viernes, 24 de abril de 2015

Paritarias con semáforo en rojo y la UOM con la cara pintada


Por Jorge Joury

Algunos presidenciales en el oficialismo han recuperado la sonrisa porque la economía ha entrado en aguas calmas. La estrategia electoral es sostener el relato del consumo. Pero en el plano gremial, la tempestad está a un paso. El Gobierno se encuentra frente al enorme desafío de que la negociación salarial no se le salga de caja. Por estas horas nadie duda que las paritarias 2015 se están convirtiendo en las más duras de la década kirchnerìsta. Los sindicatos opositores han jugado al máximo sus cartas, crispados por la falta de respuesta a la suba del piso del Impuesto a las Ganancias. Los aumentos salariales que piden superan el 10% o más, el margen de toleracia que se fijó el cristinismo para las negociaciones de este año. La grilla de disconformes es amplia y poderosa. Está integrada por colectiveros, petroleros, un par de gremios ferroviarios, aceiteros, bancarios y sectores de la Alimentación, entre otros. Todos están plantados sobre la base de reclamos que van del 40% en adelante, para tratar de recuperar por la vía salarial parte de lo que perdieron en el camino con el mix inflación-tributo por Ganancias. Y como si fuera poco, la UOM de Antonio Caló, miembro de la CGT amiga de Balcarce 50, también se pintó la cara y amenaza con ir a un paro de 36 horas.
Del otro lado del ring está Cristina, que por ahora no piensa aflojar y que mandó a su ministro de Trabajo Carlos Tomada, a ratificar que no habrá cambios en el tributo . Nunca como en ninguna ronda paritaria anterior había tenido tanta injerencia el tema impositivo. Además del reclamo, nadie duda que las negociaciones salariales están impregnadas por la política en un año electoral de alta temperatura. La salida por el momento es impredecible. El sindicalismo no está del todo convencido a declarar paros, pero la conflictividad está a la vuelta de la esquina. Tambien se potencia la posibilidad de que al fin los gremios peronistas logren concretar el sueño de una CGT única. El sindicalismo opositor, encabezado por Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, se muestran agazapados. Por ahora han decidido esperar antes de convocar a otra medida de fuerza. El Comité Central Confederal facultó al consejo directivo para que determine en tiempo y forma las medidas de acción para reforzar el reclamo por Ganancias, aumento a los jubilados y lucha contra la inflación.
Pero más allá del reclamo, el tándem gremial quiere marcarle la cancha al futuro gobierno. Para que quede claro, llamaron a no votar a los candidatos del Frente para la Victoria en las elecciones del corriente año. Además, criticaron duramente aunque sin nombrarlo, al gobernador bonaerense Daniel Scioli , disparando que “nunca fue un laburante. Compañeros a la hora de poner los votos que es nuestra arma letal hay que cuidar de no votar a los candidatos del oficialismo‘, instó Moyano. El líder sindical fue lo suficientemente explícito como para que se note que la embestida fue para el candidato del oficialismo hoy mejor posicionado en las encuestas, el gobernador bonaerense. “Como es posible que ese señor de la Provincia hasta ahora no haya hablado nada sobre Ganancias”, agregó. Otro de los más vapuleados resultó ser Florencio Randazzo, por sus declaraciones -algo equívocas- sobre la continuidad del impuesto a las Ganancias en un imaginario gobierno suyo. “¿Cómo se puede ser tan servil?”, preguntó Moyano a una platea con numerosas representaciones del sindicalismo del interior.
Por el mismo precio, además se abrió una discusión en el propio kirchnerísmo, sobre como seguir plantándose frente a la carga fiscal que pagan los salarios, al mismo tiempo que aparecen desgravados otros poderosos sectores económicos, como los juegos de azar y la renta financiera, nichos donde se podrìan buscar recursos para nivelar los ingresos del Estado. El propio Sergio Massa, se subió al colectivo de la protesta y salió a torear al oficlalísmo, señalando que si llega a la Casa Rosada, desde enero los trabajadores no pagarán Ganancias.
Hoy Ganancias adoptó la forma de un monstruo al que los empresarios, terceros en discordia, ven venir y por eso quieren curarse en salud. La junta directiva de la UIA avisó que nadie debería, ni aun soñando, imaginarse que el sector patronal vaya a hacerse cargo del impuesto para la cuarta categoría. Cristina atendió rápido el teléfono y respondió a los empresarios que no achiquen la demanda para obtener fondos para invertir, porque eso implica “bajar los salarios” de los trabajadores, por lo que les pidió que bajen un “cachito” la rentabilidad o que “traigan la plata” que se “llevaron” al exterior.
Mientras tanto, la ingeniería diseñada por el Gobierno para utilizar la paritaria de la UOM como ancla para contener las discusiones salariales en parámetros que no superen el 30% ingresó en una etapa de turbulencias. La conducción del gremio metalúrgico, liderada por el también jefe de la CGT más afín al Ejecutivo, Antonio Caló, resolvió disponer un paro de 36 horas para el jueves y viernes de la próxima semana ante el estancamiento de las negociaciones con el sector empresario para definir la suba salarial que los operarios metalúrgicos aguardan percibir desde este mes.
Cuando Caló se siente a negociar el próximo martes en el Ministerio de Trabajo, les anunciará a los empresarios un paro sectorial por 36 horas, que comenzaría el jueves. La huelga prosperará siempre y cuando no exista una “mejora sustancial” de la última oferta. En las últimas horas, en la UOM, barajaban dos alternativas: “No nos vamos a mover del 32%. O lo pagan en dos cuotas, como propusimos inicialmente, o nos dan un 17% hasta septiembre y después negociamos el 15% restante”.
Los plazos se acortan y la conflictividad hace titilar los radares. La Presidenta, a la que no le gusta hacer concesiones si hay apriete, lo sabe y es la única que tiene la llave para aplacar el vendaval. Habrá que ver hasta dónde tirará de la cuerda.

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