viernes, 2 de mayo de 2014

Varela y la estrategia de Scioli para ganar territorio enemigo




Por Jorge Joury

Daniel Scioli llenó el tanque  de combustible y se dispone a emprender con acelerador a fondo, el largo viaje hacia la presidencia en el 2015. El gobernador de buen olfato polìtico, captó en los últimos tiempos algunas señales que le dieron más ímpetu para iniciar la travesía. Sabe que las encuestas lo están beneficiando, después del lanzamiento de las medidas en la lucha contra el delito y ahora va a cerrarle el camino a Sergio Massa para que no siga atrayendo a intendentes y dirigentes territoriales.
Después de peinar los últimos detalles con su tropa  durante una reunión en “El Mangrullo”, el conocido bunker del ministro de Seguridad Alejandro Granados, el ex motonauta  apuró el paso con la conformación de las mesas “Scioli 2015”. El equipo de asesores aconsejó poner en marcha la idea de aglutinar bajo ese paraguas identificatorio las actividades de los diversos nucleamientos que declaran fidelidad  y están encolumnados en su proyecto presidencial. La Plata y Vicente López, además del flamante lanzamiento en capital federal, forman parte de esa estrategia para articular acciones, marcar presencia territorial y aunar esfuerzos en pos del objetivo 2015.
Pero la “ola naranja”, como anticipé en otro comentario, ya que así  se la denomina en los despachos oficiales, también va dejando paso a algunas decisiones en lo que respecta a las referencias territoriales en varios distritos. En especial en aquellos donde el Frente Renovador, el PRO o expresiones ultra K son gobierno y dejan al proyecto del Gobernador huérfano de apoyo institucional local. Por ejemplo, Almirante Brown es para el sciolismo un distrito emblemático en la pulseada territorial con el Frente Renovador. Allí maneja los hilos el diputado nacional y ex intendente Darío Giustozzi, una de las principales espadas de Massa y lanzado en la carrera hacia la Gobernación. Comentan que el despacho de Giustozzi todavía está cerrado con llave y es infranqueable hasta para el propio intendente. En esa comuna, el sciolismo ha logrado poner un pie en tierra firme a través de Mariano Cascallares, el presidente del Instituto de Previsión Social y concejal, que logró una buena performance en los comicios del año pasado.
En su afán por recuperar terreno, hace unos días el propio Scioli encabezó un acto en el distrito junto a Cascallares al que no concurrió el intendente massista. Hoy la versión fuerte en los pasillos de la Gobernación es que  el propio titular del IPS sería el nombre elegido para encabezar la pulseada por la intendencia. Si observamos el mapa un poco más hacia el norte, en Vicente López, donde gobierna el PRO a través de Jorge Macri, la presencia territorial sciolista se verifica a través de los legisladores provinciales Martín Cosentino y Guido Lorenzino. Precisamente este último, a quien Scioli ordenó dar un paseo por los programa politicos de la TV y mostrarse en sociedad, es el que suena como posible competidor en el distrito para el año que viene.Otro de los que vienen ranqueados, es el funcionario provincial del área de Niñez, Pablo Navarro. Este es el alfil sciolista en Morón, el terruño de Nuevo Encuentro, el sector ultra K que lideran el intendente Lucas Ghi y el titular del Afsca, Martín Sabbatella. De hecho, ya se lanzó la mesa “Scioli 2015” en ese distrito.
