jueves, 30 de octubre de 2014

Scioli primero en las encuestas y piloteando como el candidato K


Los triunfos de Dilma Roussef en Brasil y de Tabaré Vázquez en Uruguay, han revitalizado la teoría más optimista de Daniel Scioli. El gobernador cree que los proyectos exitosos tienen continuidad en el tiempo y existe terreno fértil para ello en el electorado.

Por Jorge Joury
El ex motonauta observa como siempre los números de las encuestadoras y advierte que la oposición se está amesetando. Por ejemplo, el último trabajo de la consultora Aresco, de Julio Aurelio, despertó sonrisas en la Gobernación. Ubica al mandatario bonaerense en primer lugar, con un 26,1%, seguido del Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri 24,4% y el líder del Frente Renovador Sergio Massa, en tercer lugar con el 22,9%. El cuarto escalón lo ocupa Julio Cobos (FAUnen), con el 10,2 y más lejos Jorge Altamira (FI) con el 4,8%. Pero el dato que abrió los ojos del gobernador es que cuando la encuesta además realiza una evaluación de la gestión de la presidenta Cristina Fernández, ésta obtiene un 47 por ciento de apoyo. Un 25,2% de los consultados dice que es muy buena y un 21,6, la califica de buena enla gestión.
Los asesores más directos, entre ellos el jefe de campaña, Jorge Telerman sostienen que Scioli no debe sacar los pies del plato del kirchnerísmo, sino todo lo contrario. Estrechar lazos con todos los sectores partidarios, como lo está haciendo con la Cámpora. Creen que si después de enero se logra un acuerdo con los fondos buitre, la economía mejorará y por carácter transitivo el gobernador se verá beneficiado en las elecciones de octubre, ya que se calmará el malhumor social.
UN DEBATE
En las últimas horas Scioli abrió la posibilidad de debatir públicamente con el resto de los candidatos, como ocurriera en las elecciones de Brasil. En ese sentido, dijo: “Veremos qué ocurre. Yo debato todos los días y tomo posiciones muy claras. Allá tienen una cultura de debate. Acá siempre ha sido complicado coordinarlo”, aseguró el mandatario.
Respecto a las últimas encuestas que lo ubican en primer lugar, Scioli lo atribuyó a “la coherencia, ser previsible y confiable”. Y agregó: “Dentro de este proyecto político, después del ex presidente Néstor Kirchner y la presidenta, estoy yo.”
Mientras tanto, en el PJ se encolumnan detrás de su figura. Afilan las espadas y preparan para el primero de noviembre un desembarco partidario en San Nicolás. Ya se habla de una estrategia electoral y como ya lo hemos señalado desde esta columna, se insiste en una conclusión casi de manual peronista : “Hay que ganar en primera vuelta porque en el balotaje será difícil contra todo el voto anti”. La coincidencia generalizada de los caciques del conurbano es que hoy el único que puede aportar un caudal de votos que lleve a la victoria, es Daniel Scioli. Y que la manera de llegar al mágico 40% es licuar lo más posible a Sergio Massa en la Provincia, ya que Macri no logra hacer pie con sus candidatos.
En San Nicolás se espera la presencia simultánea de los “presidenciables” más instalados de cara a las elecciones 2015. No solo Scioli, sino su seguro rival en Las Paso, el ministro del Interior y Transporte Florencia Randazzo y el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez, entre otros. De esta manera, la foto que se podría lograr en este cónclave, sería todo un mensaje de unidad y fortaleza.
LA INTERNA
Daniel Scioli está convencido que deberá ir a la interna, porque Randazzo ya mostró los dientes y las ganas de competir. Pero asegurá que la distancia que le lleva al ministro es grande y el triunfo lo revitalizará. Mientras tanto, ya empezó a dar la idea de que se mueve como el candidato de CFK . Una muestra de ello es su viaje a Uruguay para saludar a Tabaré Vázquez, ganador de la primera vuelta y favorito para volver a la Presidencia. Un gesto político muy sciolista. Es mostrar que se puede estrechar la hermandad en la etapa que viene.
No hay que olvidar que Tabaré tuvo con Néstor Kirchner encontronazos duros por la pastera del río Uruguay. En la residencia de la calle 6, fuentes seguras admitieron que Scioli se entusiasmó con las últimas victorias de los oficialismos en el continente. Primero el boliviano Evo Morales, luego Dilma en una dramática elección en Brasil y Tabaré, extendiendo el predominio del Frente Amplio uruguayo.
