martes, 3 de junio de 2014

Un pacto secreto, ensalada de fotos y nada de “Borocotazo”



Por Jorge Joury

El mundo de la política está al borde de un ataque de nervios. Con sus fotos en el Tigre, Martín Insaurralde ha provocado un verdadero tsunami, tanto en el Frente Renovador, como del lado del FPV. El efecto mediático escoró una parte del casco de la flota massista.


Principalmente hizo blanco en Darío Giustozzi, quien se sentía el candidato más firme para la pelea por la Gobernación en el 2015. Pero otro que se despertó por el sacudón y subió la apuesta, es Felipe Solá, que señaló en las últimas horas que si su jefe lo necesita está dispuesto a tomar el guante, ya que tiene experiencia en la gestión y conoce la provincia.

A Massa le vino como anillo al dedo el cascotazo que sufrió la primera linea de sus cuadros. Le permite mantenerlos activos y aceitados para redoblar esfuerzos, ya que en política, nadie tiene la vaca echada. Y por el lado de Insaurralde, el diputado ha logrado cortizar en bolsa. Torea al kirchnerismo puro que no lo defendió frente a los embates de Kunkel y obliga a Scioli a subir la apuesta para que no salte de vereda.

Por estas horas el gobernador ha logrado respirar un poco más tranquilo. Se ha movido rápido para seducir a su joven amigo y brazo derecho en el Congreso de la Nación. La relación que ha cultivado con Insaurralde “es de 10 puntos”, según confiesan sus espadas. El hombre de Lomas de Zamora de alguna manera le debe a Scioli el digno papel que hizo en octubre pasado, ya que el ex motonauta lo acompañó por la mayoría de los actos, aún con el riesgo de quedar pegado como el padre de su derrota.

Hoy lo que se murmura en los pasillos de la Gobernación, es que Scioli le ha prometido a Insaurralde, algo así como la llave del reino, ante la eventualidad de que la suerte los acompañe a ambos en las urnas. “Vas a tener autonomía financiera”, le ha explicado. No es otra cosa que en este pacto secreto que están tejiendo, que garantizarle que luego de 2015 si llegara a la Gobernación no sufrirá las penurias económicas y la dependencia de caja del Gobierno nacional que ha sufrido con lágrimas de sangre la administración del propio Scioli desde el principio.

Quienes conocen la entretela del pacto secreto, aseguran que Scioli estaría dispuesto a hacer tamaña promesa a aquel que finalmente integre su lista, especialmente a Insaurralde si triunfa en las PASO. El mecanismo para lograr ese objetivo es desempolvar el célebre Fondo del Conurbano bonaerense. Se trata de aquella enorme caja repleta de miles de millones en su interior, que fue creada durante la presidencia de Carlos Menem con el objetivo de compensar una baja de siete puntos porcentuales de coparticipación federal de impuestos que se resignaron durante la gestión radical de Alejandro Armendáriz. No hay que olvidar, que fue la condición que impuso Eduardo Duhalde, entonces vicepresidente de la Nación, para “bajar” a la Gobernación.

Scioli propone, en los hechos, repetir aquella lógica negociadora entre peronistas que se dio en los noventa. Una garantía de que, para el que venga, gobernar la Provincia no será un víacrucis en el que el mandatario de turno se la pasará apagando incendios.

Haciendo un poco de historia, en sus albores el Fondo del Conurbano se conformaba con el 10% de la recaudación del impuesto a las Ganancias. Era un flujo de fondos millonarios. Pero en 1995 la ley sufrió una modificación y se fijó un tope de 650 millones de pesos anuales para Buenos Aires, algo que hoy sigue vigente y resulta prácticamente nada para el volumen gigantesco de la economía bonaerense.

Según cálculos oficiales, si se saca ese tope y se vuelve a la lógica anterior, la Provincia debería estar recibiendo entre 13 mil y 15 mil millones de pesos anuales por ese concepto. Lisa y llanamente un verdadero respiro para las arcas provinciales, siempre acechadas por un abultado déficit estructural.

Mientras esto acontece por las agitadas aguas de la Gobernación, el clima también es tenso en el búnker del massismo. No es para menos, si más de un kirchnerista se alteró al ver la imagen del diputado Martín Insaurralde celebrando el 25 de Mayo en Tigre, cerca de Sergio Massa, la foto también alteró los ánimos y subió la temperatura en el FR. En particular, pegó fuerte a la tropa que responde al diputado Darío Giustozzi, que aspira a convertirse en el candidato de Massa a la gobernación en 2015 y se pone rojo de bronca por los coqueteos con Insaurralde. Así lo reconoció en las últimas horas, Daniel Boletieri, hombre de confianza de Giustozzi y su reemplazo en la intendencia de Almirante Brown.No sólo rechazó el pase de Insaurralde , sino que lo definió como un hombre del “negocio del juego y la noche” y socio del vicepresidente, Amado Boudou, entre otros epítetos.

