jueves, 4 de junio de 2015

Razones del tobogán de Massa y la imparable fuga de dirigentes


Por jorge Joury| 

“Prefiero quedarme con los intendentes con valores y no con los que tienen precio”, salió a disparar Sergio Massa con enojo, queriendo justificar las fugas en cadena. En las últimas horas su proyecto presidencial sufrió una nueva baja, la del inoxidable alcalde Merlo, Raúl Othacehé, el séptimo intendente que se suma al FPV. Pero no es el último. Randazzo en su visita a Olavarría aseguran que abrochó el retorno del jefe comunal Helios Eseverri, una de las primeras espadas del tigrense. Estas movidas han desatado una ola de rumores, a tal punto que ponen en duda la continuidad de otros cuatro jefes comunales: Gabriel Katopodis, de San Martín, Carlos Selva, de Mercedes, y Mario Meoni, de Junín. Y por si fuera poco, Raúl Feito, intendente de Trenque Lauquen adelantó en las últimas horas que están avanzadas las negociaciones con el PRO, porque se siente ninguneado en el FR.
La sangría es preocupante. En la abultada la grilla de los que pegaron el portazo, aparecen también los alcaldes Humberto Zúccaro, de Pilar, Sandro Guzmán, de Escobar, Gustavo Posse, de San Isidro y Jesús Cariglino, de Malvinas Argentinas. El diputado nacional e intendente de Almirante Brown en uso de licencia, Dario Giustozzi también hizo las valijas, al igual que el senador Baldomero Alvarez de Olivera y el armador territorial y ex alcalde de Hurlingham, Juanjo Alvarez.
En el plano nacional, también tomaron distancia de Massa el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, y el diputado Mario Das Neves, que quiere sumar la boleta presidencial de Scioli a su candidatura a gobernador en Chubut.
Extraña coincidencia: en todos los casos coincidieron en manifestar sus disidencias con la conducción por el “manoseo” y el “trato personalista” de Massa que no deja lugar a las opiniones de sus alfiles. “El último que apague la luz”, murmuran algunos en el entorno del tigrense ante semejante éxodo.
Hay quienes sostienen que el espacio está necesitando una verdadero baño de humildad. Una autocrìtica profunda para zafar del tobogán.
Otros sostienen que Massa se la creyó. Pensó que tenía el partido ganado y no supo mantener activa a su audiencia de votantes. Ni siquiera sembrando nuevas expectativas desde su banca de diputado, donde fue señalado con rojo en el boletín de ausentes a las sesiones.
En el entorno también se comenta que la llegada de Francisco de Narváez fue el principio del fin y hasta sostienen que “Massa vendió su alma al diablo, ya que se le agotaban los recursos de campaña y no tenía otra salida”.  El Colorado le provocó un verdadero tsunami que comenzó con la salida de Darío Giustozzi, el hombre que mas votos le había arrimado en la Tercera sección y que se sintió traicionado por su jefe.
Como todo espacio nuevo, al Frente Renovador que surgió formalmente en junio de 2013, hace menos de dos años, le faltó madurez. El propio Eduardo Duhalde, un zorro viejo en estas lides, le había aconsejado a Massa aliarse con Scioli y pelear la gobernación. El ex presidente sostenìa que por su juventud, siendo Buenos Aires una vidriera, podía construír mayor experiencia y aguardar otro turno.
Massa no comprendió que las legislativas marcan un comportamiento distinto en el electorado. Es allì cuando el pueblo en general le pone controles al Gobierno, pero cuando hay que elegir presidente, el peso en la balanza es otro.
Es notorio y evidente que algo falló en el libreto de Massa, hoy tercero lejos en las encuestas y fagocitado por la polarizacion que supieron construir tanto Scioli como Macri. En su arranque, el nuevo partido empujaba a su líder e intendente de Tigre y a su número dos Darío Giustozzi, jefe comunal de Almirante Brown, para que llegaran al Congreso. Lo lograron y el siguiente desafío fue sumar dirigentes de distintas fuerzas. Aprovecharon, principalmente el descontento dentro del Frente para la Victoria tras la derrota electoral en los principales distritos del país.
Sin embargo, en los últimos meses el escenario empezó a mutar.
