martes, 7 de abril de 2015

Radiografía de un paro que sonó fuerte y pasa facturas


Por Jorge Joury|

Se podrán discutir los matices del paro, pero lo que no se puede poner en tela de juicio, es que con una medida de esta fortaleza, perdimos todos. El freno a la actividad productiva perjudica a trabajadores, empresarios y al propio Gobierno. Es notorio que el  país tomó la fisonomía de un día feriado. Esta pulseada entre el oficialísmo y los sectores sindicales por el Impuesto a las Ganancias, promete ser también la antesala de las paritarias y un mensaje para los futuros gobernantes, además de los daños colaterales letales con que impacta en la economía en el arranque del año.
La falta de transporte público marcó la contundencia de la protesta, ya que la gente no pudo concurrir a sus trabajos. No circularon colectivos, trenes, subtes, Premetro y aviones, como tampoco abrieron los bancos y la mayoría de las estaciones de servicio. Además, los piquetes de grupos de izquierda en los accesos a la ciudad de Buenos Aires, generaron un impacto mayor en la fotografía de la cuarta protesta sindical, la más fuerte de todas hasta el momento contra el gobierno de Cristina Kirchner.
El apoyo  del gremio de Camioneros hizo que tampoco hubiera reparto de mercaderías, recolección de residuos, ni transporte de caudales.La actividad se paralizó también en Tribunales y en la mayoría de los colegios no tomaron falta, tanto por la ausencia de maestros, como de alumnos.
En medio de este cuadro, muchas calles de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, amanecieron  con pilas de basura en veredas, esquinas y avenidas.
Pero más allá de estas postales, lo más grave son las advertencias que brotaron de la jornada  por parte de distintos sectores sindicales que ya plantearon la posibilidad de nuevas medidas de fuerza a mediados de abril. El más explosivo en la cadena de díscolos, fue el gastronómico Luis Barrionuevo, quien aseguró que el 15 de abril podría iniciarse una huelga de 36 horas si el Gobierno no responde a la demanda .
El dirigente, con su habitual injundia, calificó al ministro de Economía Axel Kicillof como el “rusito”. “Ellos lo llaman el rusito, es el que te dice que sí o que no. Sabe que 25 mil millones, la plata que le corresponde a los trabajadores, es un gran movimiento de dinero del consumo, les sirve para pagar planes sociales y subsidiar otros menesteres. Tienen problemas de caja”, analizó. Los 25 mil millones a los que alude Barrionuevo, encuentran su explicación y se alzan como un pase de factura. Forman parte de la deuda que el Gobierno mantiene con las obras sociales de las principales asociaciones sindicales.
El secretario general del gremio de  maquinistas La Fraternidad, Omar Maturano, también se sumó a la cadena de advertencias: “Si el Gobierno no cambia el Impuesto a las Ganancias, el 14 de abril vamos a dar a conocer un plan de lucha de los gremios de transporte”.
Pero todos saben que bajo esta presión,  “la Presidenta no negocia”. A esas cuatro palabras se remiten los principales sindicalistas cuando se les pregunta, en confianza, por qué someten al país a una nueva jornada de paro nacional , con todos los trastornos económicos y sociales que conlleva una medida de esta naturaleza. La argumentación de los jerarcas sindicales va mucho más allá del “tira y afloje” por el impuesto a las Ganancias. O del peso de las deudas que el sistema de seguridad social tiene con las obras sociales de los gremios.Se trata de una cuestión de fondo que hace el estilo de liderazgo que impone la jefa de Estado. Y que sirve para entender a pleno la lógica de confrontación cristinista. CFK mandó a decir a través de Kicillof a los gremios, que el impuesto “esta muy bien”. Pero en medio de la verba acalaroda de la contienda, el ministro de Economía cometió un dislate. Citó a Perón para decir que fue el creador del impuesto a las Ganancias. Con ello no sólo se ganó un aplazo en Historia, sino que los sindicalistas encontraron espacio para atacarlo a la yugular. Le recordaron que el máximo líder histórico del peronismo, fue el que creó el tributo para las empresas, pero no para los trabajadores.
Hablando mal y pronto, hoy la pelea pasa por quién la tiene más larga. Hay economistas que le dan la razón a los sindicatos, al sostener que más del 21% de trabajadores y jubilados están alcanzados por Ganancias. Se trata de unos 3 millones de personas, que perciben ingresos superiores a 15 mil pesos. Pero según Kicillof, esas cifras no se ajustan a la realidad. Asegura el ministro que solo tributan entre el 6 y 1% de los asalariados. Subir el piso para el gobierno sería una sangría enorme en materia de ingresos. Esto obliga a una reflexión:  tal vez llegó la hora de buscar esos recursos en otra alcancía. Gravar la renta financiera, algo que se practica en todo el mundo y aquí no, podría ser uno de los caminos.
La protesta además le trae problemas a una  economía que permanece estancada en el comienzo del año y una producción industrial que continúa con números rojos. Atención, porque el cese de actividades provocará pérdidas de al menos $ 3.000 millones.
Según los datos aportados por la consultora Analytica, la economía argentina produce bienes y servicios por un total de $ 17.000 millones diarios, de los cuales la intermediación financiera (bancos) y el transporte suman $ 1.500 millones y la industria y el comercio producen $ 5.000 millones.
De esta forma, considerando los gremios con más peso que adhieren al paro, es que la consultora estima un impacto negativo de unos $ 3.000 millones, perjuicio que podría elevarse en función del grado de afectación de los sectores productivos y de servicios.
Otro dato, aportado desde el Gobierno es que “el costo en horas de trabajo perdidas es de $ 1.960 millones y en total se pierden casi 52 millones de horas de trabajo”.
El paro de hoy , desde la perspectiva del análisis, es sólo una muestra de la conflictividad gremial que podría desplegarse en los próximos dos meses cuando se concentrarán las paritarias que involucran a los gremios más poderosos. También una prueba palpable del cruce de declaraciones políticas que se vienen entre un sector de la dirigencia sindical y el Gobierno a medida que se acerquen las elecciones.
La Casa Rosada  seguramente tomará nota de la fotografía que representa un país paralizado por sindicatos opositores e incluso oficialistas. No obstante, a tono con la tradición kirchnerísta, le resultará difícil negociar una salida rápida al potente rechazo a Ganancias. Pero seguramente buscará un sendero, si se quiere desarticular el frente sindical unificado que se está armando. Y más aún, si pretende un período de paz social hasta el final del mandato, con paritarias cerradas por debajo del 30%, sin conflictividad ni interferencia en la campaña electoral.

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