viernes, 2 de mayo de 2014

El Moyano que amenaza con un Quilmes ensangrentado




Por Jorge Joury

“Si tiene que haber muertos en Quilmes, los habrá. Serán uno, dos o tres. La gente está dispuesta a defender sus puestos de trabajo como sea”. La frase no es de Aristóteles. Tampoco nació de algún Nobel de la paz . Salió de la lengua filosa de Pablo Moyano y llega de las raíces más profundas de los códigos mafiosos. Pero lo más preocupante, es que lo que señaló este dirigente gremial, aparece como un cachetazo a la convivencia. Estalla como una granada de mano en medio de un grave conflicto. El del Sindicato de Choferes de Camiones, por despidos, frente  la municipalización de la basura, medida que fue aprobada en las últimas horas por el Concejo Deliberante de Quilmes.
Al estilo Don Corleone, el dardo de Moyano fue dirigido a la cabeza  del intendente Francisco Gutiérrez. Sin medir que esa retórica de barricada  resulta dañina y detonante para la angustia que viven los trabajadores involucrados,  la vara de Moyano lo que estimula  es que su profecía puede resultar trágica y de consecuencias imprevisibles en lo institucional.
Los choferes de los camiones de basura de Moyano comenzaron el lunes por la noche un paro por tiempo indeterminado contra la iniciativa de la Comuna de quitarle el servicio a la empresa Covelia, históricamente sindicada como cercana a la familia de los sindicalistas.
El trasfondo de la pelea enfrenta al intendente Gutiérrez,  dirigente del gremio metalúrgico de Antonio Caló y alineado con la Casa Rosada, con los Moyano, que vienen envalentonados por los efectos del paro nacional. En ese marco, Moyano junior explicó en diálogo con distintas radios locales que ” hay 430 trabajadores entre la recolección y el barrido de calles, y el chanta este del intendente Gutiérrez toma la decisión de municipalizar el servicio, dejando a toda esta gente, que son vecinos de Quilmes, en la calle. O pretendiendo incorporar a los trabajadores por la mitad del sueldo que están ganando actualmente”, alertó el gremialista.
En la batería de descalificaciones contra el jefe comunal, Moyano añadió que Gutiérrez “es un caradura que viene del movimiento sindical y hoy está imponiendo una política en contra de los trabajadores” y lo calificó de “chanta que se hizo el revolucionario”. Según el sindicalista de Sichoca, el “Barba” quiere “reemplazar el trabajo formal por cooperativas, que son informales y precarios para darle 2 pesos y que después lo aplaudan en los actos”.
“Quilmes está todo sucio, es una mugre por donde lo miren ¿estos son los que van a recoger la basura?”, se preguntó ofuscado Pablo Moyano. Y sin pensar de las consecuencias ciudadanas que ello acarrea, advirtió que la medida seguirá por tiempo indeterminado, hasta que aseguren que no habrá traspaso de empleados de la compañía al municipio sin indemnizaciones y recontrataciones.
Lo grave es que al ser nuevamente consultado por un periodista si este conflicto puede provocar muertos, fue tajante: “Que sea lo que sea. El trabajo es la vida y si a vos te dejan sin trabajo perdés media vida, y la media la vas a defender peleando”. La retórica confrontativa de este joven dirigente gremial, mete miedo. Quienes están cerca de Pablo y conocen su historia personal, comentan que en su vida no manejó un camión. Sin embargo está a cargo del gremio desde julio del 2004, cuando su padre se mudó a la CGT. Se moviliza siempre con una “corte” de 6 o 7 personas fornidas, en dos camionetas BMW valuadas en cien mil dólares cada una.
Moyanito, como le dicen, nació en Mar del Plata el 22 de julio de 1971 y es el mayor de siete hermanos. “Es el preferido de su padre. Para Hugo es su espejo. Se ve reflejado en su forma de ser y es el que más escucha”. El poder que detentan padre e  hijo  para presionar y negociar, más el peso sindical que tienen, sobre todo en momentos en que se definen las listas para las elecciones del gremio, es una combinación capaz de amilanar hasta al más rebelde de los dirigentes. El manejo  del sindicato de camioneros que conduce Pablo en el nombre de su padre, es inconmensurable. Tiene la capacidad para paralizar en cuestión de horas las rutas del país, de colapsar el tránsito en las principales ciudades o de llenarlas de bolsas de basura.
No obstante el derrotero gremial, de esta familia, las historias de fortuna en derredor de los Moyano, orillan hasta los umbrales de la fantasía, ya que la justicia nunca pudo probar nada. Son numerosas las versiones que hablan de campos, negocios paralelos millonarios en empresas que regentearía la actual mujer de Hugo. También hoteles, como el ex de Yabrán en Pinamar, chalets y viajes demasiado costosos para sindicalistas que declaran ganar bajos haberes. Ambos hombres son duros y funcionan como un equipo. El joven embiste, saca el rebenque y el padre recompone y negocia.
Todo entra en la bolsa de un poder que, amén de propiedades y lujos, influye en clubes de fútbol. Por ejemplo, el haber puesto ahora una pata para salvar de la decadencia a Independiente y destronar a Cantero, prometiendo más de 60 mil dólares en premios para el plantel. También abrevan en empresas de recolección de residuos. Un poder que todos reconocen en privado, pero que nadie osa denunciar en público.
Pablo Moyano inició su camino al heredar  la conducción del poderoso gremio de los camioneros cuando su padre se hizo cargo de la CGT unificada, el 14 de julio de 2004. Desde entonces, ambos han formado un tándem que no ha parado de acumular fuertes influencias en todos los frentes y riqueza, tal como lo hacía la anterior conducción de la CGT, comandada por los popes del sindicalismo concertacionista, conocidos como “los gordos”.
Un tercer miembro del clan, Juan Facundo Moyano, cobró recientemente cierto protagonismo al liderar las protestas de los empleados de las autopistas, pero el álter ego del titular de la CGT es sin dudas Pablo. Esa relación explica que el joven y temperamental dirigente gremial, que nunca manejó un camión como empleado, lidere el sindicato en representación de su padre. Y desde ese rol, hace y dice lo que Hugo Moyano no puede desde el suyo.
Camioneros y choferes tienen en sus manos la llave que, sin quererlo, les había dejado el menemismo con su política ferroviaria. Más del 80% de las cargas y de las personas que transitan el país dependen de estos gremios. Esa maquinaria gremial tanto puede hacer colapsar la distribución de bebidas en los grandes supermercados como convertir a la Ciudad de Buenos Aires en un caos. Por esa razón, Mauricio Macri es uno de sus respetuosos cortesanos. Ambos tienen un diálogo muy fluído y pactaron una convivencia perdurable, sobre todo después del divorcio de Hugo con CFK.

