miércoles, 1 de junio de 2016

Volvieron las ollas populares, la realidad menos deseada para los argentinos

Hace una semana el Papa Francisco le marcó la cancha a los intendentes de manera contundente: "no se olviden de los pobres". Días después, Margarita Barrientos al ser entrevistada en un programa de TV se le llenaron los ojos de lágrimas al revelar que habían aumentado sustancialmente la cantidad de personas que concurren a su comedor por un plato de comida.


María Eugenia Vidal abrió el paragüas al regresar de EE.UU, afirmando que: "la pobreza no empezó el 10 de diciembre". Los argumentos son ciertos, pero la gobernadora debe admitir que en estos meses hay más de un millón y medio de nuevos indigentes, producto del ajuste más salvaje que se recuerde. Hasta los jueces han comenzado a ponerle freno a los tarifazos, haciendo lugar a una ola de recursos de amparo que brotan como hongos en todo el país. La situación social es inquietante, y algunos especialistas advierten que podría llevar a la desobediencia civil en el pago de tarifas, el peor de los escenarios para un Gobierno que está obligado a corregir con mayor equidad de manera urgente, dejando de lado internas y sin dilaciones.
Mientras tanto, el segundo semestre, promesa que condensa en el relato oficial la llegada de buenas noticias, empieza a desdibujarse. Su principal disolvente son las mismas expectativas de actores clave de la economía: industriales y empresarios de la construcción. Tanto para unos como para otros, la actividad económica seguirá estancada. 

LOS NUMEROS CRUDOS

Los números siempre mandan por sobre las palabras. Muestran con crudeza el cuadro de la economía, jaqueda por la inflación y la recesión. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) que acaba de debutar informó que en comparación con 2015, la caída en la industria de la construcción fue del 24,1 por ciento en abril, mientras que en el primer cuatrimestre la baja fue del 10,3 por ciento.
El bajón de la industria se hizo sentir en los puestos de trabajo ofrecidos, que según el INDEC, que fueron 38 mil menos en marzo, en comparación con la actividad laboral del mismo mes del año pasado.
El organismo oficial presentó el Estimador Mensual Industrial (EMI), en el que se indicó que la pérdida de puestos de trabajo representó el 11 por ciento de la fuerza laboral del sector.
El retorno del Indec a la práctica de difusión de sus series de actividad productiva no fue en el mejor momento para el Gobierno. Después de seis meses de abstinencia de datos de producción, por la declaración de la Emergencia Estadística por parte del director del organismo, Jorge Todesca, el primer número de la construcción en la era Cambiemos fue recesivo en 24,1%, en comparación con igual mes del año anterior.
Se trata de la peor caída desde agosto de 2002. La construcción es uno de los rubros que más genera mano de obra, sobre todo en el conurbano profundo, donde gran parte de sus habitantes hasta hace poco vivían de las changas.

LA VUELTA AL PASADO EN LAS CALLES

Frente a este cuadro de situación, la organización Barrios de Pié mandó una fuerte señal en las últimas horas. Salió a las calles para dejar en claro que la gente no puede esperar en sus casas para morirse de hambre. Aunque al oficialismo le cueste reconocerlo, hoy se vive la geografía más humilde del Gran Buenos Aires una postal parecida a la de la crisis del 2001. Las organizaciones sociales, que venían avisando del hervor del clima en los barrios, le marcaron la cancha a Macri en su distrito más sensible: la Capital Federal. Allí instalaron ollas populares en puntos neurálgicos para pedir alimentos. La dolorosa foto de algo que no se veía hace más de 15 años, viajó por el mundo y en nada favorece a una Argentina que sueña con el despegue .
Daniel Menéndez, coordinador nacional de la organización, advirtió que "hay un deterioro de la situación social con problemas que no veíamos desde hacía diez años. No tiene precedentes en el último tiempo". Norma Morales, responsable de Barrios de Pie en Avellaneda, disparó que la organización continuará con sus protestas "hasta que el Gobierno se haga cargo de la pobreza que hay".
Con un reclamo de alimentos para 400 comedores bonaerenses y puestos de trabajo, Barrios de Pie bloqueó varios ingresos a la capital. La protesta estuvo focalizada en la gobernadora María Eugenia Vidal, a la que el movimiento reprocha no dar respuesta a los pedidos que le vienen haciendo. En respuesta, el ministro de Desarrollo Social de Vidal, Santiago López Medrano, acusó a la organización de “estar buscando visibilidad política” para “presionar” y aseguró que la provincia les dio el viernes “45 toneladas de alimentos”. Los dirigentes replicaron que tal cantidad se traduce en “dos paquetes de polenta al mes para cada niño”. 
"NADIE QUIERE MORIR DE HAMBRE"
Los manifestantes instalaron en el puente Pueyrredón el centro de la protesta. Allí se movilizaron familias de los asentamientos de Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora y Quilmes, que cortaron tres carriles del puente, en el que compartieron un guiso de arroz con carne picada.
“La gente no se puede quedar en su casa esperando a morirse de hambre”, advirtió ante las cámaras reunidas para transmitir el corte Daniel Menéndez. El coordinador de Barrios de Pie remarcó que “la inflación, los tarifazos y los despidos masivos arrojaron a un millón y medio de personas bajo la línea de pobreza en los últimos meses”, por lo que “la cantidad de vecinos que se acercan a pedir un plato de comida a merenderos y comedores populares se multiplicó”.
En un raid de entrevistas, el ministro de Desarrollo Social bonaerense, López Medrano, trató de ponerle el pecho a las balas. En esa dirección, salió a cruzar a la organización, a la que acusó de “estar buscando visibilidad política, más allá de los reclamos”. El funcionario sostuvo que la provincia viene dialogando con los dirigentes de Barrios de Pie, por lo que la jornada les pareció “una medida intempestiva que no refleja la realidad”.
No obstante, el  ministro debió admitir que hay una “situación social compleja” y prometió, siguiendo el libreto oficial, que “a medida que avance el año” el panorama “tiene que mejorar”. Pero aseguró que a Barrios de Pie le entregaron el viernes “45 toneladas de alimentos secos”. También relativizó el pedido de puestos de trabajo, al manifestar que se los han dado “en un plan de reparación de jardines con las cooperativas”.
 BUSCAN DESCOMPRIMIR EL RECLAMO
La organización no desmintió estos datos, pero advirtió sobre su insuficiencia. “Lo que estamos pidiendo es un esquema de contención social significativo”, indicó el titular de Barrios de Pie. “45 toneladas de alimentos, repartidos entre los 400 comedores que tenemos en el conurbano, equivalen a 2 kilos de polenta o de arroz para alimentar a cada chico durante un mes. Es una vergüenza que esta sea la cifra con la que el gobierno pretende solucionar la crisis alimentaria”.
Tras la protesta no hubo anuncios concretos, aunque lo que se está viendo en estas semanas es que la gobernación, más allá de estos cruces, busca que las organizaciones sociales no aumenten su conflictividad, otorgándoles algunas respuestas parciales. Lo que se quiere evitar que los reclamos lleguen a la puerta de los hipermercados y sumen mayor  tensión.Según el dirigente de Barios de Pié, Daniel Menéndez, un relevamiento que hicieron sobre el estado nutricional de los niños que concurren a sus comedores y merenderos reveló que la malnutrición alcanza a más de 4 de cada diez chicos, que con la suba de los precios de los alimentos están sufriendo además un deterioro en la calidad de sus dietas.
A todo esto, el  Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires, también levantó la guardia y resolvió lanzar "mesas multisectoriales" en todos los distritos bonaerenses para discutir la situación económica, que según las autoridades partidarias se agravó al punto de que registran "graves problemas alimentarios". "Vamos a pedirle a la gobernadora Vidal y al presidente Macri que tomen medidas para asistir a los comedores frente al problema alimentario que comenzamos a verificar en la provincia. Hay que ayudar a las instituciones intermedias, parroquias y a los comedores que ayudan a la gente que más sufre", declaró el titular del PJ bonaerense, Fernando Espinoza. “Hay sectores que no llegan a fin de mes, empezó a haber graves problemas alimentarios en un sector de los jubilados, en los comedores escolares y en la población en general", aseguró. 
EL SUTEBA ENCENDIO LAS ALARMAS 
Esta semana fue el gremio de los docentes, el SUTEBA el que encendió las alarmas. Alertó que en los comedores del conurbano, en cada municipio, se quedan sin una ración unos 3000 chicos en promedio. Esto es: 55 mil nenes no tienen su plato de comida en la escuela, según datos del secto sindical y de los consejos escolares de distintos partidos políticos.
 Según un relevamiento entre 20 consejos escolares del conurbano, en cada distrito se quedan sin comer un promedio de tres mil chicos. Los datos señalan que en La Matanza faltan seis mil cupos; dos mil en General Rodríguez, y dos mil seiscientos en Moreno. Los relatos se repiten en todo el conurbano. El ministro de Desarrollo Social, Santiago López Medrano, se justificó señalando que la cifra de los cupos siempre se infló desde los consejos escolares. Y que éstos estuvieron plagados de irregularidades en años pasados. Por eso, pedirá listados con nombre y apellido de los nenes que quedan sin comer. Destacó el esfuerzo de $ 1.200 millones extras para comedores, que en total recibirán $ 3600 millones en el año. Más allá de los argumentos que se esgriman desde la polìtica, la realidad es una y no ofrece plazos: el hambre no puede esperar.

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