martes, 10 de mayo de 2016

Frente a las malas noticias en cuotas, suenan campanas de un pacto social


No llueven dólares. El tarifazo, la inflación y el desempleo atacan con rigor y derrumban el consumo. Los gremios evalúan la posibilidad de un paro general, si el proyecto de ley antidespidos sufre modificaciones.
A contramano de lo que proyectaba Macri, el pronóstico por ahora es de sequía y no están lloviendo dólares en materia de inversiones. El Gobierno transita hoy por uno de sus peores momentos. Su pulseada con el sindicalismo más duro representado por Hugo Moyano, el tarifazo que castiga como un látigo a la clase trabajadora, la inflación imparable, la caída del consumo y la mala comunicación de las medidas que se toman, hacen que la gestión transite por arenas movedizas. Son factores que colocan al Jefe de Estado en una situación de fragilidad que la oposición ya ha advertido. Entre tantas malas noticias para el bolsillo, como la cuarta suba de los combustibles, el malhumor social va en aumento. La escritora Beatríz Sarlo,  aguda lectora de la realidad, disparó con certeza que siempre el ajuste lo terminan pagando los pobres. En esa dirección, la Iglesia ha puesto el grito en el cielo porque cada vez son más los indigentes que recurren a las parroquias por ropa y alimentos. Encima, Unicef difundió que hay 4 millones de chicos pobres en el país y en el Norte son uno de cada dos. Frente a este panorama, la jerarquía eclesiástica dara a a conocer el jueves próximo un documento. Se llamará al diálogo, aunque harán hincapié en la cuestión social, para que el oficialismo saque un poco el pie del acelerador. Además, se deberá poner atención en el requerimiento de algunos intendentes, que han alertado que la complejidad de la nueva situación social está haciendo crecer el delito. Piden que rápidamente les restituyan la gendarmería a sus distritos. 

PENSAR UN POCO EN LA GENTE

En este contexto, Macri tiene que abrir sus oídos a ciertas sugerencias de sus alfiles. María Eugenia Vidal, que debe lidiar en el tablero de la geografía social mas inestable y caliente, viene insistiendo con que el Presidente tiene que encargarse de timonear de modo personal cada cuestión que signifique un beneficio para la gente.
El ingeniero le solicitó al Congreso que apure la ley que prevé la devolución del IVA de los alimentos de la canasta básica. Vidal había aconsejado que ese dinero fuera devuelto de un modo mas expeditivo. El jefe de Estado también anunció una ampliación en $500 millones del presupuesto de las Universidades. La semana pasada los estudiantes hicieron actos y cortes en la Ciudad y el interior demandando esa medida. Ahora dicen que la novedad es un simple parche. El Gobierno parece desplazarse con un andar distinto a la realidad y falto de cintura, sobre todo en cuestiones básicas de manual.
Los observadores polìticos creen que ha llegado la hora de la verdad, donde Macri por lo menos deberá exhibir que tiene un plan económico que le permita hacer frente a los tres males que hoy aquejan a la población, como lo son la inflación, la caída de la actividad productiva y el desempleo.Ya no alcanza con la promesa de que en el segundo semestre caerá sustancialmente el costo de vida. Si no lo logra, la fábrica de pobres seguirá produciendo a destajo. 
Hasta Martín Redrado advierte sobre el riesgo de estanflación en la economía de lo que resta del año.

SE CAE EL CONSUMO

Otro dato preocupante, es el derrumbe del 3,6% del consumo en abril respecto de igual mes de 2015, lo que llevó a que la caída de las ventas en el primer cuatrimestre del año sea de 2,3%. Esos guarísmos se dan en un contexto en el que la pobreza alcanza al 30% de la población, en el que la percepción de los consultados sobre la inflación es que llegará a 45% y en el que 55% de los encuestados estimó que en 2017 el país atravesará una crisis. Las cifras surgen del estudio de Pulso Social, que elabora todos los años la consultora CCR sobre la base de encuestas de consumidores y datos de auditorías de mercado. Además hoy se está repitiendo una postal del 2001, cuando los consumidores se volcaron a las segundas marcas como una manera de estirar el salario. Y en medio de este escenario, la cantidad de locales vacíos en las principales zonas comerciales de la capital federal y La Plata, son otra muesta inequívoca de la recesión que ha colocado a la economía en la garganta de la noche polar.
 
