lunes, 18 de mayo de 2015

El Gran Hermano del conurbano se disputará entre Aníbal y Macri


Por Jorge Joury – Para Mauricio Macri será como entrar a la casa de Gran Hermano. Lo que se dice un territorio inhóspito. Por primera vez pisará la zona dónde el barro se subleva. El lìder del PRO, hoy pendulante entre los consejos de sus asesores polìticos Jaime Durán Barba y Emilio Monzó, tiene que salir a la conquista del conurbano, la cancha más pesada para su paladar porteño. La razón es que su candidata, María Eugenia Vidal, no encuentra la receta para poner un pie firme.

Allí, sus globos amarillos no pueden ganar altura. Por eso es que en las últimas horas empezó a caminar, inaugurando su “timbreo nacional” en Moreno, método extraído de su bibliografía porteña de campaña, en que elije al una vivienda al azar y le cuenta sus proyectos a los moradores. Pero la travesía no será fácil, ya que deberá lidiar en el ring, nada más ni nada menos que con Aníbal Fernández, el nuevo peleador que puso Cristina para resguardar sus bastiones bonaerenses.
La movida de Macri tiene que ver con apuntalar a la sonriente María Eugenia Vidal, que no logra mover el amperímetro de la popularidad. Los escenarios que se manejan en el estado mayor del PRO señalan que para el caso de que su lìder sea electo presidente, no le quedaría otro remedio que convivir en el territorio bonarense con un gobernador de otro signo polìtico, seguramente un peronista, algo que le pone la piel de gallina.
La situación se presenta similar a la del 1999-2001, cuando la denominada Alianza llegó al gobierno y De la Rúa encontró la resistencia justicialista de Carlos Ruckauf, que le colocó una piedra en el zapato. Hoy las encuestas marcan que Scioli está primero y parece escaparse. La medición más fresca para la elección presidencial en la Provincia está encabezada por el propio Scioli con un 36% de intención de voto. Lo siguen Macri con 28% y Sergio Massa amesetado con un 26%.
Hay dos datos relevantes que se analizan en los laboratorios amarillos. Scioli todavía no alcanza el desempeño necesario para compensar las pérdidas kirchneristas en otras provincias y Macri iguala cuanto menos la línea de Massa, después de haber estado tercero y lejos al comenzar el año.
Esa encuesta fresca, además ofrece datos sobre la gobernación bonaerense. Allí, en un listado en el que entran todos los que se declaran aspirantes, lidera la intención de voto Martín Insaurralde, con un 20%. Con 15% se posiciona Francisco de Narváez, hoy en las filas del FR, y un par de puntos detrás María Eugenia Vidal, la candidata macrista.
Con la interna porteña ya sepultada y mientras termina de madurar quién será su candidato a vicepresidente, el jefe de Gobierno porteño no tendrá otro remedio que buscar votos en el conurbano para hacer la diferencia. Dedicará entonces gran parte de las próximas semanas a acompañar a María Eugenia Vidal, quien no sale de los 13 puntos de intención de voto y tratará de sembrar en el territorio más crucial de cara a las primarias de agosto.
Sabe que no sólo tendrá que toparse con Scioli, sino con la propia Cristina, dispuesta a posicionar a cada uno de sus alfiles en el continente más codiciado por el universo polìtico, que cuenta con el 40% del padrón electoral.
Hasta ahora, Macri no había pisado el fango bonaerense. Sólo un “touch and go” en algunos de los principales distritos, entre ellos La Matanza, pero no mucho más. Ya convencido de que Sergio Massa no piensa bajarse a la Povincia para hacer un acuerdo con él, no tiene más remedio que arremangarse los pantalones y apuntalar la imágen de María Eugenia Vidal, como lo hizo en la capital con Horacio Rodríguez Larreta.
Del otro lado de la General Paz, también lo aguarda uno de los mosqueteros más filosos de Cristina, Aníbal Fernández, a quien su jefa le encomendó tabicar el territorio para evitar una invasión amarilla. Aníbal conoce la geografía bonaerense mejor que nadie, es su propia casa, ya que fue intendente de Quilmes y legislador. Además sabe tejer acuerdos teritoriales y cuenta con un alto nivel de conocimiento en la opinión pública.
En los laboratorios del PRO, el gurú Durán Barba intuye que deberá abrir el paraguas para defender a su jefe de la pirotecnia verbal, porque Aníbal apelará a todos sus artilugios para calentar el debate. Como jefe de Gabinete, es un jugador pesado y cuenta con una radiografía acabada de la gestiòn porteña. Por ejemplo, una primera puntada básica de manual, indica que le apuntará a la administración macrista en la ciudad, que se caracterizó por un fuerte endeudamiento externo en dólares. En moneda extranjera, casi se cuadruplicó entre 2007 y 2014, pasando de 548 millones de dólares a 2.135. Este tema, al igual que una suba de impuestos del mil por ciento desde que inició la gestión en la cciudad, lo califica a Macri como una suerte de “rey del ajuste”. Estos seguramente serán algunos de los platos fuertes que le servirá en la mesa el hombre de los pronunciados bigotes, quien meterá tenedor a fondo para que estas cuestiones duelan bien adentro del tejido amarillo.
El líder del PRO que viene se sacarse una foto con Messi y Marcherano en Europa, ahora tendrá que auxiliar a María Eugenia Vidal sábado por medio. El resto de la semana, es todo para ella: miércoles y jueves también por el conurbano, y los viernes al interior provincial. La meta fijada es hacer crecer a su candidata 20 puntos en conocimiento.
La otra movida de la estrategia bonaerense tiene que ver con colapsar de globos y presencia amarilla en los municipios en los que el macrismo tiene chances reales o podría quedar bien parado. Lanús y Morón son dos ejemplos. En el primer caso, el ministro Néstor Grindetti confía en el arrastre de Macri, ayudado por la cercanía del distrito a la ciudad de Buenos Aires. En el oeste, Ramiro Tagliaferro, esposo de Vidal, la tiene un poco más complicada. Igual que Guillermo Montenegro, en San Isidro.
El sueño del riñón político del PRO es la llegada de una peregrinación salvadora de intendentes, para ponerle una pata peronista al espacio y descontracturar un poco el perfil neoliberal que le cuelgan los opositores. Uno de ellos es Jesús Cariglino, el alcalde de Malvinas Argentinas, que tiene trato preferencial y directo con Macri y que a su vez podría arrastrar a otros, como Luis Acuña, de Hurlingham, que puede perder su distrito en manos de un hombre del FPV, Juan Zabaleta, el secretario administrativo del Senado.
También hay que decir que la justicia bonaerense le invalidó al PRO el uso del sello partidario, por lo que deberá usar otro nombre para competir en el territorio. Un escollo más en el cuarto oscuro.
Pese a todo, en el entorno de María Eugenia Vidal se entusiasman en su imágen. Sacan a relucir los resultados de los estudios de opinión y juran que los bonaerenses encuestados la ven como “el cambio, honesta y sensible”. El dilema es hasta donde esos atributos lograrán perforar las profundidades del conurbano, que desde el alfonismo, con la gestión de Alejandro Armendáriz, no conoce otro gobierno que no sea el peronismo.

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