miércoles, 5 de agosto de 2015

Aníbal o Julián, radiografía de una pulseada con final abierto


Por Jorge Joury
El tiempo de descuento se agota. El próximo domingo las PASO serán testigo de la realidad bonaerense en las urnas con boletas de 84 centímetros, las más largas que se tenga memoria. En una campaña super caliente donde los candidatos se tiraron con  todo. Ahora la definición de la interna entre los precandidatos a gobernador del Frente para la Victoria es la gran incógnita en la provincia de Buenos Aires. Son los v otos que más necesita Scioli para soñar con un triunfo en primera vuelta. Pero  nadie se anima a dar un resultado, ya que las encuestas son de variado tenor, y arrojan diferencias sustanciales de acuerdo a las consultoras que las difunden.
Lo que no caben dudas en  las usinas de sondeos es que que el oficialismo será la fuerza más votada, seguida por Cambiemos, y por el massismo en un tercer escalón. Hay otro dato: pese a que brindaron su intención de voto, los electores todavía no tienen totalmente decidido por quien se inclinarán.
Hay dos mediciones que le dan una amplia ventaja a Aníbal Fernández-Martín Sabbatella. En cambio, otros dos que señalan que hacia el final de la campaña las cosas se están poniendo bastante parejas y que Julián Domínguez-Fernando Espinoza vienen subiendo fuertemente. La mayor incertidumbre tiene que ver con lo que denominan confusión, es decir los votantes del FpV que ingresen al cuarto oscuro, elijan la boleta que dice Scioli-Zannini y no se fijen en lo que hay abajo. Por lo tanto será casual, azaroso, su voto en la categoría gobernador. Esto hace muy difícil medir por encuestas el resultado de la elección para gobernador bonaerense y hay politólogos que directamente no quieren arriesgarse.
Por el lado del búnker de Aníbal Fernández se animan a decir que le sacarán por lo menos 15 puntos de ventaja a la fórmula Julián Domínguez-Fernando Espinoza. No obstante, sus contrincantes enarbolan como bandera que tienen la lluvia de votos de La Matanza para desequilibrar la balanza. También hay distritos de peso como Tres de Febrero y Merlo, por caso, donde los alcaldes apuestan fuerte por Domínguez.
Además arguyen que el 90 % de los intendentes quieren ver diez metros bajo tierra a Martín Sabbatella, el socio político de Aníbal. No le perdonan al moronense el daño que causaron sus colectoras a la hora de repartir los votos. Tampoco su pasado en el Partido Comunista y el haber enarbolado en su momento la bandera de guerra para desbancar a los denominados barones del conurbano, “cuando entró al kirchnerísmo por la chimenea de la transversalidad”, comentó un alto jefe territorial.
En el medio está Daniel Scioli, quien trata de hacer equilibrio, aunque algunos señalan que son evidentes sus preferencias. A juzgar por las fotos, los dominguistas llevan ventajas en los actos con el candidato presidencial, pero Anibal les baja la cotizacion, señalando que “se cuelan”.
Si vamos a los perfiles, los aspirantes al sillón de Dardo Rocha, expresan distintos valores dentro de la oferta electoral oficial. Domínguez se muestra como conservador. Fernández es claramente audaz. Uno se apega a la estructura del Partido Justicialista. El otro integra a sectores comprometidos con el frente electoral creado por Néstor y Cristina K. Se trata de dos propuestas antagónicas para suceder a Daniel Scioli desde el partido oficial. Dos formas de pensar la provincia de Buenos Aires para 2015-2019. Domínguez está a tambor batiente contra la droga. Fernandez habla de despenalizar el consumo personal. El presidente de la Cámara de Diputados,  representa al peronismo del interior provincial y es cercano al Papa Francisco. Es un hombre que representa la sintonía con el campo y lo demostro cuando fue ministro de Agricultura. Además representa  la estirpe del PJ bonaerense. Su candidato a vicegobernador, el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, presidió ese partido hasta que tomó licencia.