Pero además el gobernador puso el foco en la zona Sur. En Florencio Varela sabe que cuenta con una de sus incodicionales espadas, el intendente Julio Pereyra, quien manifestó en las últimas horas su intención de ir por otro período en el 2015. Pereyra es uno de los pocos caciques del Conurbano que hizo siempre un fino equilibrio para resguardar su amistad con Scioli y no herir las susceptibilidades del núcleo más duro de los K. Su alineamiento es incodicional. Scioli ve a Florencio Varela como su cabecera de playa para el armado en la Tercera Sección Electoral. Tal es así, que Pereyra en las últimas horas salió a dinamitar el camino de Carrió, que mostró su intención de ser gobernadora de Buenos Aires. Y lo hizo de manera letal. Dio a enteneder que Lilita “vive del odio y en llamas”, es decir que todo lo que toca lo destruye. El gobernador siempre ha reconocido en Pereyra  su condición de hombre leal y uno de sus motores más potentes, cuando se trata de traccionar votos. Así lo demostró en la última elección. Además, como jefe de los intendentes y desde la Federación Argentina de Municipios, “Pereyra es un dirigente persuasivo, de buena cintura y una palabra muy respetada por sus pares. Su rol para esta etapa que viene es estratégico para la construcción de Daniel en el Conurbano”, reconoció una de las primeras espadas del mandamás bonaerense.
Pero el gobernador tropieza con un escollo en Quilmes. Esto tiene que ver con las movidas del intendente Francisco Gutiérrez, en el sentido de abrirle las puertas del distrito a Sergio Uribarri, un posible competidor de Scioli en la interna del FpV. Esto aceleró los tiempos y la articulación de políticas entre Daniel Gurzi y el senador Alberto De Fazio, quienes detentan el sello naranja en terruño quilmeño. A esos referentes naturales sociolistas hay que sumar a José Molina en Pilar, ahora distanciado del intendente Humberto Zúccaro, y a Santiago Cafiero en San Isidro, que tiene la difícil misión de terciar en la puja intestina del massimo que libran el intendente Gustavo Posse y la suegra de Massa, Marcela Durrieu.
Como se podrá observar, estos  nombres aparecen como los punta de lanza de Scioli en distritos adversos. No son los únicos: también hay que apuntar a Ariel Notta en Luján, al secretario de Servicios Públicos Franco la Porta en San Miguel, Carlos Gianella (padre e hijo) en Tigre, y al concejal Gustavo Menéndez en Merlo, quien pegó el portazo del massismo tras el acuerdo del intendente Raúl Othacehé con el Frente Renovador. Varios de ellos podrían ir por las intendencias en la boleta que, en su parte superior, estampará el apellido Scioli para la categoría de presidente.
Pero más allá de esta movida y otra por diferentes provincias, donde Scioli se mostrará con su esposa, Karina Rabollini en actos muy precisos que está articulando su hermano Pepe, en las últimas horas percibió la fragancia de un perfume distinto en el campamento K.
El domingo  en La Matanza le asombró la ausencia de su flamante y lanzado competidor, el ministro Florencio Randazo. Pero  además de la conmemoración litúrgica del triunfo de Néstor Kirchner en 2003, el cristinismo hizo explícito su ingreso pleno al “período del pato rengo”, tal como admitía uno de los integrantes de Unidos y Organizados. Es que ante  una presidenta sin reelección, ni herederos naturales y, para peor, timoneando un último período de retracción económica y alta inflación, muchos miran ahora hacia La Plata.Allí abreva el hombre que se aguantó todos los desplantes, hasta los de Néstor Kirchner, pero nunca claudicó en sus lealtades y lo hizo público. Y encima, es el más posicionado en las encuestas.
Los observadores políticos de paladar negro creen haber percibido en el Mercado Central, parte de las dos estrategias que maneja Cristina de cara al 2015. Una tiene que ver con la de un eventual arreglo condicionado con Scioli o la del repliegue táctico en el núcleo duro, apelando a un candidato propio, tal como expresó  el  discurso de Carlos Zannini. Es que a esta altura del campeonato y sin figuras que exploten en el firmamente K, hay que reconocer que aunque con Scioli no los una el amor, el instinto de supervivencia no muestra otro camino. Más aún, cuando  el enemigo político que ambos tienen en común es Sergio Massa.
A los oídos del gobernador han llegado con fuerza los rumores del odio a Massa dentro del núcleo duro del kirchnerismo . Más aún, en la agrupación que lidera Máximo Kirchner, que por lo que se observa podrían estar dispuestos a apoyar a Scioli, llegado el caso. Además, con un triunfo del hombre del Abasto muchos funcionarios K se ahorrarían una persecución judicial.Pero atención que el pacto no sería gratis. Desde adentro del cristinismo creen que podrían condicionar a Scioli poniéndole un gobernador en la provincia o un vicepresidente. O ambas cosas.