Muchos de los dirigentes del massismo se alejaron. La pérdida más importante tuvo lugar cuando Giustozzi, uno de los dirigentes originales, anunció que se iba de sus filas, meses antes de las elecciones, cuando se acerca la fecha límite para cerrar las listas de los partidos. Pero la fuga de dirigentes había empezado bastante antes. Basta con recordar que en junio de 2014, el ex fiscal federal Pablo Lanusse que se había sumado a los gabinetes técnicos del Frente Renovador en abril, admitió que ya no formaba parte de la fuerza que conduce Massa aunque no brindó mayores detalles sobre los motivos del alejamiento.
Otro caso para apuntar es el diputado provincial Orlando Yans. Llegó al Frente Renovador en 2013 y se fue en julio de 2014. Oriundo de Pergamino, se alejó de la banca massista en la Legislatura bonaerense para armar un bloque unipersonal bajo el lema de Unión Pro. Ese mes también se hizo las valijas, Ramiro Tagliaferro, concejal de Morón y esposo de María Eugenia Vidal, la precandidata del PRO a la gobernación.
Pero allí no se agota la lista, ya que entre fines de 2014 y comienzos de 2015, el diputado bonaerense Mariano San Pedro también pegó el portazo para pasarse al kirchnerismo en la Legislatura provincial. Poco después hizo lo propio el intendente de Escobar, Sandro Guzmán. Según la versión del massismo, el líder del partido le había aclarado a Guzmán que su candidato sería Leonardo Costa. Incluso, cuentan que hasta se plantó con una advertencia: “Al que le gusta bien y al que no, que vaya al psicólogo o al kirchnerismo”. Desde el oficialismo, en cambio, hablaron de un “desencanto” de Guzmán con Massa. Gustavo Posse, otro de los intendentes radicales que le había sumado votos a Massa en San Isidro también se agregó a la lista de desertores al sentirse ningueado en aus aspiraciones de competir por la gobernación, por la llegada de De Narváez.
En abril de 2015  se sumó a la grilla de desertores el senador  Baldomero “Cacho” Alvarez, ex alcalde de Avellaneda, a quien Massa le había encomendado armados territoriales. El ex intendente de Avellaneda y ministro de Desarrollo Social se había enfrentado al kirchnerismo en 2013 para sumarse al armado de Massa en la provincia. Menos de dos años después, volvió al FPV para apoyar la candidatura presidencial del gobernador Daniel Scioli y según explicó se sintió manoseado por los arrebatos de Massa que le imposibilitaban cumplir con su estrategia. Lo siguió el senador Coll Areco que amagaba con acercarse a Pro. El legislador bonaerense que respondía a un jefe comunal massista de San Miguel, coqueteó con el Pro, pero finalmente también pasó a las filas de Scioli. El caso de Jesús Cariglino, el actual jefe comunal de Malvinas Argentinas, es otro ejemplo de las malas polìticas en el espacio. Cariglino también le habìa acercado al lìder del FR arrimando un gran porcentaje de votos, no solo en su distrito, sino en los de San Miguel y José C. Paz, donde también tiene peso territorial. El idilio con el tigrense terminó mal y hasta dijeron que lo habían echado. Lo cierto es que el malvinense de guareció en el PRO junto con su hermano y senador provincial, Roque Cariglino. Tambien se comenta en el estado mayor massista, que tuvieron que contener a Felipe Solá, a quien se le habrìa escuchado decir que “estamos en medio de un nido de víboras”, por el clima interno que se vive en el espacio. Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, es otro de los que tomó distancia del tigrense, para que no lo arrastre la onda expansiva.
Hay quienes sostienen que con  la mudanza de candidatos Massa pierde más de 600 mil votos, ya que se trata de intendentes con fuertes armados territoriales, que lo empujaron en su momento a la victoria. Por citar alguno de los ejemplos, Raúl Othacehé en Merlo cuenta con unos 140 mil adeptos, sobre un padrón de 240 mil votantes. Aunque no lo diga en público, Massa sabe que sinó construye una alianza con Macri, su sueño presidencial se agota inexorablemente. El mismo admitió que está en la avenida del medio. Lo que no observó, es que sus rivales lo están sacando de carrera por haber circulado en contramano, algo que en polìtica se paga con fuertes multas.

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