Dominguez estuvo siempre en contra de la despenalización del aborto y de las drogas: “Los chicos necesitan límites. La despenalización de la droga crea conciencia de que te hace bien. A los narcos a veces me dan ganas de matarlos”, opinó a la hora de sentar posición. En materia de seguridad, Domínguez podría acompañar la propuesta de bajar la edad de imputabilidad de los menores. La seguridad, sostiene, es su prioridad.
En la vereda de enfrente se para el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, el hombre que defiende a capa y espada todos los días la gestión K. Sólido intelectualmente, audaz, picaro y escurridizo como nadie para hacer frente al pressing del periodismo. Representa el peronismo del conurbano. Es pragmático, polémico, abierto a los cambios hasta para elegir a un hombre no peronista como compañero de fórmula. Lo acompaña Martín Sabbatella -titular de la Afsca-, que se forjó en las antípodas de los jefes comunales y se ganó el odio de los alcaldes de la primera y la tercera sección electoral.
Fernández está a favor de la despenalización de la tenencia y el uso privado de sustancias ilícitas, como la marihuana. Presentó un proyecto de ley que declara no punible la adquisición y cultivo de estupefacientes para consumo personal. “Yo no quiero que consuman. Pero se va a consumir igual”, argumentó al defender su proyecto de ley. “Buscamos no estigmatizar al enfermo, al que consume”, explicó el candidato. “Buscamos priorizar los derechos humanos de segunda generación: primero atender la salud de quien consume y después atacar el narcotráfico”, dijo el candidato al impulsar la polémica iniciativa. Fernández está en contra del aborto, pero admitió que podría levantar la mano para poner límites a los abortos clandestinos que matan a las mujeres más pobres del conurbano. Incluso, su compañero de fórmula, Sabbatella presentó un proyecto para garantizar a todas las mujeres la interrupción voluntaria del embarazo.
Aníbal Fernández está a favor de la extradición de extranjeros que quiebren la ley, pero en contra de bajar la edad de imputabilidad. Su plan de seguridad parte de una idea básica: poner un civil a conducir la policía.
Las discrepancias entre las dos fórmulas han generado un fuego de artillería verbal que le preocupa a Cristina y al propio Scioli. “Tenemos grandes diferencias con la dupla Fernández-Sabbatella -dijo en las últimas horas Espinoza-. Por ejemplo, en el tema del narcotráfico y el consumo de drogas . No es la liberalización del consumo lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia”, disparó. Sabbatella en cambio, el más odiado por la mayoría de los intendentes que lo consideran no peronista, expresa la visión más progresista respecto del aborto. “Queremos dar un debate profundo y serio respecto del aborto, para lograr que el Estado se ocupe de garantizar el derecho a la salud de todas las mujeres”, sostuvo Sabbatella, al defender un proyecto de ley para que las mujeres puedan interrumpir el embarazo.
A esta altura de las circunstancias resulta difícil vaticinar hacia dónde se inclinará la balanza. Si bien es cierto que Aníbal Fernández lleva la delantera por su nivel de exposición mediática, desde la vereda de sus contrincantes sostienen que su imágen negativa es muy alta y ponen como ejemplo su gestion como intendente de Quilmes, algo que le duele cuando se lo recuerdan al jefe de Gabinete. Fernández fue el primero que objetó la transparencia del comicio, cuando señaló que esparaba que los intendentes no le escondieran la boleta, como pase de factura a su compañero de fórmula, Martín Sabbatella. Ambas fórmulas cuentan con el apoyo de gremios muy fuertes. Los dominguistas se defienden sosteniendo que Scioli los prefiere porque le acercarán más votos, principalmente de la clase media. Los otros arguyen que conocen más las necesidades del conurbano y la gente está de su lado. Cristina hubiera preferido un candidato único con Randazzo para asegurarse la tapa del diario el lunes. Pero no fue posible por la reticencia del ministro. Ahora habrá que juntar los votos de los dos para marcar la diferencia. No obstante, cualquiera  sea el resultado, ambos tendrán que cumplir con el primer mandamiento del peronismo: el que gana conduce y el resto acompaña. La moneda está en el aire.¡Hagan juego señores!.

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