miércoles, 21 de noviembre de 2012

El dirigente Osvaldo Tondino promete la batalla final contra los puticlub de la Ruta 36 en Florencio Varela




Por Jorge Joury

Osvaldo Tondino está convencido que antes de fin de año "terminaremos con los prostíbulos en Quilmes. En Berazategui lo logramos. Y en los primeros meses del año próximo arrancamos por Varela. Ya tenemos la plantilla de donde funcionan los Puticlub, principalmente sobre la ruta 36. Allí vamos a dar la gran batalla".

En esa zona se sospecha que existe un corredor con Abasto, en la periferia de La Plata. Es la misma mafia regenteada por viejos comisarios retirados, barrabravas y algunos políticos protectores, que se llevan "la suya" por mover influencias, admiten las fuentes consultadas.
Tondino es presidente de la Federación de Instituciones de Quilmes. Lleva una pila de años -más de 20- luchando contra "las lacras de la esclavitud sexual", como el mismo los define. Trabaja en conexión con la ONG la Casa del Encuentro, de Fabiana Túnez y hasta tiene vínculos muy estrechos con Susana Trimarco, la madre de Marita Verón, la mujer secuestrada hace más de 10 años por una red de proxenetas y cuyo juicio se está ventilando en estos momentos en Tucumán.

Tondino viene de desbaratar con la policía Federal y Gendarmería un prostíbulo que funcionaba en Martín Rodríguez y Primero de Mayo, encima de un local de verdulería en Quilmes. Allí detuvieron a un matrimonio paraguayo, Isabel y Jorge, que regenteaba el negocio hacía más de un año. Pero según Tondino "son parte de una red, ya que tienen otra sucursal en Rodolfo López y Andrés Baranda. Son gente muy pesada a la que se les secuestró importante documentación y varios celulares. La policía está siguiendo la pista de contactos, porque cree que existen ramificaciones en otros distritos de la zona Sur. Tondino agrega que "muchos prostíbulos emigraron hacia la capital federal porque con los fiscales no les dimos tregua y se multiplicaron los allanamientos".

Cuando a Tondino se le piden precisiones sobre la acción que piensan desarrollar en Florencio Varela, aclara con mucha cautela y discreción que "no podemos adelantar mucho, pero ya hay una grilla elaborada, sobre todo en lo que tiene que ver con la ruta 36, donde funcionan los Puticlub, es decir locales con apariencia de bailables, donde en la trastienda se ejerce la prostitución y también está todo armado para la venta de drogas". El presidente de la Federación de Instituciones, además manda munición gruesa. Dice que "hay muchas casas alquiladas donde también funcionan prostíbulos" y pone como ejemplo que "con lo que le pagan en una semana a dos señoritas, amortizan los gastos y hasta de los servicios. Hay que seguir empujando ante la justicia que a quienes alquilen lugares para ejercer este vil comercio, se les apliquen sanciones económicas muy duras".

Tondino señala que "hoy los responsables de los prostíbulos reciben multas de 12.500 pesos la primera vez y prisión efectiva de uno a tres años, si son reincidentes. Necesitamos una legislación más rigurosa para proteger a estas mujeres. Estos también son derechos humanos de personas que son sometidas a lo más horrendo de la esclavitud".

EL LABERINTO DE UN OSCURO NEGOCIO

Después de lo que dice Tondino, el periodista trata de profundizar por otros costados. Allí se visualiza que estos turbios negocios funcionan bajo el efecto de luces tenues. Es el escenario ideal para sostener el engaño. El ambiente puede parecer agradable; las chicas, bien dispuestas; y la situación, apenas un trato emocionalmente inocuo entre adultos. Pero basta cambiar la luz para que el engaño se desmorone. Porque lo que salta entonces a la vista es una realidad que los clientes de estas verdaderas cuevas no imaginan o prefieren no ver. Y aquí lo que salta en toda su crudeza es el hacinamiento, la explotación, el maltrato y el profundo drama de la trata de mujeres que ellos mismos alimentan.

