miércoles, 20 de julio de 2016

Estalló la guerra por las cajas entre la Bonaerense y las Policías Locales

La seguridad en la provincia de Buenos Aires entró en terapia intensiva. Late la amenaza de una guerra interna de consecuencias imprevisibles.Hay dos bandos en pugna. De un lado, la cúpula de la Bonaerense. Y del otro, las Policìas Locales.


La seguridad en la provincia de Buenos Aires entró en terapia intensiva. Late la amenaza de una guerra interna de consecuencias imprevisibles. Lo que mete miedo, es que la bomba está explotando dentro de la propia policìa. Hay dos bandos en pugna. De un lado, la cúpula de la Bonaerense. Y del otro, las Policìas Locales. Obviamente, la lucha clandestina es por plata. Pelean por el control de las cajas de las terminales del delito. Allí, donde confluye a torrentes el dinero sucio. Los sectores mafiosos de la fuerza se están pisando los negocios y los intendentes del conurbano lo advierten en sus territorios. Por eso, quieren el manejo de las fuerzas locales, para poder controlarlas, antes de que la sangre llegue al río. 
Este escenario, es una piedra en el zapato para el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo que está atravesando por su peor momento y tiene dos frentes a resolver. Se encuentra cercado por las denuncias de la diputada Elisa Carrió, que le puso los cañones al jefe de la Policìa Bonaerense, Pablo Bressi. Y ahora, los alcaldes le cascotean el ministerio, avanzando a nivel legislativo para lograr aprobar la iniciativa que les permita ponerles riendas cortas a sus fuerzas locales. Ya tienen un principio de acuerdo en ambas cámaras. Los jefes comunales están dispuestos a ir a fondo . Si es necesario, pedir la cabeza de Ritondo. 
Además, hay que sumarle un dato no menor: buscan que también se incorporen a su área de decisión las policías distritales, que hoy están bajo la estructura que dirige Bressi. Los intendentes quieren los recursos para controlar a los uniformados. Sostienen que ellos conocen mejor que nadie la geografía de cada distito y cómo resolver los problemas de inseguridad.
SE PISAN POR LOS NEGOCIOS OSCUROS

Entre los peligros que observan los jefes comunales en el corto plazo, es que la actual situación económica pueda desmadrarse y derivar en un cuadro de conflictividad social de grado extremo. Quieren prevenir cualquier instancia de estallido. Pero por estas horas, lo más inquietante, es que  manejan información que ya estaría en marcha una guerra sorda entre la Bonaerense y la Policìa Local por el control de las cajas, a tal punto "que se están pìsando los negocios turbios y ello puede derivar en una guerra sin cuartel dentro de la fuerza y de consecuencias trágicas. Nadie quiere que nos empiecen a tirar muertos", murmuró en voz baja un veterano alcalde del conurbano profundo.
La droga, la prostitución, el juego clandestino, los desarmaderos y la piratería del asfalto, son los rubros más codiciados por la cofradía de la gorra azul. Algunos llaman a los elementos mafiosos  "lobos hambrientos, individuos que van a la yugular del enemigo, con tal de obtener la billetera más gruesa".
Una consecuencia emergente de esta cruzada de saneamiento de la fuerza qu pretenden los intendentes peronistas la describen de manera contundente. Ponen como ejemplo que la inseguridad ya estaba mal y "ahora está peor”. Focalizan en Lomas de Zamora, La Matanza, San Martín, Moreno y Morón, como los puntos más calientes de una provincia que arde.

