viernes, 14 de junio de 2013

El trabajo infantil llega casi al 80% en la zona rural de Varela y va de los 5 a 14 años






Por Jorge Joury

A Nelson no le importan las estadísticas, aunque él mismo sea el involucrado. Apenas tiene 8 años, la cara sucia, las manos agrietadas y lo único que le interesa es que le compren las flores que vende en el centro de Varela. Tiene la orden precisa de sus padres de llevar unos pesos diarios a su casa. Lo hace después de apartar unas monedas que le permitan comprar un poco de pan y armarse un sándwich con las colas de fiambre que habitualmente sobran en la rotisería de la esquina y que los dueños generosamente le acercan cuando se aproxima al mostrador. Aunque no le preocupen las cifras, aunque sean oficiales, este 12 de junio se recordó el Día Internacional por la Erradicación del Trabajo Infantil y Nelson es uno de los un millón y medio de chicos que trabajan en nuestro país. Los datos meten miedo pero pertenecen a la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (Conaeti), del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.

La doctora Laura Borturo, titular de la delegación Varela de la cartera de Trabajo bonaerense, suscribe esas cifras. Lo hizo durante mi programa radial y agrega un detalle estremecedor: "aunque en nuestro distrito no contamos con estadísticas precisas, podemos decir que los chicos sometidos a trabajo infantil en la zona rural llegan al 80%, cuyas edades oscilan entre los 5 y los 14 años. Generalmente pertenecen al sector de floricultores. Muchos se duermen en las escuelas, porque llegan después de jornadas agotadoras, donde se levantaron entre las 4 y 5 de la mañana y algunos hasta reciben castigos corporales de sus propias familias para que trabajen más, pero cuando las maestras observan moretones, lo niegan por temor a represalias de sus propias familias".

La funcionaria aclara que "es mucho lo que hemos hecho en los últimos años en nuestra zona rural a pedido del intendente Julio Pereyra, pero queda bastante por hacer, porque algunos prefiere mantenerse en la marginalidad, sin pensar que de esa manera mañana no tendrán jubilación, ni obra social. No olvidemos que la mayoría de esas familias vienen de países limítrofes como Bolivia y Paraguay, donde la legislación no protege a los niños como aquí, que recién los habilita legalmente para desarrollar tareas, a partir de los 16 años. En esos países es habitual que todo el grupo, incluidos las mujeres y los chicos trabajen de sol a sol sin pausa. También hay que decir que más allá de estos estratos denominados medieros, están otras familias a las que sujetos desaprensivos, dueños de grandes extensiones de tierra, las mantienen cautivas, en estado de esclavitud laboral, donde ni siquiera pueden abandonar el lugar y no conocen otra zona que la que habitan. Además de vivir en condiciones infrahumanas, en medio de la mugre y mal alimentados. Todo esto lo estamos combatiendo de menara permanente con nuestros inspectores y haciendo campañas y docencia en las escuelas".

La carencia de números actualizados en nuestro país, hace que en este tema, como en tantos otros vinculados con los menores, no pueda medirse la magnitud de la situación. A tal punto que para poner en valor la postal de esta triste realidad hay que acudir a un dato de la organización mundial Save the Children, quien denunció que el trabajo infantil creció seis veces en la Argentina, en los últimos siete años.

La doctora Laura Borturo agrega que "el trabajo infantil no sólo atenta contra la educación: también limita el acceso al juego, los divertimentos e interrumpe de manera lapidaria el proceso de la infancia, que todo pequeño tiene derecho a vivir, además de perjudicar la salud. Desde el cirujeo hasta la explotación sexual, pasando por la mendicidad, el "cartoneo" o el malabarismo callejero, el futuro de muchos de estos chicos está seriamente hipotecado y en eso debemos involucrarnos seriamente para que desde el trabajo social, podamos reinsertarlos".

