lunes, 22 de diciembre de 2014

El ocaso del tarifazo de ABSA y la ruta del agua contaminada


Por Jorge Joury
Nadie se imagina de qué manera ABSA devolverá el dinero cobrado. Por lo menos las dudas persistirán hasta que se defina el tramo final de la disputa judicial por el tarifazo inconsulto, aplicado en el 2012. Recientemente la Suprema Corte bonarense lo anuló, dejando pataleando en el aire al orgamismo oficial. Es más, ordenó devolver el importe cobrado a los usuarios. La pulseada por ese aumento, que fue del 180%, llegará así a la máxima instancia nacional para su conclusión definitiva. Fuentes de la Fiscalía de Estado, admitieron en las últimas horas que tienen bajo análisis la posibilidad de apelación luego de haber sido notificada de la sentencia, momento desde el que contaba con diez días hábiles para una eventual presentación.
La Provincia ya había abierto el paraguas y tenía reservado la posibilidad del recurso federal para el caso de que hubiera que llegar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Los juristas consideran que una vez que la presentación llegue al tribunal nacional, última instancia judicial, éste deberá analizar si acepta o no el tratamiento de la controversia. Mientras tanto, la devolución de las sumas derivadas del ajuste tarifario aplicado en 2012 quedará en suspenso.
Esta historia de desencuentros, es el corolario de decenas de marchas de protesta vecinal. Algunas de ellas tuvieron por escenario a Florencio Varela. Mientras esto acontecía, el ex diputado provincial Oscar Negrelli y la defensora del Pueblo de La Plata,  María Monserrat Lapalma, presentaron amparos frente al ajuste de hasta el 180% que aplicó el gobierno bonaerense en la tarifa del servicio de agua potable y cloacas de ABSA. El argumento fue que el incremento se había efectuado sin la realización de una audiencia pública en la que los usuarios pudieran dirimir su necesidad y alcance.
DEVOLVER LO COBRADO
El juez en lo Contencioso Administrativo Luis Federico Arias, tomó cartas en el asunto e hizo entonces lugar a la presentación, suspendió la medida y lo hizo extensivo a toda la Provincia. Frente a esta resolución, el gobierno bonaerense recurrió a la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo, que ordenó el cobro del ajuste hasta tanto se resuelva la cuestión de fondo. Finalmente, la Suprema Corte bonaerense resolvió anular ese aumento. En su fallo lo consideró “intempestivo e inconsulto”. Solicitó devolver a los usuarios a través de las boletas de consumo, lo cobrado hasta ahora en función de esa suba. Según los cálculos, la suma total es del orden de los 1.800 millones de pesos, una cifra muy superior a la  facturación  de ABSA de este año, que incluyendo la actualización derivada del último revalúo fiscal, es de 1.300 millones de pesos. Fuentes confiables admitieron que la situación complica financieramente a la empresa, que debe afrontar los sueldos de casi cinco mil empleados, además de los costos operativos del servicio, donde vienen impactando los efectos inflacionarios.
En medio de este crítico cuadro, aparecieron graves denuncias de los usuarios. Las quejas puntualmente se focalizaron entre otras cuestiones, en la existencia de arsénico, desbordes cloacales y falta de presión casi constante en muchas zonas.
Estas cuestiones fueron desenmascaradas  durante la audiencia pública convocada por el Organismo de Control de Aguas de Buenos Aires (OCABA) para evaluar el último aumento tarifario de ABSA, que se aplicará desde el primero de enero próximo y que en algunos casos llega hasta el 40%.
La falta de potabilidad del agua en distintos puntos del territorio, es una de las deficiencias que marcaron los usuarios. También se transparentaron  las desproporciones del actual cuadro tarifario, y la falta o retraso de las obras necesarias para ordenar el servicio. Un dato a tener en cuenta, es que la Provincia, salvo el primer cordón y Bahía Blanca, se vale de aguas subterráneas. La única chance de reserva son los acuíferos. Los especialistas sostienen que si  esa extracción es demasiado voluminosa y rápida, el acuífero no logra recuperarse y no puede mantener las reservas.