Cambiar las lámparas es, de hecho, lo primero que ordena el fiscal Fernando Cartasegna al allanar un prostíbulo. Responsable de un equipo que ha realizado sólo en los últimos meses más de cincuenta procedimientos por delitos conexos a la trata de mujeres en La Plata y su periferia, incluida la zona de Abasto, cuenta que el cambio de luz suele revelar una sordidez que sorprende incluso a policías veteranos. Pero lo cierto es que hasta los propios agentes judiciales admiten no dejar de sorprenderse ellos mismos por lo que descubren semana a semana al ahondar en el circuito de la prostitución.

En el corredor de Varela a La Plata se cree que funcionan cerca de un centenar de prostíbulos, donde en su mayoría trabajan mujeres traídas de países limítrofes, especialmente Paraguay. "Entre ellas hay muchas menores. Algunas vírgenes, por las que pagan cualquier plata, adinerados empresarios de la zona", confió un informante.

A un ritmo de tres allanamientos a prostíbulos por semana, la investigación que conduce la Fiscalía Penal Nº4 de La Plata parece dejar cada vez más claro hasta qué punto la trata de mujeres ha llegado a naturalizarse entre nosotros. Lejos de ser percibida como un delito, muchos la consideran hoy casi "otra forma de ganarse la vida" y así se ha vuelto un negocio en el que incursionan "desde pequeños empresarios, barrabravas y hasta estudiantes", cuentan para sorpresa los investigadores.

Entre las metodologías que se aplican en este negocio perverso, está la elección de las candidatas, por ejemplo el caso de Lucía una de las diez menores rescatadas de "casas de citas" de La Plata en el último año. La chica, que tiene 17 pero parece de 12, fue traída desde Paraguay con la promesa falsa de un trabajo de moza. Cuando la Justicia la encontró en marzo pasado llevaba ya dos meses como esclava sexual y en ese tiempo había estado con decenas de hombres. A cada uno de ellos les contó su drama en busca de que alguno se apiadara. Pero ninguno hizo la denuncia.

HAY NUEVAS CARAS PARA EL ASOMBRO

Los investigadores sostienen que hoy la realidad del regenteo del negocio de los prostíbulos, presenta una nueva geografía. Las fuentes consultadas manifestaron que "no sólo está en manos de viejos comisarios y barrabravas. Hay también pequeños empresarios y comerciantes de distintos rubros que le ven la veta y se mandan. De hecho, uno de los últimos explotadores que agarramos era un estudiante que dejó la universidad y puso una casa de sexo", manifestó un agente judicial.

Cuando uno se interna a recorrer los laberintos de esta dramática realidad, que exige de un circuito de complicidades del que viven miles de personas, allí se comprende al decir de un investigador que "la trata se volvió un enorme negocio que requiere muy baja inversión. Sólo hace falta contar con el dinero para alquilar una casa y asociarse a alguna prostituta con cierta experiencia. Es por eso que resulta común que los que ponen prostíbulos hayan sido antes clientes: un tipo conquista a una chica en una casa de citas, la convierte en su reclutadora y ella misma se ocupa de armarle el plantel", explica.

El circuito y su propia dinámica, parece contribuir a ese armado. "Como las chicas no suelen quedarse más de cuatro meses en el mismo lugar, porque los clientes se cansan de ellas y empiezan a trabajar menos, hay una rotación permanente. Basta entonces que aparezca un lugar nuevo que les prometa mejor trato para que enseguida se forme un plantel, que en promedio es de unas diez mujeres", aporta otro de los informantes.

Pero lo cierto es que esas promesas de un mejor trato no suelen concretarse, en especial para las paraguayas, que hoy representan el 30% de las trabajadores sexuales en casas de la zona Sur y que, por ser "las más dóciles y vulnerables", son también las más explotadas. "Las obligan a trabajar un promedio de doce horas diarias, seis días a la semana; duermen hasta cuatro de ellas en un solo colchón por turnos; y ya hayan sido traídas con engaños o hayan entrado por su propia voluntad, pasan meses hasta que cobran un peso, dado que les descuentan los gastos del viaje, la ropa y el alojamiento. A muchas ni siquiera las dejan salir solas".

