusa de la foto que se sacó toda la oposición en bloque reclamando transparencia en el comicio de octubre. Acentuarán además que lo que buscan fogonear es la imágen de un país en llamas para sacar provecho en las urnas. Los alfiles sciolistas dirán entonces a tambor batiente que el bonaerense es el único que puede garantizar la gobernabilidad.
Alberto Pérez ya adiestró a su guardia pretoriana. Por un lado estarán los dirigentes encargados de gatillar el discurso positivo y de propuestas. En esta línea de ataque se ubicarán el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, el de Entre Ríos, Sergio Uribarri, el tiular de la ANSES, Diego Bossio, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, el titular de la CGT oficialista Antonio Caló y el jefe de la Fundación DAR, José Pepe Scioli. Por lo pronto, Caló ya  tiró la primera señal. Se encargó de difundir que Daniel Scioli le prometió a los gremios que si es ungido presidente, modificará el impuesto a las ganancias, primer paso y regla básica para diferenciarse del discurso kirchnerista.
El otro equipo, tendrá que meterse más en el barro y defender las polìticas naranja. Está compuesto por Jorge Telerman, Carlos Gianella y los legisladores bonaerenses, Alberto De Fazio, Guido Lorenzino y Martín Cosentino. Esta brigada ya hizo su debut con la denuncia de la campaña sucia con los trolls, en la que se responsabilizaron al macrismo de viralizar el descrédito por el drama de las inundacions a través de las redes sociales. A lo que se apunta es que Scioli recupere la agenda propia con anuncios de propuestas y se lo presentará como el líder de un equipo de trabajo que incluye a gobernadores, sindicalistas y especialistas económicos.
Enfocando a los votantes de Stolbizer y Massa , ahora  la idea del sciolismo es obligarlos a repensar su voto, mostrando que sus dirigentes son furgón de cola de Macri y de las estrategias del gurú Durán Barba. Scioli ha hecho  lectura fina de los últimos acontecimientos. Es real que no tiene responsabilidad en las irregularidades vividas en Tucumán. Tampoco en la muerte del joven militante radical en Jujuy. Menos en las innecesarias críticas del gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, contra el futbolista Carlos Tevez por sus apreciaciones sobre la pobreza en esa provincia. Pero cada uno de estos hechos se instala como una espina en la agenda de la opinión pública y mina el camino del gobernador, sacándolo de la escena y bajándole la cotización. Ni siquiera Cristina lo favorece, ya que se ha lanzado como la principal artillera de descargar munición gruesa contra la oposición.
Uno de los asesores estrella, que hace base en la Fundación DAR,  asegura que estos acontecimientos le han hecho entender a Scioli que la oposición viene por el peronismo y nadie puede o debe desmarcarse pensando en salvarse solo, porque la intemperie es para todos. Además se le ha insistido que cuanto antes se hace necesario diferenciarse más de Cristina para no quedar tan pegado con el discurso oficialista y sumar independientes. Otro de sus deberes es tomar distancia de algunos señores feudales y sus procedimientos que le auyentan a ese electorado clave. No es una casualidad  que después del capítulo negro en Tucumán, Scioli muestre otra fachada recostándose en uno de sus preferidos, el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, dueño de una imágen transparente, distinta a la de otros de sus colegas. Por estas horas, el joven dirigente hace análisis incómodos para la Casa Rosada. Se anima a decir cosas que Scioli piensa, pero que no se atreve a expresar. Una de ellas es sugerir que no negociar con los fondos buitre, nos está costando más caro.  O que Carlos Tévez tiene razón cuando señala que hay pobreza en la Argentina.
Por el lado de la oposición están pergeñando una suerte de “operativo naufragio”. Tiene que ver también con una suerte de demonización de Scioli. La idea del macrismo, casi calcada a la de sus oponentes, es mostrarlo ante la opinión púbica como “El Padrino” y al resto de los gobernadores como ” la banda de los señores feudales” . De esta manera apuntarán a  tabicarle la posibiliad de captar el voto de los independientes, un  terreno que el gobernador se encargó de abonar durante toda su trayectoria polìtica.
En el búnker amarillo están convencidos de que la foto de toda la oposición en bloque terminó por instalar que entre los principales candidatos a la presidencia hay dos campos. Están los que quieren seguir con el kirchnerismo y los que buscan el cambio. Ponderan además la presencia de Margarita Stolbizer, que siempre pregonó que su límite era Macri.
Desde este escenario la estrategia será patentizar un octubre rojo, es decir que lo que pasó en Tucumán se puede repetir primero en el Chaco y luego en la general, sino se cambia el procedimiento electoral. Dejarán en claro que los tropezones que tuvo Scioli en estas semanas, son estructurales y que le van a seguir ocurriendo porque son propios de su pertenencia a ese riñón de la polìtica que representan los caciques del interior.
Por lo que se ve en ambos campamentos, en este último tramo de cara al 25 de octubre, la batalla será a matar o morir. La buena relación que hubo entre Scioli y Macri y la tregua que se juraron, se hizo trizas. Sus esposas, Karina Rabolini y Juliana Awada, ya no se hablan y se mezclaron en la contienda. El infierno tucumano solo dejó cenizas aún humeantes. En ¨La Ñata¨ intuyen  que la campaña que planteará la escuadra amarilla hasta octubre será ¨ensuciar¨ las elecciones con el objetivo de consolidar una polarización entre Macri y el gobernador, encarnando el antioficialismo que busca la transparencia, frente a un gobierno que hace ¨fraude¨.
Faltan poco más de 50 dìas para votar al próximo presidente. De aquí en más, todos están dispuestos a jugar con fuego. Scioli tiene el enorme desafío de dar un salto de calidad discursiva que lo diferencie del envoltorio K. En tanto, la oposición envalentonada por la postal tucumana, empieza los prolegómenos de un entendimiento conjunto. lo cual no es fácil en semejante mezcla ideologica. Pero ello no basta, deberán hacer mucho más para impedir que Scioli no supere el 45 por ciento. En este escenario, la moneda vuelve a estar en el aire.

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