ZONAS DE PELIGRO
Donde más suenan las alarmas, sigue siendo en la zona Oeste. Allí, municipios como Lincoln, Bragado, Pehuajó, Carlos Casares, Chivilcoy y Nueve de Julio, entre otros, enfrentan la inquietante presencia  del arsénico en porcentajes superiores a los permitidos por la Organización Mundial de la Salud y el Código Alimentario Nacional. Según estos parámetros, el máximo permitido es de 0,01 mg por litro.
Para medir el  riesgo, en Buenos Aires, el porcentaje observado llega al 0,05, debido a que las autoridades establecieron cinco años de gracia para readecuar estos parámetros al sistema de purificación. Pero en los hechos se han descubierto numerosos casos de Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE). Se trata de una enfermedad que se expresa con problemas en la piel y genera cánceres de pulmón y vejiga, entre otras alteraciones para la salud.
En Lincoln, por ejemplo, hay varios amparos promovidos por vecinos para que se adecuen estos porcentajes. Cuando se requiere una respuesta oficial, los argumentos son que se trata de “un problema geológico, imposible de revertir”. No obstante, se propone como solución la perforación de nuevos pozos. El inconveniente es que la superexplotación de éstos impide que se logren depositar las sales minerales, lo que vuelve a provocar una falta de potabilidad en esas sustancias.
EN EL CONURBANO
En el caso del Conurbano, donde ABSA tiene incidencia en los municipios de Berisso, Campana, Cañuelas, Ensenada, Escobar, Florencio Varela, General Rodríguez, José C. Paz, La Plata, Magdalena, Malvinas Argentinas, Marcos Paz, Merlo Moreno, San Miguel y San Vicente, el problema adquiere otras características, aunque en algunas comunas se ha detectado presencia de arsénico.
Según fuentes confiables, en estas zonas se observa escasa planificación urbana. Además, el nitrato aumenta en el agua subterránea, debido a la proliferación de pozos ciegos mal hechos, sin control y que terminan desbordando. Todo se agrava, por la carencia de mantenimiento en el servicio. Un ejemplo de ello, es el caso del barrio Presidente Perón, ex Pepsi, en Florencio Varela, donde la estructura está colapsada por la cantidad de habitantes. Periodicamente los vecinos de quejan de los desbordes cloacales y el peligro de los efectos contaminantes, cuando las aguas pestilentes invaden el complejo habitacional.
Otra de las cuestiones a tener en cuenta, es la ingesta de nitrato, que es altamente peligrosa especialmente para la población más vulnerable, sobre todo en lactantes y adultos mayores. Pero allí no termina la historia. También se han detectado altos porcentajes de calcio y magnesio, dos sustancias que con el paso del tiempo ocasionan problemas renales.
CON OLOR Y COLOR
En la región del sur de la provincia de Buenos Aires, se destacan dos casos especiales. Uno es Villarino, donde los vecinos padecen la falta de agua y esperan que algún día se ponga en marcha el acueducto que conecta con el río Colorado. Y el otro es Bahía Blanca, donde la escasez de lluvia ha provocado que el dique Paso de las Piedras, encargado de proveer el vital lìquido a la región, se esté secando. Por períodos, los bahienses deben soportar agua con color oscuro y olor.
Finalmente, la zona que menos urgencias presenta es la de la costa atlántica. Allí, las diferentes comunas sufren fundamentalmente falta de presión de agua. Esta situación se agrava durante la temporada alta, cuando se duplica la cantidad de agua utilizada por los turistas.
En lo que tiene que ver con la potabilidad del agua, se espera que el gobernador Scioli envíe a la Legislatura el proyecto de ley integral de obras, confeccionado a partir del asesoramiento de la Universidad Nacional de La Plata y del Sindicato de Obras Sanitarias de la provincia de Buenos Aires (SOSBA). Los ecologistas coinciden que en el futuro, el agua será como el petróleo y la Argentina, en este caso está bendecida, ya que cuenta con las mayores reservas del mundo. Será cuestión de cuidarla.

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