UNA PROVINCIA AL ROJO VIVO

Los alcaldes se quejan que sus comunas aportan económicamente al mantenimiento de la operatividad de los efectivos, pero que no pueden incidir en el diseño de las tareas de prevención del delito en sus propios distritos donde son los receptores de los reclamos vecinales por seguridad. Es uno de los temas que más preocupa a los bonaerenses y ahora solo superados por los tarifazos en los servicios públicos. La iniciativa propone que el traspaso se realice junto a su patrimonio y el presupuesto para sustentarlas, con el mismo criterio con que el Estado nacional proveyó los recursos económicos para que el gobierno porteño asuma el comando de la Policía Federal. Rápida de reflejos, la gobernadora María Eugenia Vidal dijo estar “abierta al diálogo”.
La policía local funciona en municipios con más de 70.000 habitantes. Es decir, en casi todos los distritos del Gran Buenos Aires, más las grandes ciudades como La Plata.
Es optativa: hay 52 distritos adheridos y 13.000 efectivos formados para esta fuerza que hace foco en la prevención del delito y porta armas. Tienen poca autonomía respecto del Ministerio de Seguridad, que ahora designa a su jefe y a su personal. Ésa es la pelea de fondo.
Lo cierto es que al cabo de seis meses de gobierno de María Eugnia Vidal, si bien es cierto que ha habido purgas, también las intimidaciones y amenazas a los funcionarios estuvieron a la orden del día. Todo contribuye a que el termómetro de la inseguridad vaya en ascenso y cada vez salgan a la luz hechos de corrupción, además de mensajes con sello mafioso.
VILLAS TOMADAS POR NARCOS
 
Mantener la gestión de Vidal blindada de cualquier amenaza, es uno de los temas que más le procupan a Macri. Sabe que el año próximo en el territorio bonaerense se juega el futuro de su proyecto polìtico y un revés lo dejaría de rodillas ante la oposición. En la gobernación lo saben y  esperan señales. Ya recibieron con expectativa el aviso del retorno de las fuerzas federales al GBA.
Los intendentes vienen alertando de la existencia de zonas liberadas. Además, es notorio que existen sectores policiales que recaudan dinero de la droga, de las entraderas, de los secuestros y los motochorros. Lo más grave, es que hay villas enteras tomadas por bandas narcos, que han construído fortalezas inexpugnables. Cuentan con verdaderos ejércitos de hombres con las armas más sofisticadas. La policía proteje esos ámbitos y a cambio de ello recibe suculentas ganancias. La llegada de la Gendarmería y la Prefectura, significa una piedra en el zapato para este andamiaje corrupto.
En medio del complicado escenario, aparece el aguijón de Elisa Carrió, que salió con los tapones de punta contra el comisario Pablo Bressi, el jefe que Vidal puso en la Bonaerense. La legisladora, apuntó a la incapacidad de Bressi para combatir el narcotráfico. También insinuó sobre su eventual complicidad con el negocio de la droga. El cortocircuito entre Vidal y Carrió se arregló con un llamado telefónico. Se comprometieron a seguir trabajando juntas. En la Legislatura, el ministro de Seguridad provincial Cristian Ritondo también aclaró que investigará las denuncias contra Bressi. En la Gobernación dicen que nadie juega una moneda a que Bressi comande la Bonaerense durante cuatro años, pero sin embargo admiten que “hoy está más fuerte que nunca”. Vidal se siente muy incómoda y le habría reclamado con firmeza al Presidente que le saque de encima la presión de Carrió.
LA AMBICION POR VER CRECER LA TORTA
 