Moyano junior, a sus 37 años, según coinciden varias fuentes políticas y gremiales, “es inmanejable”, aun para un padre como Hugo. Cuenta la leyenda que hace más de 20 años, cuando Pablo aún vivía en su Mar del Plata natal, Hugo, que era consciente de sus propias carencias de formación, intentó de todas las formas posibles que no abandonara la escuela secundaria. Pero no hubo caso. Luego intentó encauzarlo a través de la religión, pero Pablo se cansó pronto de la liturgia y de la prédica de la Iglesia Evangélica y volvió a la diversión que le proporcionaban sus amigos, que ni entonces ni ahora se destacaron por sus virtudes.
Un camionero de la vieja guardia lo pintó de cuerpo entero.”De los diez tipos que están siempre con Pablo, siete tienen problemas con la Justicia”. El ´Polaco tiene dos muertos, el ´Sapo otro, hay uno que está prófugo por un secuestro exprés, el ´Carnicero estuvo preso por tráfico de drogas”, dijo el informante, haciendo una cuenta rápida y seguramente incompleta.
En ese grupo, curiosamente, no está Emilio “Madonna” Quiroz, el chofer de Pablo Moyano que saltó a la fama aquel  17 de octubre, cuando las cámaras de televisión lo tomaron en primer plano disparando con su pistola contra el portón de la quinta de San Vicente, en los incidentes que coronaron el traslado de los restos de Juan Domingo Perón.
“Madonna es un pibe buenito. Se le salió la cadena”, explica la fuente consultada, para marcar las diferencias con el resto del entorno de Pablo Moyano, a quien acompaña cuando va a ver a Independiente, otra pasión que comparte con su padre.
Al margen de las disputas internas del club, Pablo no suele perderse ningún partido. Llega a la cancha acompañado por seis o siete grandotes que bien pueden ser guardaespaldas, camioneros, barras bravas o todo eso junto. El grupo se moviliza en dos camionetas BMW 4×4 negras. En el Libertadores de América, la pata de Camioneros siempre está puesta con una enorme  bandera del gremio.
El estilo Moyano es bien conocido en muchos municipios. Cuando hay atrasos en los pagos o problemas con Covelia, la orden es inundar las calles de basura, lo cual toca las fibras más íntimas de la población y obliga a los jefes comunales a negociar rápidamente. También hay que señalar que la sociedad fáctica entre Pablo Moyano y Covelia  se hizo notar en otros escenarios ajenos al hoy convulsionado Quilmes. El mecanismo siempre es el mismo: una empresa que flaquea, un conflicto gremial que llena las calles de bolsas de residuos y la aparición del líder de los camioneros con la empresa que trae la solución de la mano. De esto pueden dar fe en Esteban Echevería. Y algo similar pasó  en Lomas de Zamora, durante una disputa con el ex intendente Jorge Rossi, por citar algunos ejemplos en la larga grilla de diferendos.
El caso es que, según coinciden todas las fuentes consultadas, Pablo Moyano ya ha tensado demasiado la cuerda. “Hugo sabe que cuando él deje la CGT va a haber un vuelto de las empresas. Si no guarda al pibe le van a empezar a mover alguna causa dormida y va a estar en problemas”, explicó un sindicalista que conoce los códigos del poder. Lo cierto es que hoy por hoy, “el pibe es inmanejable y al padre lo puede”, confesó en voz baja una fuente allegada al gremio. Habrá que ver hasta donde el joven dirigente podrá jugar con fuego y si tarde o temprano no lo alcanza la onda expansiva de su propio “remedio”.

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