viernes, 24 de abril de 2015

Un sello mafioso en el misterioso crimen del prestamista de Varela


Por Jorge Joury

Por estas horas en los café del centro de Varela no se habla de otra cosa que del misterioso asesinato del prestamista Daniel Slaven de 63 años, ocurrido en una casa quinta de Villa Mónica, entre la noche del viernes y la madrugada del sábado. El hecho irradia miedo, ya que tiene todas las características de un crimen mafioso, aunque los investigadores no le cierran la puerta a otras hipótesis. Se cree que Slaven pudo haber sido ejecutado por un asesino a sueldo, ya que tenía las manos atadas con precintos y dos disparos de calibre 9 milímetros en la espalda. “Fue todo muy prolijo y no dejaron rastros. Quienes lo hicieron son profesionales”, revelò una fuente policial que recorriò el escenario del crimen, una casaquinta ubicada en las calles Florida y Río Colorado. El macabro hallazgo lo realizó un empleado de la víctima. El cuerpo de Slaven estaba a unos 15 metros de la vivienda, de cara al piso en un garage abierto ubicado junto a un galpón.
“Estamos tratando de precisar cómo sucedió todo y por qué lo mataron. Lo de las manos atadas puede ser un mensaje mafioso, pero también puede que hayan querido inmovilizarlo mientras lo asaltaban”, reveló la misma fuente, quien señalò que Slaven estaba separado de su mujer y mantenìa un noviazgo con una bella mujer de unos 40 años, profesora de gimnasia.
Slaven, aunque tenìa dos hijos mayores, vivía solo y no mantenìa cercanìa con ellos. Precisamente la última persona en verlo con vida fue su pareja, con la que cenó el viernes en una pizzería pròxima al Hospital Mi Pueblo. Por los testimonios que recogieron los investigadores, se despidieron alrededor de las 23 y el cuerpo apareció el sábado a las nueve de la mañana. Aún es una incógnita qué hizo entre una hora y otra. Pudo haber ido directo a su casa como no, evalùan en el marco de la pesquisa. La mujer le contò a los investigadores que intentó varias veces comunicarse con Slaven, pero no pudo. La convicciòn más firme es que el crimen se habría cometido cuando Slaven arribaba a la propiedad en su camioneta Toyota Hilux, que también presenta dos orificios de bala. Aunque tal vez Slaven quiso escapar al presentir el peligro, los investigadores tienen la casi certeza de que lo podrìan haber estado esperando. No hay testigos de ese momento. Por eso no se sabe si los asesinos entraron con él a la casa o si ya estaban en el interior. Durante el fin de semana se ordenaron varias medidas en busca de precisar los últimos movimientos de la víctima, pero aún no están los resultados de las pericias.
La hipótesis más fuerte apunta a una venganza, aunque no se sabe aún si por cuestiones económicas o pasionales.Las dos vertientes están bajo la lupa de la policìa. A los investigadores les llama poderosamente la atención el profesionalismo de los homicidas, ya que se llevaron la computadora que registraba imágenes de la casa que tenía instalado un circuito cerrado de cámaras. También se habrían robado algunos documentos después de haber obligado a la victima a abrir una de las cuatro cajas fuertes que habìa en la vivienda, aunque no se llevaron joyas de valor y dinero. Hay otro dato puntual que es motivo de análisis. A Slaven siempre se lo veìa con una importante cadena de oro en el cuello, la cual le fue arrancada. ¿Los sujetos se la habrán llevado a quien encargó el crimen, como prueba de que el trabajado estaba cumplido ?. Es otra de las dudas que desvela a los investigadores.
El hecho es investigado por la Sub DDI de Florencio Varela y la fiscal Vanesa Maiola, de la UFI N° 6. Las miradas más agudas están focalizadas en sicarios. Los hay que matan a cualquier precio. Los más profesionales cobran desde 30.000 hasta 50.000 pesos. Otros son reclutados en las villas del conurbano a cambio de menos dinero, revelò el investigador y abogado Luis Vicat quien ha indagado a fondo sobre este modus operandi. El Código Penal castiga con reclusión o prisión perpetua al que mata “por precio o promesa remuneratoria”, sostiene Vicat. Por lo que se sabe, estos individuos no dejan rastros y cobran la mitad de la paga convenida por adelantado. Los más organizados garantizan impunidad y profesionalismo. Se llega a ellos boca en boca o recomendados por un cliente satisfecho. También los hay descuidados. Esos son los que hacen su “trabajo” a cambio de unos pocos pesos, que no parecieran ajustarse a los que actuaron en el caso Slaven.
En la Argentina, la fábrica de matar funciona con sicarios de todo tipo. El tarifario de la muerte tiene sus vaivenes. Si es una persona importante, también se contrata a alguien del exterior. Se trata de criminales que llegan en micro, con perfil bajo, y se retiran tras los dos tiros que salen del arma que utilizan. El sicariato, tan común en Colombia, México y Brasil, de a poco se va insinuando en nuestra realidad. Bastan unos pocos miles de pesos. A veces ni eso: con un ‘ladrillo’ de droga mal estirada alguien se asegura el perverso cierre de una cuenta mal saldada”, agrega el especialista Luis Vicat.
Hacen falta tres personas para matar: una que hace la inteligencia previa, otra que hace de campana y de chofer y la tercera que aprieta el gatillo. Tal vez por ese camino haya que transitar para desenredar la misteriosa madeja del caso del que habla todo Varela.

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