Con todos ellos, el ex motonauta ha construìdo lazos y la teoría que se sostiene es que si triunfara en la elecciòn presidencial, quedaría el camino abierto para construír corredores productivos para las economìas regionales. También a las primeras espadas naranja le han llegado noticias de que Máximo Kirchner ordenó a su fracción, no confrontar y acercarse al gobernador bonaerense. Parte del guión, ya lo están cumpliendo los dirigentes de La Cámpora. Se nota en las últimas señales de convivencia en los actos oficiales.
EL QUE MEJOR MIDE
La ecuación del hijo de CFK es simple: el que mejor mide es Scioli y no queda tiempo a los restantes candidatos de revertir la situación. Randazzo, Urribarri, Rossi y Taiana, no experimentan mejoras. El ministro de Interior y Transporte movió algo la aguja del amperìmetro, pero luego comenzó a retroceder. Y Scioli, a pesar de los embates y los desplantes, muestra un volumen de adhesiones que el kirchnerismo más duro no puede ignorar.
Los jefes máximos del PJ bonaerense sostienen que si este cuadro se consolida, hay que asegurar las banderas en la Provincia, para cerrarle el camino a Massa, sobre todo si Insaurralde se pasa al FR. Para ello sostienen que el candidato que aseguraría la victoria del FPV en territorio bonaerense, sería Randazzo, quien tiene alta imágen positiva. Ha hecho buena gestión con el servicio ferroviario y arrastraría también el voto cristinista. Pero la duda es si CFK accederá a ello, ya que Randazzo no se bajó de la carrera presidencial. No obstante, hay quienes dicen que La Plata sería un premio consuelo. También Diego Bossio, el jefe de ANSES, juega sus fichas, apostando a una buena relación con Máximo, a la política hacia los jubilados y a los planes que financian con esa plata. Kicillof, en su afán de tener todo el poder, ha puesto la mira sobre Bossio.
Pero, para mantenerse un año más en los primeros lugares de las preferencias electorales, Scioli deberá ser cauteloso. Tiene que transitar su gestión sin sobresaltos. Sabe que cualquier conflicto en el territorio bonaerense puede terminar con su sueño de llegar al sillón de Rivadavia. Será por ello que ante las primeras señáles de guerra que mandaron los docentes, el ministro de Trabajo Oscar Cuartango, ya empezó a evaluar la posibilidad de adelantar la paritaria del gremio. Otro de los focos, es la inseguridad, la principal astilla del gobernador. Por eso apuesta a inundar las calles de efectivos policiales, después de abril.
SORTEO DURO ESCOLLO
Sus asesores recuerdan que en la campaña 2011, Scioli afrontó el secuestro y asesinato de Candela Sol Rodríguez, la nena de 11 años. Y aun así, consiguió el título del gobernador más votado de la historia. Pero ahora reconocen que con Massa enfrente haciendo campaña con la seguridad y la posibilidad de que puedan registrarse focos de intranquilidad social a fin de año, cualquier caso espinoso podría afectarlo.
A diferencia de Massa, que apela a la clase media, Scioli se concentra en “los trabajadores”, como extensión natural del votante clásico peronista y replica el tono papal de Francisco, al abogar por un final de mandato tranquilo para Cristina y la promesa de un nuevo tiempo de diálogo. Si se asegura los votos peronistas y cristinistas, Scioli necesitaría trepar entre 7 y 10 puntos para ganar en primera vuelta. Para eso confía en lo que llama su “impronta personal”, ese combo de optimismo no conflictivo y vínculo emocional construido desde los medios, en el que hará hincapié en un tercer movimiento tras las PASO . Ya lo expone su as de espada, Karina Rabolini, que recorre el país en una inédita campaña a primera dama. “Por cada lugar que pasa, Daniel crece entre dos y tres puntos”, se entusiasman a bordo de “la ola naranja”. Pero, por ahora los pronósticos de las encuestadoras son de fragmentación, volatilidad y segunda vuelta. Cuando falta un año para las elecciones presidenciales, esas características aparecen como los únicos trazos claros de un panorama incierto con final abierto.

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