miércoles, 15 de octubre de 2014

Relatos salvajes: el loco de la topadora está entre nosotros


Por Jorge Joury

Lo llaman “El Loco de la Topadora” . El caso es tan real, como que la historia parece extraída de la película “Relatos Salvajes”, un perturbador espejo de lo que es nuestra sociedad. Los protagonistas son un vecino del barrio Etcheverry, en la periferia de la ciudad de La Plata. Pero lo dramático, es que el personaje en cuestión, se dedica a destruír viviendas del Plan Procrear. Sin saber que más allá de lo material, derriba sueños de matrimonios jovenes que añoraban el techo propio. Se trata de un comerciante que totalmente sacado, se subió a una topadora y derribó dos casas en avanzado estado de construcción, alegando que fueron levantadas en terrenos de su propiedad.
La historia es compleja y no está del todo clara. Hoy se dirime en la esfera de tribunales y de allí tomó estado público. Pero más allá del perjuicio patrimonial, patentiza el comportamiento de una sociedad enferma por crispaciones incontenibles e intolerancia. Los testimonios son capaces de colocar a cualquier persona de bien, al borde de un ataque de nervios. Tienen que ver con la manera en que se derrumba el sueño de la casa propia, con los métodos más primitivos. Es una suerte de retroceso social hacia la época de las cavernas, que se transparenta a través de decenas de fojas de un expediente. Allí se da cuenta que las viviendas destruídas  habían sido adjudicadas a dos jóvenes parejitas. Ariel, uno de los damnificados, todavía no sale de su asombro : “De buenas a primeras empezamos a ver que la construcción tenía daños. A fines de septiembre, cuando fui con un escribano para certificarlos, nos encontramos con un grupo de 12 personas que no me dejaron pasar. Fue todo muy violento. Me amenazaron, me insultaron y sólo entendí que un vecino decía que el lugar era suyo por el sistema de usucapión”, contó el damnificado.

UNA FIGURA LEGAL

Para que el lector pueda ubicarse en tiempo y espacio, usucapión es una figura legal por la cual una persona puede apropiarse de un espacio sin dueño con el paso del tiempo, sobre todo cuando no hay herederos. Todo depende de la legislación pertinente. Generalmente son de  10 o 20 años. Durante ese período deberá cuidar el lugar, hacerle mejoras y, sobre todo, pagar los impuestos de las tierras, para el día de mañana poder reclamar la propiedad como propia. Esto ocurre en muchos lugares del conurbano bonaerense, pero afortunadamente, no se llega a estas instancias.
Ariel, embargado por la angustia manifestó que: “de pensar en cómo seguir con la construcción de la casa, ahora me estoy enfrentando con este vecino, que es un comerciante de La Plata. Y lo grave, es que tiene poder y dinero para hacer lo que hizo. De las amenazas luego pasó a los hechos. Lo cierto es que contrató personal para arrancar el alambrado que pusimos. Luego colocamos otro más costoso y repitió el procedimiento. Y no conforme con ello, apareció con una retroexcavadora con la que demolieron mi casa y la de una pareja de Chascomús que vivió la misma situación. No nos dio chance a defendernos”, agregó el joven.
Gustavo Luzardo, titular de la Secretaría de Control Urbano de La Plata, es el funcionario que tomó la denuncia y labró el acta correspondiente: ” Fue un panorama desolador.Cuando llegamos al lugar estaban los jóvenes llorando encima de los escombros”, relató. Explicó que las familias afectadas “habían comenzado a concretar el sueño de la casa propia en terrenos de su propiedad, después de  haber sido beneficiados con el crédito hipotecario de Procrear y fueron víctimas del accionar de otro vecino, que les destruyó las construcciones con una retroexcavadora, sin mediar palabra”. Luzardo prometió que la comuna ayudará a los perjudicados. No obstante, habrá que dirimir quien tiene la razón. Si el comerciante que alega ser dueño de los terrenos o los jóvenes. Se entiende por sentido comùn, que si les adjudicaron el crédito, habrán probado ser los propietarios  de la tierra.

EL FUTURO EN RUINAS

Emilia Bertarini, de 24 años es otra de las damnificadas por este conmocionante suceso. Aclaró entre sollozos que: “No podemos volver a levantar nada en esas tierras. Estamos aterrorizados de sólo pensar de que nos vuelva a ocurrir lo mismo o algo peor si volvemos a intentarlo. Lo más dramático, es que ya no tenemos nada, sólo deudas”. Ahora, ambas parejas están en tratativas con ANSES y el Banco Hipotecario, para establecer qué ocurrirá con el crédito que habían contraído a través del Plan Procrear.
Idelmar Ormazabal , otro de los protagonistas de la pesadilla aseguró que : “Todo lo hicimos bajo la ley. Nos  dieron 180 mil pesos en el banco en el primer tramo del crédito para la compra del terreno y la primera etapa de la construcción. Ya estábamos por avanzar con la segunda etapa, cuando nos pasó esto. Si alguien aduce que es dueño de un lote además de tener papeles podría plantear las cosas en otros términos, más civilizados. No actuar como si estuviera viviendo siglos atrás. Jamás se nos ocurrió que podía pasar esto.Estamos literalmente derrumbados.Ahora solo nos han quedado deudas por 30 años”. Hay una investigación en marcha, pero muchos sueños destruídos y en estos casos, indiscutiblemente siempre pierden los más debiles.
Lo preocupante es que la intolerancia se ha tornado un mal de la época. Si se apaga el diàlogo, se enciende la violencia. Se desencadenan entonces episodios inmanejablas. Casi de ciencia ficción. Y algunos terminan de manera trágica, como aquel ocurrido días pasados, que derivó  en una pelea por una medianera, donde asesinaron a un vecino. Difícilmente, a Damián Szifrón, el director de la película “Relatos salvajes”, se le hubiera ocurrido concebir un personaje como “El loco de la topadora”. Pero en el país de los excesos, todo es posible.  Lo peligroso, es que un sujeto con estas caracterìsticas, puede estar cerca, aparecer en cualquier momento y lugar. A veces estos hechos provocan un efecto contagio. Sería bueno entonces,  recuperar la cordura para retomar la senda de vivir civilizadamente.

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