ANUNCIOS SIN VASELINA

En el Gobierno las malas noticias llegan en cuotas y sin anestesia, ante la falta de mecanismos persuasivos para comunicar las medidas. Por ejemplo, en el arranque del mes, el ministerio de Energía autorizó otro aumento de la nafta del orden del 10%. No es poco. es el cuarto en lo que va del año. Los anteriores habían rondado el 6%. Habría que preguntarse si esto no atenta, acaso, contra el plan de Prat Gay para desacelerar la inflación. El sentido común indicaría que si y que las subas se trasladarán a los productos de la canasta básica. Además, fue tan irritativo el incremento, como el modo en que se lo transmitió a la sociedad. Hubo una carencia total de coordinación y tacto.
El ministro de Energía, Juan José Aranguren explicó el naftazo como si estuviera en el plenario del directorio de la empresa Shell que presidió hasta hace poco tiempo. No tuvo en cuenta que delante suyo hay una sociedad que observa temerosa como le perforan el bolsillo. Encima,  antes que entrara en vigencia el nuevo aumento, el funcionario no descartó la chance de otro. Aranguren debería hacer un curso de sensibilidad popular, ya que agregó a tambor batiente después de llevar las premium a casi 20 pesos el litro, que si los consumidores no pueden pagar, comprarán menos combustible. O directamente dejarán de consumir. Las irrupciones del ministro cara de póker desatan escozor hasta entre los propios macristas que apuestan a la comunicación como una forma de perturbar lo menos posible a la gente. Aranguren en cambio, frío y calculador , como buen ex Ceo, se maneja sin vaselina.
 
UN REMEDIO PARA CALMAR LA FIEBRE
 
Frente a este escenario, que va por caminos de cornisa, algunos dirigentes como Sergio Massa tratan de acercarle una soga al Presidente. Sugieren que ha llegado el momento de establecer una suerte de pacto social por 120 días con todas las fuerzas polìticas, el empresariado y la Iglesia. Sería una manera de calmar la fiebre y que los trabajadores dejen de pagar los platos rotos. No hay que olvidar que la inflación de abril rozó el 7% y fue la más alta desde el 2002 y es mucha la gente que ya no llega a fin de mes con el sueldo.
Macri no tiene otro camino que expandir su base de sustentación política, compartir poder y consensuar decisiones. No debe olvidar que Senado, sindicatos y gobernadores son mayoritariamente peronistas, y el fastidio no va a cambiar esa realidad. 
Los despidos, son otro factor detonante que  forman parte de un universo que desvela a decenas de miles de trabajadores. Hay empresas que frente a la caída de la productividad están suprimiendo turnos y anticipando vacaciones. También en muchos casos se ha cortado la cadena de pago a los proveedores. Solo logran mantenerse aquellas firmas de mayor espalda financiera. En el caso de la construcción y el sector metalúrgico, la situación es delicada.

LA HORA DE ENDEREZAR EL RUMBO

Qué más hace falta para que el Macri modifique el rumbo. Por lo menos, bajar un poco las tensiones. Ser Gobierno permite disfrutar de casi todos los lujos, menos de la distracción. No alcanza con lo que dijo el ministro de Interior, Rogelio Frigerio que "no gobernamos para los ricos". Hay que demostrarlo con hechos y hacer una revisión, antes que desborde el vaso. La semana pasada puso en foco dos postales que deberían encender las alarmas del oficialismo. La multitudinaria movilización de las centrales sindicales fue muy fuerte, en un hecho casi inédito de unidad .Y la media sanción que le dio el Senado al proyecto presentado por la oposición para suspender los despidos por 180 días, también marcó la cancha parlamentaria y avisó el fin de la luna de miel Gobierno-oposición. Ambos episodios le están anticipando a Macri que el período de gracia se terminó y la dirigencia comenzó a tiznarse la cara frente al malhumor social. En el plano gremial, si la ley antidespìdos sufre modificaciones, Macri deberá prepararse para hacer frente al primer paro general, una carta que Moyano tiene en la manga. El camionero ya mandó telegrama, al acusar al Presidente "de tener indiferencia por los temas que preocupan a los trabajadores, que ya comenzaron a tener sus efectos perjudiciales". El Gobierno aún está a tiempo de cambiar el paso y pedir ayuda a las otras fuerzas polìticas para salir de la tormenta. La moneda está en el aire.

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