Otro de los mitos que alimentan la trata de mujeres otorgándole hoy cierto marco de tolerancia social está en pensar en que quienes ejercen la prostitución eligieron en algún momento hacerlo. Pero más allá de las redes de tráfico, en las que caen cada año decenas de menores engañadas o directamente secuestradas, lo cierto es que "la propia voluntad constituye una rara avis en el mundo de las casas de cita", sostienen desde la Fiscalía Penal Nº4 tras haber tomado declaración a cientos de chicas en los últimos meses.

"Casi todas responden igual: se plantan y con tono desafiante aseguran que lo hacen porque quieren, pero a la media hora de charla se quiebran y te cuentan historias de enorme desesperación y dolor. Puede que para muchas de ellas prostituirse sea hoy una elección, pero es así porque llegamos tarde. Si uno indaga en las historias, la propia voluntad casi no existe"", aporta un integrante de la UFI Nº4.

Tondino sostiene que "el negocio de la prostitución no existiría sino hubiera clientes". Tiene razón, pero es una utopía, porque hay un dicho que señala: "de carne somos". Pero si bien no se puede hacer nada contra quienes consumen sexo, la Justicia suele valerse mucho de ellos. Al realizarse allanamientos en prostíbulos, los agentes judiciales retienen a todos los clientes durante el tiempo que duran las diligencias y les piden que declaren. "Los tipos son sorprendidos en una situación tan comprometida que con tal de que no lo llames a la casa colaboran encantados", explica un investigador.

Con las declaraciones de clientes y chicas, y otros elementos que se secuestran durante los allanamientos, el fiscal Fernando Cartasegna está imputando actualmente a una diez personas por semana, muchas de las cuales son luego llevadas a juicio por violar la Ley de Profilaxis y otras figuras conexas a la trata de mujeres. Lo mismo está haciendo el fiscal Daniel Ichazo en la zona de Quilmes. En el submundo de la prostitución llaman a ambos funcionarios "Los Intocables", en íntima relación al grupo de élite que supo conducir el legendario Elliot Ness para combatir a la mafia.

Lo cierto es que desde que el año pasado, por impulso de la Procuradora María del Carmen Falbo, se intensificó la lucha contra la trata de mujeres, en todas las fiscalías departamentales llueven las denuncias. Al despacho de Cartasegna llegan por ejemplo unas diez de ellas por semana. En la gran mayoría se trata de vecinos hartos de tener en su barrio un prostíbulo. Pero también las hay de padres que ven caer a sus hijas en la prostitución, "porque eligen el camino más fácil para obtener dinero".

Uno de esos denunciantes presentó días atrás un listado de ochenta locales clandestinos que funcionan hoy en La Plata. En la Fiscalía Penal Nº 4, donde aseguran tener identificados ya a todos ellos, dicen que es sólo cuestión de tiempo para los allanen. "Somos un equipo de diez personas, no podemos caerle a más de dos o tres casas por semana", explican.

Pero así como ahora le apuntan sobre todo a los dueños de prostíbulos, los fiscales recibieron ya la orden de ampliar sus acciones a quienes alquilan propiedades para darles esa finalidad. "En principio les vamos a notificar el uso que se le está dando a sus casas, y si no anulan los contratos los vamos ir a buscar porque entendemos que ellos son partícipes necesarios del delito", sostienen en la esfera de los fiscales.

Hoy por hoy soplan vientos positivos en el fuero penal. Se habla de que por como viene la mano y el compromiso del gobierno en la lucha contra la trata de personas, hay jueces corruptos que se están apartando del negocio. Lo mismo que comisarios, lo cual marca que se vienen tiempos difíciles para los prostíbulos. Al negocio más antiguo de la humanidad, como suele llamárselo, pareciera caberle hoy el tiempo de la cuenta regresiva. Es que la trata de personas implica tanto compromiso como defender los derechos humanos. Es una suerte de tortura y esclavitud para los que tienen que sobrevivir en el circo romano de una sociedad que aún está llena de leones ávidos de carne.

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