lunes, 8 de mayo de 2017

La "maldita policía" y la evidencia de un "narcoestado", asoman en el caso Araceli

Por más rinoscopía que se le realice a toda la fuerza policial bonaerense, constituída por 90 mil hombres, las raíces del problema de la droga están en otro lado. La falta de prevención durante décadas y la ausencia de políticas de Estado, han favorecido el accionar del narcotráfico, que se instala en zonas puntuales que son terreno fértil para la corrupción. Una de ellas es San Martín, una suerte de "narcoestado" o tierra de la impunidad o "Capital de la cocaína", como quieran llamarla


Allí la droga se vende como caramelos. No es casualidad que el cuerpo de Araceli Fulles haya sido encontrado en ese distrito. Tampoco es coincidencia que las autoridades locales miren hacia otro lado frente a este y otros casos lamentables del pasado. Las sirenas empezaron a sonar hace muchos años, pero nadie las quiso escuchar. 
El tristemente célebre Miguel Angel "Mameluco Villalba", fue el que inauguró el vil comercio en ese rincón del conurbano. Durante la década del 90, transformó a la villa 18 de Septiembre en uno de los centros de distribución de cocaína más rentables del Gran Buenos Aires. Hace más de 30 años, San Martín era la segunda fuerza industrial del país. Pero hoy en su territorio, hay cerca de 140 asentamientos en los que la venta de drogas es el principal medio de vida, inclusive para los jóvenes que actúan como "soldaditos" de los capos narcos y ganan importantes sumas por vigilar y llevar mercancía. San Martín hoy es el shopping ideal elegido por miles de clientes que llegan de todas partes. Las autoridades lo saben, pero el negocio delictivo sigue avanzando  y matando a paso firme. Muchos jovenes mueren anualmente por el paco, la denominada "droga de los pobres" y el peor de los venenos.
LA COMPLICIDAD POLICIAL METE MIEDO
Durante el 2016, el periodista Jorge Lanatta dedicó un programa a denunciar que San Martín era la cuna del narcotráfico. Hubo filmaciones y testimonios que certificaron como algunos jefes policiales recibían 80 mil pesos semanales de coima para liberar zonas. Luego, otro de los sucesos temerarios, fue la grave amenaza que dejó la mafia contra María Eugenia Vidal. Fue el 13 de octubre del año pasado cuando desconocidos  provocaron un incendio en el edificio del Tribunal Federal Oral  número tres. El texto hallado en aquella ocasión en la calle Yapeyú 1922 fue más que elocuente. Le advertían a la gobernadora que "no se meta más con San Martín y con la droga". Quedaba claro entonces, que la "fábrica de la muerte" estaba funcionando a pleno con todas sus complicidades enquistradas en los organismos oficiales y no querían ninguna clase de molestias.
Paradójicamente, el crimen de la pequeña Candela Sol Rodríguez, también ocurrió en ese territorio y siempre rondó la sospecha de que se trató de un ajuste de cuentas presuntamente por drogas.
LA COMISARIA QUE ERA ANTRO DE LA DROGA
 Ahora el hallazgo del cuerpo de Araceli Fulles, la joven de 22 años que estaba desaparecida desde el 2 de abril pasado, se suma al triste historial, destapando una olla que vuelve a poner en el ojo de la tormenta a la Policía Bonaerense. Tres miembros de esa fuerza fueron desafectados preventivamente, acusados de plantar pruebas falsas. A oídos de la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad había llegado información que desde la comisaría 5ta podrían estar entorpeciendo la investigación. La seccional de Billinghurst era la que estaba a cargo de los rastrillajes. La auditoría que se realizó no detectó anormalidades sobre el caso Araceli. Sin embargo, los investigadores hallaron graves irregularidades en la custodia de droga secuestrada y problemas en los libros de cargos y descargos. Según fuentes confiables, detrás de una cómoda y en algunos cajones, los investigadores encontraron al menos dos bolsitas conteniendo cocaína y otras con marihuana. Las drogas habían sido secuestradas durante un operativo realizado en el 2013 y se supone que debieron ser destruídas. Pero nada de eso ocurrió. Por este motivo fueron separados de sus cargos el titular de la seccional, el subcomisario Hernán Humbert y el jefe de Judiciales, el oficial principal Gabriel Herlein. 
Curiosamente, la sanción a los policías no se materializó de manera automática porque el oficio no salió de la Jefatura Departamental de San Martín. Ambos jefes siguieron comandando las acciones de los rastrillajes por el paradero de  Araceli, pese a que deberían haber estado fuera de servicio.
La grave irregularidad recién fue detectada el viernes pasado, cuando detuvieron a Emanuel y a Jonathan Avalos, hermanos del subinspector Ismael Elián, que hasta ese día prestaba servicios en el Comando de Patrullas del partido de Tres de Febrero. Inmediatamente, Avalos fue apartado de su cargo frente a la sospecha de que pudo haber suministrado información a sus hermanos. Cuando se cursó la novedad a la misma jefatura Policial, el comisario inspector Héctor Fritz informó que los otros dos policías aún seguían en funciones, pero responsabilizó a su secretario. En esa dirección, no se descarta que otros policías puedan ser relevados de sus cargos por no haber comunicado en tiempo y forma la desafectación de los efectivos de la comisaría de Billinghurst. 