La legisladora, que está amenazada de muerte y con custodia reforzada de la Policía Metroplitana, sospecha que más allá de la enjundia de Vidal contra los corruptos, los negocios oscuros dentro de la fuerza han crecido. Recluída y por el momento llamada a silencio por una recaída de salud en su chacra de Exaltación de la Cruz, la diputada sigue recibiendo información de primera mano de las internas en la fuerza. Un informante le habría acercado datos que queman. Tienen que ver con una reunión que se habría producido en el ministerio de Seguridad a principios de año. Allì se les habría comunicado a los altos jefes que “nada ha cambiado. Ahora lo que hay que hacer es recaudar el 30 por ciento más”. El detonante es que si de arriba se exige más, desde abajo les piden que aflojen un poco con los controles, lo cual es uno de los frentes de discordia. Otro tema a tener en cuenta, es que si desde la cúpula exigen más, queda menos en las comisarías y a los de abajo los dejan con las manos vacías, lo cual genera histeria en la tropa.
En los pasillos del Ministerio de Seguridad hay quienes sostienen que el verdadero mastín de esta situación, es un oficial de alto rango a cargo del operativo de seguridad, a quienes llaman el "Perro", un hombre de enorme influencia en las segundas líneas.
En el ámbito legislativo observan la situación y reconocen que hay demasiada podredumbre a cielo abierto. Intuyen que el control de la fuerza se le va de las manos a la actual conducción. Saben que Ritondo no es un especialista en seguridad y deja a veces flancos débiles difíciles de emparchar.
En el análisis de un avezado especialista, "la mafia policial  se ha dado cuenta de la falta de mando político de Ritondo y que está condicionado por la propia fuerza”. Pero además, lo curioso es que las voces críticas hacia el ministro emergen tanto de la oposición, como desde adentro de Cambiemos.
No obstante, la historia no termina aquí. Lo grave es que han resurgido viejas inquinas entre la Bonaerense y la Policía Federal, no solo por razones salariales, sino por cuestiones operativas. Esto dispersa la posibilidad de acciones en conjunto y favorece el accionar delictivo.
OTRA BOMBA A PUNTO DE EXPLOTAR
En medio de todo esto, el caso Bressi aún deja mucha tela para cortar. Más aún con una revelación explosiva que hizo el ex gobernador Felipe Solá hace pocos días, al señalar que cuando “faltaban horas para que asuman los cargos y me contaron que Bressi sería el nuevo jefe de la policía, les explique que en mi gestión había algunas denuncias que nunca se pudieron comprobar de cohecho y que no lo elegiría, pero que era una decisión de ellos. La respuesta fue la siguiente: lo pidió la embajada de Estados Unidos, a lo que solo atine a decir que no creo que a la embajada le interese que pasa con la droga o el paco en el conurbano, solo le interesa tener un alcahuete en tu gestión”. 
Las declaraciones de Solá se convierten en una espina para Vidal. El sentido común obliga a pensar que no hay narcotráfico en ningún distrito de la Argentina sin connivencia policial. En algunos lugares, como en ciertos puntos de la Provincia, la relación suele llegar al regenteo: los jefes narco son los que tienen uniforme. 
En base a esta premisa, la acusación pública de Elisa Carrió contra el jefe de la Bonaerense, Pablo Bressi, suena verosímil. El problema es que no ha encontrado aún sustento fáctico. Recomendado ante el ministro Cristian Ritondo por la DEA y otras agencias internacionales antidrogas, a Bressi lo investigaron de arriba a abajo en diciembre antes de darle la Jefatura y no le encontraron nada. Dicen que "está limpio".
El procedimiento se repitió tras la denuncia de “Lilita” y, "por ahora, no surge mugre. El comisario tiene una casa en Ramos Mejía.Se investigó si tenía otra no declarada en el country Abril, pero no era así y un patrimonio en blanco de 250.000 pesos y 20.000 dólares (550.000 pesos en total). No tiene auto y sus 3 hijos –los crió solo, tras separarse– tampoco registran patrimonios abultados. Pero nadie en la administración provincial está dispuesto a sostenerlo si aparece algo distinto", sostuvo un vocero confiable.
“O es una brillante mente criminal; o es un idiota que carece de capacidad alguna para detectar la presencia de un delito”, especuló Carrió.
La interna en la Bonaerense hoy se muestra como indomable. La semana pasada apareció otra papa caliente y se avanzó la auditoría sobre las plantas verificadoras de vehículos que manejan los uniformados. Sin excarvar demasiado, de movida se descubrió que sólo registraban a uno de cada cuatro autos que entraban. Lo que pagaban los otros tres propietarios iba a bolsillos policiales. Sólo ahí hay 180 oficiales en la mira, pero la caja se cortaría para todos. La idea es que el sistema de verificación pase a manos civiles. Los abogados de Asuntos internos se quieren cortar las venas. Este último, es sólo uno de los 4 mil expedientes que tienen abiertos. Los negocios sucios y la impunidad, por ahora siguen sumando fojas para el asombro.

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