viernes, 26 de junio de 2015

La profecía que puede llevar a Scioli al sillón de Cristina


Por Jorge Joury
Nadie podrá decir por estas horas que a Daniel Scioli le ha sido fácil ser candidato único por el FPV. Está hoy en el tramo final de coronar el sueño de sentarse en el sillón que dejará vacante Cristina. Fue un largo vía crucis el que soportó. No obstante, siempre puso la otra mejilla. Aún al recibir la humillación del propio Florencio Randazzo, cuando  el ministro dio su peor cátedra ante Carta Abierta. Los intelectuales hasta el día de hoy no saben cómo volver del ridículo de haber aplaudido aquella ocurrencia negra. Hoy Scioli vive y Randazzo ha quedado fuera de combate. Cascoteado por algunos funcionarios y con su tropa moribunda, sin lugares en las listas.
“El Flaco” era el candidato más deseado por los intendentes, para dar la madre de las batalles en la Provincia. “Con él ganamos caminando”, sostenían algunos. Cristina misma le había pedido el esfuerzo. Pero no hubo caso. Tal vez por eso tenga que volver a Chivilcoy, antes del 10 de diciembre. Es evidente que la relación está quebrada . El propio Aníbal Fernández marcó en las últimas horas que lo que hizo el ministro no pertenece a la esencia del peronismo.
Gabriel Mariotto, fue otro de los hombres que Cristina le puso a Scioli en 2011 como vicegobernador para mantenerlo alineado con el dogma kirchnerista y patearle los tobillos cada vez que se pudiera. No obstante, también terminó tirando la toalla y resguardándose bajo la carpa naranja. El gobernador  es como un corcho, Siempre termina flotando frente a los peores embates. Hasta los cañonazos del propio matrimonio presidencial, lo dejaron con vida.
Scioli sabe ahora que Cristina se ha blindado con tropa propia frente al próximo gobierno, para continuar siendo la jefa del espacio. CFK dispondrá de sólido anclaje en el Congreso, en el Poder Judicial, y en la enorme telaraña que supo tejer estos años bajo el tinglado del Estado.
Scioli comprende el cerco  y asimilará además como guardián del proyecto a Carlos Zannini. Eduardo De Pedro será diputado por Buenos Aires.  Máximo Kirchner, debutará con una postulación por Santa Cruz. Axel Kicillof encabezará la lista de diputados en territorio macrista. Eso diría algo pero, a lo mejor no todo. Su deslizamiento al ruedo electoral no significaría una renuncia a su deseo de continuar timoneando la economía. La diputación le garantiza a Kicillof un espacio en la maquinaria K en caso de que venciera un presidenciable de la oposición. Si eso no ocurre, podría flanquear a Zannini desde el ministerio actual para enseñarle el rumbo a Scioli.
Si Scioli materializa en las urnas su sueño presidencial, no debe olvidar que fue vice de Néstor Kirchner y que ese derrotero marcó a fuego al país. El bonaerense deberá resguardar algunos de esos preceptos. No hay que olvidar que Kirchner construyó su legitimidad sobre la base del antagonismo con el pasado neoliberal.
Y si Scioli pretende un cambio económico, lo tendrá que hacer gradualmente, alejado de cualquier receta de ajuste y mega devaluación. Además, por su estilo dialoguista, apuntará a restaurar la carcaza del PJ para construir poder propio.
En los pasillos de la gobernación, algunas de las primeras espadas apuntaron que la semana pasada Scioli recordó mucho a su padre por una frase que lo marcó . A modo de profecía, cuando el  gobernador era secretario de Turismo de Eduardo Duhalde. José Osvaldo Scioli, quien falleció a los 73 años en 2002, llegaba todas las mañanas a su casa del Abasto a desayunar con su hijo. El dato es que siempre lo saludaba del mismo modo: “Vas a ser presidente”. Hoy esa frase resuena más fuerte en los oídos del mandatario, que siente que está ahora frente al desafió final de ir a elecciones para conseguirlo.
También en su entorno admiten que el ex motonauta el viernes pasado le dijo en voz alta a sus colaboradores: “¿Vieron? Al final el candidato soy yo”. Fue un recordatorio para aquellos que le sugirieron más de una vez romper con el kirchnerismo, porque Cristina terminaría eligiendo a Randazzo.
Scioli ya pergeñó con Zannini el primer tramo de la campaña y en los próximos días ya se los verá juntos en actividades cómo la fórmula presidencial del FPV. Será todo un desafío para el Chino, quien a través de 12 años mantuvo un bajo perfil, no obstante ejercer el poder en las sombras. A Zannini no le agradan mucho los periodistas, pero de eso se encargará el gobernador. que es un especialista en hacer cintura.
Desde la oposición chicanean con que Scioli puede ser el títere de Zannini, pero no hay que subestimarlo. Basta recordar el caso de Kirchner, cuando se decía que era el chirolita de Duhalde y después se catapultó como líder absoluto. Hay quienes sostienen que siempre el candidato termina como verdugo de quien lo lanzó, pero no necesariamente la frase es un apotegma.
Si hay que calificarlo por sus dotes, el gobernador es un mimbre. Tiene años de entrenamiento ante situaciones límites devenidas del poder. Nunca perdió el eje, porque su meta estaba clara. Lo practicó hasta en los peores momentos, cuando Néstor Kirchner era presidente, él su vice y le prohibió entrar a su despacho en Casa Rosada y le quitó todo el poder, Scioli siguió siendo la misma persona. A tal punto que nunca se permitió criticarlo, lo mismo que a Cristina, aún cuando atravesaron por los peores momentos, como cuando no recibió fondos para pagar los aguinaldos, hasta que a último momento llegó el auxilio de Balcarce 50.
Hoy Scioli tiene en claro que él es la única carta del Gobierno para ganar en octubre en primera vuelta. Con las listas definidas, solo piensa en el último tramo de la campaña y en fortalecer su relación con La Cámpora, que tendrá un peso fuerte con la futura estructura que orquestó la lapicera de Cristina. El mandatario bonaerense es paciente y como gran tiempista, estilo que aprendió jugando al ajedrez, de aquí en más pensará cómo armar su esquema de poder propio si logra ganar las elecciones. A quienes participan de la mesa chica siempre les repite: “No me subestimen”. Tal vez sea el tiempo de prestarle más atenciòn para ver hacia dónde empieza a encaminar sus pasos.

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