“Insaurralde es el negocio del juego y la noche, y socio de Boudou. Sergio Massa y el Frente Renovador deben quedar a salvo de inescrupulosos”, dijo Boletieri. “No somos el tacho de residuos de los candidatos derrotados de La Cámpora y Boudou”, completó. No cayeron bien estas altisonantes declaraciones. Sobre todo porque nadie puede golpearse el pecho de la rectitud en la mesa chica del massismo. No olvidemos que ellos mismos acogieron en sus filas a Raúl Othacehé, el tristemente célebre vasco de Merlo, el más eterno de los intendentes y blanco de gravísimas denuncias que tienen que ver con negociados y el uso de la violencia para domesticar voluntades.

Giustozzi, que en otras oportunidades se encargó personalmente de salir a marcarle la cancha a Insaurralde, esta vez guardó silencio. Habría más de un motivo. Mucho tiene que ver la charla de más de dos horas que Giustozzi compartió con Massa y que ambas partes guardaron bajo siete llaves. En segundo lugar, el hecho de que la foto del domingo mostraba a Insaurralde con Julio Zamora, el sucesor de Massa en el municipio de Tigre, pero no con el líder del Frente Renovador, que, en cambio, se fotografió con Jesica Cirio, la novia del diputado kirchnerista.

Para los criptógrafos del massismo, si no hubo una foto entre Massa e Insaurralde, como la que compartieron días después de enfrentarse en los comicios de 2013, fue porque el tigrense no quiso darla. Es probable que haya evitado sacar de caja a Giustozzi. Tal vez porque Insaurralde no termina de dar el salto hacia el Frente Renovador y sólo necesitaba la foto para responder a las críticas que recibió del ultrakirchnerismo en las últimas semanas. En la política es donde más se aplica la ley de las compensaciones. En tal sentido, en las últimas horas Insaurralde también intentó equilibrar la foto del domingo, mostrándose junto a legisladores y funcionarios de Daniel Scioli.

Un hombre cercano a Massa intentó sepultar la controversia. “La foto no nos genera problemas a nosotros, sino que tensiona al sciolismo y deja en evidencia que Insaurralde se está quedando sin amigos kirchneristas”, interpretó, y ofreció un tercer argumento: una encuesta de Hugo Haime que indica que el 68% de los bonaerenses asocia a Massa con Giustozzi por sobre cualquier otra figura. Cerca de Giustozzi se inclinaban por el mismo argumento. Pero, por si acaso, mandaron a Boletieri a pegarle a Insaurralde.

Lo cierto es que por estas horas las aguas parecen haberse calmado en las dos orillas del río. En el oficialismo parece disipada la posibilidad de un “Borocotazo”, departe de Insaurralde. El término refiere al ex legislador Eduardo Lorenzo Borocotó, quien en 2005 fue elegido en la lista del PRO y a los diecisiete días se pasó al kirchnerismo.

Lo cierto es que en esta película, detrás de bambalinas, asesores y consultores festejan. “Todos buscan la foto con epígrafe, generar hechos comunicables de manera efectiva y barata. Y me parece bien, porque son reuniones transparentes que no se esconden”, afirman algunos politólogos.

El encuestador Jorge Giaccobe coincide con esa visión. “Sacarse una foto, en general, califica, habla de una relación, posiciona al que se la saca. Y si estás con muchas personas importantes calificás más”, analizó. “Es obvio que una foto no reemplaza a la política, pero también es cierto que la gente no vota ideas ni partidos, sino personas. Lavagna, por ejemplo, está diciendo que puede ser ministro de Massa o Scioli”, razonó.

Hoy muchos se preguntan : ¿Hasta cuándo seguirá esta moda? ¿Será permanente o tendrá fecha de vencimiento cuando se presenten las alianzas electorales?. Pero estos suceso tienen que ver con cómo se hace política y periodismo en el país. Sobre todo, con la explosión de las redes sociales. Pero lo que además indican las fotos es el grado de volatilidad de la política argentina. Cualquiera puede estar con cualquiera, y eso es una realidad”, reflexionó Alejandro Catterberg, director de la consultora Poliarquía. Para Catterberg, “nadie se sorprendería si al final Scioli terminara con Massa, o Massa con Macri, o Macri con UNEN. Hay una ensalada política sin grandes diferencias de fondo. Eso es lo que muestran las fotos de estos días”, culminó.

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