LA SINIESTRA CADENA DE COMPLICIDADES
De acuerdo a los trascendidos, el subcomisario Humbert no habría participado del primer allanamiento que se realizó el 17 de abril pasado en la casa de la madre del principal sospechoso, Darío Gastón Badaraco, de 29 años. En ese lugar fueron encontrados el jueves pasado los restos de Araceli. También se encontró en un baño un pedido de auxilio escrito en un papel higiénico y con la firma "Ara". La nota fue hallada en la obra en construcción del fondo de la casa situada en la calle Alfonsina Storni 4477. Resulta extraño, pero ni el cuerpo ni el escrito habían sido detectados durante la primera inspección al lugar.
Frente a todos estos elementos enigmáticos, la hipótesis  del encubrimiento policial comenzó a germinar en la investigación. Por estas horas, las primeras espadas del ministro de Seguridad Bonaerense, Cristian Ritondo evalúan la hipótesis de que tanto la policía, como la Justicia de San Martín, hayan actuado asociadas para entorpecer el esclarecimiento del  caso Araceli Fulles, donde la droga asomaba en cada paso que se daba.
El fiscal general Marcelo Lapargo, fue quien confirmó públicamente que el cuerpo encontrado era el de Araceli. Aunque no le gusta hablar con la prensa, tuvo que hacerlo para evitar que su subordinada, Graciela López, se ponga en el ojo de la tormenta, ya que el padre de la joven asesinada había dicho públicamente que la funcionaria "no sabe dónde está parada". 
LA FISCAL QUE DEJO IR AL ASESINO
Cuando Araceli estaba aún desaparecida, la familia de la víctima había denunciado que la fiscal no mostraba la más mínima sensibilidad ante el caso.Quedó en evidencia que su actuación careció de sentido común y profesionalismo para actuar, ya que tuvo sentado dos veces en su despacho al hombre que tenía enterrado el cuerpo de la joven en el fondo de su casa. Jamás se le ocurrió detenerlo, pese a que Badaraco confesaba que había estado con Araceli durante la madrugada de su desaparición y fue el último en verla con vida. Incluso le creyó cuando le manifestó que la mancha de sangre que había en el asiento de su camión, que bien pudo haber sido la escena del crimen, era de un lechón que había trasladado poco antes. Tampoco le intervino el teléfono, ni reparó en las cuatro causas penales que tenía Badaraco. En agosto de 2015 fue denunciado por abuso sexual agravado contra su hijastra y lesiones leves a su hijastro. El hecho habría tenido lugar en la misma casa en la que apareció el cadáver de Araceli.
Lo dejó ir y por eso Baradaco estuvo prófugo hasta el viernes por la noche. Ricardo Falles, el padre de Araceli la sentenció al manifestar que "la fiscal hizo todo mal". 
También hay que reconocer que la fiscal no contaba con la ayuda adecuada de la comisaría 5ta de San Martín, donde estaba instalada la base de operaciones de la búsqueda de la chica. Casualmente, allí trabajaba el oficial Elián Avalos, que resultó ser hermano de los dos jóvenes que terminaron presos por el crimen. También hay sospechas de que otros dos policías de esa seccional habrían desviado la búsqueda. Son dos oficiales que se cree están vinculados al narcotráfico. La droga es una línea que podría vincular a los uniformados con los sospechosos, conocidos por fumar paco en una plaza y con Araceli, que tenía problemas de adicción. Por estas horas, es un elemento clave en la investigación que podría explicar tantos errores.
NO SE SALVA NI EL INTENDENTE
La búsqueda de Araceli fue tan torpe, que tuvo detalles insólitos.La primera vez que Baradaco, el 17 de abril declaró ante la fiscal, la policía fue a allanar su casa. Es más, caminó a metros del cuerpo de Aaraceli y no lo vio. En primera instancia se puso la excusa de que no habían llevado perros, pero en verdad es que si lo hicieron. No obstante, la equivocación es que llevaron animales entrenados para detectar personas vivas, que olfatearon la casa de Badaraco y no detectaron nada. Finalmente, el jueves pasado se utilizaron otros canes entrenados en la búsqueda de cadáveres y el resultado fue positivo. Hay otro dato a tener en cuenta. San Martín presenta una tasa de femicidios que supera el 8% de los cometidos en la provincia de Buenos Aires. La cifra es demasiado alta y obliga a hilar fino por qué pasa esto en ese distrito. El asesino de Araceli estaba al alcance de la mano, pero esta víbora de siete cabezas que funciona como un narcoestado, obstaculizó todo lo que pudo su detención. El objetivo era evitar que salte el escándalo. El martes San Martín se vistió de luto y marchó para que el crimen de Araceli no quede en el olvido. Durante la movilización algunos vecinos se quejaron por la inseguridad en el distrito y criticaron al intendente Gabriel Katopodis."Con todas las cámaras que hay, no ven los transas, los soldaditos de los narcos, ya estamos cansados", dijeron.Las pruebas son demasiado elocuentes como para querer tapar el sol con las manos. ¿Llegará entonces el largo brazo de la justicia?. ¿O la maldita policía seguirá colaborando para que continúe funcionando a pleno el negocio de la muerte?. 

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