lunes, 22 de diciembre de 2014

Scioli y Macri, mano a mano en un escenario de balotaje


Por Jorge Joury
Al parecer estaba bien orientada la percepción de Daniel Scioli, cuando hace unos meses aseguró que las elecciones del 2015 se iban a polarizar entre él y Mauricio Macri. La que ratificó este diagnóstico, fue Mariel Fornoni, la titular de la consultora Management &Fit, cuando le preguntaron si la votación fuera el próximo domingo, quien pasaría al balotaje. Para la politóloga, solamente tres argentinos hoy tienen posibilidades de acceder al sillón de Rivadavia, en lo que serán los comicios más reñidos de las últimas décadas. Pero según sus sondeos de opinión, Scioli y Macri terminarían dirimiendo la contienda en un final cabeza a cabeza.
Fornoni no es la única que evalúa esta posibilidad. La mayoría de los encuestadores coinciden en que el tercero en discordia es Sergio Massa. De allí que circulara el rumor en la última semana y desmentido de manera terminante por las partes, de que algunos sectores del peronismo sugerían formalizar un eventual acuerdo entre Scioli y Massa, para con esos votos sacar a Macri de carrera desde el vamos. Hoy esa es una perspectiva alejada de todos los escenarios, ya que nadie se imagina quien de los dos dirigentes resignaría ceder el primer lugar, aún luego de una interna.
Si bien Scioli es el que más riesgos corre, ya que está atado a como le vaya al Gobierno en este último tramo, sobre todo en materia económica, cuenta con una estructura muy aceitada en todo el país para el fogoneo prelectoral y el posterior control del comicio, algo de lo que Massa adolece, a no ser en provincias donde llegó a un acuerdo con los radicales.
A Scioli le ha ido bien mostrándose como la continuidad con cambios de Cristina. Sabe que la Presidenta cuenta aún con  casi un 45% de adhesiones, lo cual, con algo que sume desde el propio esfuerzo podría acercarlo al podio de los vencedores. Pero antes, tendrá que hacer los deberes y rendir examen en las PASO, nada menos que frente a Florencio Randazzo, uno de los pesos pesados y más afín al paladar K.
El otro puerto cercano para el ex motonauta, en caso de triunfar en la interna, será la negociación del vice. Seguramente deberá aceptar  un hombre del riñón presidencial, para garantizarle a CFK la continuidad del modelo. La jefa de Estado también se supone que meterá mano en lo que tiene que ver con legisladores y concejales. La idea es consolidar un mojón continuista, que le posibilite al kirchnerísmo avanzar  con su idea de país más equitativo a largo plazo. En ese contexto, Scioli ya está jugado. Lanzó su candidatura antes que todos y aunque le marcarán la cancha y sea el menos querido en el núcleo de los denominados “puros”, nadie puede negar que  es el representante del oficialismo con mayor intención de voto, algo que en el peronismo no se discute.
Aunque últimamente ha recibido varios sopapos de parte de Florencio Randazzo, su principal antagonista, Scioli le guarda mucho respeto. No es menor el dato de que se trata del más sólido de los hombres de Cristina en la carrera presidencial. Es uno de los que mejor entendieron la función pública como más servicio y gestión. Si algo tiene Randazzo como distintivo, es haber dejado de lado la sanata. No obstante, aunque todavía hay mucho trecho por delante, no le alcanza su nivel de conocimiento para emparejar los varios cuerpos que le lleva Scioli.
En el plano partidario, viene muy atrás el pelotón, con el resto de los anotados. Casi todos tienen muy escaso nivel de aceptación o conocimiento, porque recién ahora se pusieron en marcha y están dando la cara en los medios, para generar debates calientes. Ninguno de ellos sobresale como favorito para dar la pelea contra la “ola naranja” que viene de La Plata.
Si algo hay que reconocerle a Scioli, es haber llegado a este sitio con obstinación, sin perder el rumbo, navegando siempre en aguas tranquilas y sin críticas altisonantes contra nadie. Logró poner de su lado a Gabriel Mariotto, el vice que le mandó Cristina para marcale el territorio. Ha hecho también de la seguridad su bandera contra el delito, con un verdadero ejército de policías, parte de los cuales ya instaló en la costa Atlántica. Además cuenta con un equipo de economistas de primera línea, como Miguel Bein y Mario Blejer. Y lo que más se le pondera en los círculos de la política, es que su estilo ha cautivado a una clase media que cree que lo que viene es tiempo de más diálogo y  consenso. Hoy hay muchos que quieren pasar a ser parte del equipo naranja. Es el caso de Jorge Taiana y sus muchachos del Movimiento Evita.
En cuanto al crecimiento de Macri, más tiene que ver con su gestión en la Ciudad. Allí con inteligencia ha instalado una suerte de vidriera permanente, sobre todo para los miles de turistas que vienen del interior del país. El Metrobus, la educación pública y las obras contra la inundación son sólo algunos ejemplos. El líder del PRO además está recibiendo un afluente del radicalismo. Existen votantes históricos de clase media de ese partido centenario, que están advirtiendo que Macri puede ser la llave para evitar la continuidad del peronismo en el poder.
No obstante, Macri tiene un frente de tormenta en su propio partido. Antes de dar el paso final hacia la meta, deberá  contener a una Gabriela Michetti que está muy jugada a ser candidata a jefa de Gobierno o nada. Además tendrá que mostrar uñas de guitarrero para incorporar a su espacio a dirigentes como Ernesto Sanz u Oscar Aguad, sin que éstos dejen de ser radicales. El desafío mayor o la frutilla del postre, será blindar a Carrió para que su onda expansiva no termine destruyendo al PRO, como lo hizo con UNEN.
En esta entramada geografía electoral, el papel de Sergio Massa es el más intrincado. Gran parte de la opinión pública  todavía duda de su ruptura con el cristinismo. Más aún, si llegara a registrarse la incorporación a su espacio, de Martín Insaurralde, el intendente de Lomas de Zamora. Lo que se le reclama es más chapa de opositor. Aunque su juventud lo ayuda para autocalificarse como “distinto”, como se observa en los cortos publicitarios de su campaña,  también le juega en contra. Puede esperar, dicen algunos. Otros creen que llegaría a ser gobernador de Buenos Aires por paliza de votos y después en 2019 ir a buscar la presidencia. Massa no quiere saber nada con ese discurso. Su ansiedad le marca acelerar el paso entre los presidenciables. Como se observa, el  camino a los comicios está cada vez más tenso y expectante. En tiempos electorales, aunque falta mucho, la verdad y sus coordenadas, siempre se ubican a la vuelta de la esquina.

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