En los pasillos de la Gobernación esas posibilidades incomodan a los mosqueteros del proyecto. El sciolismo desmiente cualquier tipo de negociación en esa línea. Sin embargo, Scioli dedicó en el acto en el Mercado Central de La Matanza  frases destinadas a endulzar los oídos de la militancia ultra K. Por ejemplo cuando apuntó a la cabeza de  aquellos opositores que “piensan que la política es deshacer lo construido”. O  pidió trabajar “por una mejor redistribución y la victoria en el 2015″.
Claro que la estrategia del candidato propio no se abandona desde las usinas K y Zannini, destacó en el alto voltaje de su discurso,  que es uno de los que más abona esa línea. También se lo vio  a Sergio Urribarri, el preferido de los cristinistas “puros”. Es el  caballo con el que quiere correr Zannini, pero no mueve el amperímetro. “Los militantes no tenemos que buscar candidatos sino interpelar a cuanto candidato aparezca”, arengó el funcionario, didáctico y jacobino.
Por el lado de La Cámpora, la foto se puso amarilla con la eventual candidatura de Axel Kicillof, teniendo en cuenta la imagen negativa que arrastra. El hombre al que Florencio Randazzo bautizó “Travolta”, aunque parezca increíble, hasta hace unos meses, los hijos políticos de Cristina atesoraban esta alternativa de continuidad pensando en el repunte de la economía en 2015, tal como el ministro le prometió a la Presidenta. Los comentarios de la juventud política K iban todos en la misma dirección .
“Ir con candidato propio o seguir la estrategia sciolista. Eso no está definido. El punto es si el kirchnerismo se banca la transición de una fuerza de centro, como podría ser Scioli”, reflexionaba un dirigente de Unidos y Organizados. A Massa, en cambio, lo ven como “culturalmente” de derecha.
Scioli es consciente que el escollo a sortear es La Campora. “En ese segmento se concentra el núcleo duro del kirchnerismo -confirma Mariel Fornoni, de Management & Fit-. Representan un 20 por ciento de los votos, un porcentaje que ha decrecido, pero es que más sólido. Es decir, son menos pero más convencidos y ruidosos”.
Pero el gobernador ha intensificado su discurso de previsibilidad. Por las dudas ya anunció que pagará en tiempo y forma el aguinaldo a los estatales y además le mandó a decir a su ministra de Economía Silvina Batakis, que las cuentas fiscales están en orden. Con los intendentes aliados ha prometido normalizar el envío de fondos de la coparticipación. Con el Banco Provincia timoneará parte de los fondos para aprovisionar a la policía en la lucha contra el delito y transmitirá en su linea editorial, un discurso esperanzador de aquí al 2015, donde la palabra “veo el futuro positivo”, será el caballito de batalla.
Tampoco habrá agravios porque no es su estilo. Scioli sabe que se quemaron muchas naves en la lucha contra las corporaciones, sobre todo las mediáticas y necesitará de todos para llegar. Sus asesores en comunicación le han señalado que el discurso de la confrontación es el que la gente no quiere para la etapa que viene. El consenso y el diálogo serán las nuevas figuras en  el escenario polìtico y ese barníz es el que más le sienta al gobernador. Además Scioli tiene el respaldo del grupo informal de los gobernadores, encabezados por José Luis Gioja y un posicionamiento electoral indiscutible que el kircherismo no podría igualar, a no ser que surja un Mesías. De aquí al 2015 si se lo apoya desde la Rosada, Scioli puede ser un buen jugador  para compensar y fortalecer al pato rengo, aunque su estilo no sea el mismo. Pero servirá para llegar con un escenario tranquilo y para que al Gobierno no se le escapen las variables económicas, que pesarán sin duda en el cuarto oscuro a la hora de decidir el voto.

No hay comentarios: