sábado, 8 de junio de 2013

Periodismo de periodistas, hombres de honor, libertad de prensa y libertinaje

 

Por Jorge Joury


"Felices los tiempos en que se puede sentir lo que se quiere y decir lo que se siente".Este pensamiento de Mariano Moreno acompañó a través del tiempo a muchas generaciones de periodistas y su vigencia cada día parece ser mayor.Tiene que ver con uno de los pilares fundamentales de la libertad de expresión. Moreno nos llamaba a convertirnos en guardianes del idioma. Entiéndase como herramienta única, para enriquecer a los pueblos a través del pensamiento.

Pero "decir lo que se siente", como escribía Moreno en la Gazeta de Buenos Aires, no debe confundir la libertad con el libertinaje, para provocar en la mayoría de los casos daños irreparables a través de la difamación o la calumnia, por el mal uso o el bastardeo de la información. Son elementos abominables de la condición humana, cuyo uso no hace otra cosa que apartarnos inexorablemente de la ética y del profesionalismo.

Hay una sola manera de ser periodista, Primero por vocación y en esto tiene que ver lo sanguíneo. Y luego a través de las bibliotecas. Nutrir el acervo cultural y convertir a las palabras en terciopelo, cuando hay que acariciar y en látigo de tientos, en el momento de castigar los males que se le infringen a la sociedad, son las mejores herramientas del mensajero. A las cosas hay que condenarlas por su nombre: corrupción, mentiras de largo alcance social y las malas conductas, principalmente cuando provienen de los gobernantes.

Desde el momento en que asumimos el compromiso en ser lectores de la realidad, para transmitirla de la manera más veraz, debemos tener en cuenta una regla básica, primero la ética y después la noticia.

"La noticia entra por la piel, se calienta en el corazón y se enfría en el cerebro". Esta frase forma parte de un libro que tengo en preparación. Y tal vez sirva para graficar los síntomas de un periodista que visceralmente se encuentra en estado puro o de latencia, próximo a germinar. Aquí es cuando hay que reflexionar que cuando la noticia se siente en la piel, es porque la hemos olfateado. Esa propiedad de darle el mérito de importante, no la tiene cualquiera. El problema lo tendremos cuando se caliente en el corazón, que es el momento en que más equilibrio debemos guardar para no equivocarnos y dejarnos seducir por las armas que suele cargar el Diablo. Porque después tener que rectificarnos en lo que vamos a decir, resulta penoso. Por eso es bueno el tercer paso, es decir, que la noticia se enfríe en el cerebro. Es aquí donde hay que medir las consecuencias que tendrá lo que vamos a convertir en una "bomba" de estado público. El primer día se venden diarios hasta agotar, por el fuerte impacto. Pero el tema está en como lo defendemos al otro día, porque si quedamos rengos, habrá que sufrir en carne propia aquello de que si de algo no se vuelve, es del ridículo. Hay que ponerse como meta, que la credibilidad es una joya que no puede ir a remate.

Pero lamentablemente, hoy el ridículo ha convertido a muchos colegas en pasajeros de una pesadilla. Es como si viajaran en un avión en emergencia, donde todos quieren llegar a la puerta, aún pisando a los que tienen por delante, en vez de pensar en como ayudarse para sostener el rumbo y darle todas sus fuerzas al capitán de la nave, el que tiene la experiencia para salir del mal trance.

Matar por un punto de reiting y hacer periodismo de periodistas, hoy pareciera ser el negocio del momento. A la manera de los romanos, se trata de pan y circo. Principalmente se observa en la TV, donde el periodismo ha encontrado la manera de ocultarse detrás de un show o en otros casos, donde las noticias se mezclan con mujeres despechugadas, figuretis y opinólogos de todos los calibres.

Da la sensación de que estamos perdiendo la memoria y nos olvidamos de los que ya no están y ofrendaron sus vidas para defender la libertad de expresión, a través de la pluma y la palabra. Aquellos que proclamaban ideales, sin pensar que algún Ford Falcon verde los podía estar esperando a la vuelta de cualquier esquina para convertirlos en NN.

