lunes, 8 de mayo de 2017

Los enigmas en el caso Cartasegna y un empleado en el ojo de la tormenta

Paradójicamente, el segundo ataque en tres días contra el fiscal platense Fernando Cartasegna, se desencadenó el mismo día que se anunciaba la baja de ocho comisarios generales de la Bonaerense. Toda gente pesada, de los denominados "millonarios". Más que un golpe al corazón de la Justicia, el episodio denota un claro mensaje contra todas las instituciones y llega además, hasta los propios umbrales de la Gobernación


Lo que se quiere transmitir es miedo, ya que si hubieran querido, con la impunidad con que actuaron y conociendo el terreno, los desconocidos podrían haber ahorcado al fiscal en su propio despacho, después de haber escrito con azúcar en el piso el apellido Nisman.
Es el hecho más grave que se recuerde después de la brutal agresión de la mafia  en 1986 contra el fiscal de la Nación, Pablo Lanusse, a quien le tajearon la espalda con la palabra oro por la investigación que desarrollaba sobre el tráfico de ese metal precioso. Por estas horas, las sospechas se concentran en el mismo edificio donde trabajaba Cartasegna, ubicado en las calles 7 entre 57 y 58. Fuentes allegadas a la investigación señalaron que el Servicio Penitenciario tiene identificado a un  empleado de la fiscalía al que vieron pegando afiches contra el funcionario.
El caso Cartasegna, no es otra cosa que la patentización de que las fuerzas del mal están enquistadas en todos los rincones de lo más alto del poder bonaerense y pueden actuar con absoluta comodidad cuando se les ocurra. Es evidente que se está frente a un sistema de complicidades que tiene ojos vigilantes en todos los despachos y con acceso a la información más reservada. 
Frente a estas circunstancias, tal vez el Servicio de Inteligencia debería poner manos a la obra si se quiere preservar la integridad física de los funcionarios, ya que por lo visto, el enemigo está dispuesto a todo. En la medida en que María Eugenia Vidal avance contra la corrupción enquistada en las fuerzas de seguridad, la víbora de siete cabezas econ sus coletazos  parece dispuesta a defenderse con los recursos más bajos, cueste lo que cueste. El objetivo es resguardar las cajas millonarias del dinero sucio que viene de la droga, la prostitución, el juego clandestino y otros delitos contaminantes enraizados en la superestructura compuesta por casi 90 mil hombres. Quienes atacaron al fiscal Cartasegna,  conocían todos sus movimientos y hasta los de su familia. Inclusive, el día después de haberlo agredido a golpes en la calle (sábado), penetraron en su casa de Gonnet volteando un alambrado, se trensaron en lucha con la perra y arrojaron un pato de mascota a la casa de un vecino.
El fiscal es un hombre probo que durante casi 20 años desplegó una lucha titánica contra la trata de personas, la pedofilia, el juego clandestino y otros delitos muy delicados. Llama la atención que nunca hubiera sido intimidado de esta manera.
¿Qué lugar sensible estaba dispuesto a tocar Cartasegna que motivó semejante reacción de la mafia?. El martes su colega Marcelo Martini le había envíado pruebas para investigar a los denominados "Caranchos", los abogados que actúan en connivencia con jefes policiales para cobrar gruesas indemnizaciones y seguros por accidentes de tránsito.
¿Si Cartasegna ni siquiera había comenzado a leer esos informes, por qué tanto apuro en amedrentarlo con una metodología tan violenta?.
 El procurador bonaerense, Julio Conte Grand tiene muchas dudas sobre el episodio. Volvió a desvincular la causa de los sobres en la Departamental, de la agresión a Cartasegna. También marcó con resaltador, que no necesariamente debe haber un hilo conductor en las dos agresiones que sufrió el fiscal en los últimos días. "Puede tratarse de una situación utilizada para disfrazar otra", recalcó. El jefe de los fiscales admitió no tener una hipótesis confirmada, aunque sí datos verificados que se van a contrastar con una nueva declaración de Cartasegna, quien en las últimas horas fue dado de alta en el Hospital Italiano. 
Si algo lograron los delincuentes, fue sacar a Cartasegna de la causa, ya que ahora se le otorgó una licencia por tiempo indeterminado y deberá hacerse cargo de la misma, la doctora Ana Medina. Custodiado ahora por las fuerzas federales, al igual que el resto de los fiscales, esto demuestra que no hay confianza sobre la policía bonaerense, que evidentemente sigue siendo un enorme bolsón de corrupción, de siete vidas como los gatos.
También, habrá que poner atención a lo que dijo Víctor Violini, el titular de la Asociación de Magistrados de La Plata, quien además de expresar su enérgico repudio a las agresiones, envió un fuerte mensaje al Gobierno, desde María Eugenia Vidal hasta los ministros de Seguridad y de Justicia y el procurador Julio Conte Grand.
 Violini remarcó que Cartasegna “debería haber tenido custodia de la Federal y no tenía nada”. También se refirió a las condiciones del edificio donde funciona la fiscalía: “a las 4 de la tarde no hay nadie y está todo oscuro. La custodia, que son retirados del Servicio Penitenciario Bonaerense, no están en la fiscalía, sino en la entrada del edificio. Nadie sigue a las personas que ingresan, sólo basta con anunciarse”.
Violini le apuntó al corazón del poder político: “Estamos librados a la buena de Dios, no se puede trabajar así. La Gobernadora dice que quiere combatir las mafias, que está bárbaro, pero tiene que proteger a la gente que está trabajando y está en la trinchera. Es fácil decir vamos a combatir las mafias con el cuero del otro”, añadió. También instó al ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, y al Procurador Julio Conte Grand a que “tomen las riendas en el asunto y cuide a su gente, a la gente que le está investigando. El fiscal esta expuesto a que le lleguen amenazas, a que alguien lo insulte en la calle, lo que no puede ocurrir es que dejemos la vida de un fiscal en las manos de la gente. No lo mataron porque no quisieron”, razonó el ex fiscal. “Lo que me preocupa es la gravedad de la situación que viven todos los fiscales: están muy desprotegidos en ese edificio”, remató. 
Frente a este cuadro de situación, no es normal que una gobernadora tenga que vivir en una base militar, por haber arremetido contra la corrupción en las fuerzas de seguridad. Tampoco, que varias veces la hayan amenazado de muerte telefónicamente. Y menos, que policías hoy procesados, fueron sorprendidos revolviendo cajones de su propio despacho. En esa dirección, hay que recordar el temerario mensaje de los narcos cuando quemaron un juzgado federal y dejaron un escrito señalando: "Gobernadora, váyase de San Martín". No olvidemos tampoco, el ataque a la residencia del ministro de Gobierno, Federico Salvai, una de las primeras espadas de Vidal. En esa vivienda desconocidos revolvieron todo y no se llevaron nada. Demasiados hechos encadenados, para una historia teñida de miedos y que es necesario desactivar de manera rápida, por el bien de las instituciones y de toda la ciudadanía. Antes de que la Argentina se convierta en otra Colombia, como la del tristemente célebre Pablo Escobar.

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