Cuando la funcionaria pone sus ojos en el sector rural de Florencio Varela, como la zona roja del trabajo infantil, se refiere "a las realidades que hemos detectado en las escuelas número 5 de Villa San Luis, como la 4, que involucra entre otras a la zona de Los Tronquitos. En ambos establecimientos del área rural, se ha detectado que los chicos se duermen en clase porque vienen agotados, con las manos sucias y lastimadas de trabajar la tierra. Son pequeños que están expuestos a enfermedades respiratorias, por tener contacto con el uso de agroquímicos y pesticidas y presentan problemas de piel y de columna de tanto estar agachados. La mayoría de ellos son de bajo rendimiento educativo, pero hay un dato relevante: nunca quieren faltar al colegio. Saben que es el único pasaje que tienen para salir de la pesadilla y el momento para volver a ser niños. Además lo que hemos notado es que muchos de ellos parecen como avejentados. Y esto tiene que ver con el rigor de tan extensas jornadas laborales".

Borturo añade que "la estrategia que hemos puesto en marcha para persuadirlos a no dejar los estudios, está relacionada con que los alumnos de sexto grado son los que se encargan de señalarles las bondades de la educación, para que mañana sean hombres de bien y preparados para hacer frente al futuro con las herramientas que les da el estudio". Borturo admite que durante varios procedimientos que se han realizado en el distrito, uno de ellos el de mayor trascendencia en un horno de ladrillos, donde el propietario hasta tenía un helicóptero, "detectamos que a muchas familias las tratan como animales. Viven en habitáculos sucios, les retacean la ropa y la comida y con el producido del trabajo, que son sueldos miserables, hasta les hacen comprar sus propias provisiones las que se la venden a precios leoninos".

La titular de la delegación de Trabajo local, puso énfasis también en que "existen familias mandan a mendigar sus hijos. Lo vemos en los semáforos y en las calles céntricas. Los obligan a llevar una suma fija de piso y sino cumplen, los castigan corporalmente".

Los especialistas consultados para esta investigación, coinciden en que la pobreza es la principal generadora del trabajo infantil, pero no la única. También influyen la desocupación adulta, el trabajo en negro, la demanda de prostitución o pornografía infantil y factores culturales que tienden a naturalizarlo. Además, hay organizaciones internacionales que trabajan para reclutar gente con el fin de someterla a la esclavitud, lo que representa un negocio que arroja ganancias multimllonarias.

La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño establece, en su artículo 32, que todos los pequeños tienen derecho a "estar protegidos contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social". En 1994, la Argentina la incorporó a la Constitución Nacional.

Aunque el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) constataba una disminución del trabajo infantil en el mundo, la Argentina se convirtió en el país de América latina donde el trabajo infantil "ha crecido de la forma más alarmante", al aumentar "seis veces" en pocos años".

Así lo revela un informe que la organización Save the Children difundido últimamente en Madrid, según el cual "existen en la actualidad 1.500.000 niños trabajadores contra los 250.000" que se tenían registrados en 1998. "Trabajan para ayudar a sus familias, pero muchos lo hacen en condiciones de explotación o de mucho riesgo para sus vidas", sostuvo el vocero de la entidad, Julio Alonso.

"Esa es la base mínima, pero sabemos que son más de 1.500.000 chicos. Nosotros hacemos una valoración crítica que se diferencia de la radicación porque no consideramos que todos los trabajos son malos. Muchas veces las políticas de erradicación, al tapar el problema, hacen que el chico busque otras formas de trabajo que lo explotan más", consideró la coordinadora en Argentina de Save the Children, Lucía Losoviz.

El Ministerio de Trabajo reveló el año pasado, después de realizar la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (Eanna), que el 7% de los chicos de entre 5 y 13 años cumple alguna tarea y que trabaja el 20% de los adolescentes de entre 14 a 17 años.

Ambas categorías (que involucran a ocho millones de chicos) suman 900.000 afectados, aunque los especialistas creen que los números llegan a 1.500.000, cuando se suma el trabajo doméstico. Finalmente Laura Borturo indicó que "estas familias rurales carece de obra social y mañana no tendrán derecho a una jubilación digna. Hoy hay un Estado presente que les acerca esos derechos, por lo que exhortamos a denunciar cualquier anormalidad en el distrito al 0800-666-2187, donde tomaremos nota de las irregularidades con nuestros equipos técnicos y con la discreción del caso, manteniendo en el anonimato a los informantes".

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