Hoy la lucha pasa por otro lado. Por algunas corporaciones de medios apretadores que van detrás de la pauta publicitaria, a la manera de voraces pirañas.Son los que obligan a sus soldados a levantar las armas contra un enemigo inexistente, que el único "mal" que exhibe, es pensar distinto. Y por eso "hay que matarlo", como muchas veces lo escuché en las redacciones desde los propios labios de los dueños del poder mediático. Pero lo que no advierten es que están matando al mensajero. Se están suicidando con su propia "medicina" y precipitando un mal mayor: que todos terminemos medidos por la misma vara. Cuando ello ocurra, dejaremos de ser confiables para la opinión pública.
De ocurrir esto, será catastrófico y el caldo gordo de los gobiernos a los que el periodismo les resulta una piedra en el zapato.

Alguna vez un hombre sabio, aquellos que abundaban en las redacciones, como Osvaldo Bayer, Luis Sciutto (Diego Lucero), Félix Laiño, Teódulo Domínguez (uno de mis maestros) o Héctor Ricardo García, entre otros, me dijo al oído algo que nunca olvidaré."Mirá pibe, si le vas a tirar a alguien, no dejes ningún flanco desguarnecido. Chequeá toda la información, una y otra vez. Tené en cuenta que si el blanco no se desintegra, volverá por vos y te hará pedazos. Los periodistas tenemos que tener en claro que cuando decimos que algo es blanco, no debe haber nadie que pueda probar lo contrrio. Sino, nos callamos la boca ".

Recuerdo que en aquellas redacciones había tertulias y uno se ponía cerca de los más experimentados, para escuchar y aprender las experiencias de vida de los otros, esas que solo te da la universidad de la calle.

Como aquella de Natalio Botana, el creador del diario Crítica. Te la cuento. Un día habían terminado de armar el diario y un grupo de periodistas se sentaron a jugar al truco. Uno de ellos sacó una caja de fósforos Ranchera -esa era la marca- y encendió un cigarrillo.Botana la tomó en sus manos y leyó: contenido, 200 fósforos de cera. Preguntó si estaba recién comprada y al obtener el sí, se tomó el trabajo de contar cada cerilla. Faltaban 20. Ordenó entonces una investigación y mandó a comprar muchas cajas, comprobando que a todas les faltaba la misma cantidad. Hizo indagar entonces cuantas cajas vendía esa fábrica anualmente y multiplicó el faltante por el número de los productos vendidos. Cuando certificó todo, publicó en título catástrofe en la tapa del diario: LA GRAN ESTAFA. Eran miles de pesos los que se tragaba la empresa del encendido, que por supuesto no volvió a poner un aviso publicitario en el diario Crítica. Pero a Botana lo que le interesaba era vender diarios, lo demás vendría solo. Y así obtuvo récord de venta de ejemplares.

Así nacían las ideas en aquellas redacciones, con hombres brillantes que se dedicaban a observar los fenómenos sociales para encontrar el mejor costado de las noticias. No se copiaban del otro, para replicar contenidos desde ángulos diferentes, pero similares al fin. Tampoco se servían de los defectos de la competencia, porque sabían que si los gobiernos los atacaban queriendo censurarlos, como editores de ley entendían que tarde o temprano debían juntarse para dar la madre de las batallas o prestarse papel si fuera necesario, frente a las carencias del mercado.

Aquel periodismo era mejor que el de hoy, que cree que todo lo sabe y no le hace lugar a las ideas. No le quepa la menor duda. Como decía aquel pensador ávido de sabiduría, que leía todo lo que le caía a mano:" solo sé, que no se nada". Tal vez esté pasando que muchos se han olvidado de pasar por las bibliotecas y se quedaron empobrecidos con sus envejecidas opiniones de "Pago Chico", como decía Roberto Payró.

Es hora de pensar en grande.Pero para ello, mejoremos los contenidos y dejemos que el pueblo sea el árbitro. El que elija con qué menú se quiere quedar. Será la manera de que los vivos de turno, queden al descubierto y sean sentenciados a través de la indiferencia. Pero no cometamos el error de decir que es verde, lo que ayer fue marrón y mañana será violeta, de acuerdo a las conveniencias de turno, porque perderemos para siempre la credibilidad.

A propósito del Día del Periodista, en mi programa de radio entrevisté a un legendario colega, maestro de maestros en el mundo del espectáculo. Me estoy refiriendo a Cacho Rubio, con quien compartí gran parte de mis 40 años en el ejercicio de la profesión. Hombre de la noche, y con mucho empedrado, Cacho me dijo una frase que me quedó picando: "Hoy el periodismo es una carnicería y por una primicia, te matan".¿Será cierto entonces, aquello de que todo tiempo pasado fue mejor?

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